dimecres, 13 de novembre del 2024

“Hemos llegado a la meta”: los nietos entierran al abuelo militar fusilado por oponerse al golpe franquista en Cádiz

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Un momento del funeral en el cementerio de la localidad gaditana de San Fernando.

Pedro Espinosa

8 de noviembre de 2024 20:57 h

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“A pesar de todo, viva España”. Estas fueron, según varios testigos, las últimas palabras de Manuel de Sancha. 88 años después de haber sido fusilado por oponerse a respaldar el golpe de Estado franquista, este comandante de Infantería de Marina ha podido ser enterrado en un panteón del cementerio de su ciudad, San Fernando (Cádiz), muy cerca de la fosa común donde fue arrojado el 28 de agosto de 1936. No ha sido la despedida con honores militares que quería su familia. El Ministerio de Defensa lo denegó. Pero eso no ha restado emoción. Ha sonado la música que él compuso y se ha escuchado a su nieta, Rosa de Sancha, dirigirse a sus más de 30 familiares venidos de toda España. “Familia Sancha. Por fin. Hemos llegado a la meta”.

Ante un retrato de su abuelo en blanco y negro, ha sido la propia Rosa la encargada de repasar la vida y muerte de Manuel de Sancha. “Él tenía dos pasiones, su carrera militar y la música. Era compositor, concertista, director de orquesta, director artístico de la Academia Oral de Santa Cecilia, director musical del Teatro de las Cortes...”, ha enumerado. “Era una persona muy empática con el pueblo necesitado, gozaba de sus simpatías, y en julio de 1936 ofreció un concierto benéfico para los desempleados de San Fernando”.

El 16 de julio de 1936 fue nombrado jefe del batallón de Infantería de Marina para sustituir a Olivera Manzorro, quien ya había mostrado clara animadversión a la República. Dos días después cambió la vida de Manuel de Sancha. Y la de toda España. El movimiento golpista tuvo un rápido avance por la bahía de Cádiz y recibió ese mismo día la orden de sacar las tropas a la calle y declarar el estado de guerra. “Él se negó y exigió esa orden por escrito”, ha recordado su nieta.

“En ese momento fue arrestado por sus compañeros y horas más tarde encarcelado. El 28 de agosto, de madrugada, sin juicio, fue fusilado”. Su cuerpo fue arrojado a una fosa en el cementerio. Una tía de Rosa de Sancha fue testigo y, por eso, su familia siempre ha sabido dónde estaba. “Lo envolvieron en una manta por si un día conseguíamos recuperar su cuerpo”.

Las dificultades de una búsqueda

Hubo de esperar mucho tiempo para que la familia de Manuel pudiera siquiera tener la esperanza de sacarlo de esa fosa indigna. Lo ha explicado el arqueólogo Jorge Cepillo, de la Asociación por la Memoria Democrática de San Fernando (Amede), que ha seguido de cerca su caso. “Entonces el cementerio no era como ahora. Se construyeron varias manzanas de nichos en torno a la fosa, y han hecho falta hasta cuatro decretos municipales para sacarlo”, ha repasado.

Después vinieron las dificultades para identificar los restos. El laboratorio de la Universidad de Granada, el que paga la Junta, ofreció un resultado negativo. Pero la identificación presuntiva de sus restos y un análisis en un laboratorio privado por la familia terminó despejando cualquier duda. Aquellos huesos eran los de Manuel de Sancha. Los huesos que hoy el Ayuntamiento isleño ha entregado a la familia en un acto público en el cementerio.

La alcaldesa, la socialista Patricia Cavada, ha presidido este acto en una visibilización pública del esfuerzo municipal por identificar a los más de 200 represaliados arrojados a la fosa del cementerio. Ya han sido identificados diez, entre ellos el que fuera alcalde Cayetano Roldán. La ceremonia se ha celebrado en la misma galería donde se excavó la fosa en la que aparecieron los cuerpos de un total de 147 represaliados, y ha contado con la presencia de la subdelegada del Gobierno de España en la provincia de Cádiz, Blanca Flores.

