dissabte, 14 de setembre del 2024

Exhumados por Dios y por España: así construyó el franquismo el relato sobre sus propios "mártires"

 https://www.elespanol.com/el-cultural/historia/20240914/exhumados-dios-espana-construyo-franquismo-relato-propios-martires/885161641_0.html

Trabajos de exhumación y reconocimiento de los asesinados en Soto de Aldovea (Madrid) durante la Guerra Civil Española para ser enterrados en el nuevo cementerio de Paracuellos.

Trabajos de exhumación y reconocimiento de los asesinados en Soto de Aldovea (Madrid) durante la Guerra Civil Española para ser enterrados en el nuevo cementerio de Paracuellos.

Historia

Una exhaustiva investigación académica de la historiadora Miriam Saqqa documenta el proceso legal y forense que llevó a cabo la dictadura para ensalzar a sus víctimas y condenar al olvido a las del bando republicano.

14 septiembre, 2024 02:18

Aún hoy, en muchos pueblos de España, es habitual cruzarse con algún monumento conmemorativo dedicado a los "mártires y caídos por Dios y por España". Sabemos que fueron los muertos del bando sublevado, pero, por extraño que parezca, hasta hace poco no se sabía gran cosa del proceso de gestión legal, forense e ideológica mediante el cual el franquismo exhumó, identificó y dignificó aquellos cadáveres.

La historiadora, arqueóloga y antropóloga forense Miriam Saqqa Carazo (Madrid, 1986) ha investigado durante años aquel proceso realizado entre 1936 y 1951, y el resultado es una minuciosa obra académica titulada Las exhumaciones por Dios y por España, que ahora publica la editorial Cátedra. Las exhumaciones estudiadas en el libro comenzaron en los primeros meses de la Guerra Civil. Mediante listas de víctimas, el ejército sublevado localizaba, exhumaba, conmemoraba y, por supuesto, buscaba a los culpables de las muertes de su bando.

En 1939 llegó la victoria y la siguiente declaración de Franco en el BOE del 17 de mayo, en la que reclamaba memoria histórica solo para los de su bando: "La sangre de los que cayeron por la Patria no consiente el olvido, la esterilidad ni la traición. Hay verdadera necesidad de rendir el postrero homenaje de respeto a los seres queridos".

El proceso se aceleró después de la guerra, sobre todo a partir de 1940, con la conocida como Causa General. Impulsada por Esteban Bilbao, ministro de justicia, aquella investigación tenía el objetivo, según rezaba su preámbulo, de "instruir los hechos delictivos cometidos en todo el territorio nacional durante la dominación roja". En ese momento las exhumaciones, hasta entonces en manos de los tribunales militares, o incluso de familiares y ayuntamientos, pasaron a ser competencia del Tribunal Supremo de la dictadura.

Todo el Estado se involucró en la tarea. Miriam Saqqa señala que a día de hoy las reparaciones a las víctimas del bando que perdió la guerra "no han tenido un respaldo político y estatal de igual magnitud". La dictadura entendió enseguida la importancia de la construcción de una narrativa nacional, al punto de que para obtener información sobre los muertos no dudaron en usar la coacción, la violencia, la represión. La idea del régimen era "aglutinar las diferentes realidades ideológicas y políticas" exaltando a sus héroes caídos, con un proceso "totalmente legislado" que construyese el "ideal de sociedad nacional".

El alcade Josep Maria i Marcet i Coll, en la inauguración del monumneto a los caídos de Sabadell en 1943.

El alcade Josep Maria i Marcet i Coll, en la inauguración del monumneto a los caídos de Sabadell en 1943. Archivo Nacional de Cataluña

La recuperación de los cadáveres se convirtió, cuenta la historiadora, "en un lugar desde el que ejercer el poder e instaurar el nuevo orden deseado". Los médicos forenses actuaban como agentes políticos. No en vano, el doctor Antonio Piga y Pascual, director de la Escuela de Medicina Legal durante la posguerra, opinaba que los médicos forenses a su cargo debían seguir el ejemplo "de los que han luchado y salvado España".

