dilluns, 11 de novembre del 2024

La eterna espera por las identificaciones de Pico Reja: "Mi abuelo murió sin saber si su padre estaba ahí"

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Ángel Rodríguez enseña con el móvil una foto de su padre, Eugenio Rodríguez.

Ángel Rodríguez Franco perdió a su padre cuando apenas tenía tres años. Se llamaba Eugenio Rodríguez García. Era fogonero en la fábrica de cerámica de La Cartuja-Pickman. Y un sindicalista bastante combativo. Cuando estalló la guerra, le sacaron de su casa y nunca regresó. Durante años, su familia no supo si estaba vivo o muerto. Pero un día, de casualidad, su hijo entró en contacto con un militar que le ofreció trabajar como mecánico en el Ejército. Fue ahí, con todo el trajín del papeleo, cuando el joven se enteró de que a su padre le habían aplicado el bando de guerra y le habían asesinado aquel verano de 1936.

Tras décadas de silencio, y con la democracia ya asentada, Ángel comenzó a investigar un poco más de la mano de su nieto Eugenio. Y por las fechas, todo parece indicar que los restos pueden estar inhumados en la fosa de Pico Reja. Por eso, en cuanto se pusieron en marcha los trabajos de exhumación, el hombre empezó a acudir semana tras semana al cementerio de San Fernando. "Era uno más del equipo", recuerda su nieto en conversación con infoLibre. Han pasado ya veinte meses desde que culminó la exhumación. Y la familia sigue sin tener ninguna información sobre el proceso de identificación. Buenas o malas noticias que ya no podrá recibir Ángel. Falleció hace unos meses.

"Se fue sin saber si su padre estaba o no allí", lamenta su nieto. El hombre era consciente, de que el proceso de análisis genético iba a ser "muy difícil". Pero eso no le frenó a la hora de facilitar a las autoridades allá por 2018 la muestra necesaria para las identificaciones. "Fue de los primeros", dice Rodríguez. Ahora, seis años después, la "incertidumbre" de la familia "es total". "Sabemos que a algunas personas les han dicho que deben volver a entregar una muestra. Nosotros, en principio, no estamos en esa lista, por lo que suponemos que la de mi abuelo está bien", cuenta su nieto.

La de Pico Reja es, según la Sociedad de Ciencias Aranzadi, la mayor fosa común abierta en Europa occidental desde Srebrenica. Y las cifras dan buena cuenta de ello. Se han roto todas las estimaciones. La previsión inicial era de algo más de 1.100 muertos, de los que entre 850 y 900 serían víctimas de la represión franquista. Pero después de casi tres años de trabajo y una inversión de 1,5 millones de euros, lo que finalmente fue localizado bajo tierra fueron más de 10.000 personas, de las que 1.786, el doble de lo previsto, habrían sido víctimas de los golpistas.

Ana Sánchez cree que algunos de esos restos pueden corresponder con los de su tío Ramón Sánchez Moreno. Tras el golpe de Estado, cuatro falangistas se lo llevaron. Y no volvió. Hasta hace una década, no había constancia de su muerte en el registro civil. Se dio orden de incluir el fallecimiento en la Navidad de 2013. Y se hizo en base al testimonio que su hermano Antonio Sánchez Moreno dio en el proceso que acabó con su asesinato. Ambos estaban vinculados a las juventudes comunistas. De hecho, a este último le acusaron de ayudar a vecinos en el local del Partido.

"Inaceptable que aún no sepamos nada"

"Puede inferirse que el final [de Ramón] fue idéntico al de su hermano aunque a manos de personas desconocidas y no de un pelotón de fusilamiento sin que esto último convierta en legítimo lo que nunca debió ocurrir", reza el auto del magistrado encargado del Registro Civil Exclusivo de Sevilla, que fija como fecha de defunción del joven, que apenas rozaba la veintena, el 22 de julio de 1936. Es por la fecha por lo que la familia cree que puede estar inhumado en Pico Reja. "Fue la fosa que se estuvo llenando hasta septiembre u octubre de 1936, si bien se han descubierto restos posteriores", cuenta su sobrina.

Antonio, por su parte, fue asesinado en abril de 1937, de ahí que piensen que sus restos pueden estar en Monumento, otra de las fosas del cementerio de San Fernando que aún está pendiente de abrir y que podría ser todavía más grande que Pico Reja. En una y en otra es también donde Rogelia Beltrán cree que pueden estar los restos de su bisabuelo materno Antonio Beltrán o de su abuelo materno Rogelio Pérez. Al primero, cuenta su biznieta, le asesinaron en octubre de 1936. Y al segundo, un mes más tarde, tras ser sacado a rastras de su domicilio.

