dilluns, 13 d’abril del 2015

Emotivo homenaje en Barcelona a los fusilados por la dictadura franquista


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Este sábado 11 de abril tuvo lugar en la ciudad de Barcelona un homenaje a los republicanos fusilados por la dictadura franquista.
El acto, convocado por la Coordinadora 14 de Abril, que agrupa a organizaciones que luchan por la recuperación de la memoria histórica y por un proceso constituyente hacia la Tercera República, se llevó a cabo a las 11:00 horas en el Campo de la Bota, situado entre Sant Adriá de Besós y el distrito de Sant Martí de Provençals, donde hoy se encuentra el parque del Fórum.
El evento contó con las ponencias de Paco Aguilera, miembro de la Asamblea de Sant Martí; Álex de la Fuente, de la Entesa de Catalunya por la República; Enric Pubill, de la Asociación catalana de ex presos políticos del franquismo; Gloria Aguilar, de la Junta Estatal Republicana; Pedro Fernández, de la Alternativa Ciudadana Progresista y Salvador López Arnal, de XSUC-Socialisme21.
Cada uno de los discursos fue interrumpido por aplausos y gritos de “Viva la República” y “No hay dos sin tres, República otra vez”. La intervención más emotiva, fue quizás, la de tres chicas jóvenes, de apenas catorce años, que leyeron la carta de despedida de uno de los asesinados a su familia. La jornada cerró con varias actuaciones musicales del grupo “Más Vale Tarde que Nunca”.
El horror en el Campo de la Bota
El Campo de la Bota fue uno de los escenarios más importantes de represión en Catalunya durante la dictadura franquista. Los fusilamientos en Catalunya ya acabada la Guerra Civil, entre 1939 y 1952 fueron, según el historiador Josep Maria Solé Sabaté, de 3.385 personas. De las cuales 1.706 hombres y 11 mujeres cayeron en el Campo de la Bota, en su mayoría víctimas de la delación y la venganza, que no tenían consciencia de haber cometido crimen alguno.
Los republicanos eran trasladados desde la prisión Modelo, en grupos de unas 20 personas; allí la Guardia Civil, les colocaba ante el pelotón de fusilamiento, delante de un rompeolas que había en la playa para que las ráfagas no fueran escuchadas. Las familias no eran notificadas previamente. Recibían la noticia cuando iban a visitar a la cárcel a sus familiares.
Los cuerpos sin vida eran colocados en cajas de plátanos y cargados en un camión todos amontonados; acto seguido, eran trasladados al Cementerio de la Pedrera del Cementerio de Montjuïc de Barcelona, donde se les enterraba sin identificación alguna.