dilluns, 18 de gener del 2016

Fórum de Tarragona por la Memoria persigue inventariar y rescatar los escenarios de la represión franquista


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Itinerarios de dolor y muerte

Interior del Pretori, que, en tiempos, fue cárcel franquista. / JOSEP LLUÍS SELLART
El 15 de enero de 1939 marcó el fin de la Guerra Civil en Tarragona con la llegada de las tropas franquistas a la ciudad. El día antes, por orden de la autoridad militar, las milicias republicanas emprendían la huida hacia Barcelona. Centenares de ciudadanos se sumaron en la desbandada. Los que no cupieron en los barcos partieron por carretera. El fotógrafo Robert Capa recogió en 101 retratos el angustioso paso de tantos que marchaban por la que hoy es la polémica carretera N-340.
“Aquel día terminó la guerra pero empezó la represión”, señala el historiador Xavier Tolosana, uno de los impulsores del Fórum de Tarragona por la Memoria, entidad de reciente creación que persigue hacer un inventario de los escenarios más sangrientos de la opresión del franquismo en la ciudad. Solo dos semanas después de la llegada de los franquistas, más de 150 personas estaban presas en la Torre del Pretori. La que hoy presenta una de las vistas más deslumbrantes de la ciudad fue entonces habilitada como cárcel y, entre 1939 y 1948, 6.870 ciudadanos sufrieron el aislamiento de sus rejas. Más de 770 no salieron con vida.
El Fórum por la Memoria pretende trazar un itinerario por diez espacios que fueron testigo del crimen y la crueldad. “La transición enterró bajo la alfombra el pasado franquista y hay una serie de lugares que hace falta dignificar”, apunta Pep Prats, miembro de la asociación. Entienden que es la Administración la que debe “tomar la responsabilidad de señalar y preservar estos lugares porque es un asunto político”, convienen.
Begoña Floría, teniente de alcalde y portavoz socialista del Ayuntamiento, esgrime que, a partir de abril “se podrá empezar a hacer una señalización paulatina de estos lugares”. Admite que el presupuesto para ello no está ni siquiera definido. “No vamos a ir con prisas, lo que queremos es que sea una señalización muy digna”, esgrime la concejal.
El cementerio y el cercano monte de l'Oliva, a medio camino del barrio de Sant Pere i Sant Pau, ampararon un elevado número de fusilamientos. Se calcula que las ejecuciones fueron más de 500 pero, actualmente, apenas hay algún recuerdo de ello.
“La Iglesia colaboró con la dictadura”, denuncia el Fórum. Las monjas ejercían de carceleras con mano de hierro en el convento de las Oblatas. Varias entidades en favor de la Memoria Histórica han recordado que este monasterio funcionó como la única cárcel de mujeres de España.