Una vez exhumados los cuerpos, la noticia se difundía en la prensa para enriquecer el relato propagandístico del régimen. La necesidad de asentar ese relato se da sobre todo al principio: el 49% de las noticias sobre exhumaciones que Saqqa ha localizado son de 1940.

El proceso solía ir acompañado de actos políticos y religiosos, que a menudo eran el colofón a los desenterramientos. Acudían representantes políticos, figuras del clero, autoridades militares. Había cortejos fúnebres al paso de los cuales la gente debía descubrirse y hacer el saludo nacional. A veces también tocaba la banda municipal. Todo con el fin de elevar a los mártires a un cielo que ya no era estrictamente religioso, como podría sugerir el término "mártir", sino más bien político e ideológico.

Olvido para el derrotado

Saqqa habla de una "exclusión radical de los vencidos" en las exhumaciones franquistas. Las víctimas republicanas no existían, aunque los huesos dijeran lo contrario. Los médicos forenses redactaban sus informes con arreglo a unas instrucciones de marcado acento ideológico. Un caso ejemplar es el del alcalde de Calera y Chozas, en Toledo. Junto a un equipo de investigadores, Saqqa localizó los restos del edil, que tenía el cráneo roto y signos de haber sido torturado.

En paralelo, encontraron la autopsia hecha por un forense de la dictadura, que había establecido que la muerte se debía a la obesidad y el alcoholismo. A la luz de los informes forenses de las exhumaciones, sabemos que el régimen tenía menos interés en establecer el origen y la causa de la muerte (uno de los objetivos fundamentales de la medicina forense) que en identificar ideológica y personalmente a los cadáveres. Si acaso, interesaba destacar la violencia ejercida por el enemigo, y el modo en que este la ejercía, para así convertir a la víctima en mártir y atribuir a los "rojos2 una violencia desmedida.

No obstante, el porcentaje de identificación no era alto. De los 3.017 cadáveres exhumados (una cifra seguramente inexacta) que se mencionan en la prensa entre 1936 y 1954, solo 840, es decir, el 27% de los cuerpos recuperados, se lograron identificar.

Otro ejemplo que Saqqa documenta con mucho detalle es el de los cadáveres que aparecieron en la Casa de Campo de Madrid en 1941: once hombres de entre 20 y 30 años, muertos en la primavera de 1937, a los que el régimen realizó todo tipo de exámenes con el fin de incluirlos en su lista de mártires.

Al final, sin embargo, debido a los objetos que llevaban, el fiscal que instruía el caso tuvo que descartar que los restos perteneciesen a "personas víctimas de la horda marxista" en los primeros meses del "Glorioso Movimiento Nacional", con lo cual el tratamiento a los cadáveres debía de ser distinto.

El caso se resolvió transportando los cuerpos al cementerio madrileño de la Almudena y enterrándolos en una fosa sin nombre, donde sus familiares no podrían identificarlos. Saqqa cree que podrían ser once jóvenes que participaron en la Operación Garabitas, una ofensiva republicana que pretendía recuperar zonas de la Casa de Campo para aislar la Ciudad Universitaria de su retaguardia.

Es el último ejemplo expuesto en el libro. Como sugiere Saqqa, aquellos once milicianos se vieron privados de un proceso que diera sentido a su muerte y ofreciera cierta reparación a sus familias. Sufrieron, como tantos muertos que yacían en las cunetas, lo que la historiadora llama una damnatio memoriae: una condena de la memoria.

"Churchill compró a los generales de Franco para que España no entrara en la guerra"

 https://www.elconfidencial.com/cultura/2016-09-13/vinas-churchill-franco-sobornos-guerra-mundial_1258665/

ángel viñas publica 'sobornos'

El historiador relata en su último libro cómo la documentación desclasificada recientemente demuestra la compra de voluntades para que la dictadura se mantuviera neutral


La historiografía ha hecho añicos ya hace tiempo la leyenda de que Franco salvó a España de la Segunda Guerra Mundial y evitó así la muerte de miles de españoles. Ha certificado que en realidad estaba ansioso por entrar en guerra pero que Hitler no aceptó sus demandas sobre el norte de África para no molestar a la Francia de Vichy. Y ha demostrado que la célebre "hábil prudencia" del Caudillo fue un latiguillo laudatorio sin base real acuñado por los suyos.

