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Ni los fusiles, ni más de medio siglo del ocultamiento borraron de la memoria del mundo, la vida y el legado del poeta español Federico García Lorca, de cuyo asesinato por el régimen franquista se cumplen 80 años este agosto. La historia de Lorca es la muestra de cómo la memoria y el arte prevalecen sobre los violentos y la barbarie.
Por Daniel Valencia, periodista del CNMH.
El poeta fue perseguido por el régimen español por los temas que trataba en sus obras, algunas prohibidas por la censura de la Dictadura de Primo de Rivera, sus ideas libertarias y su homosexualidad. Sin embargo, a pesar de todas las injusticias cometidas con él y del intento del franquismo de acallarlo por medio de la violencia, la memoria y la belleza del legado artístico de García Lorca prevalecen a través de sus poemas, su prosa y obras de teatro. Hoy es recordado por millones de personas a nivel mundial.
Ya se sabía que el poeta corría peligro en su tierra natal. Colombia y México le ofrecieron asilo pero los rechazó, volvió a España y el acoso empezó de inmediato. Después de dos registros a su casa, García Lorca decide esconderse donde unos amigos pero allí fue detenido a principios de agosto de 1936 después del golpe de Estado contra la II República Española. Su arresto, asesinato y desaparición forzosa fueron premeditados por el régimen franquista y hasta el día de hoy sus restos no han sido encontrados aunque se supone que están en la fosa común del barranco de Viznar, en Granada, donde se estima hay entre 3.000 y 4.000 personas enterradas. García Lorca hace parte de las 114.000 víctimas de desapariciones forzadas durante la Guerra Civil Española, una cifra que convierte a España en el segundo país del mundo con más desaparecidos tras Camboya.
Antes de su muerte el poeta había escrito unos versos que casi anticipaban su desaparición:
Cuando se hundieron las formas puras / bajo el cri cri de las margaritas, / comprendí que me habían asesinado. / Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias, / abrieron los toneles y los armarios, / destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro. / Ya no me encontraron. / ¿No me encontraron? / No. No me encontraron. / Pero se supo que la sexta luna huyó torrente arriba, / y que el mar recordó ¡de pronto! / los nombres de todos sus ahogados.
Arte para narrar el conflicto
La censura, la persecución en razón del pensamiento político y de la discriminación por la sexualidad que persiguieron al poeta andaluz, no son temas ajenos al conflicto Colombiano (Ver informes Aniquilar la diferencia, La palabra y el silencio, Desaparición Forzada). Pero tampoco lo son la resistencia, la denuncia y las reivindicaciones través del arte.
El arte es uno de los vehículos para preservar la memoria y que las vidas y la dignidad de las víctimas prevalezcan ante el horror que las intentó desvanecer. En Colombia se cuentan por cientos las iniciativas artísticas de memoria de artes plásticas, música y teatro, que han recogido los relatos y las vidas de las víctimas del conflicto y las preservan para la posteridad, con el ánimo de que se sepa lo que pasó, sensibilizar a la sociedad y que esto no vuelva a ocurrir.
“El teatro es poesía que se sale del libro para hacerse humana”, decía García Lorca. Y es el caso también del dramaturgo alemán Bertolt Brecht, en cuyas obras se conservan los horrores y a la vez las situaciones cotidianas de resistencia y dignidad que protagonizaron los alemanes en tiempos del régimen Nazi. Un año después de la muerte de Lorca, en 1937, la forma de Brecht homenajear a Lorca fue escribir una obra de teatro, Los fusiles de la madre Carrar, sobre el drama de la guerra fratricida y desplazamiento masivo de decenas de miles de personas desde Málaga hacia Almería ante la entrada de los franquistas a la ciudad. Fue su forma artística de denunciar, de no callar ante la injusticia y de asegurar que lo que allí ocurrió no se olvidará jamás.
Lorca y Brecht, dos de los más grandes dramaturgos y poetas del siglo pasado, nunca se conocieron en vida y vivieron separados por miles de kilómetros de distancia, pero tenían dos cosas en común: ambos fueron víctimas de la guerra en sus países de origen y, a través de su arte, la memoria de los tiempos sombríos permanece, pero sobre todo, la memoria de las víctimas y de las luchas cotidianas de los sobrevivieron y los querían un mundo mejor.
Publicado en Noticias CNMH
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