De una súbdita española al ciudadano Hollande y a la
ciudadana Anne Hidalgo.
Madrid, 30 de septiembre de
2014
Estimados señor y señora. Les escribo a
ustedes, tras una breve estancia en París, para agradecerles, muy sinceramente,
el homenaje a los republicanos españoles durante la celebración de la
liberación de París este agosto y el reconocimiento a la bandera tricolor de la
democracia y la libertad con la que miles de españoles lucharon junto a las
tropas aliadas, junto a los franceses, contra el fascismo, en las duras
batallas libradas en toda Europa y África.
Como se sabe, la lucha contra el fascismo
sigue en la tierra; es una lucha internacional que nos compromete a todos los
demócratas, a todos los que llevamos grabados en el corazón la triple divisa: Libertad, Igualdad, Fraternidad, divisa
por la que trabajamos y que un día en España hicieron realidad los republicanos
durante la II República española, breve periodo de tiempo muy fructífero en
reformas y avances sociales, culturales y políticos, hijos, en gran medida, de
la Ilustración francesa.
Hace algunos años (2011) estaba yo, como una
turista más, disfrutando de la belleza de la capital de Francia, llenando mis
ojos con esas tres palabras de tanto significado para mí y mis antepasados,
esta triple divisa cincelada en sus edificios públicos, cuando me encontré con
un grupo de españoles, descendientes de ese exilio que ocasionó la dictadura de
Franco. Había visitado previamente el Panteón de hombres ilustres donde frente
al péndulo de Foucault, monumento a la Ciencia, se me representaba la necesidad
de que la persona se crezca y no se agache, se supere y no se conforme y no se
humille. Estaba escrita esta bella frase: “Vive libre o muere” a los pies de una
escultura. Luego, en la plaza del Ayuntamiento me sumé a esos españoles que
festejaban y recordaban la liberación de París con la entrada del general Leclerc
al frente de La Nueve, pero echamos
en falta nuestra bandera, la legítima, la bandera de España. Conversando con
estos hermanos comprendí algo clave que no había sintetizado aún pese a seguir
investigando en la historia de mi país: que España no está aún liberada.
Comprendí que mientras esto no sucediera, iba a ser muy difícil que nuestra
bandera tricolor ondeara junto a la americana y la francesa en esos actos de
homenaje. Sin embargo, esta presencia fue solicitada por descendientes de estos
republicanos españoles y las autoridades francesas han tenido a bien aceptar la
propuesta y desde 2012 se incorporó a los actos de la Liberación. Nos sentimos
muy honrados quienes comprendemos el gesto y su verdadero significado.
Los ejércitos aliados se quedaron a las
puertas, en Francia, no pasaron los Pirineos y aquí, en mi país, siguen
reinando instituciones y reglas fascistas. Tenemos elecciones, pero nunca se
rompió con el fascismo. Tenemos una monarquía impuesta por el dictador y por el
miedo. La tarea de la liberación de España nos corresponde a los españoles en
primer lugar, pero al mundo entero democrático también, como pone de manifiesto
el requerimiento de la ONU al gobierno español para que prevalezca la verdad
justicia y reparación contra los crímenes franquistas, un requerimiento, por
cierto, que ha sido burlado y contestado adecuadamente por esta Organización,
dejando de manifiesto que no se respeta el derecho internacional por parte de
quienes están al frente del poder en mi país.
Comprendo las reglas diplomáticas y siento que
pudiera comprometerles a ustedes, sin querer, con esta carta de algún modo; me
preocupa el apuro que quizá les suponga simplemente leer estas letras. Por eso
no me dirijo a un presidente y a una alcaldesa como tales, sino a un ciudadano
y a una ciudadana.
El
mundo avanzó con audacia. Y el paso cualitativo dado en París, con la presencia
de la bandera española tricolor, me anima y me llena de esperanza sobre nuevos
posibles pasos a favor del progreso de la humanidad y, por tanto, de los
valores democráticos.