 

Y sin embargo, las idas y venidas del regimen franquista durante la Segunda Guerra Mundial resultaron tan rocambolescas y extrañas que parecía faltar una pieza que permitiera una comprensión más razonable de lo ocurrido. Esa pieza salió a la luz finalmente en 2013, al desclasificarse una serie de documentos británicos de los Archivos Nacionales de Kew: esa pieza era el soborno. Lo cuenta Ángel Viñas (Madrid, 1941) en 'Sobornos. De cómo Churchill y March compraron a los generales de Franco' (Crítica). En las páginas de su último y vibrante libro el historiador y economista reconstruye la compleja, exitosa y muy costosa operación levantada por los ingleses -con la crucial intermediación del banquero Juan March- para comprar voluntades entre los afines a Franco que presionaran al dictador con el fin de mantener a España neutral durante la contienda.

Foto: El historiador y economista Ángel Viñas (EFE)

PREGUNTA. El origen de este libro está en una serie de seis artículos que publicó en El Confidencial en 2013 a propósito de aquellos nuevos documentos británicos desclasificados. Fue entonces, escribe, cuando se dio cuenta del potencial de aquellos papeles.

 

RESPUESTA. La operación "Sobornos" fue una operación de inteligencia, no de espionaje, y hay dos formas de abordar operaciones de inteligencia. La primera es describir la operación y la segunda es la del historiador profesional que trata de estimar su impacto en un contexto táctico y estratégico, cuáles fueron sus resultados y cómo influyó en una determinada política. Esto es más difícil porque hay muchas operaciones de inteligencia que se agotan en sí mismas. En España la única que se conocía era la Operación Carne Picada, cuyo impacto estratégico -acerca de dónde se iba a producir el desembarco- fue exitoso pero limitado. La operación "Sobornos" tuvo sin embargo un impacto que duró toda la guerra.

 

P. ¿Cuál fue ese impacto?

 

R. Lo que los ingleses buscaban era construir un escudo protector con diversas capas para evitar que Franco se deslizara hacia el Eje. Las capas más conocidas fueron las políticas y diplomáticas. Luego la regulación de las importaciones, la llamada guerra económica que incluyó la célebre adquisición de wolframio. También fue importante la planificación militar que incluía quitarle Canarias a los españoles si entraban en la guerra. Y por último están las operaciones clandestinas de espionaje e inteligencia, de las que se conoce poco.

 

P. ¿En qué consistían?

 

R. Tenían varios pivotes. El primero era la recopilación de información por agentes españoles a sueldo del MI6 inglés. De eso no sabemos nada. El segundo correspondía a la actividad del SOE, un invento de Churchill para realizar operaciones de guerra subversiva y sabotaje por toda la Europa ocupada por los nazis. Sobre sus rocambolescas aventuras se ha escrito la intemerata. En España no actuó apenas. Y luego estaba lo que los ingleses llamaban el PWE. De esto no se conocía nada y yo le dedico el anexo. ¿Qué pasó? Que en España el SOE y el MI6 se subordinaron a la capa última, los sobornos, la pieza fundamental y más oscura. Para que tuvieran éxito, los sobornos tenían que aplicarse bajo ciertas condiciones ambientales. Había que tranquilizar a Franco y a los suyos y garantizar la seguridad de una dictadura neutral.

 

P. Uno de los grandes mitos sobre Franco es el de la “hábil prudencia” que le permitió sortear con éxito las trampas de la guerra mundial y decirle no virilmente a Hitler. Pero la documentación que usted ha manejado lo deshace. No era “hábil prudencia” sino más bien lo que usted llama "Führerprinzip". ¿"Führerprinzip" significaba que Franco se saltaba la ley?

