La Asociación Comisión de la Verdad de San Sebastián de los Reyes y la Sociedad de Ciencias Aranzadi han comenzado a excavar en una de las dos fosas de Colmenar Viejo donde fueron arrojados los cuerpos de 107 hombres y una mujer fusilados por las fuerzas franquistas en 1939.
Este lunes 22 de agosto, 83 años después del fin de la Guerra Civil, ha dado comienzo la primera exhumación de víctimas civiles de la contienda enterradas en fosas comunes que tiene lugar en la Comunidad de Madrid. La excavación se produce tras años de trabajo de la Asociación Comisión de la Verdad de San Sebastián de los Reyes (ACVSSR), que lleva tiempo trabajando para recuperar la memoria de las víctimas del franquismo que yacen en estas dos fosas situadas en el cementerio parroquial de Colmenar Viejo.
En ambas se han documentado los cuerpos sin vida de 107 hombres y una mujer, fusilados en las tapias del cementerio entre el 15 de abril y el 1 de diciembre de 1939 por sus ideas políticas y por defender la legalidad de la II República. Veinticinco de ellos eran vecinos de San Sebastián de Madrid, como se denominaba entonces al municipio de San Sebastián de los Reyes. Entre ellos se encuentran los restos de Manuel Mateo López, alcalde de esta villa entonces, así como otros nombres pertenecientes a la corporación municipal que también fueron asesinados.
Además, 44 eran vecinos de Colmenar Viejo —incluida Martina Aparicio Bastero, la única mujer, de 32 años de edad—, 16 de Fuencarral, 11 de Hortaleza, cinco de Moralzarzal, cuatro de Soto del Real, dos de Manzanares, uno de Miraflores de la Sierra y otro de El Molar.
Entre ellos también fueron fusilados los alcaldes de Colmenar Viejo y Soto del Real, así como numerosos sindicalistas de UGT y CNT y militantes socialistas y comunistas. Contemplar la lista de los fusilados pone la carne de gallina: 64 eran jóvenes menores de 35 años, algunos de ellos en la veintena.
Aunque parezca increíble, tanto la existencia de las dos fosas comunes como los dos importantes bombardeos de la Legión Cóndor que arrasaron Colmenar Viejo bajo órdenes fascistas el 21 de julio y el 28 de noviembre de 1937 son desconocidos para una inmensa mayoría de su población. Fue en 2015 cuando salió a la luz pública toda esta información silenciada durante años. A partir de entonces comenzaron a hacerse homenajes en la tapia del cementerio donde se produjeron los fusilamientos como en el interior del recinto, junto a las fosas comunes.
Poco a poco se fue localizando a las familias de las 108 personas fusiladas gracias al trabajo de voluntarios e historiadores que, bajo la coordinación del antropólogo Roberto Fernández, publicaron el libro La Sierra Convulsa, después de muchos años de investigación.
En 2018, diferentes colectivos de memoria histórica consiguieron que se colocara un memorial con los nombres de todas las víctimas para “que su nombre no se borre de la historia”, como reza el mismo. Se había iniciado un camino que les llevó en 2021 hasta la Secretaría de Estado de Memoria Democrática, órgano del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, donde la Asociación Comisión de la Verdad de San Sebastián de los Reyes presentó un proyecto solicitando una subvención para iniciar los trabajos de exhumación de las fosas de Colmenar Viejo que finalmente fue aprobado.
Almudena García-Rubio, antropóloga forense de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, será la responsable de los trabajos de exhumación, que cuentan con el visto bueno del Arzobispado de Madrid —dado que el cementerio es de su propiedad— y con el permiso del Ayuntamiento de Colmenar Viejo, gobernado por el Partido Popular. También con el visto bueno de los consistorios de donde procedían las víctimas, requisitos en los que ha trabajado la Asociación Comisión de la Verdad de San Sebastián de los Reyes. Según cuenta Carmen Carreras, secretaria de la misma, “ha sido complicado, pero merece la pena por todas las víctimas y por sus familiares. Conocer la verdad es el primer paso para que esto nunca vuelva a ocurrir”.
Los trabajos que han comenzado hoy, sin embargo, son limitados. “Contamos con una ayuda de 22.900 euros, por eso solo se podrá abrir una de las fosas”, señala Carreras. “Identificar los cuerpos no va a ser tarea fácil debido al paso del tiempo. Esperamos que, con la ayuda de los familiares y contrastando el ADN de los fusilados con sus descendientes, podamos recuperar sus restos, cerrar heridas y dignificar su memoria”.
Para los familiares de las víctimas, la exhumación supone todo un triunfo. Con la colocación del memorial por fin tuvieron un lugar donde honrar su memoria, donde llevar unas flores. Para Esther Mateo, nieta de Manuel Mateo López, “es un consuelo, una alegría triste”. Recuerda, mientras se le humedecen los ojos, la carta que su abuelo dejó para la familia donde decía que lo sentía mucho porque no iba a poder comprar a su hijo la bici que le había prometido.
Gema López Navacerrada y su madre Benita Navacerrada López, nieta e hija de fusilado, también tienen sentimientos encontrados. Quizás puedan despejar los rumores de si su familiar fue quemado en lugar de ser fusilado si aparecen sus restos. “Para nosotras, que la gente sepa quién fue mi abuelo, y para mi madre todo el reconocimiento de su padre, ha sido muy importante”, cuenta Gema.
Desde la organización señalan que se establecerán jornadas de puertas abiertas, pero todavía está pendiente el correspondiente permiso. “Lo iremos anunciando a través de twitter @ACVSSR”, indican desde la asociación.
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