Según ha revelado el arqueólogo Jorge Cepillo, de las 229 víctimas desaparecidas en San Fernando tras el golpe de Estado, casi la mitad, 106, eran militares. “Fueron asesinados por cumplir con su deber, por defender el Gobierno legítimamente elegido”, ha destacado. Por eso, en su intervención, ha querido dirigirse a él personalmente. Tutearle. “Los dos tenemos 55 años, hemos compartido muchas cosas como hijos de oficiales, y sé el valor que tuviste para oponerte a sacar las tropas a la calle. Prometiste lealtad al Gobierno de la República y cumpliste”.

“Hechos extemporáneos”

Cepillo ha recordado que, por este motivo, Amede y la familia de Manuel de Sancha pedían para él un funeral con honores. Reclamaron la presencia de la ministra Margarita Robles, o algún representante civil o militar del Ministerio. La respuesta fue no. El arqueólogo ha revelado hoy la respuesta que recibieron cuando, al menos, reclamaron que la banda de música del Tercio Sur de Infantería de Marina tocara una de las marchas de Manuel de Sancha. “Son hechos extemporáneos, no murió en acto de servicio y las fuerzas armadas tienen que seguir la neutralidad política”.

La falta de homenaje militar ha sido criticada por el diputado andaluz de Podemos Juan Antonio Delgado, presente en el acto. “Defensa ha hecho un mal servicio para un militar decente y honesto como él”, ha lamentado. Su familia ha preferido eludir en su intervención esta queja al Ministerio y centrarse en la felicidad de un largo sueño hecho, por fin, realidad.

“Gracias a Amede, al Ayuntamiento y a todos los que lo han hecho posible. Familia Sancha, este es el final de camino. Hemos llegado a la línea de meta. Al lugar donde nuestro abuelo siempre debió estar. En su panteón, con sus hijos, con Teresa, con Ángel y con mi padre, Gabriel... ‘Lito’. El día de hoy se lo queremos dedicar a todos ellos, a los que nos están, a los que, si existe el más allá, hoy estarán sonriendo complacientes”. La Sociedad Filarmónica de San Fernando, contratada por el Ayuntamiento, ha tocado la marcha Rama y cancela. Una composición de Manuel de Sancha, el hombre que, antes de recibir varios disparos de los que habían sido sus compañeros, se despidió diciendo: “A pesar de todo, viva España”.

​Los embalses de Franco

https://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/5064114/embalses-franco

José Medina Pedregosa, Córdoba
Lectores
sábado, 9 de noviembre de 2024, 12:39 h (CET)

El agua siempre ha sido un bien común para la población mundial. Hay años en los que la sequía aparece según las reglas atmosféricas y, si se me apura, el cambio climático en el que estamos inmersos nos lleva a situaciones de desabastecimiento de ese líquido esencial, el H₂O. España era la nación europea que más pantanos tenía en toda Europa. Llevamos muchos años sin realizar ninguna obra hidráulica. La normativa del agua de Bruselas está vigente desde inicios del siglo pasado y, si a esto se le suma la derogación del plan hidráulico, la presión ecologista y otros intereses preconcebidos de los gobiernos, se crea la tormenta perfecta.


Los gobiernos, después de la transición, han hecho oídos sordos al plan hidráulico y a la falta de construcción de embalses, y nos veremos abocados a que nuestra agricultura vaya decayendo día tras día. Hablando con varios regantes del valle del Guadalquivir, me comentaban que la falta de agua, la despoblación de los pueblos, la escasez de recursos monetarios y de préstamos para los agricultores dejarán pueblos fantasmas en esta España vaciada.


El régimen de Franco construyó unos 500 embalses de todo tipo, aumentando la capacidad de 4.000 millones de m³ a 36.628 millones, más de 9 veces. Las maquinaciones de los ecologistas y las negligencias de los mandatarios de todo tipo han generado un intenso debate entre quienes consideran que tales demoliciones son un atentado contra el patrimonio hidráulico y un riesgo para la salud, y aquellos que defienden su necesidad “para la recuperación ecológica”. Los pantanos se utilizan para acumular agua, generando su abastecimiento para los regadíos, industrias, generación de electricidad y suministro de agua a las poblaciones. Y un seguro para mantener el agua y recibirla. ¿Saben ustedes cuántos embalses se destruyeron en España solo en el año 2021, bajo el gobierno de Pedro Sánchez? Según la COPE y Luis del Val, unas cien presas.


