"Se cumplió aquello que decíamos las Abuelas de Plaza de Mayo: ellos [los nietos] nos van a buscar, como nosotras los seguimos buscando'". Esta frase la pronunció
Estela de Carlotto, presidenta de esa organización,
cuando encontró este martes a su nieto Guido, robado en 1978 por los militares de la última dictadura argentina (1976-1983).
Al escuchar aquellas palabras, dos mujeres se sintieron reivindicadas en su propia historia. Una de ellas busca la historia de su abuelo español desde hace 15 años. La otra encontró al suyo en una fosa común. Las dos son querellantes originales de
la causa que se impulsa desde Buenos Aires contra los crímenes del franquismo. Nietas de republicanos, ambas han investigado sobre la muerte de sus abuelos. Quieren recuperar su memoria.
"En el caso de España, son los nietos los que buscan a sus abuelos", afirma a Público Inés García Holgado, de 50 años. "Yo sé dónde está enterrado el mío, pero estoy rastreando su historia a través de expedientes familiares, pericias y documentos. Investigo su caída desde un séptimo piso. Presuponemos que, por la costumbre de la época, a mucha gente la mataban así".
"En España han sido demasiados años de impunidad", denuncianVicente García Holgado, que cuando falleció tenía la edad de la nieta que ahora lo busca, era telegrafista cuando en 1946 fue a conversar de asuntos gremiales a la Dirección de Pesca de San Sebastián. Cayó desde aquel edificio. "Yo quiero saber más sobre esa historia", reclama Inés. "Mi abuelo intentaba ayudar a los pescadores del Puerto Pasajes para que no se afiliaran al Sindicato Vertical, que era franquista. Encontré un expediente que finaliza con un dicho un tanto raro, porque da por concluida la investigación en base a un oficio con un número. Así que sé que existe un documento que indagó su muerte, pero no lo hemos encontrado todavía".
Su abuela, al mismo tiempo, le contó que una vez falleció su marido, sustituyeron a todos los empleados del lugar. "Quizás lo hicieron para que no hubiera testigos localizables", presume la querellante. "Ella también reveló que el día que murió tenían planeado ir al teatro, y que mi abuelo tenía las entradas en el bolsillo".
La historia de
Guido Carlotto (Ignacio Hurban hasta este martes, en la foto, junto a su abuela) también ha movilizado al padre de Inés, reacio por ahora a salir en la prensa. "Pero desde que Estela encontró a su nieto, tiene más esperanzas de encontrar a su hermano, también desaparecido", añade Inés. "
Mi padre acaba de dar una muestra de ADN a un banco de datos de Barcelona para poder identificarlo. Espera que alguna vez lo encuentren en una fosa".
De reyerta entre vecinos a homicidio
Adriana Fernández asiente junto a Inés. Ella descubrió también que algo no cuajaba en la historia oficial sobre la muerte de su abuelo, Antonio Fernando González. "Una vez mi padre me enseñó una foto y me dijo: 'aquí está enterrado mi padre'. Pero yo sólo veía pasto", relata conmovida. "Él decía que su padre estaba donde la hierba crecía más verde y más alta. Y efectivamente, así fue. Decidí entonces que lo quería sacar del campo en el que yacía".
Su padre sabía el lugar exacto en el que su abuelo estaba enterrado porque él mismo araba aquellas tierras. "Pero mi padre tenía la versión de que su papá había fallecido en una reyerta entre vecinos, y que era natural enterrar a los campesinos en el campo", incide Adriana. "Yo crecí con esa versión, pero cuando fui tomando consciencia de lo que fue el franquismo, empecé a investigar, hasta que la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) me dio su certificado de defunción, en el que se corroboraba que había sido un represaliado del régimen. El acta decía que había muerto en la lucha por el marxismo. Con ese dato pude entrar a la querella".
