¿Incompatibilidad entre catolicismo y ciudadanía?
En
marzo de 1.933 en el periódico AVANCES, de la Casa del Pueblo de Plasencia
(Cáceres), aparece un artículo editorial de El Socialista, titulado Catolicismo y
Ciudadanía, que es un fiel reflejo de la sempiterna posición de la Iglesia católica española
que, en sus delirios de “grandeza
espiritual”, la hace considerar, hoy como ayer, que tiene el derecho preferente
a la educación y a la dirección moral de la sociedad, para así
controlar y manipular, en definitiva,
la conciencia de los ciudadanos.
En dicho artículo de AVANCES se expone un
hecho singular del Parlamento de entonces, quien recibió con grandes aplausos al Sr. López Dóriga,
canónigo de Granada que acababa de ser excomulgado por sus actividades
políticas, con una doble significación, dice la crónica, una, de homenaje
espiritual al hombre que quiso y supo hermanar
sus hábitos de religioso con las aspiraciones humanas, generosas, de un
pueblo que empieza a gustar, al cabo de muchos siglos de sometimiento
moral, el regalo de la libertad; la otra, de repulsa para una Iglesia
cesáreo-papista que el abuso del poder terrenal y el apetito de goces
materiales subordinó y sacrificó aquellos contenidos de pura religiosidad sin
los cuales ninguna Iglesia puede ser respetable.
El canónigo de la Catedral de Granada, de
origen valenciano, Luis López Dóriga Messeguer, fue diputado del partido
Republicano Radical Socialista en las
Cortes Constituyentes, por lo que recibió graves penas canónicas y fue privado
del Beneficio de Deán de la catedral de Granada, y cuya madre,
de Vinaroz, era hermana, a su vez, del arzobispo de Granada, monseñor Messeguer
y Costa que fue quién le hizo canónigo.
Al finalizar la guerra se exilió a
México, donde trabajó en la
Junta de Ayuda a los Republicanos Españoles, y dio clases de
latín y Humanidades. Debió fallecer en 1.970. En 1.913 fundó en Granada los
Exploradores de España
La principal acusación de la Iglesia fue el hecho de
apoyar la Ley del
divorcio y otras leyes presentadas por la izquierda.
Resalta la crónica el laicismo que
imperaba en la Cámara ,
y hace una crítica profunda a la
Iglesia española, y continúa: ...así ha podido ofrecer el
espectáculo deprimente de una intolerancia brutal, insensible a toda
generosidad y cerrada por completo a toda comprensión. Entregada de lleno a sus
afanes de dominación material, sobornada por todas las concupiscencias,
olvidando los negocios del espíritu para darse a los negocios del mundo, tenía
que llegar un instante en que la
Iglesia católica recibiera- como está recibiendo hoy (¡hace
75 años!)
- una franca repulsa, no del Poder público ni del régimen nuevo, sino de la
conciencia nacional.
Y seguimos leyendo: Es ella misma la que se encarga de
probárnoslo a diario exacerbando el ánimo de sus fieles y predisponiéndoles en
contra de cuanto signifique cercenamiento – grande o pequeño – de sus antiguas
prerrogativas. Habida cuenta de su conformación como cuerpo social, teniendo
presente su tradición
no puede extrañarnos que la Iglesia excomulgue hoy a
un sacerdote que ha querido juntar su unción religiosa con su ardor ciudadano.
Mas, por lo mismo, y puesto que al parecer son incompatibles –la Iglesia , no nosotros, es
quien lo dice- catolicidad y ciudadanía, justo será que cuando la Iglesia católica excluye
de su seno a un hombre como López Dóriga, por el pecado de ser ciudadano de una
España rejuvenecida, sea la ciudadanía quien le brinde compensación. Ese es el
valor que queremos tengan estas líneas, en las cuales ponemos un calor cordial.
Después de todo el señor López Dóriga ha de encontrar mucha más religiosidad
fuera de la Iglesia
que dentro de ella.
¡Y así sigue la Iglesia , digo yo, anclada
en su pasado tenebroso! Y es que la
Iglesia cree que su Reino no es de este Mundo, que no es terrenal,
y que no son compatibles el concepto de catolicismo y
ciudadanía.
Loor a aquellos insignes
sacerdotes católicos que tanto bien hicieron a la sociedad con su sabia
decisión de compatibilizar ambos conceptos y que hoy son olvidados por una
Iglesia anacrónica, fraudulenta.
Fdº
ANTONIO SÁNCHEZ-MARÍN ENCISO.
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