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"Madre, hermanos, con todo el cariño y entusiasmo os pido que no me lloréis nadie. Salgo sin llorar. Cuidar a mi madre. Me matan inocente, pero muero como debe morir una inocente.
Las Trece Rosas tenían un propósito: que su nombre “no se borre de la historia”, como decía Julia Conesa en una carta escrita a su madre poco antes de ser fusilada por el régimen franquista. Esta activista política fue asesinada, junto con otras doce mujeres más, el 5 de agosto de 1939. Hoy se cumplen 81 años de su fusilamiento, justificado por una supuesta rebelión militar.
Por aquel entonces, habían pasado apenas cuatro meses desde la victoria del bando sublevado, encabezado por el dictador Francisco Franco. La pobreza, la propaganda nacional-católica y las ruinas en muchas de las grandes ciudades describían el desolador ambiente de la España de posguerra. Franco tenía otro objetivo: “aplastar y hundir” a todos aquellos grupos que se interpusiesen en su camino. Y las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) eran uno de ellos.
Las Trece Rosas estaban 13 jóvenes de entre 18 y 29 años, todas compañeras en la cárcel de Las Ventas, donde habían sido encerradas por "adhesión a la rebelión". Se les acusaba del asesinato del comandante de la Guardia Civil Isaac Gabaldón, así como del fallecimiento de su hija y su chófer. El crimen fue atribuido a militantes de las JSU y a una supuesta red comunista con la que se relacionó a estas trece mujeres.
Sólo te pido que quieras a todos y que no guardes nunca rencor a los que dieron muerte a tus padres
La sentencia terminó con el peor resultado: pena de muerte para todas. Las Trece Rosas ni siquiera estaban en libertad cuando sucedió el asesinato, pero al régimen franquista no le importó. Había que eliminar cualquier amenaza para su dominio político.
"Voy a morir con la cabeza alta. Sólo te pido que quieras a todos y que no guardes nunca rencor a los que dieron muerte a tus padres, eso nunca", decía Blanca Brisac Vázquez a su hijo de once años unas horas antes de morir. A día de hoy, las tapias del cementerio que vieron el asesinato de estas mujeres guardan un homenaje a su nombre, encomendado en el año 1988. Todo un símbolo de la crudeza de la represión franquista. A continuación ponemos nombre y apellidos a las Trece Rosas:
Julia Conesa Conesa (19 años)
Nacida en Oviedo pero criada en Madrid desde muy joven. Julia se encargaba de la monitorización de las instalaciones deportivas de las Juventudes Socialistas Unificadas. La traición de un compañero de su novio terminó con su detención en el año 1939. En una de sus últimas cartas, Conesa expresa sus emocionantes pensamientos: “Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija que ya jamás te podrá besar ni abrazar. Que no me lloréis. Que mi nombre no se borre de la historia”
Blanca Brisac Vázquez (29 años)
Blanca también se había mudado a Madrid, pero desde San Sebastián, País Vasco. Era católica y de derechas, hasta que se casó con el comunista Enrique García Mazas ‘Aguado’. Su trabajo como modista se interrumpió de inmediato tras su detención (antes había sido pianista). Su fusilamiento dejó a un niño de once años huérfano, aunque pudo despedirse de él en una carta “hasta la eternidad”
Carmen Barrero Aguado (20 años)
Carmen procedía de una amplia familia, de ocho hermanos. Vivía en el barrio madrileño de Cuatro Caminos, en un entorno humilde, para el que empezó a trabajar a los 12 años. Pronto floreció su interés por el Partido Comunista, y comenzó a trabajar en él con un nombre falso. Su padre murió antes de que estallara la guerra, por lo que tuvo que hacer un gran esfuerzo para ayudar en casa. Al acabar el conflicto armado, se convirtió en la mujer responsable del PCE en la ciudad de Madrid.
Martina Barroso García (22 años)
Martina era de Ávila, pero vivía desde muy pequeña en Chamartín de la Rosa, en Madrid. Como Carmen Barrero, comenzó su militancia desde muy joven, pero en las Juventudes Socialistas Unificadas. También trabajaba como modista y, durante la Guerra Civil, se dedicó a coser ropa para los soldados en uno de los talleres de la Unión de Muchachas.
Luisa Rodríguez de la Fuente (18 años)
Luisa, nacida en Chamartin de la Rosa (Madrid) nunca había tenido un cargo relevante en las Juventudes Socialistas Unificadas, aunque militaba allí desde muy joven. No obstante, esto cambió con el final de la Guerra Civil, ya que fue propuesta para dirigir uno de sus grupos políticos.
Elena Gil Olaya (20 años)
También de Madrid, Elena militaba en la JSU desde 1937. Su trabajo político tras la guerra se centró especialmente en Chamartín, donde ayudó al grupo socialista a ganar notoriedad.
Pilar Bueno Ibáñez (27 años)
Pilar nació en el municipio de Sos del Rey Católico, en Zaragoza, Aragón. Como algunas de sus compañeras, era modista y se había afiliado al Partido Comunista al principio de la guerra. Se dedicaba a recoger huérfanos y a los hijos de los milicianos que marchaban al frente en lo que se conocía como las casas cuna. También reorganizó el PCE en ocho sectores de Madrid y fue la secretaria de organización del Radio Norte.
Adelina García Casillas (19 años)
Adelina era de Hoyocasero, Ávila. Igual que Elena Gil, comenzó a militar en las Juventudes Socialistas Unificadas en 1937. Era hija de un guardia civil y, cuando todas las detenciones comenzaban a fraguarse, accedió voluntariamente a someterse a un interrogatorio ordinario. Fue detenida y nunca más volvió a casa.
Virtudes González García (18 años)
Virtudes era de Madrid. También trabajaba como modista y Militaba en las Juventudes Socialistas Unificadas, aunque un poco antes que algunas de sus compañeras (desde 1936). Fue detenida tras ser denunciada por un compañero suyo sometido a tortura. La acusaron de intentar reconstruir las JSU y de intervenir en "actos de sabotaje e intentos de complot".
Ana López Gallego (21 años)
Nacida en Jaén, Ana fue especialmente activa en el ámbito de la comunicación. Militaba en las JSU y formaba parte de la secretaría de Radio Chamartín. Pudo haberse mudado a Francia en 1939, como le propuso su novio. Pero ella quería estar con su familia, razón por la que se quedó en Madrid. Testigos del momento explican que, tras no morir en el primer fusilamiento, gritó: "¿Es que a mí no me matan?".
Joaquina López Laffite (23 años)
Joaquina nació en Asturias. y era hija de un comandante del Ejército. Se afilió a las Juventudes Socialistas Unificadas en 1936. Ocupaba el cargo de secretaria femenina del Comité Provincial clandestino; además, fue responsable de Agitación y Propaganda. La denunció el número dos de las JSU.
Victoria Muñoz García (18 años)
Victoria era de Madrid y empezó a militar en las Juventudes Socialistas Unificadas en 1936, a los 15 años, en el grupo de Chamartín. Su hermano también murió fusilado.
Dionisia Manzanero Salas (20 años)
Dionisia nació en el barrio de Cuatro Caminos, en Madrid. Además de modista, también fue enfermera, labor que desempeñó durante la Guerra Civil en el hospital de las Brigadas Internacionales. Se afilió al Partido Comunista en 1938 y fue al frente con el batallón Octubre.
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