 

R. ¡Él era la ley! Eso es lo que significa el "Führerprinzip". Los ingleses lo captaron rápidamente. Cuando el astuto embajador Hoare llega a Madrid el 1 de junio de 1940 rebotado se da cuenta, pese a lo que pensaba todo el mundo, que no está claro que Franco vaya a entrar en guerra pero que hay que ayudarle. Y es entonces cuando al agregado naval Alan Hillgarth se le ocurre la idea: vamos a comprar voluntades. Aunque yo creo que la idea en verdad se le ocurrió al banquero Juan March. En fin, todo fue muy rápido teniendo en cuenta que Inglaterra vivía entonces días muy difíciles tras Dunkerque y el cambio de gobierno: sólo cuatro días después de llegar a Madrid, Hoare escribe a Churchill solicitándole medio millón de libras para comprar al Régimen. Y Churchill no sólo acepta sino que ampara la operación desde el principio hasta el fin.

 

P. Usted señala que parte de esa prisa tenía que ver con el miedo a que Franco invadiera Gibraltar.

 

R. Exacto. Gibraltar era vital para los ingleses y en ese momento no era aún inexpugnable. Franco podía haberla tomado con ayuda alemana. Lo que los ingleses buscan en un primer momento con la operación "Sobornos" es ganar tiempo, en concreto seis meses para hacer Gibraltar inexpugnable. Y lo consiguieron.

 

P. Y sin embargo el mito persiste. El último en defenderlo en un libro reciente, que usted tacha de “lamentable”, ha sido Luis Suárez, de la Real Academia de Historia, famosa también por su célebre diccionario biográfico.

 

R. ¡Suárez decía esas cosas en un libro publicado el año pasado! Sin ni una sola nota a pie de página, por cierto. Él es académico de la RAH, tendrá sus méritos, aunque yo no se los veo. Los que siguen defendiendo ese mito ignoran la documentación y la que no la ignoran la distorsionan. Suárez cita por ejemplo un libro de Séguéla sobre la actuación de Lequerica en Hendaya… ¡pero lo que dice no es lo que dice ese autor en su libro! ¡Es lo contrario! Y si esto lo hace con un libro que cualquiera pueda consultar… imagínese lo que hará con los documentos que no están al alcance de todo el mundo. Es una atrocidad tras otra. Eso sí, con mucha prepotencia y aprovechándose del marchamo que le da estar en la Academia donde también hay gente respetable. A mí me da pena lo de Suárez pero estas cosas hay que decirlas, es un deber cívico.

 

P. Pero Suárez no es un revisionista, ¿no? No es un Pío Moa…

 

R. Yo a Pío Moa ni lo cito. No hay que dar cancha.

 

P. ¿Pasó ya aquella moda del revisionismo franquista que tantos libros despachó?

 

R. No. Ahora se centran en la responsabilidad sobre el desencadenamiento de la guerra civil y la crisis de la república. Ahora el principal revisionista es Stanley Payne.

 

P. ¿Qué le ha ocurrido a Stanley Payne?

 

R. Eso habrá que preguntárselo a él. Mi opinión es que Stanley Paine ha visto la posibilidad de hacer caja, así de simple, no sé si del PP, de Faes o de los dos.

 

P. Volvamos al libro. ¿Hasta qué punto fue útil la operación "Sobornos" a los intereses de los Aliados? ¿Piensa que sin ella España habría entrado en la guerra Mundial junto al Eje?

 

R. No lo sé pero la operación indudablemente consiguió su objetivo.

 

P. ¿Y cómo funcionaba?

 

R. Ese es el tema y no lo conocía nadie hasta ahora. No sabemos quiénes eran todos los sobornados por March aunque sí conocemos algunos nombres: Nicolás Franco, el hermano del dictador, que era un corrupto total, Kindelán, Orgaz, Aranda. Pero ojo, no cobraban al día. Se les dijo que si lograban que España se mantuviera al margen de la contienda, ellos cobrarían. Y así fue, cobraron después, en el año 44. Porque la operación, que en principio iba a durar seis meses, se fue prolongando. Sin duda,a los ingleses les parecía eficaz. Ahora la segunda etapa ya no buscaba que España se mantuviera neutral sino que, si los alemanes invadían España, el régimen ofreciera resistencia. Y ahí interviene Nicolás Franco.

