dimecres, 17 de maig del 2017

València se une a la reivindicación de Juan Negrín, la última víctima del franquismo


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17/05/2017 - 
VALÈNCIA. La cita es en el hotel Vincci Palace de València, pasadas las cinco de la tarde. Allí ya se encuentra un poco antes el catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid Ángel Viñas. Está en la ciudad para asistir al homenaje que este miércoles le realizará la Generalitat Valenciana al que fuera presidente del Gobierno de la II República, el político grancanario Juan Negrín (1892 –1956). Junto a él se encuentra el que fuera el director del MuVIM, Francisco Molina, quien hace de cicerone mientras esperan la llegada de los otros dos invitados: el exdiputado socialista José Medina, actual presidente de la Fundación Negrín, y la nieta Carmen Negrín.
El espacio no podría ser más indicado. Si bien el Vincci Palace celebra en estos momentos su décimo aniversario con este nombre, es en realidad un alojamiento con más de cien años de historia. Desde que en 1909 fue transformado en establecimiento hotelero, ha sido testigo de algunos de los momentos más relevantes de la historia de la ciudad y fue uno de los lugares más emblemáticos durante en el breve periodo que València fue capital de la República, entre el 7 de noviembre de 1936 y el final de octubre de 1937.
Sede del Ministerio de Asuntos Exteriores durante la República, el hotel albergaba la cafetería Alianza donde era común ver a Ernest Hemingway escribiendo sus crónicas. En su fachada, una placa recuerda que fue albergue de “los más prestigiosos intelectuales y artistas”, y que el presidente del patronato de la Casa de la Cultura era el silencioso Antonio Machado, esquivo, que pasaba la mayor parte del tiempo en Villa Amparo, en Rocafort.
Mientras Viñas espera la llegada inminente de los otros dos grandes invitados al acto, repasa en un smartphone el listado de las 51 calles con denominación franquista a las que el Ayuntamiento de València piensa retirarles su actual nombre y sustituirlo por alguno más acorde. Viñas asiente. Le parecen bien y da su parecer sobre alguno de los integrantes de la lista. No le extraña que haya cierta resistencia a los cambios por parte de algunos. “En una Guerra Civil hay gente que gana y gente que pierde. Hubo mucha gente que ganó. Y estuvieron en una dictadura durante 40 años. Hay una cierta continuidad a nivel familiar y, sobre todo, institucional. ¿Cuáles son las dos grandes instituciones que de alguna manera están tratando de desdibujar eso? Es muy claro: El PP y la Iglesia Católica. Los hijos de los vencedores. Pero no los hijos de los generales, no, no… Los que encontraron un trabajo en el sector público que era el único empleador que había en la España de los 40. En España, por las características de la Transición, las cosas han sido como han sido. Y no es porque España sea un país de boludos, sino que es un país donde se han producido determinadas circunstancias por las que, como colectividad, no hemos llegado a enfrentarnos con nuestro pasado. Los franceses sí lo hicieron con el régimen de Vichy y Petain; los italianos con la República Italiana…”.
El historiador será uno de los que intervendrá en el acto que se celebrará hoy y que conmemora los 80 años exactos del día en que el presidente de la República, Manuel Azaña, aceptó la dimisión de Francisco Largo Caballero como jefe de Gobierno y nombró en su lugar al que hasta entonces era su ministro de Hacienda, Negrín. Además también participarán el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, la propia Carmen Negrín, y Patricio Azcárate, testigo de los primeros años de exilio de Negrín en el Reino Unido, gracias a la amistad que el político siempre mantuvo con su padre, embajador de la República en Londres.
Carmen Negrín y Medina llegan a los pocos minutos. Junto a ellos, el ex concejal socialista en el Ayuntamiento de València Salva Broseta, quien le trae recuerdos a Medina de parte de otro canario ilustre, el escritor Fernando Delgado, diputado autonómico en les Corts Valencianes. Tras las presentaciones, Viñas, Medina y Negrín hablan sobre la figura del ex presidente, el gran olvidado, anatematizado por el franquismo y cuya leyenda negra a cuenta del traslado del famoso Oro de Moscú perduró hasta bien entrada la democracia. Una injusticia histórica que, como tantas otras, ha comenzado a revisarse en los últimos años.
— ¿Se acabará con la leyenda negra de Negrín algún día?
—Carmen Negrín: Sí, yo creo que sí. 
—Ángel Viñas: Hombre, al final, como sostiene el dicho, en 100 años todos calvos (ríe). Creo que al final se conseguirá, pero costará mucho.
—¿Y por qué?
—A. V.: Por cuarenta años de dictadura y porque Franco muere en la cama. Eso es fundamental.
—C. N.: Y los gobernantes actuales son descendientes de los que estaban en el poder.
—José Medina: Yo creo que lo importante es que se ha pasado del silencio y la ignorancia total a que ahora una parte le critica, pero otra ha admitido muchas cosas. Recuerdo con tristeza que no estaba ni en los libros de Bachiller el nombre de un presidente del Gobierno de España. Hasta el año 2003, que yo recuerde, en Canarias no salía en los libros de texto de la comunidad autónoma. Ha sido muy complejo y difícil, pero yo diría que estos 17 últimos años ha sido una diferencia enorme. Y ahí ha sido fundamental el trabajo de este caballero (señala a Viñas).
