dissabte, 4 de maig del 2024

Francia rinde homenaje a los españoles que ayudaron a la Resistencia contra el nazismo.

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Se trata del primer reconocimiento oficial de ámbito regional de la contribución española en la lucha contra la ocupación alemana.

El Secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, en el homenaje a los españoles que liberaron una región francesa del nazismo, a 2 de mayo de 2024.
El Secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, en el homenaje a los españoles que liberaron una región francesa del nazismo, a 2 de mayo de 2024.  Javier Villagarcía / EFE

El espíritu de los miles de españoles que tomaron las armas y contribuyeron a la liberación de Francia de la Alemania nazi se ha reavivado este jueves en una jornada de sentidos homenajes centrada por primera vez en el papel que desempeñaron los que combatieron en el este del país, en la región Auvergne-Rhônes-Alpes.

El acto central, al que ha acudido un centenar de personas con motivo del 80 aniversario de la liberación, ha tenido lugar en la Necrópolis Nacional de la Doua, en Villeurbanne (este), en el que yacen 13 españoles muertos por Francia, siete miembros de la Resistencia y cinco alistados en el Ejército francés.

Ha sido la primera vez que se realiza un homenaje a combatientes españoles en este cementerio militar, conocido por haber sido del lugar donde los ocupantes nazis fusilaban a los miembros de la Resistencia. Es también además el primer reconocimiento oficial de ámbito regional de la contribución española en la lucha contra la ocupación alemana.

El secretario de Estado español de Memoria Democrática, Fernando Martínez, ha intervenido para rendir homenaje a los patriotas españoles que lucharon contra el fascismo durante la guerra en España" y que tuvieron después que enfrentarse "a la ocupación alemana en Francia".

Martínez también ha recordado la "difícil acogida" por parte de Francia del medio millón de españoles que huyeron en 1939 de la "violencia y el terror desatados por las tropas de Franco". Por ello, ha alabado el "compromiso antifascista" que llevó a muchos de ellos posteriormente a enfrentarse al enemigo común alemán.

"Todo homenaje a hombres y mujeres que dieron la vida por la libertad hay que tenerlos presente y más en estos momentos, donde estamos asistiendo a la emergencia de populismos y de planteamientos neofascistas que niegan este tipo de acontecimientos", ha afirmado después del acto, en el que ha depositado una corona de flores bajo la bandera que ondea sobre el cementerio.

"¿Dónde surge la Europa democrática? Fundamentalmente en la lucha contra el fascismo y el nazismo y en el conocimiento de lo que supuso el Holocausto y las deportaciones de los antifranquistas en los campos de exterminio", ha destacado el secretario de Estado español.

"Por eso reivindicamos la participación de los republicanos españoles en el proceso de construcción de la memoria democrática de Europa", ha insistido. La subprefecta de la región Auvergne-Rhônes-Alpes, Salwa Philibert, ha recordado por su parte a los "héroes" españoles de la Resistencia.

"Francia rinde homenaje hoy como a sus propios hijos a los soldados españoles caídos en suelo francés. Son parte de nuestra memoria y herencia común", ha declarado. En el homenaje también han participado alumnos de varios institutos de enseñanza media.

Por la mañana, varias decenas de familiares de antiguos combatientes y miembros de asociaciones de exiliados españoles han tomado parte en una serie de conferencias y charlas bajo el título "Del refugiado e inmigrante al Resistente: Historia y memoria de los españoles en Auvergne-Rhônes-Alpes".

Francia tiene una "deuda" con los combatientes extranjeros, ya sean españoles, checos o polacos, según ha resaltado el coordinador de la Memoria y Comunicación de la Oficina Nacional de Combatientes y Víctimas de Guerra (ONACVG), Stephane Leroy.

El reconocimiento ha sido tardío, quizás por que se ha considerado su papel "minoritario o por voluntad política, al decir que Francia se liberó ella sola. Sin embargo tenemos que agradecerles que lucharan por la libertad", ha insistido.

El escritor Joel Ruiz ha contado la experiencia de su padre en la Guerra Civil española y posteriormente en la lucha clandestina contra la ocupación nazi, que ha dejado plasmada en el libro Anarquistas frente al franquismo.

El libro, solo publicado en Francia, en el que cuenta cómo su padre, nacido en Francia y de padres españoles, se alistó para defender a la República española, fue herido de gravedad y participó en varias batallas.