Esta bandera, que, como sabemos, no se
relaciona de ninguna manera con la ocupación nazi, ni sus colores con los de un
holocausto, ni con imposiciones contra los derechos humanos como las sucedidas
desde el golpe de Estado genocida y hasta nuestros días en España, sino con la
libertad, la lucha antifascista, la dignidad del ser humano, la voluntad de los
pueblos de ser fraternales, las ideas de la Ilustración, y los mejores ideales
a que podamos aspirar, debe prevalecer como símbolo de lo mejor de España.
Los herederos de esos colores de libertad,
de valores de la Ilustración, estamos huérfanos y sometidos, seguimos siendo
súbditos a la fuerza de un Régimen impuesto por un dictador y controlado en
buena medida por los herederos funcionales de una dictadura, 75 años después de
su imposición. Si queremos seguir viviendo cómodamente en nuestro propio país
debemos permanecer sumisos so pena de exclusión económico-laboral y social, de
represión y de escarnio. Sólo disimulando que vivimos una verdadera democracia,
se nos acepta.
Los demás países democráticos están
concernidos también, pues la llama del fascismo prende y amenaza con crecer
desde este foco que –como otros en Europa- lo alimenta ya sin careta.
Mientras los españoles que dieron su vida
por la libertad y la democracia en España y fuera de ella, no estén reconocidos
debida y plenamente y no se condene la Dictadura y el holocausto oficialmente,
mientras no exista otro Nuremberg en España, mientras no se quite el velo y se
identifiquen los restos de imposición que dirigen el país, mientras no España
no esté liberada, los pueblos libres asociados en las instituciones, vecinos y
formalmente coaligados, siguen en peligro.
Si la liberación, insisto, compete en
primera instancia al pueblo español, este pueblo, aún atemorizado, anestesiado
y no muy consciente gracias a la represión violenta aún latente y a los engaños
de la llamada Transición democrática (verdadero coladero de los represores y
criminales en las más altas cotas de poder, de ellos y sus continuadores);
necesita -y yo pido- ayuda exterior. Ayuda en el reconocimiento a los demócratas
y en el rechazo al fascismo.
La razón, la justicia y el corazón deben
prevalecer. Dos presidentes del Estado español permanecen en suelo francés:
Manuel Azaña y Juan Negrín. También el poeta Antonio Machado. También mi propio
tío-abuelo, también muchos españoles, esos que, como dijo, el escritor Max Aub,
fueron, son, lo mejor de España, ese exilio que hemos de recuperar cuando sea
el tiempo propicio, pues sin ellos estamos incompletos. Gracias por acogerles
hasta ese momento que, entre todos, debemos ganar.
Les pido, con el máximo respeto, que
continúen en su ayuda para seguir dando pasos en pro de la claridad y la verdad
en España, en pro de su liberación, y de un progreso limpio que nos haga
hombres libres, iguales y fraternos otra vez.
Sé que hay iniciativas promovidas por
asociaciones en Francia de petición de la concesión de alguna calle, cruce, vía
(y/o monumento) que recuerde a los republicanos españoles que lucharon por la
libertad al lado de Francia. Yo me sumo a esta petición y les agradezco que
allí donde llegue su voz, tengan a bien siempre recordarlos como hombres y
mujeres de honor que fueron, repudiando así todo resto de fascismo e
imposición.
¡Viva la España libre de la que un día
hablaron Machado, Albert Camus y Max Aub y hablaron los poetas: Federico García
Lorca, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Pedro Garfias, Juan Ramón Jiménez y
tantos otros hombres buenos!
¡Viva Francia!
Agradecida por su atención, con mis
afectuosos saludos fraternales,
Firma:
Enriqueta de la Cruz.
Periodista, novelista.
___________________________________
D’une sujette espagnole au citoyen Hollande et à la
citoyenne Anne Hidalgo
Madrid, 30 septembre 2014
Monsieur et Madame,
Je vous écris, après un bref séjour à Paris,
afin de vous remercier, très sincèrement, de l’hommage aux républicains
espagnols pendant les célébrations de la libération de Paris ce mois d’août et
pour la reconnaissance du drapeau tricolore de la démocratie et de la liberté
avec lequel des milliers d’Espagnols luttèrent avec les troupes alliées, aux
côtés des Français, contre le fascisme, dans les dures batailles livrées dans
toute l’Europe et en Afrique.
