dissabte, 8 de març del 2025

Las deportaciones internas de Franco: expulsó a decenas de miles de migrantes desde Barcelona a sus regiones

 https://www.eldiario.es/catalunya/deportaciones-internas-franco-expulso-decenas-miles-migrantes-barcelona-regiones_1_12108327.html

Estación de Mora la Nova (Tarragona) en 1969. Gente subiendo al tren en dirección a Barcelona

Pau Rodríguez

Barcelona —
7 de marzo de 2025 22:21 h

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Al inicio de El 47, flamante Premio Goya a la Mejor Película, un puñado de familias, entre las que está la del protagonista Manolo Vital, tratan de levantar un asentamiento en lo que será el barrio de Torre Baró, en Barcelona. Sin embargo, llega la Guardia Civil y les derriba las barracas. En la realidad de la posguerra franquista, en la década de los 40 y los 50, esa escena bien podía terminar también con todos los barraquistas encerrados en una centro internamiento y devueltos a sus pueblos, que solían ser de Andalucía, Murcia o Extremadura.

El régimen de Franco combatió las migraciones internas con dureza hasta los años 60. Los expulsados desde las grandes ciudades se llegaron a contar por miles, previo paso por auténticas cárceles habilitadas para ello como el Pabellón de Misiones, en Barcelona, o Matadero, en Madrid, donde se les encerraba bajo el pretexto de ser indigentes. Ahora, coincidiendo con el éxito de El 47, una nueva investigación, recogida en el libro Fronteras de Papel: franquismo y migración interior en la posguerra española (editorial PUV), ha logrado documentar solo desde la capital catalana unas 30.000 devoluciones desde el fin de la guerra y hasta 1966. 

El autor del trabajo, el historiador Miguel Díaz Sánchez, aporta nuevos detalles sobre los mecanismos de represión de la emigración, comenzando por señalar que estos se activaron justo al terminar la guerra. Ya en septiembre de 1939 existe una Orden Circular del Ministerio de Gobernación en la que se alerta del “crecido número de personas” que acudían a los grandes núcleos urbanos e industriales en demanda de trabajo. Y se pide a las autoridades de los municipios de origen que se “restrinja su salida”, ya sea esta debida a la búsqueda de empleo, al “espíritu de aventura” o para escapar a las autoridades en el caso de los considerados como “indeseables”. 

De esa primera directriz se deducen algunas de las razones por las que Franco trataba de combatir la migración interna. “Quería facilitar el control social de la población allí donde era conocida, sobre todo pensando en evitar el desplazamiento de la disidencia política”, expresa Díaz sobre un régimen que buscaba consolidarse en plena Segunda Guerra Mundial. 

Pero había otros motivos, añade el historiador: evitar grandes concentraciones de proletariado en la ciudad y reforzar la exaltación de los valores rurales, muy presentes en el período autárquico franquista. “No se podía permitir que una España que se consideraba nación de campesinos estuviera en realidad llena de emigrantes en la ciudad”, expresa el historiador.

El último recurso en manos de las autoridades franquistas para combatir las llegadas a Barcelona o Madrid fueron las deportaciones. Y se emplearon decenas de miles de veces. Hasta ahora, los historiadores habían documentado unas 17.000 desde la capital catalana en el período de 1952 a 1957, pero Díaz ha completado el puzzle desde 1945 hasta 1966, a partir de los archivos del Ayuntamiento de Barcelona, que era quien gestionaba los centros de internamiento, que se repartía el coste de los billetes de repatriación con el Gobierno Civil. 



Primero operaron en la ciudad espacios de reclusión como el Asilo del Parque, el Asilo de Nuestra Señora del Puerto o el Pabellón de Rumanía. A partir de 1945, justo hace 80 años, se puso en marcha el Pabellón de Misiones, en Montjuïc, que ya se usó como cárcel durante la guerra y que tenía capacidad para 500 personas. Entre 1947 y 1951, el 50% de los más de 3.000 expulsados pasaron por ese Pabellón, según los datos del consistorio barcelonés. También figura una inquietante cifra de 331 fallecidos en comisaría “bajo custodia de la comisaría municipal de beneficencia”.