—¿Hay muchas cosas aún por saber de Negrín?
—J. M.: Aquí en València sorprenderían muchas cosas. José María García- Blanco Oyarzábal, que era discípulo de Negrín, pudo desarrollar una intensa carrera de docente y fue catedrático de Fisiología y Bioquímica de las Universidades de Santiago de Compostela, Salamanca y València porque no se metió en política. Toda la información, todo el saber como médico de Negrín se expandió y de alguna manera esta ciudad, por ejemplo, lo recibió.
 —A. V.: Y fuera de España hay que recordar la importancia de su legado en figuras como Severo Ochoa [galardonado con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1959] del que fue maestro.
—J. M.: Uno de los problemas a la hora de hablar de Negrín es que todo acaba en la Política y se olvida que su principal aportación es en Medicina. La modernización de España, con los catalanes y todo el equipo, nace con él. Y la Medicina es una de las pocas disciplinas que se mantiene a nivel [tras la Guerra Civil]. Hay un desconocimiento enorme sobre esto.
—A. V.: Lo que pasa es que la Política lo arrolla todo. Pero él era un médico. Era un hombre de Ciencias, el único que hay en la Historia de España como Primer Ministro. Los presidentes del Gobierno siempre han sido juristas, militares, algún ingeniero que otro…
Un problema a la hora de aproximarse a Negrín es que se olvida que él, perspicaz, presintió que la Guerra Civil era el preludio de la Guerra Mundial. Y cuando se le critica su alianza con los comunistas soviéticos se olvida que posteriormente los aliados harían lo mismo.
—A. V.: Efectivamente. Como hizo Churchill. No había político más anticomunista que Churchill… un anticomunismo feroz. Pero cuando los alemanes invadieron la Unión Soviética, él fue el primero en ofrecerle ayuda a Stalin.
—J. M.: Negrín, desde el año 1907 a 1915, está en Alemania, es un médico alemán, no español. Escribe sus recetas en alemán. Es ahí cuando va entendiendo la política. Aquí, en este hotel, cuando estaban los intelectuales, pasó una anécdota muy graciosa. Una de las escritoras alemanas presentes en el Congreso de Intelectuales Antifascistas cuenta que estaba sentada y escuchó a dos hombres hablar en alemán. Uno de ellos le habló de Hegel, de Kant, y la escritora percibió que hablaba con conocimiento. Se sorprendió y le preguntó qué hacía él ahí, en el congreso, que cómo iba a participar. Y él le respondió: ‘Presido el acto. Soy Juan Negrín’.
—¿Cómo era como persona?
—C. N.: Hay una cosa que creo que hay que señalar: No había contradicción para él en compaginar la Política con la Medicina. La Medicina es una forma de ocuparse de la gente. Lo que yo sentía como nieta es que era una persona muy preocupado por el otro; si los que trabajaban lo hacían en buenas condiciones, su situación… A cualquier sitio que íbamos siempre daba una propina, preguntaba a la gente cómo estaba… Por eso, para mí su faceta de científico, su dedicación a la Medicina fue una línea directa a la Política, aunque hayan sido pocos los médicos que se hayan dedicado a ella.
—J. M.: Otra faceta de don Juan es que era un gran humanista. Tenía una gran biblioteca de más de 15.000 volúmenes dedicados a las disciplinas más diversas. Arquitectura, temas sociológicos…
—C. N.: Sí, efectivamente, tenía de todo… Filosofía, Literatura, Geografía, Política… Tengo libros de cibernética, sobre el átomo… Hay una carta de cuando él murió que recibimos del Colegio de Francia. Él había donado parte de su biblioteca al Colegio, donde solía ir mucho. En la carta, el director del Colegio, que era un premio Nobel, recuerda cómo en las conferencias que organizaban por diferentes temas mi abuelo siempre intervenía y parecía un experto en cada uno de los temas. Y es cierto. Le interesaba todo. Íbamos al cine porque le interesaba mucho. Los museos. Tenía una curiosidad insaciable y que compartía, que le gustaba fomentar entre los demás.
—J. M.: Era un hombre moderno, con inquietudes. [A Ángel Viñas] Hemos encontrado una nota que te interesará. Es un texto manuscrito en el que reflexiona por qué es necesario que exista un Banco Mundial.
—A. V.: ¡Ah! ¡Claro! Mandámela. Yo no sabía eso. Voy a hacer conexiones con otras cosas.
—En la reivindicación de Negrín hay un elemento también de justicia. Ese es su caso, señor Medina.
—J. M.: No es algo de lo que me guste hablar. En parte también hay algo de reivindicación de los canarios, de nuestra forma de ser, de nuestra tierra. Él se decía que era guanche. Y bueno, mi familia por parte de padre es de Telde [el pueblo del que procedía la familia de Negrín y donde tenían posesiones]. Recuerdo que cuando era pequeño en casa se decía: ‘Le están quitando todo a los Negrín’. Y eso fue una obsesión por mi parte, devolvérselo. Y cuando fui grande empecé a ello.