 

P. En una entrevista a este medio en 2015 a propósito de su libro ‘La otra cara del Caudillo’ aseguraba que Franco entró en la guerra sin un duro y salió con 388 millones de euros. ¿Cuánto se embolsaron los generales españoles de los ingleses por mantener a Franco neutral?

 

R. No es nada fácil traducir libras de entonces a euros con los valores actuales. La cifra aproximada que yo doy son entre 350 y 380 millones de euros pero podrían llegar fácilmente a los mil millones de euros a distribuir entre 20 y 30 generales y hombres del régimen.

 

Los sobornos oscilaron entre los 350 y los mil millones de euros a distribuir entre 20 y 30 hombres del régimen

 

P. Eso es una barbaridad.

 

R. Pero una barbaridad. Y solamente para comprar voluntades para influir en Franco y lograr que no entrara en la guerra mundial. El problema para estos hombres es que el dinero lo recibieron de dos formas. March les daba pequeñas sumas en efectivo pero el grueso del dinero se depositó en cuentas en el extranjero, en Nueva York y en Ginebra. Y claro, eso era un problema porque tener cuentas en el extranjero era ilegal. El problema era cómo blanquear ese dinero. Y yo ahí he desentrañado, tras mucho trabajo, lo que llamo la operación "Navíos", mediante la cual March compró barcos por medios estrictamente legales y autorizados por el consejo de ministros -al que March por supuesto engañó- y se autorizaron una serie de importaciones fuera de cupo financiadas por el SOE que permitían a March importar mercancías para vender legalmente en el mercado intervenido con la condición de que una parte de esas mercancías March las vendiera en el mercado negro. March se convirtió así en un estraperlista autorizado por el gobierno. Mi hipótesis es que así blanqueó gran parte del dinero inglés. Y con ese dinero se compró la neutralidad de España en la guerra.

 

P. La famosa entrevista de Hendaya el 23 de octubre de 1940 es uno de los pilares principales del mito de la “hábil prudencia” de Franco y una de las reuniones más tergiversadas de la historia. Allí habría salvado a España de la Guerra Mundial. Relata que hay importantes lagunas en la documentación de aquella reunión pero… ¿qué nos dice lo que tenemos sobre lo que allí ocurrió?

 

R. Sobre Hendaya la única fuente es la minuta alemana sobre lo que se dijo en el encuentro, y no está completa. Yo sé algo de esto porque me he pasado la vida haciendo actas y minutas para ministros y primeros ministros y las minutas no siempre son un testimonio fidedigno. La derecha española - De la Cierva- ha dicho siempre que Hitler acudió a España dispuesto a engañar a Franco. Pues no señor. Hitler no engañó a Franco. Le dijo que el objeto de aquella entrevista era determinar en qué medidas eran compatibles los intereses alemanes, españoles y franceses de cara al reparto colonial. Hitler no quería que el ejército del Marruecos francés se revolviera contra el régimen de Vichy y Petain tampoco. Así que cuando Franco pidió que le dieran Marruecos en contrapartida por entrar en la guerra Hitler le dijo que no. Pero no le engañó, sencillamente no hubo acuerdo. Y ahí termina la minuta alemana. Pero tres días más tarde, nada menos, llega la minuta española, a cargo del barón De las Torres, y no tiene nada que ver con la alemana, está llena de loas al Caudillo.