Pensándolo bien, podría darse el caso de que haya poblaciones donde los 500 embalses fueron destruidos. Con una nueva DANA, y como el agua es muy caprichosa, va buscando las salidas que tiene por delante, y muchas de ellas, ya ven, cualquier barranco podría encontrarse en este caso, que lo mismo es fundamental para la vida como para destruirla.


La Ley de Memoria Histórica, ahora llamada Memoria Democrática, fue implementada para eliminar las memorias de Franco. Lo mismo que los escudos, el nombre en las plazas de España con sus inauguraciones hechas en su mandato, ha sucedido con los pantanos. Se ha descrito que el barranco del Poyo alcanzó cuatro veces el caudal del Ebro, llevándose gran parte de los pueblos colindantes de Valencia. Posiblemente haya muchos pueblos en las mismas condiciones. Cualquier día de mañana, podría “armarse el pollo”.

El obispado de Calahorra esconde un botín de guerra mientras el Vaticano devuelve obras a Grecia, Perú, Ecuador y Canadá.

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La Iglesia Católica española, en materia de restituciones, no parece seguir el ejemplo del papa Francisco, quien ha liderado la devolución de bienes culturales del Vaticano desde su nombramiento.


Custodia de grandes dimensiones elaborada en oro y plata expuesta en el Museo del Prado.
Custodia de grandes dimensiones elaborada en oro y plata.  Cedida

Las restituciones de bienes culturales en Europa forman un goteo constante desde el Congreso de Viena de 1815, cuando Francia fue obligada a devolver lo usurpado por las tropas napoleónicas, incluida la pinacoteca del Prado de Madrid. Desde entonces, el trajín de obras de arte, llevadas de un lugar a otro por guerras o conflictos de otro tipo, no es nuevo, como tampoco lo es recuperar lo desaparecido. En el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid cuelga un pissarro reclamado por una familia judía, perseguida por los nazis. La petición más sonada es la de los mármoles del Partenón de Atenas exhibidos en el Museo Británico de Londres o el busto de la reina Nefertiti expuesto en Berlín, exigido por Egipto.

Junto a los casos que generan estruendo, otros pasan sin pena ni gloria, con discreción y buena voluntad. Los nietos de Pedro Rico, alcalde republicano de Madrid, han recuperado de un museo de Gran Canaria cinco cuadros incautados en la Guerra Civil. En 2017, el presidente francés, Enmanuel Macron, anunció la devolución de obras expoliadas a los países colonizados abriendo así una caja de truenos que todavía zumba entre Europa y África.

En España, el ministro de Cultura, Ernest Urtasun Domènech, habla de descolonizar el Museo de América y el de Antropología. Hasta el Vaticano atiende las restituciones de bienes culturales desde que la fumata blanca anunció que Francisco era papa. En 2023, la Santa Sede devolvió tres esculturas a Grecia; antes, repuso tres momias incas a Perú y, antes, varias piezas arqueológicas a Ecuador. Misioneros católicos las habían trasladado de sus lugares de origen a Roma. El papa anunció las restituciones, con buen atino y armonía, al decir que hay que analizar caso por caso, sin generalizar. Calificó la devolución de las esculturas griegas como un "símbolo de amistad, para proseguir el camino ecuménico con la Iglesia Ortodoxa griega". En abril de 2023, el Santo Padre, de viaje a Hungría, declaró a Associated Press lo siguiente: "Esto recuerda el Séptimo Mandamiento; si robas algo, debes devolverlo".

Desde hace unos meses el Vaticano está acordando con Canadá las restituciones a aquel país. Pero la política de Roma en transferencias de patrimonio cultural no llega al obispado de Calahorra La Calzada-Logroño. Allí corren un tupido velo al ser preguntados por Público por un botín de guerra (diez piezas de orfebrería de oro y plata) otorgadas por Baldomero Espartero a la iglesia de San Martín de Cenicero (La Rioja) en 1840 por haber vencido a los carlistas en la guerra de 1833.

