dilluns, 5 d’agost del 2013

Un alcalde gallego del PP afirma que quienes fueron ejecutados por el franquismo "lo merecían"

http://www.publico.es/461422/un-alcalde-gallego-del-pp-afirma-que-quienes-fueron-ejecutados-por-el-franquismo-lo-merecian


El regidor de Baralla, que atribuye sus palabras al contexto de una discusión, justificó así las muertes durante la dictadura en un pleno en el que se condenaron los actos de Resistencia Galega. Los socialistas exigen una rectificación inmediata.

IÑIGO ADURIZ Madrid 05/08/2013 17:00 Actualizado: 05/08/2013 20:01

El PP sigue teniendo entre sus filas a quienes justifican la violencia ejercida durante el franquismo por el régimen de la dictadura. El alcalde conservador de Baralla (Lugo) Manuel González Capón, aseguró en el último pleno municipal que "quienes fueron condenados a muerte" durante el régimen de Franco "sería porque lo merecían". Fue el pasado día 26 cuando el regidor pronunció estas palabras en medio de un debate con la oposición, según ha reconocido él mismo en conversación con Público.
Tanto los socialistas como los miembros del BNG del municipio han corroborado que el alcalde dijo esas palabras y han mostrado su estupor por las mismas. Los concejales del PSdeG exigieron que esas afirmaciones fueran incluídas en el acta del pleno, para forzar a González Capón a que rectificara, si bien no será hasta la próxima reunión de la corporación cuando se pueda comprobar si los conservadores han accedido a dicha petición. 
Desde el PSdeG consideran que esas afirmaciones son "profundamente hirientes e inaceptables en una sociedad democrática", por lo que pedirán "una rectificación al respecto", señalan en su texto. Asimismo, los socialistas de están pensando en tomar sus propias medidas ante estas "graves declaraciones". Los socialistas exigirán él próximo pleno a través de una petición formal que el regidor retire sus aseveraciones.

Declaraciones "totalmente despreciables"

Recuerdan, además, que estas palabras del alcalde llegaron después de que el PSdeG votara a favor de una moción del PP que pedía la condena de los actos violentos de Resistencia Galega. Según informan fuentes socialistas de Lugo, el partido en la oposición manifestó su decisión de"condenar cualquier tipo de acto violente, venga de quien venga, como no puede ser de otra forma", y exigieron a los conservadores que hicieran lo mismo.
Según explica el secretario de Organización del PSdeG en el municipio, Francisco José Fernández, en declaraciones a este diario, fueron los ediles socialistas los que recordaron al PP que su partido no condenaba el franquismo, y fue en ese momento en el que González Capón pronunció su frase.  Los socialistas insisten en que las declaraciones del alcalde son "totalmente despreciables" y advierten de que "si no se produce una disculpa, no harán más queretratar el carácter ditatorial que acostumbran a exhibir los gobernantes del PP de los concellos".
El alcalde ha asegurado que si la frase se recoge en el acta tal cual, retirará sus palabras que, insiste, las pronunció "dentro de un contexto". Pide, asimismo, disculpas a quien haya podido ofender.

Las Trece Rosas. Aniversario.

http://losojosdehipatia.com.es/cultura/historia/julia-conesa-que-mi-nombre-no-se-borre-de-la-historia/