Las detenciones de los recién llegados se podían producir en asentamientos en construcción, en las carreteras de entrada a la ciudad y sobre todo a su llegada en tren, en la Estación de França. “Los testimonios explicaban que solía haber furgonetas de policía esperando, incluso guardia secreta a veces, con lo que rápidamente corrió la voz”, explica Imma Boj, actual directora del Museu d’Història de la Immigració de Catalunya (MhiC) y una de las primeras en documentar las expulsiones a través del Pabellón de Misiones. 

El mapa de las deportaciones franquistas en Barcelona

Área

ampliada

N

1 km

Los migrantes llegaban a la estación y eran ubicados en los asilos y pabellones antes de deportarlos

Pabellón de las Misiones

y pabellón de Rumania

Asilo del

Parque

Asilo de Nuestra

Señora del Puerto

Estación

de Francia

Estación

de Morrot

FUENTE: Historiador Miguel Díaz

Durante décadas, los pasajeros del tren conocido como El Sevillano desarrollaron tácticas como vestirse y llevar accesorios de tratante o directamente saltar del vagón antes de entrar en la ciudad. Si finalmente eran detenidos, se les subía a un furgón con destino al centro de Montjuïc.

“Les daban un número y les separaban entre hombres y mujeres”, relata Boj, que añade que las condiciones eran muy precarias. “Pasaban hambre, algunos documentos hablan de que les daban agua con caldo”, explica. El tiempo que permanecían encerrados era incierto, básicamente el que tardaban las autoridades en llenar un convoy de repatriados. 

Díaz localizó para su investigación los registros de deportados remitidos por el Ayuntamiento de Barcelona y conservados en el archivo de la Delegación del Gobierno en Catalunya. Hojas y hojas llenas de nombres, apellidos, edades y destinaciones. En total, unos 8.500 casos. La mayoría eran hombres jóvenes, pero también había mujeres y menores de edad.

No está claro si para cada uno de ellos había un expediente de expulsión, aunque el historiador ha hallado alguno en los archivos de las localidades de destino. En uno de ellos, de un tal Antonio, de 54 años, y de Albatera (Alicante), se lee: “Es remitido al pueblo de su naturaleza por haberse presentado en Barcelona, sin trabajo, ni recursos, careciendo asimismo de domicilio. Es advertido que en caso de regresar, ingresará en la cárcel”. 

Entre la documentación recuperada figura también una disputa entre administraciones por el precio del billete de retorno de los emigrados, que hace pensar además que la cifra de retornados pudo ser mucho mayor. Bartolomé Barba, gobernador civil entre 1945 y 1947, envió un informe al ministro de Gobernación, Blas Pérez, en el que se quejaba del coste de las repatriaciones, y cifraba en 52.830 los billetes de ferrocarril expedidos para enviar a sus pueblos a emigrantes solo entre agosto del 45 y diciembre del 46, con su desglose mensual.

Con todo, Díaz considera que hay que tomar con cautela estos datos, que por ejemplo podían incluir también regresos voluntarios parcialmente sufragados con el llamado “billete de indigente”. 

La represión de la emigración no consiguió erradicarla. Como es sabido, los saldos migratorios fueron creciendo en las grandes ciudades. Los cambios de padrón entre provincias pasaron de 500.000 en la década de 1940 a 1,1 millones en la de los 50, para finalmente dar paso al gran boom migratorio español de la década de los 60, con 1,9 millones de desplazamientos estimados. 

La realidad de las deportaciones cambió con el cambio de rumbo económico que imprimió el régimen a partir de 1957, dos años después materializado en el Plan de Estabilización. Aunque las expulsiones no cesaron, sí se redujeron en número. Ese mismo año se clausuró también en Barcelona la Delegación de Evacuación del Gobierno Civil. 

“La liberalización de la mano de obra requería desplazamientos entre territorios, de un sector productivo a otro, y el régimen empieza a concebir la migración del campo a la ciudad bajo una lógica económica y no policial”, concluye Díaz. Fueron los años del desarrollismo en España, cuando se consolidaron y extendieron las periferias urbanas como la de Torre Baró y tantas otras, casi nunca acompañadas de los necesarios servicios y transporte público, tal como atestigua El 47.

divendres, 7 de març del 2025

Patriarcado y nacionalcatolicismo, el 'Patronato de Protección a la Mujer' (1941-1985)

 https://www.nuevatribuna.es/articulo/cultura---ocio/8m-patriarcado-nacionalcatolicismo-patronato-proteccion-mujer-1941-1985/20250307175636236183.html

El Patronato de Protección a la Mujer, fue un entramado franquista que funcionó legalmente entre 1941 y 1985 y de forma tácita hasta bien entrados los noventa.