"El Gobierno (español) tiene que crear bancos de ADN. De otro modo, no pueden identificarse los cuerpos que se descubren" El abuelo de Adriana fue asesinado el 9 de octubre de 1936. Sólo a partir de la exhumación, los vecinos le contaron cómo había perdido la vida. "Lo habían paseado, torturado, y lo remataron de dos tiros. Tenía 24 años", cuenta su nieta.
Las dos mujeres coinciden en que la dictadura de Franco ha impuesto un manto de silencio en la generación precedente a ellas. "En Argentina, los organismos de derechos humanos son fuertes, así que la lucha es constante. En España, han sido demasiados años de impunidad", sentencia Adriana. "La generación de los hijos fue silenciada, como lo fue mi padre. Entre los nietos aparece ahora esa necesidad de querer saber qué sucedió con nuestros abuelos. La verdad siempre sale a la luz. En alguna generación aparece y quiere instalarse por fin".
Ellas se identifican como la generación que empieza a hacer despertar la memoria colectiva. Pero reconocen que hay mucha reticencia de algunos nietos que sospechan que tienen a sus abuelos enterrados en fosas comunes. "Conocemos casos de algunos que no quieren remover historias porque sus padres todavía se niegan a conocer la verdad. Prefieren esperar a que ya no estén. La generación de los padres sigue silenciando", lamentan.
La fuerza de la genética
Las Abuelas de Plaza de Mayo tienen presente que los nietos están buscando a sus abuelos en España, a la inversa que en Argentina. "Pero a menudo sucede que los abuelos en España están en fosas y los nietos no lo saben. Y lo que es peor: no se lo preguntan", sostiene Adriana. "De la misma manera, aquí hay nietos que siguen con su vida y que no quieren preguntarse quiénes son realmente. No quieren remover el pasado".
"En España, los abuelos están en fosas y los nietos ni se lo preguntan; en Argentina, no quieren remover el pasado"
Desde el hallazgo de Guido Carlotto, el teléfono de las Abuelas no ha dejado de sonar. Decenas de personas quieren hacerse una prueba de ADN para comprobar su identidad. "Hace muchos años que uno tiene la esperanza de que, ante la aparición de sucesivos nietos, Guido apareciera finalmente. Estaba sin estar", recuerdan ambas. "Fue una batalla que la vida ganó entre tanta impunidad y genocidio. La aparición de Guido nos dio fuerzas para pensar que la Justicia llega tarde o temprano. Hubiera sido terriblemente injusto que Estela muriera sin abrazar a Guido".
El nieto de Estela, antes de conocer su verdadera identidad, había tocado en los ciclos "Música por la Identidad" organizados por Abuelas. Había incluso compuesto una canción, "Para la memoria", que publicó en el último aniversario del golpe militar en Argentina, el 24 de marzo. "Lo que dijo Estela nos revolucionó al hacernos sentir qué fuerte es la genética", coinciden ambas. "Eso te muestra que hay algo fuerte que no hay que contradecir. Si le prestas atención a lo que estás sintiendo, llegas a tu propia verdad, porque tiene que ver con tus orígenes".
"[El caso de Guido] fue una batalla que la vida ganó entre tanta impunidad y genocidio"
En España, esto es cierto, averiguar el paradero de familiares desaparecidos es más difícil. "El Gobierno tiene que crear bancos de ADN. De otro modo, no pueden identificarse los cuerpos que se descubren", reclama Inés. "Ni siquiera se pueden exhumar los cuerpos porque no otorgan un presupuesto. Hay que esperar donaciones, o que las familias junten dinero para rescatar a sus propios muertos".
Las dos querellantes de la causa contra el franquismo, en cualquier caso, aseguran que sólo es posible reencontrarse con su historia cuando recuperan la de sus abuelos. "Yo sabía que el mío me estaba esperando", defiende Adriana. "Para mis familiares en España fue importante exhumarlo y llevarlo al cementerio para que estuviera con los suyos. Para mí, reconocerme en esos huesos, y en sus ideales".