Esta claro que el fusilamiento de Lorca fue uno de los grandes acontecimientos de la Guerra Civil, por la transcendencia nacional e internacional del poeta granadino. Su asesinato se conoce en todo el mundo, lo han estudiado historiadores, periodistas e hispanistas. Y su obra se revalorizó aun más tras su fusilamiento.
Esta claro que el fusilamiento de Lorca fue uno de los grandes acontecimientos de la Guerra Civil, por la transcendencia nacional e internacional del poeta granadino. Su asesinato se conoce en todo el mundo, lo han estudiado historiadores, periodistas e hispanistas. Y su obra se revalorizó aun más tras su fusilamiento.
Sin embargo, Lorca, no fue fusilado sólo. Ni tampoco enterrado sólo. Quienes fueron fusilados junto a él fueron:
Francisco Galadí y Joaquín Arcollas: Ambos eran banderilleros anarquistas. Eran muy conocidos en el mundo taurino. Los dos sindicalistas eran de los llamados “hombres de acción” de la CNT-FAI. Galadí y Cabezas se unieron a la resistencia en el Albaicín para hacer frente a los militares golpistas. Tras la caída del popular barrio granadino, rompieron el cerco al que estaban sometidos, con la intención de seguir combatiendo en defensa por la República. Antes de partir, Galadí quiso ver a su hijo y acudió a un encuentro secreto para despedirse del pequeño de 10 años. Sin embargo, alguien lo delató, y aprovecharon la oportunidad para detenerlo junto a Cabezas, su compañero inseparable en la lucha política, y en el ruedo. Fueron azotados y golpeados en el centro de Granada, como escarmiento público, y llevados a Víznar para fusilarlos. El comandante Valdés, máximo responsable de la represión, les tenía especial odio por la rebeldía que siempre habían mostrado. Después de cometer el crimen, los falangistas registraron sus domicilios y quemaron la mayor parte de los documentos y recuerdos familiares. Apenas nos queda un cartel taurino en el que son anunciados como banderilleros y unas fotos con capote y traje de luces.
Quien también está enterrado con ellos es:
Quien también está enterrado con ellos es:
Dióscoro Galindo González: maestro de Pulianas (Granada). Defensor de la escuela popular y laica. Conocido como “el maestro cojo”, tras perder la pierna izquierda en un accidente. Dióscoro participó activamente en las llamadas misiones pedagógicas, destinadas a erradicar el analfabetismo, muy extendido entre la población rural. Formado en la Institución Libre de Enseñanza, Dióscoro era un maestro humanista y solidario. Organizaba clases nocturnas para los alumnos que no podían ir al colegio porque debían ayudar a sus padres en las faenas agrícolas. Las familias con escasos recursos económicos apreciaban los gestos solidarios del maestro. El maestro Galindo se significó aún más como republicano en las elecciones del 16 de febrero de 1936, cuando representó al Frente Popular en la mesa electoral frente a la candidatura de la derecha. Desempeñó un papel decisivo para impedir que los caciques de Pulianas cometieran fraude en aquella jornada electoral, y sus adversarios políticos nunca le perdonaron la intensa actividad que desarrolló para garantizar la limpieza de la consulta democrática. Cuando el Frente Popular ganó las elecciones, muchos vecinos del pueblo desfilaron delante de su casa al grito: “¡Viva el maestro nacional de Pulianas!”.
El 20 de julio, día de la sublevación militar en Granada, Dióscoro Galindo era ya un hombre señalado por los falangistas de Pulianas como el maestro rojo. Varios pistoleros de la Falange, lo detuvieron en su casa, a las dos de la madrugada del 18 de agosto de 1936, en medio del pánico familiar. Su hijo, Antonio Galindo, fue amenazado de muerte por intentar acompañarle al Gobierno Civil, donde Dióscoro coincidió con Federico García Lorca. Horas más tarde, maestro y poeta fueron llevados a La Colonia, un cortijo de Víznar convertido en antesala de la muerte.
Actualmente se siguen buscando en el Peñón de Colorado de Alfacar (Granada) los restos de Federico García Lorca, del maestro republicano Dióscoro Galindo y los banderilleros Francisco Galadí y Joaquín Arcollas. Que ninguno de sus nombres y sus historia se olvide.
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