Blog d'en Jordi Grau i Gatell d'informació sobre les atrocitats del Franquisme.....
"Las voces y las imágenes del pasado se unen con las del presente para impedir el olvido. Pero estas voces e imágenes también sirven para recordar la cobardía de los que nada hicieron cuando se cometieron crímenes atroces, los que permitieron la impunidad de los culpables y los que, ahora, continúan indiferentes ante el desamparo de las víctimas" (Baltasar Garzón).
Remedios y Vicenta de 87 y 82 años no imaginaron nunca poder reencontrarse con su tío abuelo Joaquín Llin Roig. Cuando la República lo llamó a filas, tras el Golpe de Estado de 1936, Remedios debía tener solo dos años y Vicenta aún no había nacido. “Joaquín era guapo, moderno, trabajaba en una tienda de ropa, llevaba una moto y se había comprado uno de los primeros gramófonos de Oliva, en Valencia”. Tenía 21 años cuando se marchó a la guerra y no volvieron a verle, recuerdan sus sobrinas.
El programa En Portada se ha puesto en contacto con el historiador de Oliva, Joan Morell y gracias al apellido Llin, que en Francia anotaron como Lui, se ha podido llegar hasta sus descendientes. Ahora, 85 años después de su muerte, lo han recuperado.
Una obra en el desván del edificio del ayuntamiento de Septfonds, Francia, destapó una vieja urna de madera que alguien había colocado ahí seguramente en los años 40. En su interior aparecieron unos sobres con nombres y pertenencias de 42 soldados republicanos españoles que murieron en el campo de concentración de Septfonds, entre ellos el de Joaquín Llin Roig.
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Te mandamos un resumen de las entradas de esta semana en nuestra web para que puedas estar al día de nuestras actividades y de aquellas que se desarrollan en Aragón.
El documental Flores bajo el hielo, del director Marco Potyomkin, se estrenó el pasado noviembre en el barrio zaragozano de Torrero, en su sala Venecia, su aforo quedó pequeño por lo que decidimos hacer una nueva proyección para nuestra Imagen de la Memoria, esta vez en la Filmoteca de Zaragoza, con un lleno total, por lo que vuelve por tercera vez a Zaragoza.
La revisión de la memoria histórica ha llegado al pasado colonial español y películas y libros profundizan en hechos poco conocidos, a la vez que despega la literatura de autores ecuatoguineanos
Un ciudadano guineano adorna su bicicleta con banderas de los dos países con motivo del viaje de los Reyes de España a Guinea en 1979
El 28 de noviembre de 1959, el líder independentista Acacio Mañé Elá fue detenido en la ciudad guineana de Bata, trasladado a un cuartel militar y embarcado en un buque rumbo a la isla de Bioko. Sin embargo, cuando el barco atracó en destino, él ya no estaba entre el pasaje. Había desaparecido, probablemente había sido arrojado al mar, no se sabe si estando todavía vivo o habiendo primero muerto. Curiosamente, una semana antes, otro secesionista, Enrique Nvo Okenve, perdió la vida en circunstancias también extrañas.
El director y productor gaditano Lorenzo Benítez está moviendo por los festivales de cine un documental, Negro limbo (Antonia Films), que pone sobre la mesa el tema de Acacio Mañé y de los mil quinientos guineanos represaliados por la dictadura franquista a finales de la década de los cincuenta. Esta película viene a sumarse a otras producciones audiovisuales, como El escritor de un país sin librerías (Marc Serena, 2019) y Anunciaron tormenta (Javier Fernández Vázquez, 2020), que están dando la vuelta a la imagen bucólica que tradicionalmente se ha tenido sobre la presencia española en el golfo de Guinea. Y la prueba de la efectividad que está teniendo este ejercicio de memoria histórica la encontramos en el hecho de que, en el 2023 y a consecuencia de la investigación llevada a cabo por Benítez, el gobierno español aprobó el reconocimiento y reparación de Acacio Mañé Elá como víctima del franquismo.