De regreso en Francia, con la ocupación alemana se enroló en la Resistencia y participó en operaciones clave en el este del país, en la liberación de Brive-la-Gallarde y la insurrección fallida de Villeurbane.

"Mi padre nunca se consideró un héroe, simplemente un superviviente", ha expresado Ruiz, que decidió escribir el libro tras la muerte de su padre, al encontrar un diario en el que contaba su paso por la Guerra Civil española y que mostró a los asistentes.

Los actos de homenaje han finalizado por la tarde en otro de los lugares cargados de historia de la región, el Memorial Nacional de la prisión de Montluc, centro de operaciones y torturas de la Gestapo en Lyon, por donde pasaron más de sesenta españoles.

(6p)LPA (GLA5N): el lenguaje secreto que las presas del franquismo escondían en sus cuadernos de labor

 https://elpais.com/smoda/feminismo/2024-05-04/el-enigma-que-se-esconde-tras-el-lenguaje-secreto-de-las-presas-politicas-del-franquismo.html

Las mujeres en las cárceles de la dictadura ocultaron en sus cuadernos de costura unas claves para comunicarse entre ellas. En ‘El arte de invocar la memoria’, la historiadora Esther López Barceló pone el foco sobre esta inexplorada forma de resistencia


El enigma tras el lenguaje secreto de las presas políticas del franquismo

Imágenes de los cuadernos de Manolita del Arco con las claves para comunicarse con las presas de otras prisiones.
MARÍA PALAU GALDÓN

“Primavera: Se empieza con 6 puntos de 4 agujas poniendo en 2 agujas 2 puntos, y uno en cada una de las otras dos (…) Hay tres páginas de instrucciones sobre esa labor, la Primavera. Hasta 197 líneas con letras y números”. Tras una mesa de la oficina de la cárcel de Segovia, la presa Manuela del Arco Palacios transcribe la información que contiene su ‘cuaderno de labores’. Reproduce una amalgama de consonantes y vocales enredadas entre números escritos a mano sin otro propósito aparente que trasladar a las reclusas unas instrucciones para tejer con cuatro y cinco agujas. Frente a ella, una funcionaria persigue sus movimientos con ojo vigilante.

Manuela, o Manolita –como solían dirigirse a ella–, continúa concentrada en sus quehaceres. “71.-(6p)LPA (GLA5N)PPL3LPP(GLLA-5V)GPL”, copia los inocentes puntos que, con el oscilar de sus manos sobre el hilo, se convertirán en un pañito, una filigrana o una pequeña prenda para vestir a la criatura de alguna de las internas con las que comparte encierro.

La monja que observa desconoce el lenguaje secreto con el que las mujeres encerradas entre los muros de la prisión se comunican con el exterior. “Han fusilado a Seoane y a Gayoso. En la Coruña. El 6 de noviembre de 1948. El doctor Bartrina ha sido conmutado en el último momento y trasladado al penal de Burgos. Las cuatro mujeres se han salvado: Mari Blázquez, Tina Gallego, Carmen Orozco, Fina González Cudeiro”, descifrará más tarde Manolita a sus compañeras, ante el tenue fulgor de la bombilla que ilumina el retrete de una celda atestada de mujeres. Para que todas lo sepan, para que se enteren.

“En la cárcel de Ventas y en la de Segovia, al parecer, hubo más de una veintena de presas políticas, organizadas en el Partido Comunista, que crearon su propio lenguaje. Un idioma secreto para resistir a la represión. Un código clandestino enmascarado entre las abreviaturas que enmarañaban las páginas de unas libretas”, escribe la historiadora y escritora Esther López Barceló en su último libro, El arte de invocar la memoria. Anatomía de una herida abierta, editado por Barlin Libros. Un ensayo en el que aborda las diferentes formas de hacer despertar la memoria, ya sea a partir de los objetos, los grafitis, las exhumaciones de fosas comunes, el arte y los diferentes lenguajes secretos que, a lo largo del tiempo, han usado las mujeres para resistir.

'El arte de invocar la memoria. Anatomía de una herida abierta', de Esther López Barceló, editado por Barlin Libros.
'El arte de invocar la memoria. Anatomía de una herida abierta', de Esther López Barceló, editado por Barlin Libros.D.R.

En aquella época, ninguna mujer era ajena al saber enhebrar una aguja y, puntada a puntada, confeccionar su propia urdimbre. Por eso, aquellos ‘cuadernos de claves’ para sus labores de costura no levantaban las sospechas de las funcionarias y las monjas de la prisión. “Ahí se condensan esos códigos encriptados que se utilizan en clandestinidad”, insiste la autora, para quien estos folios demuestran que “las mujeres siempre han ideado formas de resistencia; y, en este caso, además, la desarrollaron a partir del rol que se les había atribuido, no solo en el franquismo, sino desde tiempos inmemoriales: el de la costura”.