Y en Pico Reja busca también Miguel Guerrero a su abuelo. El hombre, con el que comparte nombre y apellido, era delegado sindical y trabajaba para la minera inglesa Río Tinto Company. Cuando se produjo el golpe de Estado, se organizó una columna con gente de la cuenca minera onubense para marchar sobre Sevilla y dar apoyo a la resistencia obrera. Medio millar de personas que sufrieron una emboscada de la Guardia Civil la mañana del 19 de julio de 1936. Sesenta y ocho personas fueron detenidas. Entre ellas, el abuelo Miguel, que terminó condenado en consejo sumarísimo por rebelión militar. El 31 de agosto, todos menos uno, que se salvó por ser menor, fueron asesinados.

Al igual que la de Ángel, todas estas familias siguen aún a la espera de unas pruebas de ADN cuyo resultado no termina de llegar. Y ya son, explica Guerrero, "dieciséis meses de espera". La "última remesa de muestras" de Pico Reja, continúa, se envió en mayo de 2023 a la Universidad de Granada, que es la que se encarga de las identificaciones a través de un convenio suscrito con la Junta de Andalucía. Pero desde entonces sólo un puñado de personas han recibido una llamada. Entre ellas, Rogelia Beltrán: "Me dijeron que el resultado con respecto a mi bisabuelo Antonio era no concluyente y me preguntaron si podía conseguir la muestra de otro familiar, que me enviarían un kit de ADN. Pero me niego, no caerá sobre mi responsabilidad la custodia de esa muestra".

Las familias se quejan de la lentitud. "Es inaceptable que a estas alturas sigamos sin saber nada. Muchos familiares directos están falleciendo", lamenta Sánchez, que recuerda que en una reunión que tuvieron hace más de un año se les aseguró que podrían estar "en cuatro meses". Pero, sobre todo, critican la falta de información. "Estamos totalmente olvidadas, es como si nos mataran una y otra vez", señala Beltrán. De ahí que los colectivos memorialistas se concentraran el pasado miércoles frente al Parlamento andaluz para exigir a la Junta que "agilice" los cotejos genéticos.

Más de un año de espera

Llantos y claveles en la zona cero de Queipo: Sevilla cierra Pico Reja tras sacar casi 1.800 muertos

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No es la primera vez que las víctimas del franquismo denuncian lentitud en las pruebas de ADN. En marzo de 2022, por ejemplo, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Aguilar de la Frontera (Aremehisa) denunciaba tres años de espera en relación con las exhumaciones en el cementerio de la Salud de Córdoba. Aquello llevó al Defensor del Pueblo Andaluz a abrir una queja de oficio y a pedir información sobre lo que estaba ocurriendo a la Consejería de Cultura y la Universidad de Granada. Actuaciones que decidió concluir al considerar, en base a las respuestas recibidas, que el problema se encontraba "en vías de solución".

A preguntas de este diario, el Comisionado para la Concordia de la Junta de Andalucía explica que el "plazo de resolución de la identificación genética" oscila, con carácter general, "entre 12 y 18 meses". Y cuando se trata de grandes fosas, "los tiempos de toma de muestras y envío al laboratorio" de la Universidad de Granada "se suelen dividir por campañas, que duran aproximadamente entre seis y nueve meses". En el caso de Pico Reja, confirman que el último envío de muestras de víctimas data de mayo de 2023, mientras que las de familiares "se han realizado de forma continuada, siempre a petición de ellos, registrándose el último envío en junio de 2024".

"Hay que tener en cuenta que una vez en el laboratorio los técnicos se encuentran dificultades en el procesamiento de la información genética de las muestras de ADN tomadas a los restos de las víctimas por su mal estado de conservación. Así, resulta muy complejo poder obtener la información genética necesaria para cotejarla con el ADN de los familiares. Por ello, con la finalidad de aumentar la información obtenida para intentar dar respuesta a la demanda de los familiares, el proceso de análisis de los restos óseos se repite hasta tres veces con distintos procedimientos", concluyen desde el departamento.