Trabajadores guineanos en la isla de Bioko (Fernando Poo) en una fecha sin determinar anterior a la independencia
Getty
La Guinea Española no fue el paraíso perdido ni las memorias de África que la literatura, principalmente la escrita por los hijos y nietos de colonos, ha fijado en el imaginario colectivo. Y, aunque los hechos allí sucedidos tal vez no alcancen el grado de hacernos gritar “el horror, el horror”, no puede negarse que dan para un buen puñado de películas o libros de no-ficción. La ex colonia es un polvorín de sucesos todavía no explorados, entre otros motivos porque la información oficial sigue sujeta a esa ley de Secretos Oficiales de 1968 –franquista, por tanto– que bloquea la labor de los investigadores. En este sentido, resulta curioso que un país con una ley de Memoria Democrática en marcha mantenga bajo llave documentos concernientes a hechos acaecidos setenta años atrás. “La verdad sobre Guinea no existe o nadie se atreve a reconocerla –señala Lorenzo Benítez–. Quedó sepultada y reducida a la nostalgia de siete mil familias españolas que siguen añorando los privilegios que tuvieron en aquel paraíso tropical”.
Lógicamente, todo ese secretismo impide que surja una literatura, académica o comercial, que se ajuste a la realidad histórica y todo lo que acaba llegando a las librerías tiende a presentar una imagen romantizada del pasado. Según apunta Gustavo Adolfo Ordoño, autor del ensayo histórico Guinea española (Almuzara, 2024), “igual que existe una leyenda negra sobre España, también existe una leyenda rosa que, en el caso de la colonia, tiende a decir que los españoles no explotaron los recursos, no mercantilizaron el país, no maltrataron a los nativos, dedicándose como mucho a evangelizar, culturizar y humanizar a aquellos pobres salvajes”.
Y Ordoño apunta otro motivo para justificar la falta de literatura rigurosa sobre el tema: los escritores contemporáneos no saben nada sobre Guinea. En su ensayo, el autor recuerda que el franquismo impuso un bloqueo informativo –una Declaración de Materia Reservada– sobre el proceso independentista iniciado en la colonia, así como sobre las relaciones bilaterales que a partir de ese momento se dieron entre ambos países. Esta censura afectó tanto a la prensa como a la industria editorial y se extendió a lo largo de un lustro, de 1971 a 1976. Se podría decir, en cierta manera, que Guinea Ecuatorial dejó de existir. Por suerte, lentamente se va recuperando la memoria de aquellos tiempos, como ha hecho el periodista Antonio Caño en El monstruo español (La Esfera), donde, usando la figura del sátrapa Francisco Macías Nguema, habla de la desidia y el secretismo con la que el tardofranquismo trató el tema de Guinea.
Fotograma del documental ‘Negro limbo’, del director Lorenzo Benítez
Además, Ordoño analiza los libros de texto que los estudiantes españoles manejaron entre 1940 y 1980, demostrando que la colonia no aparece siquiera mencionada en casi ninguno de ellos. La “bruma de conocimiento histórico” que esta ausencia provocó en todas esas generaciones de niños no solo hizo que los futuros escritores crecieran sin saber nada de Guinea, sino que una gran parte de la población ni siquiera sepa que España fue propietaria de un pedazo de África. A este respecto, la diferencia entre los conocimientos que la gente tiene sobre la conquista de América y sobre la de Guinea Ecuatorial es simplemente abismal.
Drama romántico. Una de las máximas autoridades en historia de la colonia, Gustau Nerín, dijo en cierta ocasión que Guinea sería el escenario perfecto para novelas de aventuras. No en vano Ian Fleming se inspiró en aquel territorio para escribir la primera entrega de James Bond, Casino Royale, y Robin Cook hizo lo propio con Cromosoma 6.
⁄ La Guinea Española no fue el paraíso perdido ni las ‘memorias de África’ que la literatura colonial ha fijado en el imaginario
Entre nosotros, los únicos que han recogido el guante de Nerín han sido Fernando Gamboa (Guinea, El Andén, 2008) y Marc Pastor (Bioko, Àmsterdam/Planeta, 2013). El protagonista de esta última novela es un soldado barcelonés que acaba encerrado en una prisión de la isla de Fernando Poo, donde, además de terribles matanzas de indígenas, es testigo de acontecimientos difíciles de explicar.
Pero, por normal general, la literatura que nos llega sobre Guinea tiende a ser una mezcla de novela histórica, saga familiar, novela de formación y drama romántico. El gran ejemplo a este respecto es Palmeras en la nieve (Planeta, 2012), best seller de Luz Gabás que incluso fue llevado a la gran pantalla por Fernando González Molina en el 2015. La autora reconoció en más de una entrevista que escribió aquella historia sin haber puesto un pie en Guinea, algo que tampoco es tan infrecuente entre los autores que practican el género antes referenciado. Y tal vez sea por eso que, según los expertos consultados, muchas de las novelas de corte comercial de temática similar tiendan a cojear de dos piernas: la idealización del pasado y la falta de rigor histórico. Respecto del segundo punto, ya hemos indicado las dificultades para realizar una investigación rigurosa. Sobre el primero, basta decir que muchos de los autores de este tipo de libro son hijos o nietos de ex colonos que crecieron oyendo las historias edulcoradas que sus padres o abuelos contaban en casa.