 

La derecha española - De la Cierva- ha dicho siempre que Hitler acudió a España dispuesto a engañar a Franco. Pues no señor. Hitler no engañó a Franco

 

P. ¿Pero entonces qué pasó en Hendaya?

 

R. ¿Qué pasó en Hendaya? Pues que Hitler debió decir algo que no se recogió en la minuta. No sabemos qué dijo pero eso dio pie a Franco para escribirle una carta luego en la que le pedía que fijara esas manifestaciones verbales por escrito. ¿Qué dijo? Pues sería así como "no se preocupe usted, general, le doy mi palabra de honor de que esto se arreglará”. Y Franco lo quiso tener por escrito. Y Hitler se negó porque no se fiaba de los españoles, no creía que estuvieran en condiciones de guardar un secreto. Y los franceses se enterarían. Y no se fiaba con razón. A las 24 horas de celebrarse la conferencia de Hendaya los ingleses ya sabían lo que había ocurrido allí. Y es que en el séquito de Serrano Suñer tenían un espía.

 

P. Lamenta al final del libro que subsisten flecos incompletos que dejan su curiosidad insatisfecha. Siempre has dicho que más allá de los premios y los méritos académicos, la curiosidad es el motor determinante de tu trabajo como historiador. ¿Cómo anda de curiosidad la historiografía española actual?

 

R. La historiografía española actual sobre nuestro país está muy bien. Somos líderes. Lo anómalo era la situación actual dominada por los hispanistas. Y no minosvaloro nada su labor, hicieron historia de España en momentos muy difíciles.

 

P. “Y todavía hay gente que deplora que los descendientes de las víctimas reclamen su reconocimiento. ¡Qué forma de querer superar un pasado oscuro y embadurnado de sangre y lágrimas! Estas son las últimas palabras de 'Sobornos'. ¿Qué opina del proceso iniciado en 2007 con la Ley de Memoria histórica? ¿Qué opina de aquellos que dicen que reabre heridas?

 

R. ¡Pero cómo va a reabrir heridas si las heridas no están cerradas! Es más, cada día que se exhuma una fosa más nos demuestra lo que pasó. No se puede cerrar el pasado en falso. Cuidado, que las heridas de la guerra civil no se hayan cerrado del todo no significa que la sociedad española no sea una sociedad pacífica y democrática. Lo es. De lo que se trata es de hacer inteligible el pasado y un pasado tan mitificado por el franquismo exige un ajuste de cuentas con el franquismo mismo. Hay que abrir los archivos, desclasificarlos... España debe ser el único país en el que sales a hacer pícnic al bosque, abres las tarteras y de pronto te encuentras una fosa. ¿En qué otro país de Europa ocurre eso? En Alemania se ha hecho un gran esfuerzo para recuperar los restos... ¡de las SS! Y va a presentarles sus respetos la famila. O los histéricos...

Paco Cerdà: “Franco instrumentalizó el cadáver de Primo de Rivera para cimentar la dictadura y ocultar la represión”

 https://www.eldiario.es/sociedad/paco-cerda-franco-instrumentalizo-cadaver-primo-rivera-cimentar-dictadura-ocultar-represion_128_11648604.html

Paco Cerdà, escritor y periodista, acaba de publicar 'Presentes'.

Marta Borraz

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Brazo en alto, antorchas encendidas, gritos de arriba España. Son falangistas que caminan a paso marcado portando a hombros el féretro de José Antonio Primo de Rivera, fusilado tres años antes por los republicanos. Es 20 de noviembre de 1939 y comienza el cortejo fúnebre que trasladará el cuerpo sin vida del gran mártir del franquismo desde Alicante hasta Madrid, donde el dictador espera. Sin parar, día y noche, con relevos cada 10 kilómetros, el viaje acabará con el entierro del fundador de Falange en El Escorial, donde reposará hasta que sus restos sean movidos en 1959 al Valle de Cuelgamuros, de donde fue exhumado el año pasado.

Esta demostración de fuerza de los vencedores ocurre en la España de posguerra, pero en esos mismos días ocurren más cosas: Miguel Hernández es trasladado a prisión, la célebre escritora de Celia, Elena Fortún, llega exiliada a Buenos Aires y Pepe, encuadrado en el 127 Batallón de Trabajadores, es fusilado. Son algunos de los relatos que Paco Cerdà (Genovés, 1985) narra en Presentes (Alfaguara), un retrato de aquellos diez días y once noches a dos bandas, paralelo, en el que el escritor y periodista narra el fantasmagórico desfile y lo que este quiso eclipsar: las historias de represión y resistencia de los vencidos que, tras la exaltación falangista, estaban también ahí, presentes.

