dissabte, 12 de març del 2016

Torrent (València) repara la memoria de su alcalde republicano fusilado tras la guerra civil


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Viernes, 11 de marzo de 2016
POLÍTICA


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M.A.GUTIÉRREZ
La corporación municipal voto por unanimidad el reconocimiento de Salvador Fernández Ros, muerto el 9 de diciembre de 1939 tras ser condenado por un consejo de guerra por el único motivo de ser elegido alcalde democráticamente durante la república.
Era vecino de la Ermita y se llamaba Salvador, y en cierta medida lo fue. Pese a ser alcalde republicano, se opuso a quienes intentaron quemar la Ermita, defendió a las franciscanas o evitar el fusilamiento de un vecino, Pascual Torrent, yendo dos veces a Madrid, algo que no pasó con él. Elegido democráticamente alcalde, su delito fue ser alcalde del partido de Manuel Azaña, Esquerra Republicana. Fue juzgado por consejo de guerra el 5 de agosto de 1938 y el 9 de diciembre de 1939 ejecutado en Paterna. Como él, otros 45 torrentinos y 1 torrentina fueron represaliados también por el régimen franquista sin garantías.  

Por unanimidad, y de forma nominal, el pleno ha hecho justicia poco después de que la familia haya conseguido anular la sentencia por la que fue ejecutado. Entre su legado, la construcción de dos colegios, un consultorio, o la apertura de la Avinguda. También en su corto mandato, interrumpido por la guerra, tapó las acequias y edificó dos lavaderos en las calles de la Ermita y Gómez Ferrer. También puso la fuente de la Ermita en la que tantos vecinos han saciado la sed y compró varias esculturas para la ciudad del joven escultor torrentino Vicente Pallardó.

Especialmente emotivo y solmene, el alcalde de la ciudad, Jesús Ros, miraba el retrato de Salvador colocado sobre la Constitución a la que se refirió como lo que ha hecho posible la reconciliación y recuperación de las libertades, “Este pleno no debería haberse celebrado nunca. Nunca tendría que haber habido un enfrentamiento entre hermanos, ni un juicio a un acalde por el mero hecho de serlo. Nunca tenía que haber pasado, pero pasó”, sentenciaba Ros, quien calificó a Salvador Fernández como “un hombre honesto” que trabajó para sus vecinos. “El Ayuntamiento tiene en mucha alta consideración a Salvador, y consideramos una obligación moral reivindicar su figura por el injusto trato de aquellos que se proclamaron defensores de la moral y la patria, pero que eran vulgares represores de trabajadores y agricultores de la ciudad”, para acabar diciendo que “recordar es un ejercicio que tenemos que hacer todas las personas de buena voluntad. Solo a los que les interesa repetir la historia, son los que no les interesa recordar”.

De igual forma, Andrés Campos, portavoz socialista, pidió disculpas a la familia por el retraso de este reconocimiento 76 años después, y asoció este homenaje “a todos los que lucharon por la democracia. Además de la represión de palizas, o prisión, lo peor fue la muerte de personas inocentes. Se prohibió el uso del valenciano y muchas más represiones. Muchas personas tuvieron que huir de España, y en Torrent murieron 46 personas entre los 23 y 66 años, personas con nombres y familias que quedaron en desgracia. Gracias a Salvador, por la valentía, y por luchar a favor de la convivencia, sus valores hoy siguen vivos”.

La portavoz popular, Amparo Folgado, recordó la tragedia de la guerra vivir, “algo que nadie querría volver a recordar, porque muchos vecinos fueron condenados, juzgados y perdieron la vida injustamente, porque nadie se merecía lo que pasó, da igual la ideología y las creencias que tuviera”, sentenció Folgado, que destacó la labor de Salvador, “un hombre que quería a su pueblo y que en el poco tiempo que estuvo hizo mucho. Pocos torrentinos saben que muchas calles fueron puestas en marcha en tu tiempo. Se preocupaba mucho del urbanismo y de la sanidad y de la educación. Es de dignidad poner en valor lo que hizo, porque le quitaron la vida pero no lo pudieron quitar lo que hizo por este pueblo”.

