La imagen del cruce del acebucho
posiblemente sea la última que captaron las pupilas de Alfonso Sanz Martín,
"El Corneta",
donde lo mataron el 24 de agosto de 1947 |
A la salida de la
cárcel, Leonor se quedo en Córdoba trabajando de sirvienta. Decidieron
que los abuelos y las niñas marcharan a vivir a Alcolea para poder encontrar
trabajo y tranquilidad lejos de las miradas maliciosas y burlonas de algunos
vecinos y de la amenaza de que le quitasen a sus hijas. Ya en una ocasión,
volviendo de la siega, Leonor se encontró con dos mujeres que se llevaban a sus
niñas, sin hacer caso de la madre y disputándose a la mas graciosa, las
llevaron a la iglesia y sin más permiso que el que les concedía ser “quienes
eran” las bautizaron. Lola, la pequeña era una niña zalamera, divertida y
bonita que a sus 5 años no entendía de “rojos” ni de ”nacionales”. La llevaban
al casino donde subida en una mesa arrancaba por sevillanas enamorando a todos
los que estaban a su alrededor, con una gracia que nadie sabía de dónde salía y
una alegría extraña en los tiempos que corrían. Su madre recuerda que siempre
estaba hambrienta, pendiente de apurar el plato de su hermana.
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