Hubo al menos tres pueblos del Valle del Guadiato que se convirtieron por completo en cárceles tras ser rodeados por alambradas
Córdoba tuvo 13 campos de concentración o de trabajo entre los años 1936 y 1954. Una reciente investigación del periodista Carlos Hernández, plasmada en su libro Los campos de concentración de Franco, ha encontrado un total de 12 recintos donde se concentraron los presos que podían haber tenido algún tipo de vinculación con la República Española en la provincia de Córdoba. En ocasiones, se trató de pueblos enteros que fueron rodeados con alambradas y que se convirtieron, literalmente, en municipios-cárceles. En otras, los presos se localizaron en todo tipo de edificios cercanos a grandes fábricas o construcciones de obras públicas para ser usados como mano de obra gratuita.
Esta investigación, que acaba de ver la luz y que este martes fue publicada por eldiario.es, expone que en toda España fueron entre 700.000 y un millón las personas que pasaron por estos campos de concentración. En Córdoba, se conocía la existencia de una decena, que ahora esta investigación ha concretado exactamente en 13.
Recientemente, el doctor en Historia Francisco Navarro presentó otro libro en la ciudad titulado Cautivos en Córdoba (1937-1942), donde localizó estos campos de concentración. Este historiador concretó que hubo, además una treintena de unidades de trabajos forzados en Córdoba, una provincia donde se llegaron a contabilizar unos 60.000 presos.
En la ciudad de Córdoba se ubicaron tres campos de concentración y trabajos forzados. Uno se localizó en el Convento de San Cayetano y otro más en la zona conocida como Córdoba La Vieja -una parte conocida como Suerte Chica o Suerte de los Prisioneros dentro de la finca Córdoba La Vieja-, donde ya empezaban a aflorar las ruinas de Medina Azahara. En la base militar de Cerro Muriano también se calcula que hubo más de 300 presos. La investigación expone que gran parte de esta mano de obra se usó para trabajar en la fábrica de cemento de Asland. Posteriormente, el mismo cemento fabricado por estos presos era usado en la construcción de la prisión provincial de Fátima, también levantada en su mayor parte por estos presidiarios que, en algunos casos, acabaron entrando años después en ella.
Pero es en la provincia de Córdoba donde más campos de concentración se localizan. El Valle del Guadiato y Los Pedroches fueron dos comarcas fuertes para el Ejército Republicano. El fin de la Guerra Civil provocó la captura masiva de soldados republicanos. Tantos fueron que tres pueblos del Guadiato se convirtieron literalmente en campos de concentración. El Ejército Franquista rodeó con alambrada Los Blázquez, Valsequillo y La Granjuela. Sus habitantes y miles de soldados se convirtieron en presos. En el Guadiato, además, consta que existieron otros dos campos de concentración en Fuente Obejuna y en Peñarroya-Pueblonuevo.
El Sur de la provincia tampoco se libró. Así, hay constancia de la existencia de otros cuatro campos de concentración franquistas más en Montilla (en los colegios femeninos Rebaño de María y La Aurora), en Aguilar de la Frontera (en otro colegio de la calle Pozuelo), en Cabra (en un edificio de la actual Plaza Vieja) y en Lucena (en las escuelas del convento de los Padres Franciscanos).
Ninguno de los presos había sido juzgado ni acusado formalmente ni siquiera por tribunales franquistas, y pasaron ahí una media de 5 años. Sobre todo eran combatientes republicanos, aunque también había “alcaldes o militantes de izquierdas” capturados tras el golpe de estado en localidades que cayeron en manos del ejército franquista, según señala la investigación del periodista Carlos Hernández.
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