JUEVES, 28 DE FEBRERO DE 2013
Manifestación por Andalucía. Fuente: Centro de Estudios Andaluces (2011) |
Si echamos un vistazo a la “galería de hijos ilustres o adoptivos” del pasado siglo XX en Porcuna, tanto en la obra de Eugenio Molina R. de Aguilera (1925), como en la de Manuel Heredia Espinosa(1994), encontraremos tres particularidades que hoy serían reprobables por una sociedad que se autodenomina “igualitaria”, “democrática” y defensora de los Derechos Humanos. A saber: los valores ensalzados otrora por las autoridades no fueron otros que la milicia, la sangre (propia), la patria, y las heroicas gestas de armas; sin olvidar su participación en intrigas palaciegas, asonadas, golpes de estado y consecuentes crímenes; mezclados con piadosos personajes, místicos hombres que blandían la cruz como si de una espada se tratase en su peculiar misión evangelizadora; y, finalmente, toda una saga de políticos, endémicos y endogámicos, viva imagen del conservadurismo agrario español, verdadera plaga bíblica de langosta, donde convergía la posesión de la tierra, con el omnímodo poder en las instituciones políticas y sociales de la época. La segunda particularidad, nada desdeñable, es la inexistencia del sexo femenino entre tanto héroe y testosterona, como si en Porcuna no hubiese habido mujer alguna -sin incluir a la patrona- que por méritos civiles, humanos o mundanos, sobresaliese por otras cualidades que no fuesen las espirituales o el acarreo sudoroso de cántaros en plena batalla contra el gabacho. Amas de casa, maestras, parteras, enfermeras, escritoras, sufragistas, …, el llamado despectivamente “de profesión su sexo o sus labores”, de izquierdas o de derechas, son y han sido relegadas al olvido, cosificadas dentro de una sociedad falócrata e intransigente. La tercera, igual de repugnante, es que este año se cumple, en el mes de noviembre, sesenta años de la concesión de laprimera “Medalla de oro y brillantes de la ciudad” a Franco, el mayor “criminalísimo” de la Historia de España, y al que nada le debemos los porcunenses, salvo el dolor y el hambre sufridos como consecuencia de su golpe de estado. Vergüenza nos debería de dar a los ciudadanos de Porcuna, no ya por el incumplimiento de la llamada Ley de Memoria Histórica, sino por higiene democrática, que un dictador siga ostentando honores y distinciones que deberían estar reservados a aquellos que le combatieron
"no entiendo como un poder civil puede conceder honores y distinciones a un orden claramente diferenciado como es el poder eclesiástico"
La fidelidad, el clientelismo, una monarquía decadente y dos dictaduras nos han dejado un siglo XX erosionado, una serie de huellas arqueológicas propias de misóginos y evergetas, en forma de adopciones, placas conmemorativas, medallas, cruces y viejos rótulos callejeros desconchados, que ufanos y soberbios, retan el paso de los años, conmemorando lo mejorcito de cada época de la historia, cuando no de la histeria colectiva, en forma de cruz de los caídos por Dios y por la Patria.
Ha sido el PP de Porcuna, si no recuerdo mal, el mismo que en 1980 nos decía “Andaluz, éste no es tu referéndum”, el que ha convertido el 28 de Febrero en el Día o la Gala de Andalucía, de los hijos ilustres y adoptivos, de las chatarreras, los diplomas y premios de consolación. Desconozco sinceramente si el Ayuntamiento de Porcuna tiene una ordenanza o reglamento de títulos, honores y distinciones para “premiar” a los hijos u otras personas los “servicios” prestados a la comunidad, a Porcuna. Desconozco, dicho sea de paso, los principios y criterios que deben guiar esas concesiones, aunque suponemos, por paralelismo en otras administraciones, que no hay otras opiniones salvo las del Alcalde, el Pleno Municipal y algún “asesor” que suele saber de todo y de nada. Tampoco, por seguir hendiendo, el pueblo, al que no se le ha pedido opinión, conoce el expediente acreditativo de sus merecimientos, salvo cuando todo el pescado está vendido, allí en el auditorio del viejo cine, encorsetados en sus trajes, con sus corbatas ahogadizas, y por “ovatio”, como si del senado romano se tratase, el “hijo”, adoptado sin pasar por el hospicio, consigue las bendiciones populares.
Pues bien, este 28 de Febrero de 2013 tendremos un nuevo “hijo adoptivo” de Porcuna. Desconozco cuáles son sus merecimientos, salvo las notas autobiográficas que he leído a través de la web del Ayuntamiento de Porcuna, donde el homenajeado nos relata sus méritos, que son los que tocan, pues los deméritos tendrían que contarlos otro. No voy a entrar, y además no lo sé, en qué ha consistido su labor evangelizadora desde que fuese párroco o profesor en Porcuna. Buenas personas ha habido siempre, y no han sido merecedoras de ningún distingo, y creer en Dios, difundir su palabra y hacer su trabajo en suma, como cualquier obrero u oficinista, no debiera ser merecimiento alguno digno de encumbrar. Además, no entiendo como un poder civil puede conceder honores y distinciones a un orden claramente diferenciado como es el poder eclesiástico, que ya en su organigrama de funcionamiento tiene perfectamente engrasados sus ascensos y reconocimientos desde que son tonsurados. Es como si el pleno municipal de Porcuna nombrase presidente de gobierno a Rajoy, cuando evidentemente no le corresponde.