El botín de Espartero, casado con una terrateniente logroñesa, procedía de las parroquias de Morella (parte de la provincia de Castelló y de la diócesis catalana de Tortosa), donde el general dio por finalizada la guerra y se coronó como el gran espadón de Isabel II. Las "alhajas", tal como están descritas en la documentación histórica, fueron recibidas con jolgorio y música en Cenicero, según explica la prensa de la época.

El obispado riojano a día de hoy escurre el bulto, remite a un inventario oficial de la provincia de Logroño de la década de 1970 que registra tres de las diez joyas incautadas. La más destacada, una custodia de grandes dimensiones elaborada en oro y plata, no está citada en el inventario. Tres cálices, una bandeja, un incensario, una navecilla, una patena con cucharilla, un copón y una caja labrada forman el resto del botín trasladado de Morella a Cenicero al acabar la guerra.

Las parroquias de Morella —unificadas en la actualidad en una—, como propietaria del botín, está en proceso de decidir la reclamación al amparo de informar al obispado de Tortosa, mientras que el alcalde de la ciudad, el independiente Bernabé Sangüesa, aduce que "el Ayuntamiento está a favor de la restitución, y a la espera de que tomen una decisión para ver cuáles son las opciones a seguir". A diferencia del caso de Sijena (Huesca), que generó un litigio judicial entre Aragón y Catalunya por obras compradas por la Generalitat a las monjas del monasterio. El lance de Morella y Cenicero no conlleva intercambio de dinero. El Tribunal Supremo anuló la venta y las obras pasaron de un museo de Lleida a una sala anónima de Aragón.

El acceso del público al patrimonio cultural universal fue una de las razones esgrimidas por Reino Unido a Grecia hasta que Atenas inauguró el museo de la Acrópolis. Desde entonces buscan fórmulas de cesión a plazo, compartir la propiedad u otras opciones que, de momento, mantienen abierta la disputa. Morella cuenta con un museo eclesiástico cuyo segundo piso está destinado a la orfebrería con vitrinas por llenar. En Cenicero, los bienes artísticos están en un armario de la sacristía bajo llave. De parroquia a parroquia o de obispado a obispado, la Iglesia Católica española, en materia de restituciones, no parece seguir el ejemplo del papa Francisco.

El Museo del Prado, expoliado por los franceses (1808-1814), organiza un ciclo de conferencias, del 7 al 28 de noviembre, sobre "La recuperación del patrimonio saqueado". Las imparte la profesora Bénédicte Savoy, quien ha manifestado a El País: "Percibo que en España existe quizás una mayor reticencia que en otros lugares a abordar las cuestiones coloniales, tal vez porque la cronología y el perímetro de su proyecto colonial son otros". Desde la colonización de América hasta los saqueos de iglesias de Erik el belga, colaborador policial para restituir décadas de robos, el proceso de devoluciones en España será largo, puesto que, como dice el Papa, debe hacerse caso por caso, sin generalizar.

Joan Busquets, el guerrillero antifranquista que sigue pidiendo justicia a los 95 años: “La libertad es una lucha continua”

 https://www.eldiario.es/catalunya/joan-busquets-guerrillero-antifranquista-sigue-pidiendo-justicia-95-anos-libertad-lucha-continua_1_11812674.html

Joan Busquets Vergés, en el Ateneo Enciclopédico Popular de Barcelona

Pau Rodríguez

Barcelona —
12 de noviembre de 2024 22:19 h

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Joan Busquets Vergés no se ha reconciliado con su ciudad natal, Barcelona, ni con España. Es uno de los últimos maquis que quedan vivos, de los miles de guerrilleros emboscados que combatieron el franquismo desde la clandestinidad. A sus 95 años, afincado en Normandía (Francia), está convencido de que el Estado no ha reparado el daño que le causó y de que merece la pena luchar para conseguirlo. 