¿Con qué intención se organizó este peregrinaje fúnebre?

Exaltar, apropiarse y ocultar. Exaltar la figura de alguien que en vida solo tuvo el 0,4% de votos y al que convirtieron en un genio creador artífice de los imperios. Apropiarse Franco de todo lo que representaba Falange y que no se olvidara la cultura de la muerte que imperó en la España de la Guerra Civil y que iba a marcar la posguerra de una forma tan cruda. Es decir, instrumentalizar la figura de José Antonio para cimentar la dictadura con un gran símbolo y demostrar quién mandaba en la Nueva España. Por último, ocultar aquello que estaba pasando debajo de la alfombra, toda esa represión y resistencia de las víctimas.

Este cortejo es quizá la demostración más palpable de la mitificación de Primo de Rivera por parte del régimen. ¿En qué consistió esa sacralización?

En borrar su dimensión humana, eliminar las partes de su discurso que molestaban y subsumirlo como icono vacío de significado dentro de un movimiento de masas, un movimiento, por cierto, muy estático. A pesar de que José Antonio predicaba el nacionalsindicalismo y algunos elementos relacionados con la justicia social que a quienes estamos muy lejos de sus posicionamientos nos pueden descolocar, Franco desechó esa parte para apoyarse en el nacionalcatolicismo, la Iglesia y el militarismo. Es decir, lo vació por un lado y lo llenó de otro contenido por otro. Es increíble que alguien de 33 años pueda ser todos los epítetos que durante ese cortejo se le atribuían.

¿Y por qué él?

De entrada, porque fue un fusilado de guerra. Eso no hay que olvidarlo si vamos a mirar la Historia de una forma compleja. Usando la terminología franquista, fue un mártir, una víctima de la Guerra Civil. Y había tres elementos que el primer franquismo recalcaba: la cruz, la patria y la muerte. La religión, su idea de España y que muchos habían muerto por defender estas ideas. En este contexto, José Antonio era útil.

A mi, en general, me interesan los jodidos de la Historia, los derrotados, los que pagan un precio por el sacrificio en aras de un ideal colectivo

Habla del cortejo fúnebre como una demostración de fuerza de los nacionales, pero ¿enviaba un mensaje también a los disidentes?

Sí. No mandamos. Punto. Asustamos. Punto. Cuidado. Lo resumiría así.

Dice usted mismo que cuando vio el vídeo del peregrinaje rodado por el Departamento Nacional de Cinematografía se preguntó qué escondería aquel acto de exaltación. ¿Qué había detrás?

Detrás estaba mi bisabuelo en la cárcel por haber sido concejal de la República que sería fusilado después, en el 43, en Paterna. Y, como él, muchos otros. Detrás había 260.000 presos, 100.000 mutilados de guerra, 90.000 trabajadores de batallones forzados. Había censura, miedo, exilio, campos de concentración, maestros depurados, mujeres cuyo cuerpo estaba siendo utilizado de forma inmisericorde... Mientras, en un país que los diarios llamaban 'de zurcidos a domicilio', se estaba intentando crear una realidad inventada, delirante, fastuosa y de imperios que no tenía sustento en la realidad. Había mucho que esconder y esta era una forma bastante hábil de construir el mito, de inculcar miedo y eclipsar la represión.

Presentes pone el foco precisamente en esa microhistoria de los vencidos.

A mí, en general, me interesan los jodidos de la Historia, los derrotados, los que pagan un precio por el sacrificio en aras de un ideal colectivo.

¿Qué le interesa de ellos?

Fernando de Rojas, autor de La Celestina, que fue censurada por el régimen, decía “no es vencido sino el que cree serlo”. Estas son historias que normalmente caen fuera de los grandes relatos, pero para mí ahí está la vida. Cuando leo las cartas que el campesino Marcelino le escribía a Benigna desde un campo de trabajo diciéndole “aguanta” y pidiendo a sus hijos que estudiaran francés, me parece estar asistiendo de verdad a la Historia. Y no tanto cuando leo en el periódico Arriba: “Pasa José Antonio, pasa el Imperio”. Esa es una España de cartón piedra. La otra es la España de la esperanza, que fue el asidero al que muchas de estas personas se agarraron para sobrevivir y, si perdieron su vida, sobrevivieron sus ideales.