Asegura López Barceló en su nuevo trabajo que, “desde tiempos remotos, existe una unión indisoluble entre las mujeres y la memoria de los pueblos”. Quizá esos tiempos remotos queden distantes para la imaginación de algunas. Pero, si se excava en las primeras capas de la memoria, con toda probabilidad se recupere algún recuerdo de los años de infancia o adolescencia –qué afortunadas quienes lo encuentren ya en la edad adulta– que transporte a alguna conversación con esas abuelas que, entre susurros asustados, daban cuenta de un pasado no tan lejano. Unas historias protagonizadas por personajes de un poblado árbol genealógico que anidaba bien custodiado tras las arrugas de su rostro.

A la transmisión oral de nuestra memoria, las mujeres, sostiene la autora, suman la plasmación del devenir histórico “a través del trabajo de las (sus) manos en los tejidos, en la pintura, en los peinados, incluso en los capiteles románicos; en definitiva, a través de representaciones en las que se condensa un mundo o un tiempo ya pasado, que deja de ser perdido gracias a su fijación tangible”. “Las mujeres, tradicionalmente, y debido al sistema patriarcal, han ido heredando la interminable tarea de ser cuidadoras de los vivos y los muertos; siempre legatarias de lo acaecido, siempre guardianas de la memoria: la propia, la familiar, la comunitaria. Porque no hay mayor cuidado que el de hacer memoria. Sin embargo, a menudo, también las mujeres se han valido de esa capacidad como arma de resistencia”, resalta.

Como Manolita del Arco. Como sus compañeras.

Esther López Barceló descubrió los cuadernos de Manolita durante una visita en casa de su amigo, Miguel Ángel Martínez del Arco, el escritor de Memoria del frío (editorial Hoja de Lata): “Cuando leí la novela, no me detuve en ellos, no pensaba que fueran reales; pero, cuando vi los cuadernos encima de la mesa de Miguel, me di cuenta de que constituían en sí mismos un testimonio único y que, aunque muchos historiadores habían conocido su existencia, no se habían parado a mirar realmente la potencia que cargaban. Habían sido reducidos a la subcategoría de anécdota”.

Imágenes de los cuadernos de Manolita del Arco con las claves para comunicarse con las presas de otras prisiones.
Imágenes de los cuadernos de Manolita del Arco con las claves para comunicarse con las presas de otras prisiones.

La madre del autor no es otra que Manolita del Arco Palacios. “Hace mucho tiempo. Una mujer pasó diecinueve años en la cárcel. En el franquismo. Con otras muchas. Era mi madre”, cuenta entre las páginas de su obra, que reconstruyen la vida de la presa política que más años pasó en las cárceles de la dictadura. Él siempre supo de “este refugio de claves” que escondían los cuadernos, conservados en su casa de la infancia. Sin embargo, tomó plena conciencia de su significado en 1977, cuando entrevistó a Manolita y su compañera Josefina Amalia Villa para un trabajo de COU. “El primer cuaderno es de Ventas, debe comenzar en el 45. Sé que la información que apareció en ellos fue, por ejemplo, una caída del PCE gallego en el 48, en el que los agarrotan a todos. También está la información de la huelga de tranvías del 51 en Barcelona que, para ellas, fue un momento de enorme ilusión. Después sé que se trataron también temas internos del PCE, como caídas en desgracia y expulsiones”, recoge sus palabras López Barceló en El arte de invocar la memoria.

El escritor sospecha que, a partir de este lenguaje codificado, cuyo entendimiento fue reservado para apenas unas decenas de hablantes, las presas de la cárcel de Segovia se comunicaban con las prisiones de Amorebieta, Ventas, València, Málaga o Les Corts. Estos mensajes eran introducidos en los penales con la colaboración de familiares, que escondían pequeños recortes de papel dentro de latas de sardinas o cosidos en las ropas, o de las funcionarias y monjas que, sin ser conscientes de su verdadera función, autorizaban el envío de cartas entre internas de distintos lugares de encierro. En este sentido, explica que las cárceles se convirtieron en “espacios de construcción de políticas”. “Las mujeres tenían la capacidad, no solo de entender lo que pasaba, sino de comunicarse con el exterior para el fundamento del accionar político” del Partido Comunista, apunta Martínez del Arco, que afirma que este hecho “desprende a las presas de la condición de meras víctimas de la represión y las dota de agencia”.