La capital guineana, entonces llamada Santa Isabel (hoy Malabo), en fiestas en 1966. Entrada al ‘ferial'
Archivo
El máximo experto en literatura sobre esa temática de nuestro país, Iñaki Tofiño, autor de Guinea. El delirio colonial de España (Bellaterra, 2022), ha contabilizado los textos literarios publicados desde 1969 que tratan de la ex colonia. Y el resultado eleva la cifra a más de cuatro cientos títulos, muchos escritos por ex colonos catalanes. A este respecto, Tofiño considera que el mejor de todos, sin lugar a dudas, es la trilogía compuesta por Carles Decors: Al sud de Santa Isabel / Al sur de Santa Isabel (Quaderns Crema, 1999/ Alianza, 2002), A quell món idíl·lic (Edicions 62, 2007) y E l malson de Guinea (Pagès, 2018). “De todas formas, las novelas ambientadas en la colonia no suelen vender nada –aclara el experto–. Y no lo hacen porque es una página del pasado que no nos gusta recordar. El gobierno español siempre ha tenido una mala relación con Guinea Ecuatorial y los lectores sienten indiferencia hacia todo aquel pasado. No rechazo, sino indiferencia”.
Otro descendiente de ex colonos, Andrés Pascual, acaba de publicar una novela, El árbol de las palabras (Espasa, 2024), en la que, curiosamente, no reconstruye el pasado familiar en clave idílica, sino que se retrotrae a los orígenes de la colonia para convertir en ficción tres hechos fundamentales en su constitución: la primera misión de los claretianos, la expedición de Manuel de Iradier y la Conferencia de Berlín sobre el reparto del territorio africano. “No creo que haya escenarios malditos –dice el escritor–, pero tal vez los lectores no se interesan más por Guinea porque, en el fondo, no estamos muy orgullosos de cómo hicimos allí las cosas”.
Literatura ecuatoguineana. Ahora bien, la que sí que parece estar despegando es la literatura escrita por los propios ecuatoguineanos. Aunque la primera novela realmente autóctona (Cuando los combes luchaban, de Leoncio Evita Enoy, Instituto de Estudios Africanos, 1953) se publicó hace ya setenta años, no puede decirse que la producción narrativa del país africano haya sido muy abundante, y probablemente eso se deba a que “la colonización española, al contrario que la francesa, la inglesa o la portuguesa, fue culturalmente muy pobre –aclara Tofiño–. El estado español no quiso crear una clase media ilustrada e hispanófila y eso hizo que casi no haya escritores en la actualidad”.
El entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, y el presidente guineano, Macías Nguema, firman el Acta de Independencia de Guinea Ecuatorial, el 12 de octubre de 1968
EFE
De cualquier modo, no emancipar intelectualmente a la población produjo, entre otros efectos, que en aquella Guinea no brotara una literatura anticolonial semejante a la aparecida en otros países ocupados por potencias europeas. Eso sin olvidar que Guinea Ecuatorial ha vivido dos dictaduras seguidas, primero la de Francisco Macías Nguema y después la de Teodoro Obiang, lo cual ha impedido que los escritores expresen con libertad sus opiniones sobre el país. Esa autocracia, además, provocó lo que el escritor Juan Balboa Boneke llamó “generación perdida”, esto es, toda una promoción de literatos que, habiéndose refugiado en su gran mayoría en España tras la independencia de Guinea, no recibió ninguna ayuda por parte del gobierno de acogida, quedando en consecuencia los libros de sus representantes sin lectores tanto allí como aquí. Sólo la publicación de los ensayos Historia y tragedia de Guinea Ecuatorial (Cambio 16, 1977; Bellaterra, 2020), de Donato Ndongo-Bidyogo y ¿Dónde estás, Guinea? (Cort, 1978), de Juan Balboa Boneke, rompieron ese silencio y abrieron un nuevo camino para la literatura local.