'Franco para jóvenes': Contra la desinformación y el auge de la extrema derecha

 https://www.elplural.com/sociedad/franco-jovenes-contra-desinformacion-auge-extrema-derecha_341082102


Pedagogía y verdad para desmontar mitos y explicar a los jóvenes lo que fue el siniestro franquismo

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Imagen de la portada del libro Franco para Jóvenes

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“No te das cuenta de lo valiosa que es la libertad hasta que te falta. Ojalá nunca os falte”. Esa es la apelación que José Antonio Martínez Soler y Erik Martínez Westley, padre e hijo respectivamente, envían a los jóvenes en defensa de los motivos que inspiraron este libro, 'Franco para jóvenes' (Catarata). No les falta razón a los autores de esta obra cuando critican que en la enseñanza actual se enseña mejor el periodo de la Edad Media que la etapa más reciente en la historia de España como fue el franquismo. Hay una cierta percepción de que la juventud española actual no valora lo suficiente el sistema democrático ni los valores que encarna, precisamente por el hecho de desconocer, ignorar o malinterpretar lo que significó la dictadura de Franco.

Ese es el objetivo de este libro, explicar claramente lo que supuso la larga dictadura, la perversidad del régimen, para de ahí, llegar a la conclusión de que es la democracia la forma de gobernarnos más civilizadamente y en libertad. Se trata de un texto que aborda este periodo histórico marcado por la represión con el objetivo de desmontar los mitos todavía arraigados y evitar la banalización de lo que supuso. Con 'Franco para jóvenes', sus dos autores intentan contribuir al desmontaje de ideas falsas y transmitirl los horrores que supuso el régimen.

De muchos libros se dice, normalmente de manera estereotipada que son textos que deberían de utilizarse en las aulas. En este caso sí alcanza ese nivel y si sería recomendable que así fuera. Escrito de manera muy clara y con un estilo en buena parte pedagógico, 'Franco para jóvenes', aborda, precisamente en un momento crucial, donde la manipulación de la historia, la posverdad y la imposición de falsos relatos avanzan a gran velocidad, lo que en realidad fue el franquismo y las duras consecuencias que trajo ese largo periodo de oscurantismo, represión y pérdida de libertades y derechos para los españoles.

Como bien dijo Maruja Torres“cada tres generaciones hay un país que se suicida porque ha olvidado lo que les pasó”. Todos los esfuerzos y aportaciones para que la historia, la real, cierta y constatable, no la otra, la inventada y puesta al servicio de la reacción y de los nostálgicos de tiempos negros y anteriores, deben ser bienvenidos. Por eso la oportunidad y necesidad de libros como este de José Antonio Martínez Soler y Erik Martínez Westley. Un libro escrito para intentar acercar el franquismo a la población más joven, que arrastran las carencias de un sistema educativo que aún otorga un papel residual a los contenidos sobre la dictadura.

En estas cinco décadas desde la muerte del dictador, España ha vivido una transición a la democracia. Cuesta imaginar que nuestros padres, abuelos y bisabuelos, no hace tanto, se estuvieran matando entre ellos. Ahora que aumenta el populismo y la desinformación, con el auge de la extrema derecha en toda Europa, incluida España, es bueno conocer nuestra historia reciente, saber de dónde venimos y poder tomar decisiones que nos lleven hacia un futuro mejor.

Portada del libro Franco Para Jóvenes

Estructurada en 21 amenos capítulos, la obra aborda distintos aspectos, desde quién fue Franco, hasta la influencia nociva de la Iglesia católica plegada al régimen, su política de terror, la persecución de la dictadura a maestros, republicanos, homosexuales, judíos, masones y comunistas o la doble represión a la mujer. También hallan hueco en sus 190 páginas para describir la herencia social y política que Franco dejó a España o, incluso, ya en la parte final, para narrar el secuestro y torturas que el propio coautor, Martín Soler, sufrió en 1976, tres meses después de morir el dictador, por parte de un comando de la guardia civil franquista por un artículo que escribió.

Por último, otra recomendación, con la que se iniciaba este artículo, que hace necesaria la lectura del libro por los jóvenes: Heredáis esta democracia de medio siglo. Viene bien que sepáis sobre qué cimientos está alzada para que podáis sacarle el máximo provecho, porque Ojalá nunca os falte”.