 Imágenes de la exposición “El Patronato de Protección a la Mujer” en Galería tía Pili de A Coruña

 
Oblatas no aceptan joven gitana
Oblatas no aceptan joven gitana

El Patronato de Protección a la Mujer, fue un entramado franquista que funcionó legalmente entre 1941 y 1985 y de forma tácita hasta bien entrados los noventa. Tenía como objetivo: “la dignificación moral de la mujer, especialmente de las jóvenes, para impedir su explotación, apartarlas del vicio y educarlas con arreglo a las enseñanzas de la Religión Católica”. Para ello, contó con la característica estructura piramidal que partía de una junta nacional de la que dependían otras, provinciales y locales, desde donde se gestionaban los encierros de aquellas niñas y jóvenes que no cumplían el perfil falangista de la “mujer ideal”.

Su principal “medida protectora” era el encierro por la fuerza que se llevaba a cabo tras los informes finales de las “celadoras de la moralidad”. Había dos tipos de reformatorios que siempre estaban dirigidos por congregaciones religiosas femeninas, los de “preservación” y los de “rehabilitación y reforma”. Las jóvenes iban a unos o a otros, dependiendo normalmente de la primera prueba médica que se les hacía al llegar, y que constataba si estaban “completas o incompletas”. En estos centros se las insultaba, maltrataba, vejaba y castigaba vilmente si su comportamiento no era el esperado. La represión ejercida en algunos internados, incluía salas de castigo o “chiscones”, con paredes acolchadas y dónde apenas se podían poner de pie.

Otra de las aberraciones morales para el nacionalcatolicismo, era que una joven no mostrara la orientación sexual esperada. En estos casos, el destino seguro era el psiquiátrico

Si alguien de tu entorno familiar o social abusaba sexualmente de ti, cuestión muy habitual, la encerrada también eras tú. A Loli Benito, como nos cuenta Consuelo García del Cid en su libro, Dolores. Memoria de una desterrada hija de Eva Cum Laudem, la internaron en el centro maternal del Patronato, conocido como “Peñagrande”. Estaba embarazada de su padre que abusaba sexualmente de ella desde que tenía uso de razón. A pesar de que lo había puesto en conocimiento de quienes gestionaban el centro “Cruzadas Evangélicas”, esta congregación permitió que, en las vacaciones de semana santa, su padre la volviera a sacar y la violara nuevamente en un hostal con su bebé recién nacido al lado. Loli, volvió al reformatorio embarazada de nuevo. En este centro, como en tantas otras maternidades franquistas, era habitual que los bebés nacieran muertos o se malograran a los pocos días. Ya hay sentencias probatorias del habitual robo de estas criaturas y su posterior entrega a familias afines al régimen.

Imágenes de la exposición “El Patronato de Protección a la Mujer” en Galería tía Pili de A Coruña
Imágenes de la exposición “El Patronato de Protección a la Mujer” en Galería tía Pili de A Coruña
Bebé fallece cuando a ella la trasladan a Peñagrande
Bebé fallece cuando a ella la trasladan a Peñagrande

Otra de las aberraciones morales para el nacionalcatolicismo, era que una joven no mostrara la orientación sexual esperada. En estos casos, el destino seguro era el psiquiátrico, en “Ciempozuelos” había una sección destinada únicamente a mujeres procedentes del Patronato que estaban hipermedicadas, a las que se realizaban sesiones de electroshock y de las que se perdió la pista en muchos casos.

La instalación que presentamos en “Galería tía Pili” representando el despacho de la madre superiora de un reformatorio, se crea a partir de la investigación realizada sobre lo sucedido en A Coruña. Dicho estudio se ha centrado en los fondos del Archivo Histórico Provincial de Pontevedra y en las memorias esporádicas publicadas por el mismo Patronato. Sabemos de la destrucción masiva de archivos en la transición, y del objeto de nuestra investigación tenemos constancia de que desaparecieron 1180 cajas según nos informa el archivo del Ministerio de Justicia.