“Yo lucho por la libertad, es una lucha continua y hasta la muerte”, señalaba este martes durante una entrevista con varios medios este antiguo guerrillero catalán. Estos días ha viajado desde su casa en el norte de Francia hasta Barcelona para explicar públicamente petición de indemnización de un millón de euros que ha solicitado al Gobierno

Su memoria permanece casi intacta, así como sus convicciones anarquistas, y es capaz de repasar su trayectoria con detalle: desde la huida de la España franquista de joven hasta los 20 años y seis días de cárcel que cumplió, pasando por una breve e intensa etapa en el maquis. Su paso por la prisión le dejó secuelas físicas, como una herida en la pierna que le supuró durante 50 años, y psicológicas, como el “trauma” de haber sido condenado a muerte –pena que le fue conmutada– y de ver cómo fusilaban a sus compañeros.

De ahí que Busquets pida ahora una reparación económica, algo que va más allá de lo establecido en la Ley de Memoria Democrática de 2022, y que espera que sirva para abrir camino para otros represaliados del franquismo. “Lo que no he querido hacer es solicitar el reconocimiento de víctima porque me lo hubiesen concedido inmediatamente, pero para mí no tiene ningún valor moral”, razona este hombre. 

Contra Franco sin miedo a la muerte 

Nacido en Barcelona en 1928, Busquets creció en el seno de una familia humilde y politizada, con un padre delegado de la CNT, y rápidamente entró en contacto con figuras contrarias al régimen. “La sensación era como de época de la Inquisición, había que salir de esa España negra”, recuerda sobre los primeros años de su juventud. En 1947 se exilió a Francia, trabajó en una mina de carbón de la región del Aveyron, se afilió a CNT y se prendó del ambiente “fabuloso” de los republicanos en Toulouse.

“Sin embargo, mi sensación era que no hacía lo suficiente, que tenía que ir más allá”, relata hoy. Tras conocer a uno de los maquis con más trayectoria de Catalunya, Marcel·lí Massana, dio el salto a la guerrilla. “Él me dio la idea de luchar directamente contra Franco”, asegura, aunque explica que luego el jefe guerrillero no le quería en sus filas por ser demasiado joven. “Al final me cogió y me tenía bastante mimado, como su hermano pequeño”, sonríe. 

Busquets se enroló en el maquis en 1948, en realidad cuando se iniciaba el declive de este movimiento de resistencia posterior a la Guerra Civil. La operación de reconquista a través del Valle de Arán había sido un fracaso y el Partido Comunista de España (PCE) estaba renunciando a ese tipo de lucha armada. El balance de ese conflicto alcanzaría los más de 2.000 guerrilleros asesinados y 3.000 encarcelados.

“Los guerrilleros creían que como habían ayudado a las democracias, estas les ayudarían a liberar España. Yo al principio también lo creía, pero después ya no”, apunta. Asegura este nonagenario que siempre supo que no lograría derrocar a Franco con sus incursiones y sabotajes. “Creía que había que hacer el máximo daño posible al régimen, pero también tenía los pies en el suelo”, explica. “Tampoco pensé nunca que me matarían. Un joven nunca lo piensa”, aduce. 

Del año y pico que estuvo en la guerrilla, tanto en Francia como en el interior de Catalunya, recuerda especialmente la disciplina que reinaba en el grupo. “Éramos de ideas ácratas, pero teníamos una autodisciplina que hoy puede ser difícil de comprender. No era el ejército, donde la disciplina es impuesta, sino que nosotros nos disciplinábamos a nosotros mismos y de ahí nacía nuestra fuerza”.

La caída y las veces que pensó que moriría

Con apenas 20 años, Busquets fue detenido en octubre de 1949 en Barcelona, tras haber participado en un sabotaje con explosivos que logró derribar una cincuentena de torres de alta tensión en Terrassa. Pasó por los calabozos de la comisaría de Via Laietana, donde fue torturado, y luego fue trasladado a la Modelo y sometido a un juicio sumarísimo por el que le cayó la pena de muerte.