Sí, este reverendo padre desde hace años es el Presidente de la Comisión de Causas de Santos, o lo que es lo mismo, el encargado de proponer los procesos de canonización de los mártires religiosos asesinados durante la pasada contienda civil.
Uno de los más grandes literatos y pensadores que ha dado el siglo XX, José Saramago, nos decía“somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”. Pues bien, para aquellos que piensen que los que nos dedicamos a la Historia y la recuperación de la memoria social de nuestros olvidados y lastrados antepasados, no merecemos ni el suelo que pisamos, ni los alimentos que ingerimos, así como que nuestra lucha consume recursos de los que carecemos en tiempos de crisis, les diré, sin ninguna animadversión personal, que nuestro párroco adoptivo desde hace muchísimos años, y gracias en parte a los medios económicos que le proporciona la Iglesia católica (una parte es dinero público), se dedica en cuerpo y suponemos que en alma, a la recuperación de la memoria de los santos mártires caídos en la cruzada contra el marxismo. Sí, este reverendo padre desde hace años es el Presidente de la Comisión de Causas de Santos, o lo que es lo mismo, el encargado de proponer los procesos de canonización de los mártires religiosos asesinados durante la pasada contienda civil. Es precisamente en 2007, en pleno debate de la llamada Ley de Memoria Histórica, cuando el obispo de Jaén le encarga, como si de una nueva contrarreforma se tratase, impulsar el “estudio histórico, serio y bien fundamentado sobre los avatares” de la Iglesia entre 1936-1939. El resultado no se hizo esperar, y en 2010 en la sacristía de la catedral de Jaén, se presentó el libro de Manuel López Pérez, “La persecución religiosa en la provincia de Jaén. 1936-1939”. Su afán por canonizar, e incluso beatificar si se diese el caso, a los santos mártires lo ha llevado en varias ocasiones a Roma para entrevistarse con altas personalidades eclesiásticas y exponerle el tema de marras, entre los que se encuentra su propio tío,Manuel Aranda Espejo, asesinado en Monte López Alvárez (Martos), cuya asociación también preside en lo que parece ser una nueva “cruzada” adaptada a los nuevos tiempos.
Nuestro párroco se ha dejado caer en los últimos años con algunas perlas en la Revista de la Cofradía de Alharilla (RCA), donde nos ha narrado, sin demasiado rigor histórico, los martirios sufridos por varios religiosos, entre los que se encuentran seis porcunenses, aunque sólo uno fuese asesinado en Porcuna un 14 de diciembre de 1936. Se trata de Felipe Vallejo Molina, del que nuestro adoptado párroco nos dice que “le mataron porque era sacerdote y por la labor que llevaba, anunciando y propagando la Religión Católica” (RCA:2011:26), sin citar la fuente de procedencia, si bien pudiera ser el sobrino del fallecido, el también cura Rafael Vallejos (que no cita, pese a tener varios escritos sobre su tío). Tampoco menciona en el martilogio que el cura Felipe Vallejos confundía ciertamente las labores divinas con las mundanas, al participar con cierto descaro en la política de los años veinte y treinta del pasado siglo (cfr. Victoriano Guisasola Menéndez). Fue concejal durante la dictadura de Primo de Rivera, alfonsino convencido y militante activo del partido de Renovación Española, de orientación derechista que finalmente se integró en Falange. Naturalmente, esto no es óbice para que fuese asesinado. Tampoco nuestro adoptivo presidente de la “Comisión Causas de Santos” hace mención alguna a los demás párrocos o religiosas que salvaron su vida gracias a la intervención de las autoridades republicanas, como pudiera ser el caso de Ramón Anguita que vivió en zona roja; o las hermanas de San José, que siguieron con sus labores y atendiendo a los heridos en el hospital de San Benito.
Finalmente, para no extendernos más, considero que no es la persona más indicada para otorgarle el título de hijo adoptivo de Porcuna; ya que en ninguno de sus escritos, como religioso que es, hay palabras de reconocimiento a las otras víctimas, a los miles de asesinados, encarcelados, torturados y represaliados por un régimen, el franquista, que tampoco condena. Jesús nunca estuvo al lado del poder, y precisamente fue el poder quien lo mató, ¿por qué tendríamos nosotros que reconocer a un hijo adoptivo que excluye a los otros, los vencidos, y menosprecia con su silencio los derechos humanos?.
Arturo Pino.
28.02.13. Proyecto TLNPorcuna.
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