En el año 1983, la comisión de la Xunta de Galicia prevista para realizar el traspaso de esta entidad al ámbito autonómico, con M. Rajoy como secretario, constata que se hace cargo de este cometido. En 1985 se disuelve legalmente el entramado, pero no cambiaron ni los reformatorios ni lo que allí sucedía, eso sí, les pegaban con toallas mojadas para que no quedaran marcas.


Fotos: Galería tía Pili y Archivo Histórico Provincial de Pontevedra.


Investigadores de la Universidad de Granada encuentran tres nuevas fosas comunes en el Barranco de Víznar

 https://www.granadahoy.com/granada/investigadores-ugr-encuentran-tres-nuevas-fosas-comunes-barranco-viznar_0_2003476215.html


En este nuevo hallazgo, que eleva la cifra hasta 26 osarios en total, se ha hallado a la segunda víctima más joven hasta la fecha: un hombre de entre 13 y 17 años

Familiares de víctimas del franquismo reciben los restos exhumados en el Barranco de Víznar


Imagen de una fosa exhumada en el Barranco de Víznar
Imagen de una fosa exhumada en el Barranco de Víznar / Francisco de Asís Carrión Jiménez

Granada/Un equipo de investigadores procedentes del equipo multidisciplinar de la Universidad de Granada ha hallado tres nuevas fosas comunes en el Barranco de Víznar, elevando la cifra total hasta 26 de estos enterramientos. Los trabajos de esta quinta campaña de investigación y exhumación en esta localización han permitido recuperar cuatro nuevas víctimas, con franjas de edad que fluctúan entre los 13 y los 55 años, aumentando la cifra total a 144, de las cuáles 33 han sido mujeres y 111 hombres.

Simultáneamente, los últimos análisis de antropología forense realizados por el equipo responsable del proyecto Barranco de Víznar. Lugar de memoria han determinado el sexo y la edad de los últimos cuerpos recuperados. Se trata de cuatro hombres que presentan distintas horquillas de edad. El primero fue asesinado cuando tenía entre 15 y 20 años; el segundo, entre los 13 y 17 años, resultando en la segunda víctima más joven exhumada hasta la fecha, tras el hallazgo el pasado año del cuerpo de un varón cuya edad estaba estimada entre los 11 y 14 años; un tercero fue asesinado cuando contaba entre 40 y 50 años y, finalmente, el cuarto se encontraba entre los 45 y 55 años en el momento de su ejecución.

Flores reposando en una fosa exhumada en el Barranco de Víznar
Flores reposando en una fosa exhumada en el Barranco de Víznar / Francisco de Asís Carrión Jiménez

En paralelo a los trabajos de investigación y exhumación, el equipo sigue su labor de recepción de visitas de centros educativos, con la toma de muestras de ADN de familiares que vinculen el paradero de sus parientes represaliados o represaliadas en el Barranco de Víznar, así como con la recogida de sus testimonios. Para ambos casos, el correo habilitado para concertar la visita es barrancodeviznar@gmail.com.

Actualmente, de las 144 víctimas encontradas, el equipo multidisciplinar encargado de las exhumaciones de fosas comunes en el Barranco de Víznar ha conseguido identificar a cinco represaliados tras la identificación de Francisco del Águila Domínguez, de 24 años, mecánico tornero del antiguo Tranvía de Sierra Nevada; y de Marcelino Gámiz Garzón, maestro nacional de 35 años, el pasado 21 de febrero. Completan la lista Juan de Dios Adarve López, Antonio Rosales Ruíz y Eloísa Martín Cantal. A finales del mes de febrero, familiares de estas víctimas recibieron los restos recuperados, en un acto de reconocimiento celebrado en la localidad.

Suela de calzado encontrado en una de las fosas
Suela de calzado encontrado en una de las fosas / Francisco de Asís Carrión Jiménez

El Barranco de Víznar fue escenario de ejecuciones masivas entre agosto y noviembre de 1936 a manos de las tropas sublevadas contra la II República. Se estima que cerca de doscientas personas de diferentes ámbitos profesionales y sociales fueron asesinadas en este enclave. Hasta la fecha, los trabajos de recuperación han permitido identificar los restos de 31 mujeres y 11 hombres, entre ellos un niño de entre 12 y 14 años.