Sobre los autores:

José Antonio Martínez Soler

Periodista y profesor titular de universidad. Fundador de los diarios 20minutos, El Sol y La Gaceta de los Negocios, del semanario Doblón y del informativo Buenos Días (TVE). Fue director de los telediarios de TVE, redactor jefe de El País y Cambio16, así como corresponsal en Estados Unidos de RTVE y del Grupo Prisa. Doctor en Ciencias de la Información y Nieman Fellow’77 (Universidad de Harvard) y profesor titular de Economía Aplicada. Es autor de Los empresarios ante la crisis (Grijalbo), Autopistas de la información (Debate), Jaque a Polanco (Temas de Hoy, Planeta) y La prensa libre no fue un regalo (Marcial Pons). Posee la Medalla de Andalucía y el Premio APM de Honor 2023 (Asociación de la Prensa de Madrid) en reconocimiento a los méritos de toda una vida profesional.

Erik Martínez Westley


Director y guionista de documentales como ¿Preparados para el Tsunami? (2024, RTVE, RTP, Movistar Plus+) y la serie The Whistle: Are we Ready for the Big One? (2019, PBS). Productor de Goat Knight, una productora de diseño, animación gráfica y producción audiovisual con trabajos en museos, universidades y premios en educación e impacto social (Tsunami canta con nosotros). Ha trabajado en Los Ángeles durante quince años como guionista, reportero, productor y ejecutivo de cine y televisión, y como periodista ha publicado en España, Latinoamérica y Estados Unidos. Licenciado con honores en Económicas y Literatura Española por la Universidad de Maryland con estudios de posgrado en escritura de guion y producción en UCLA Extension (Universidad California Los Ángeles).

REPUBLICANOS ESPAÑOLES EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE SEPTFONDS (FRANCIA).

 


Los primeros españoles llegaron por miles a partir del 5 de marzo, cuando se construyeron unos pocos barracones. Como en otros campos, la falta de preparación se suma el hacinamiento, la promiscuidad y la ausencia de agua potable y de medios de higiene. Las epidemias se desarrollaron allí como en los otros campos, especialmente la fiebre tifoidea, y enfermedades pulmonares fatales golpearon a quienes tenían que dormir bajo las estrellas. El cementerio de refugiados españoles de Septfonds es el único de este tipo en Francia, restaurado en 1978 gracias a un superviviente de Mauthausen.
27 de febrero de 1939
Las autoridades civiles y militares del departamento deciden la elección final de un vasto sitio ubicado en Lalande y Judes, comuna de Septfonds, a un kilómetro de la aldea. Ansiosas por tranquilizar a las poblaciones locales, las autoridades destinaron más de un millar de guardias móviles, soldados de infantería, dragones y tiradores senegaleses para custodiar el campamento, y abandonaron el plan inicial de llegada de españoles a la estación de Caussade, que implicó atravesar toda la ciudad y el pueblo de Septfonds. Se conserva finalmente la pequeña estación de Borredon situada en Montalzat , desde donde se puede realizar el trayecto en campo abierto.
5-12 de marzo de 1939
2.500 "milicianos españoles" fueron arrojados diariamente en la plataforma de la estación de Borredon en Montalzat , luego llevados al sitio de Septfonds aún en desarrollo. Entonces, las autoridades militares decidieron abrir un campamento temporal en Lalande, donde se alojaron los españoles antes de ser enviados al campamento final en Judes cuando se completaron los barracones.
20 de marzo de 1939
Se completa el traslado de los republicanos españoles al campo de Judes. 16.000 españoles están ahora internados en el Septfonds.
Marzo de 1939 – febrero de 1940
El gran enemigo a vencer detrás de la alambrada es el aburrimiento, pero los refugiados se organizan: se crea un grupo de teatro, una orquesta amateur, se crea un taller de pintura. También se reorganiza la vida política: se crean células y comités que agrupan a los diferentes militantes. Grupos de trabajadores también son reunidos por el ejército que los utiliza para el mantenimiento del campamento y para realizar movimientos de tierra en el campamento militar de Caylus.. Consciente de la gran cantidad de mano de obra que representan los refugiados, el gobierno ofreció a los internados la posibilidad de salir del campamento mediante la firma de un contrato de trabajo. Cientos de españoles son así contratados como trabajadores agrícolas en todo el departamento. Otros, seleccionados por sus calificaciones, son transferidos a campamentos especiales y reclutados en la industria.
Febrero – marzo de 1940
La población española es evacuada progresivamente del campo. De acuerdo con sus habilidades profesionales, su salud y su comportamiento, los refugiados son enviados a otros campamentos en el suroeste. El 15 de febrero se constituyen también 4 Sociedades de Trabajadores Extranjeros. Solo el 220 CTE y el 221 CTE asignados al mantenimiento del campamento se mantienen en Septfonds.