Desde Compromís, Pau Alabajos echó en cara que este reconocimiento haya llegado no por las instituciones sino por los esfuerzos titánicos de la familia de Salvador Fernandez Ros. “Parece increíble que después de tanto tiempo aún haya tanta amnesia política de lo ocurrido hace medio siglo, que la sociedad política no haya reparado lo sucedido y hayan tenido que ser los familiares los que tengan que hacer este trabajo. Las cunetas están plagadas también de buenas palabras, no se puede hablar de transición “modélica” cuándo la democracia se ha desinibido y ha declarado una ley de punto final olvidando a millares de personas que fueron enterradas”.

En la misma línea, Enrique Campos, de Ciudadanos, se unió a familia de Salvador. “La postguerra y la dictadura marcó a la sociedad para siempre, y muchos inocentes pagaron por estar en el lado de la libertad. Nunca es tarde para reparar su honor”.  Del mismo modo, Jaume Santonja, de la Plataforma ciudadana Guanyant denunció lo sucedido tras el golpe de estado contra una honorable y pacífico.

Una triste historia familiar marcada por la guerra
Entre los aplausos de la corporación y la familia, comenzó a hablar Salvador Fernández Calabuig, nieto del fallecido, que contó la dura historia de una familia marcada por la guerra civil y el franquismo. Emocionado contaba cómo en 1952, con nueve años, recordaba el momento que fueron a Paterna el 9 de noviembre a recoger los huesos de su abuelo. “Fuimos a un descampado donde había una fosa común, ya que los rojos no podían ser enterrados en Sagrado. Estaba junto a una valla donde consiguieron que fue enterrado tras pagar la familia algo de dinero. Allí el enterrador nos dio una caja, en la Ermita se le hizo un responso y desde entonces está enterrado en el cementerio de Torrent.

Su nieto, con una edad ya avanzada, recordó como tuvieron que poner a nombre de José Ros Gozalvo la fábrica de chocolate que tenían para que no la expropiaran, cómo se le denegó a su hijo la licencia para hacer una vivienda porque ese derecho “solo era para los españoles, no para los rojos”. También comentó como su tío Paco, director de una oficina de valencia, fue desterrado a Huesca por ser hermano de quien prestó causa a la rebelión. “En mi casa ya no se hablaba del tema, solo ya con 89 años, mi padre vio el retrato de mi abuelo y dijo mirando a su retrato: Mi padre, nos lo mataron cuando más falta nos hacía”.

El nieto de Salvador explicó también cómo decidieron reparar la memoria de su abuelo tras enterrar a su tipo Paco en 1971. “Era nochebuena, y mi tía Lola recordó la nochebuena de 1939, quince días después de matar a mi padre, y ella pensaba que esto no duraría toda la vida, y dijo: si podemos hacer algo por el iaio no dejéis de hacerlo”.

Treinta años después, en 2007 se aprobaba la Ley de Memoria histórica. “Vimos la luz, un abogado de Villalonga reparó la memoria del alcalde de su pueblo. A Alfred Giner García le agradecemos que nos ayudara. Él fue quien trajo el expediente del juicio y logró la reparación del ministerio de justicia”, explica Salvador, que recordaba emocionado cómo en el proceso no había causa ni motivo para la atrocidad que se cometió. “Es más, las superiores de las mojas franciscanas del colegio y asilo dijeron que se salvaron de ser expoliadas y algo más, y Pascual Torrent, se salvó de ser fusilado, por intervención de Salvador, que fue dos veces a Madrid. Os doy la palabra que si hubiera sido merecedor, no hubiéramos hecho nada, pero creemos que se debería haber reparado a una persona de bien. Gracias a todos. Si Salvador pudiera ver esto, estaría satisfecho de ver este acto de reparación”, dijo entre el aplauso de toda la sala de plenos del Ayuntamiento.  

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