⁄ La colonización fue culturalmente muy pobre y no favoreció que brotara una literatura anticolonial autóctona
En realidad, se podría decir que el término generación perdida no acota una etapa del pasado, sino que se extiende hasta la actualidad. Y lo hace por partida doble: por un lado, los escritores mínimamente críticos que se quedaron a vivir en Guinea Ecuatorial son invisibilizados por el régimen hasta extremos difíciles de imaginar para nosotros. Y por otro, los autores que se exiliaron no encuentran en España el apoyo que, como gente represaliada y como nativos de una ex colonia, sin duda merecerían. Un ejemplo claro lo encontramos en el que sin duda es el autor más célebre del país, Juan Tomás Ávila Laurel, cuya novela Arde el monte de noche (Calambur, 2009) pasó por nuestras librerías sin que nadie le prestara atención, pero que, cuando fue traducida al inglés, quedó finalista del Independent Foreign Fiction Prize (galardón integrado en el británico Man Booker International Prize) y consiguió alzarse como libro del mes en The New York Times. Aun así, su siguiente título, El juramento del Gurugú, ni siquiera fue publicado en España, saltando directamente a Francia y Reino Unido.
A tenor de esto, no es arriesgado –aunque sí lamentable– afirmar que, en lo tocante a la literatura, a los ecuatoguineanos les habría ido mucho mejor si hubieran sido colonizados por los franceses o los ingleses. “Hay editores que creen que los libros de autores negros, sobre todo africanos, no tienen interés para el público español –dice Tomás Ávila–. Y los que funcionan, como Chimamanda Ngozi Adichie, lo hacen porque vienen avalados por el universo anglosajón, no por el africano. Los que no venimos por vía inglesa, no somos tomados en serio”.
Autores para entender Guinea Ecuatorial
LEONCIO EVITA ENOY De formación autodidacta, es el responsable de la considerada primera novela auténticamente ecuatoguineana: Cuando los combes luchaban (Instituto de Estudios Africanos, 1953; Sial, 2016). La ficción, que entremezclaba técnicas de la literatura europea con otras de la tradición oral africana, fue tachada posteriormente de novela asimilacionista o de consentimiento, es decir, de obra agradecida con el colonialismo. Pese a esto, sigue siendo la novela que inauguró toda una literatura.
DONATO NDONGO-BIDYOGO Este escritor, periodista y político cambió absolutamente la visión que los europeos teníamos sobre su país al publicar un libro que se convertiría inmediatamente en un clásico: Historia y tragedia de Guinea Ecuatorial (Cambio 16, 1977; Bellaterra, 2020). Este ensayo rompió con todo lo que se había escrito sobre la ya ex colonia hasta el momento y abrió el camino para que se publicaran otros similares, como ¿Dónde estás, Guinea? (Cort, 1978), de Juan Balboa Boneke.
Donato Ndongo,
Getty
JOSÉ FERNANDO SIALE DJANGANY Este académico de la Lengua Española es también uno de los representantes del grupo de escritores de Malabo que, desde la década de los noventa, ha promovido el renacimiento de la literatura ecuatoguineana escrita en español y adscrita a una ideología euroafricanista sin complejos ni sentimientos de desarraigo. Entre sus títulos, destacan Cenizas de Kalabó y Termes (Malamba, 2000), Autorretrato con un infiel (El Cobre, 2007), En el lapso de una ternura (Carena, 2013) y, el último, Misántropos de ébano y otros relatos (Pigmalión, 2022). MARÍA NSUÉ ANGÜE Autora de la primera novela publicada por una mujer ecuatoguineana, Ekomo (Uned, 1985; Sial, 2007), en la que narró, con un tono envolvente y poético poco habitual en la narrativa de su país, la historia de una mujer fang que, a la muerte de su marido, se atreve a romper con ciertos tabúes de la sociedad africana. Consiguió hacer una carrera sólida, alcanzando el éxito internacional sobre todo en Europa y Latinoamérica.
JUAN TOMÁS ÁVILA LAUREL Sin lugar a dudas, es el autor más internacional de todo el panorama narrativo ecuatoguineano actual. Se le considera un referente en la literatura postcolonial y en la literatura comprometida. Además de ser el protagonista del documental El escritor de un país sin librerías (2019), protagonizó una huelga de hambre contra Teodoro Obiang que le dio no poca popularidad. Su último libro es Moi chez moi. El grito de los malvados (Carena, 2024).
Juan Tomás Ávila Laurel
Roser Vilallonga / Archivo
TRIFONIA MELIBEA NTUTUMU En los últimos años se ha convertido en la máxima representante de la literatura feminista y LGTBIQ+ de la literatura ecuatoguineana. Centra gran parte de su discurso en el rechazo tanto de la herencia del patriarcado colonial como de la misoginia existente en la etnia fang. En medio de esa alianza entre el machismo europeo y el africano encontramos a las mujeres ecuatoguineanas que aparecen en las novelas de esta autora, como ocurre en la última: Las hijas de las itangan (Baile del Sol, 2024).