“Cuando eres joven tienes una resistencia terrible”, reflexiona ahora Busquets. “Llegué a la conclusión de que si me mataban, tenía que morir dignamente. Es duro llegar a esta conclusión con 20 años”, concluye.

Al final, le conmutaron la pena capital por 30 años de prisión, de los que cumplió 20 y seis días. Pero sus dos principales compañeros, Manolo Sabaté y Saturnino Culebras, fueron fusilados al poco de ser capturados, en febrero de 1950. 

De los 20 años que pasó en prisión, 15 de ellos en San Miguel de los Reyes, en València, y el resto en Burgos, asegura que se queda con la esperanza que cultivó más que con las penurias. “Lo malo se olvida”, dice. Aun así, relata hambre, enfermedades y malos tratos de los guardas. Pero el peor episodio fue cuando trató sin éxito de fugarse en 1956. Al saltar uno de los muros de la prisión, cayó en una acequia y se rompió la cabeza del fémur. 

Le llevaron a la celda de castigo sin curarle debidamente la herida. “Estuve siete días en el suelo en pleno invierno tapado solo con una manta, no tenía nada que decir, estaba encerrado y pensaba que iba a morir y ya está”, recuerda. Una protesta de los demás presos hizo que finalmente le trasladaran al Hospital Provincial de València para intervenirle. Años después, ya en Francia, le llegaron a declarar no apto para el trabajo por sus problemas en la pierna debido a las negligencias sufridas esos días.

La lucha sigue desde Francia

Joan Busquets salió de la cárcel en 1969 con 41 años y media vida entre rejas. Regresó a su Barcelona, pero no consiguió adaptarse. “Tenía la cabeza como un bombo”, resume. Hasta le causó impresión el ver por primera vez en su vida un semáforo. “Pasé en rojo y me gritaron ''¡imbécil!”, cuenta.

Encontró un buen trabajo y bien pagado en una editorial, pero la Brigada Político Social de la Policía lo hostigaba, asegura. En realidad, estaba en libertad vigilada porque la condena no venció oficialmente hasta 1974. Así que en 1971 decidió darse a la fuga y se marchó a Francia, donde recibió la condición de exiliado político y acabó formando una familia. 

Desde entonces, El Senzill ha mantenido su vinculación con los círculos anarcosindicalistas, tanto en Francia como en Catalunya, donde sigue colaborando con la CGT en la comarca del Berguedà. Ha sido este sindicato el que le ha asesorado jurídicamente en su reciente reclamación. 

Uno de los episodios que recuerda con mayor orgullo es el de la visita del reyes Juan Carlos I y Sofía a París en 1976, durante la presidencia francesa de Giscard d’Estaing. “A mí y a otros nos detuvieron por considerarnos peligrosos y nos mandaron a Bretaña”, explica. “Estuvimos siete días secuestrados”, añade. 

En su condición de víctima del franquismo, Busquets mandó cartas al presidente del Gobierno, Felipe González, y luego al president de la Generalitat, José Montilla, para reclamar reconocimiento y reparación para los guerrilleros. Pero nunca obtuvo respuesta. También ha participado recientemente en las campañas para pedir que la Jefatura Superior de Policía de Catalunya, en Via Laietana, se convierta en un centro de memoria histórica. En este aspecto no oculta su antipatía por los socialistas: “Han sido los bomberos que benefician y encubren a los golpistas”.

Hasta hoy, Busquets ha continuado viajando a Catalunya, tanto a Barcelona como especialmente a la comarca del Berguedà, donde mantiene lazos de amistad, pero ha rechazado volver a vivir a España. “Hasta que no vea que llega la democracia por la que yo luché…”, afirma. Y precisa que se refiere a la república por la que combatió a “pesar de ser anarquista”. 

Si el Ministerio de Justicia le deniega la reparación económica, no descarta continuar por la vía judicial. Y frente a un mundo con las democracias en declive, reivindica: “La lucha continúa, y si continúa para mí… Yo no quiero decirles a los jóvenes qué tienen que hacer, pero sí deben saber que la libertad es una lucha que dura hasta el fin de los días”.