Comme on le sait, la lutte contre le
fascisme continue sur la terre ; c’est une lutte internationale qui nous engage
tous les démocrates, tous ceux qui portons dans notre coeur la triple devise : Liberté, Egalité, Fraternité, devise
pour laquelle nous travaillons et qui fut un jour en Espagne réalité grâce aux
républicains pendant la II République espagnole, brève période très fructueuse
en réformes et avancées sociales, culturelles et politiques, filles, dans une
grande mesure, de l’Illustration française.
Cela fait quelques années (le 25 août 2011)
j’étais, comme une touriste de plus, en train de profiter de la beauté de la
capitale de la France, emplissant mes yeux de ces trois mots si pleins de sens
pour moi et pour mes ancêtres, cette triple devise gravée sur ses édifices
publics, lorsque je rencontrai un groupe d’Espagnols et de Français,
descendants de cet exil que provoqua la dictature de Franco. J’avais visité
auparavant le Panthéon des hommes illustres où face au pendule de Foucault,
monument à la Science, il m’apparaissait nécessaire que la personne se
développe et ne s’abaisse pas, qu’elle se dépasse et ne se résigne ni ne
s’humilie. Cette belle phrase était écrite : “Vis libre ou meurs” aux pieds
d’une sculpture. Ensuite, sur la place de l’Hôtel de Ville, je rejoignis ces
Espagnols et Français qui fêtaient et se souvenaient de la libération de París
avec l’entrée du général Leclerc à la tête de La Nueve, mais nous regrettâmes l’absence de notre drapeau, le légitime drapeau de
l’Espagne. En bavardant avec ces frères, je compris quelque chose de capital
que je n’avais pas encore saisi en dépit de continuer à faire des recherches
sur l’histoire de mon pays : que l’Espagne n’est pas encore libérée. Je compris
que tant que cela n’arriverait pas, il allait être très difficile que notre
drapeau tricolore flottât près des drapeaux américain et français lors de ces
actes d’hommage. Néanmoins, cette présence fut sollicitée par des descendants
de ces républicains espagnols et les autorités françaises ont bien voulu
accepter la proposition et depuis 2012 il est intégré aux cérémonies de la
Libération. Nous nous sentons très honorés ceux qui comprenons le geste et sa
véritable signification.
Les
armées alliées restèrent à la porte, en France, elles ne passèrent pas les
Pyrénées et ici, dans mon pays, sont toujours en vigueur des institutions et
des règles fascistes. Nous avons des élections, mais jamais on n’a rompu avec
le fascisme. Nous avons une monarchie imposée par le dictateur et par la peur.
La tâche de la libération de l’Espagne nous incombe aux Espagnols en premier
lieu, mais aussi au monde entier démocratique, comme le souligne l’injonction
de l’ONU au gouvernement espagnol afin de faire prévaloir la vérité, la justice
et la réparation contre les crimes franquistes, une injonction bafouée, certes,
ce à quoi a répondu comme il se doit cette Organisation. Elle a clairement
manifesté que les dirigeants de mon pays
ne respectent pas le droit international.
Je comprends les règles diplomatiques et je
regrette que je puisse vous compromettre, sans le vouloir, avec cette
lettre, d’une manière ou d’une autre ;
je suis préoccupée par l’embarras que vous cause peut-être le simple fait de lire ces lignes.
C’est pourquoi je ne m’adresse pas à un président et à une maire en tant que
tels, mais à un citoyen et à une citoyenne.
Le monde a progressé audacieusement. Et le
pas qualitatif qui a été fait à Paris, avec la présence du drapeau tricolore
espagnol, m’anime et me remplit d’espoir sur de nouveaux pas possibles en
faveur du progres de l’humanité et donc, des valeurs démocratiques.