Si bien el cortejo cimentó buena parte del andamiaje simbólico de la dictadura, este otro universo de la derrota durante la posguerra asienta el andamiaje simbólico de la dignidad

¿Qué buscaba al construir esta doble dimensión de aquellos días del 39?

Buscaba mostrar lo que nadie pudo percibir durante ese desfile. La gente pudo ver el engrandecimiento de una figura y su apropiación por parte de un dictador, pero yo quería contar las otras vidas. Si bien el cortejo cimentó buena parte del andamiaje simbólico de la dictadura, este otro universo de la derrota durante la posguerra asienta el andamiaje simbólico de la dignidad. Muchos, demasiados, insoportablemente demasiados, murieron, pero sus ideales no. Hacerlos presentes es un acto casi de reconciliación íntima con la historia de mi bisabuelo y de justicia poética.

A lo largo del libro el miedo es una emoción que está muy presente.

Sí, el miedo fue una herramienta usada para disuadir a la disidencia. Las dictaduras lo saben: no es tan importante lo que hacen, sino lo que parece que pueden llegar a ser capaces de hacer. Esa telaraña viscosa que asusta, disuade y paraliza es un peligro, no solo en el 39, en cualquier época, también la actual. Ahora bien, no quiero ser deshonesto. Es fácil hacer una épica de la valentía y de los héroes sin ver cómo acaban muchos de ellos. La valentía tiene un precio y un sacrificio individual que ¿compensa? Tengo claro que sí colectivamente, pero ¿quieres ser tú esa punta de lanza? Es algo que reflexiono habitualmente.

Aunque la mayoría son historias de perdedores de la guerra, también reserva algunas a vencedores que también han sufrido los horrores de la guerra. ¿Por qué decidió no pasarlas por alto?

Son supuestos vencedores, más bien. Fíjate qué putada ser un vencedor como Andrés, mutilado de guerra, que pedía permiso para no hacer colas para que le dieran su comida porque no podía masticar por las heridas en la mandíbula. O qué vencedora es Pilar de Valderrama, pareja de Antonio Machado, que pese a su origen burgués y tendencia política, ha perdido a un hijo, su casa y al poeta. O ese requeté al que le dijeron que morir por Dios es causa de salvación eterna, y murió enfermo y completamente solo.

¿Por qué los incluí? Porque odio el maniqueísmo. Me parece empobrecedor intelectualmente, brocha gorda y un insulto a la inteligencia. También me parecía tergiversar la España del 39. Había mucho dolor y mucha desgracia en muchos sitios distintos. No estoy diciendo que haya que equiparar. Mi mirada es humanista e intento no ser nunca equidistante porque hacerlo sería también otro insulto a la ética y a la memoria, pero no tenemos que tener miedo a mirar de frente a nuestros monstruos. Sean los que sean.

¿Cree que el libro contribuiría a alguien que niega la memoria histórica, como hace Vox, a hacerlo menos?

No me gusta hacer traslaciones al presente y menos entrar en unos mundos que no son los míos. Hubo una primera memoria histórica que se asentó en el 39, que fue sectaria, fanática y falsa porque excluyó a todo el otro hemisferio. Federico García Lorca decía que hay que recordar hacia mañana. Para mí, la memoria es enemiga de la nostalgia, que se solaza en el pasado. La memoria busca transformar el presente y el futuro. Me gustaría más memoriosos que nostálgicos.

En algunos momentos del libro utiliza una forma particular al escribir algunos lemas que se repetían en aquel momento, como arribaespaña o nopasarán. ¿Por qué?

Es un intento de demostrar que hay frases, lemas, cánticos sobre los que no se reflexiona y se dicen sin saber exactamente qué se está diciendo.