Julia Conesa, que mi nombre no se borre de la historia

En esta ocasión, desde la curiosa mirada de Hipatia queremos hablarles de una mujer que antes de morir le rogó a su madre que su nombre no se borrase de la historia. En su carta, Julia Conesa, antes de ser fusilada junto a sus doce compañeras, escribiría: “Madre, hermanos, con todo el cariño y entusiasmo os pido que no me lloréis nadie. Salgo sin llorar. Me matan inocente, pero muero como debe morir una inocente. Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija, que ya jamás te podrá besar ni abrazar”. Julia cerraba su carta con una suplica, “que mi nombre no se borre en la historia”.
Estas serían las últimas palabras que Julia Conesa Conesa redactase en la madrugada del 5 de agosto de 1939 antes de ser fusilada contra la tapia del cementerio del Este de Madrid junto a 12 compañeras más, siete de ellas menores de edad. Sus nombres: Carmen Barrero Aguado, Martina Barroso García, Blanca Brissac Vázquez, Pilar Bueno Ibáñez, Julia Conesa Conesa, Avelina García Casillas, Elena Gil Olaya, Virtudes González García, Ana López Gallego, Joaquina López Laffite, Dionisia Manzanero Salas, Victoria Muñoz García y Luisa Rodríguez de la Fuente, quienes se convirtieron en Las Trece Rosas.
Julia Conesa Conesa (19 años, modista). Nacida en Oviedo. Vivía en Madrid con su madre y sus dos hermanas. Entró en política por casualidad, pues, se afilió a las JSU por las instalaciones deportivas que presentaban a finales de 1937 donde se ocupó de la monitorización de estas. Pronto se empleó como cobradora de tranvías, ya que su familia necesitaba dinero, y dejó el contacto con las JSU. Fue detenida en mayo de 1939 siendo denunciada por un compañero de su novio. La detuvieron cosiendo en su casa.
Julia Conesa fue detenida al igual que sus compañeras por el temor que tenia el régimen de Franco a la reorganización de las Juventudes Socialistas Unificadas. Sin embargo,  poco a poco, las JSU fueron cayendo sin tiempo a reorganizarse. Los detenidos, tras sesiones de interrogatorio y cruenta tortura, delataban a sus compañeros o se les dejaba ir, seguidos por policías. Parte de los militantes de las JSU fueron delatados, tras duras sesiones de tortura en la comisaría del Puente de Vallecas, por el que hasta ese momento era su dirigente, José Peña Brea. Asimismo, otros muchos fueron detenidos por la acusación de vecinos o familiares. Entre esta multitud de detenidos se hallaban las trece muchachas que, más tarde, serían conocidas como “Las Trece Rosas”. Tras una estancia, más o menos larga en distintas comisarías, fueron ingresando en la cárcel de mujeres de Ventas durante los meses de mayo y junio de 1939. Esta cárcel, con una capacidad máxima de 450 personas, pero que en aquel verano de 1939, albergaba a más de 4.000 internas, fue el último lugar donde estuvo Julia Conesa y sus compañeras. Ellas y las otras reclusas sufrieron, a consecuencia del hacinamiento, problemas de higiene, insalubridad y mala alimentación, propiciando la proliferación de enfermedades.
¿Por qué murieron las Trece Rosas? Todo ocurrió a raíz del asesinato del comandante de la Guardia Civil y encargado del ”Archivo de Masonería y Comunismo” Eugenio Isaac Gabaldón Irauzun, su hija y su chófer el 27 de julio de 1939 en Talavera de la Reina, una acción que se atribuyó a tres miembros de las JSU, y que tuvo como represalia que 58 de los detenidos fueran encausados en el expediente 30.436 y llevados ante el Tribunal de las Salesas donde serían juzgados. Debido al caos reinante en los tribunales, algunas de las detenidas, acusadas por el intento de la reorganización de las JSU no fueron encausadas y, en cambio, otras detenidas por otros motivos sí que lo fueron como en el caso de Julia Conesa.
El único contacto de las reclusas con el exterior en estas semanas o meses eran las escuetas visitas familiares y, sobre todo, la correspondencia, una correspondencia que debía eludir los controles penitenciarios siendo escondida en los paquetes con ropa que entregaban a sus seres queridos. Algunas de ellas no fueron conscientes de su realidad hasta los últimos instantes antes de su muerte, pues, esperaban que llegase un indulto.
El día 3 de agosto de 1939, aquellas trece muchachas y los cuarenta y tres hombres escucharon la sentencia del Tribunal de las Salesas. Ésta disponía lo siguiente:
“Reunido el Consejo de Guerra Permanente número 9 para ver y fallar la causa número 30.426 que por el procedimiento sumarísimo de urgencia se ha seguido contra los procesados (.) responsables de un delito de adhesión a la rebelión (.) Fallamos que debemos condenar y condenamos a cada uno de los acusados (.) a la pena de muerte.”.
Se les acusó de reorganizar las JSU y el PCE con el objetivo de cometer actos delictivos contra “el orden social y jurídico de la nueva España”; pero la mayoría de los militantes de las JSU encausados habían sido detenidos poco después de finalizar la guerra sin tiempo a integrarse en la organización clandestina o lo habían hecho recientemente.
Aquella madrugada del 5 de agosto, Julia y sus compañeras despertaron sobresaltadas por el sonido de los cerrojos y los pasos de las funcionarias. El ritual que ya habían visto llevar a cabo con otras compañeras antes de su último viaje. La directora y su lugarteniente recorrían las dependencias buscando a aquellas que componían la saca, la lista de las condenadas a muerte, en aquella ocasión, «Las trece rosas». Juntas recorrieron los últimos metros de su vida. Primero, hacia la capilla de la prisión, donde se confesaron y escribieron cartas de despedida para las familias. Después, una a una, atravesaron la puerta de la cárcel para subir al viejo camión que las llevaría hacia su destino final. Eran las 4 y media de la mañana y en apenas 15 minutos recorrieron los 500 metros que las separaban del cementerio del Este. Allí se bajaron del camión y comprobaron sobre el muro del camposanto lo que hasta ese momento se habían negado a comprender.
Puestas en línea sobre la pared, lo último que pudieron oír fue el estruendo de una descarga de balas sobre sus cuerpos cuando apenas comenzaba a despuntar el día.  En la madrugada del día 5 de agosto de 1939, se llevó a cabo la ejecución de la sentencia a pesar de que no había pasado el período que había establecido el tribunal para que llegase el enterado del dictador Franco, necesario para llevar a cabo las ejecuciones.
Los 43 hombres primero y las 13 muchachas minutos después, fueron fusilados junto a la tapia del cementerio del Este de Madrid, que se encontraba a poca distancia de la cárcel de Ventas, entre ellas, Julia Conesa, quien rogó que su nombre no se borrase de la historia, y efectivamente, su muerte y la de sus doce compañeras no se ha borrado de la historia…
Enlace de interés: LAS TRECE ROSAS ROJAS
Por A.C.