Ce
drapeau, qui, comme nous le savons, n’a aucun rapport avec l’occupation nazie,
ni ses couleurs avec celles d’un holocauste, ni avec des infractions contre les
droits de l’homme comme celles survenues depuis le coup d’Etat génocide et
jusqu’à nos jours en Espagne, mais avec la liberté, la lutte antifasciste, la
dignité de l’être humain, la volonté des peuples d’être fraternels, les idées
de l’Illustration, et les meilleurs
idéaux auxquels nous puissions aspirer, doit prévaloir comme symbole du
meilleur de l’Espagne.
Les héritiers de ces couleurs de liberté, de
valeurs de l’Illustration, nous sommes orphelins et soumis, nous sommes
toujours soumis à la force d’un Régime imposé par un dictateur et contrôlé en
grande partie par les héritiers fonctionnels d’une dictature, 75 ans après
qu’elle fut imposée. Si nous voulons continuer à vivre confortablement dans
notre propre pays nous devons rester soumis sous peine d’exclusion économique-professionnelle
et sociale, de répression et de raillerie. Ce n’est qu’en dissimulant que nous
vivons une véritable démocratie, qu’on nous accepte.
Les
autres pays démocratiques sont aussi concernés, car la flamme du fascisme prend
feu et menace de croître à partir de ce foyer qui –comme d’autres en Europe-
l’alimente déjà sans masque. Tant que les Espagnols qui donnèrent leur vie pour
la liberté et la démocratie en Espagne et à l’extérieur, ne seront pas reconnus
comme il faut et pleinement y que l’on ne condamnera pas la Dictature et l’holocauste officiellement,
tant que n’existera pas un nouveau Nuremberg en Espagne, tant que l’on ne
lèvera pas le voile et qu’on n’identifiera pas les restes de contraintes qui
dirigent le pays, tant que l’Espagne ne sera pas libérée, les peuples libres
associés dans les institutions, voisins et formellement unis, courent toujours
un danger.
Si la libération, j’insiste, incombe en
première instance au peuple espagnol, ce peuple, même effrayé, anesthésié et
peu conscient grâce à la répression violente encore latente et aux tromperies
de la soi-disant Transition démocratique (véritable passoire des oppresseurs et
criminels dans les plus hautes sphères du pouvoir, d’eux et de leurs
successeurs) ; a besoin –et je le demande- de l’aide extérieure. De l’aide dans
la reconnaissance aux démocrates et dans le refus du fascisme.
La
raison, la justice et le coeur doivent prévaloir. Deux présidents de l’Etat
espagnol restent sur le sol français : Manuel Azaña et Juan Negrín. Egalement
le poète Antonio Machado. Mon propre grand-oncle également, beaucoup
d’Espagnols également, ceux qui, comme dit l’écrivain Max Aub, furent, sont le
meilleur d’Espagne, cet exil que nous devons récupérer quand ce sera le moment
propice, car sans eux nous sommes incomplets. Merci de les accueillir jusqu’à
ce moment que nous devons gagner ensemble.
Je vous demande, avec le plus grand respect,
de poursuivre votre aide pour continuer à avancer vers la clarté et la vérité
en Espagne, pour sa libération, et pour un progrès net qui fasse de nous des
hommes libres, égaux et fraternels de nouveau.
Je
sais qu’il y a des initiatives, promues
par des associations en France, de pétition de la concession d’une rue,
carrefour, voie (et/ou monument), qui rappelle les Républicains espagnols
qui luttèrent aux côtés de la France. Je
me joins à cette pétition et je vous
remercie de vous souvenir toujours des républicains espagnols, là où leur voix
s’est faite entendre, comme d’hommes et de femmes d’honneur qu’ils furent, car
vous repousserez ainsi tout reste de fascisme et de diktat.
Vive l’Espagne libre dont parlèrent un jour
Machado, Albert Camus et Max Aub et dont parlèrent les poètes : Federico García
Lorca, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Pedro Garfias, Juan Ramón Jiménez et
tant d’autres hommes bons !
Vive la France !
Merci pour votre attention,
avec
mes salutations affectueuses et fraternelles
Enriqueta de la Cruz
Journaliste, romancière.
(Traduction : Rose-Marie
Serrano)
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