GUILLERMINA MEKUY MBA OBONO Esta escritora educada en Madrid acabó siendo ministra de Cultura y Promoción Artesanal, así como directora de la Biblioteca Nacional (Malabo), del gobierno de Teodoro Obiang, convirtiéndose en la primera mujer que ocupaba un cargo de esa naturaleza en Guinea Ecuatorial. Entre sus títulos destacan El llanto de la perra (Plaza & Janés, 2005), Las tres vírgenes de Santo Tomás (Suma de Letras, 2008) y Tres almas para un corazón. Mi poligamia (MK Voces femeninas, 2019).
ESTANISLAO MEDINA HUESCA Novelista y guionista reconocido por su talento en la selección de los veinticinco mejores escritores menores de treinta y cinco años que realiza la revista Granta cada década. Entre sus libros destacan Barlock: los hijos del gran búho (Autoedición, 2018), El albino Micó (Letrame, 2019) y Suspéh; memorias de un ex pandillero (Diwan, 2020).
CRISTINA GUADALUPE EYENGA Uno de sus relatos ha sido incluido en Un mundo raro (Dos Bigotes, 2024), una antología que recoge algunas de las voces LGTBIQ+ más destacadas en la nueva narrativa en español. Así, Guadalupe Eyenga viene a sumarse a otros representantes del colectivo, como Gonzalo Abaha y Cris Ada.
El presidente catalán, Salvador Illa, durante su visita al monolito en memoria de las víctimas del campo de concentración de Argelers. EFE/David Borrat.
7 marzo 2025
RESUMEN DE LA NOTICIA
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Argelers sur-mer (Francia) (EFE).- El Govern organizará un acto de reparación al expresidente catalán Lluís Companys. El expresident Companys fue fusilado el 15 de octubre de 1940 por el régimen franquista tras un Consejo de Guerra que el Ejecutivo central ha declarado ilegítimo y nulo.
Este será el principal del medio centenar de actos que el gobierno catalán organizará con motivo de los 50 años de la muerte del dictador Francisco Franco. Así lo ha anunciado el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, en una declaración que ha hecho desde el Mémorial du Camp de la localidad francesa de Argelers sur-mer.
La declaración de reparación del Gobierno considera «ilegítimas y nulas las condenas del consejo de guerra y las sentencias emitidas por estos y otros tribunales contra el presidente» de la Generalitat.
Companys fue «represaliado, condenado y fusilado por ser el máximo representantes de la Generalitat y por su militancia e ideología», añade ese texto.
La Generalitat organizará actos de homenaje a otras víctimas. El Govern entregará a familiares de represaliados documentos oficiales que acreditan la nulidad de los diferentes juicios o consejos de guerra.
Illa ha dado cuenta de otros dos actos conmemorativos con los que el Govern apoyará la iniciativa puesta en marcha por el Ejecutivo central coincidiendo con el medio siglo del fallecimiento de Franco.
Por un lado, la inauguración de la obra «Bosc d’Empremtes» (bosque de huellas), del artista Francesc Abad, con el que recordará a los fusilados por el franquismo en el Camp de la Bota. El Govern rendirá también homenaje a la oposición antifranquista en un acto conmemorativo de la Assemblea de Catalunya.
El peligro del olvido
El president ha destacado que la Ley de Memoria Democrática ya ha superado el debate a la totalidad en el Parlament. Illa ha señalado: «El olvido es un peligro para mantener una sociedad cohesionada, enraizada y con sentido del bien común». «Esto es hoy más vigente que nunca. Y quizás hoy estamos donde estamos porque hemos olvidado de donde venimos», ha añadido Illa.
Ha alertado de que el actual «no es un momento fácil» porque existe «la amenaza de un autoritarismo que hay que tomarse en serio».
«No podemos quedar atrapados por la memoria histórica, pero no queremos ni podemos olvidarla», ha agregado. El president ha citado unas palabras de Antonio Machado: «Todo lo que se ignora se desprecia». Tras esta declaración, Illa ha visitado en Colliure la tumba de Machado.
En el acto de Argelers sur-mer ha tomado también la palabra el alcalde de este municipio, Antonine Parra. Parra se ha mostrado «honrado» por la visita de Illa y ha remarcado cómo los republicanos de «la retirada» merecen nuestro homenaje. También ha hablado una representante de la asociación Fils et Filles de Républicains Espagnols et Enfants de l’Exode (FFREEE).