http://www.bajoaragonesa.org/elagitador/la-estela-del-aleman/
Saludos, amantes de la historia, en especial la de nuestros pueblos. Esta vez vamos a hacer una breve reflexión sobre la memoria histórica de Escatrón, a raíz de la desaparición de la lápida funeraria del soldado alemán que estaba sita en la calle Cinco de Febrero, en la parte baja de la fachada del antiguo supermercado-pescadería.
Se trataba de ésta:
Donde rezaba el siguiente texto:
“Hier fiel im Kampfe un ein nationals Spanien am 20.3.1938 -ALOIS SCHULLER geb am 1.4.1913- zu Hohenthann/Oberpfaltz S/88.”
Traducción: “Aquí cayó en combate el 20 de marzo de 1938 Alois Schuller, nacido el 1 de abril de 1913 en Hohenthann/Oberpfaltz S/88.”
Este tipo de estelas funerarias, siguiendo la tradición militar germana, se erigían en los lugares donde fallecían los soldados de la Legión Cóndor, o lo que es lo mismo, los 6.500 aviadores y voluntarios de las fuerzas aéreas alemanas que Hitler envió a Franco como apoyo en la guerra civil. Existen decenas de estas estelas diseminadas no sólo por Aragón, sino por todo el país. En concreto, la que existía en Escatrón pertenecía al joven cabo 1º Alois Schuller, enlace del Cuartel General Cóndor, que según las únicas referencias bibliográficas que he encontrado -Ramón Hidalgo Salazar, “La ayuda alemana a España, 1936-1939”-, fue capturado y fusilado en Escatrón el 20 de marzo de 1938. Esta afirmación es a todas luces errónea, puesto que choca con los datos aportados por el cronista de la villa, Bautista Antorán, en su obra, y con los testimonios recogidos de los escatroneros que vivieron esos días. Todos ellos coinciden en que este soldado murió a consecuencia de un bombardeo originado por la artillería republicana apostada en los montes de Sástago. Éste y muchos otros ataques serían repetidos en los días posteriores en forma de movimientos evasivos para imposibilitar así al enemigo el dominio total de Escatrón.
Como dato aclaratorio, podemos consultar la evolución de las operaciones militares realizadas esos días. El 10 de marzo de 1938 las unidades de la 5ª División de Navarra ocupaban Belchite, y dos días más tarde entraban en Escatrón. La muerte del cabo 1º Schuller se produjo el 20 de marzo en la entrada del pueblo, estando ya éste bajo dominio nacional, por lo que el soldado no pudo ser apresado y fusilado por los republicanos como afirma Ramón Hidalgo.
Con un poco de suerte, quizás hayáis recordado de inmediato esa losa de piedra cincelada con grafía germana que durante muchos años visteis de paso, empotrada en la pared. En la época en que se erigieron estas estelas se obligaba a la población a que las respetaran a todos los efectos, y el de Escatrón era un caso más que curioso por la anexión impuesta de la misma al edificio que se construyó posteriormente sobre ella. Lo cierto es que, a día de hoy, esa lápida/estela se halla oculta (cubierta, emparedada o como prefiráis) a consecuencia de una restauración de la fachada de este edificio, llevada a cabo el verano pasado.
Comencé a indagar al respecto, ya que en primera instancia creí que se había extraído la lápida para su conservación. Pero cuál fue mi sorpresa al comprobar que, gracias a la desacertada actuación que se efectuó, la estela del alemán era tan sólo un recuerdo soterrado –más por el desconocimiento y la indiferencia que por el cemento–, tras haber permanecido expuesta más de siete décadas al público escatronero y visitante.
Si a partir de esta lectura algunos de los que desconocíais u obviabais la existencia de esa estela os animáis y queréis conocer por curiosidad alguna similar, a ser posible cercana, no todo está perdido. Sólo tendréis que cruzar el río y dirigiros a Sástago, al paraje natural de “La Laz”, en la misma orilla del río. Allí cayó derribado un piloto alemán unos días antes que Schuller, y allí se encuentra su estela, con la misma cruz gamada en lo alto y grabada con el mismo tipo de letra.
Porque ahora, quien quiera contemplar de nuevo la estela del soldado nazi caído en Escatrón, sólo podrá hacerlo como vosotros. Gracias a esta fotografía.
Lápidas nazis, republicanas, italianas, francesas, moriscas o judías… Qué más da cuando éstas han escrito extensos e importantes episodios de nuestra historia, ya sea para bien o para mal. Los amantes de la historia de nuestros pueblos, que en estos casos dejamos siempre a un lado posibles influencias ideológicas, ante estos fatales errores no podemos sino alarmarnos, ya que en nuestra mano está no sólo rescatar las ruinas que haya podido legarnos el pasado, aunque sea a través de unas pocas líneas reivindicativas como éstas, sino también intentar conservar el escaso patrimonio tangible que nos queda.
Hoy, que disponemos de mayor raciocinio y medios que nuestros antepasados, no deberíamos soterrar pruebas físicas como ésta y desterrarlas a simples recuerdos. Corremos el riesgo de no dejar herencia a nuestros descendientes, un legado que igualmente les pertenece, y lo que es peor, estamos obviando de esta forma nuestra identidad. Lo que nos hace particulares. Únicos.
Si es posible, tengámoslo de una vez en cuenta.
David Rozas Genzor
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