Imágenes de los cuadernos de Manolita del Arco con las claves para comunicarse con las presas de otras prisiones.
Imágenes de los cuadernos de Manolita del Arco con las claves para comunicarse con las presas de otras prisiones.

El hijo de Manolita nunca dejó de preguntar a su madre por el código secreto que se hallaba oculto en aquellos cuadernos, pero la respuesta siempre fue idéntica: “Si alguna vez lo necesitas, tendrás que ser tú quien cree sus propias claves”. Después de muchos años de insistencia, fue dándose cuenta de que este silencio se debía al recelo de aquellas mujeres por que la historia se repitiera. “Decirme las claves hubiera sido una manera de adelantar acontecimientos. No decírmelas era un espacio de sanación, de defensa: no te puede pasar esto, ya nos ha pasado a nosotras, y tú no vas a necesitar las claves”, reconstruye.

Ni López Barceló ni Martínez del Arco han conseguido descifrar –todavía– el enigma del lenguaje secreto de Manolita y sus compañeras. El jeroglífico sigue intacto. Quizás, tras acercarse a las líneas de Memoria del frío El arte de invocar la memoria, alguien vea despertar su curiosidad y sume sus esfuerzos a desentrañar el misterio que se esconde detrás del habla particular de aquellas presas políticas.

Del campo andaluz a la cámara de gas: el asesinato de los hermanos Serrano como símbolo de la deportación a campos nazis.

 https://www.eldiario.es/sociedad/campo-andaluz-camara-gas-asesinato-hermanos-serrano-simbolo-deportacion-campos-nazis_1_11322491.html


Antonio (izquierda) y Julio Serrano Hidalgo (derecha) fotografiados antes de exiliarse en Francia.

Carlos Hernández

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Peñaflor (Sevilla), diciembre de 1955. Isabel García Rosa lleva 15 años sin saber si su marido está vivo o muerto. La última carta que recibió de su Antonio fue en octubre de 1940. Para su sorpresa e intranquilidad, la misiva procedía de Alemania y llevaba varios sellos con la esvástica nazi: “Soy prisionero de guerra, y estoy con buena salud. En mi próxima carta te daré mi dirección; es inútil escribirme antes de saber mi nueva dirección. Mis más afectuosos recuerdos. Antonio Serrano Hidalgo (…)”. Nunca supo nada más de él. Isabel se ha ido haciendo a la idea de que jamás volverá a verle, pero no deja de albergar una pequeña esperanza.

La brutal represión de la dictadura se ha cebado con su familia y la han empujado a permanecer callada. De los cuatro hermanos varones de Antonio, solo queda uno con vida. Sebastián fue sacado a rastras por los franquistas de un hospital y fusilado. Dionisio murió en un accidente poco después de salir de prisión. Rafael pasó nueve años encerrado en penales y trabajando como esclavo en obras como la construcción del Canal del Bajo Guadalquivir, más conocido como el Canal de los Presos. Julio se marchó con Antonio al exilio francés y también está en paradero desconocido.

El terror impera en España, pero tres lustros después de esa última carta, Isabel ha decidido cursar una petición a la Cruz Roja Internacional para que investiguen el paradero de su marido. El motivo por el que ha dado este paso lo explicita ante su familia con una rotunda frase: “Más vale una mala noticia segura que esta terrible incertidumbre”. Tres años después llegó la respuesta con la esperada mala noticia. Antonio había muerto en un lugar de Austria llamado Gusen. La incertidumbre se desvaneció, dando paso al infinito dolor que la acompañó el resto de sus días. Isabel falleció, mucho tiempo después, sin saber que ese “Gusen” en el que pereció su Antonio había sido un letal campo de concentración nazi conocido como El Matadero de Mauthausen.

9.300 historias ocultadas por el franquismo y olvidadas por la democracia

La historia completa de Antonio y Julio Serrano Hidalgo aún permaneció enterrada muchas décadas más. Bien entrado el siglo XXI, historiadores e investigadores como Benito Bermejo, Sandra Checa o Ángel del Río ya les incluyeron en sus listados de víctimas españolas de los campos nazis, pero fue su sobrina nieta, Mari Carmen González Serrano, la que decidió investigar a fondo: “Mi madre me había dicho que sus tíos habían muerto en Alemania. A mí siempre me extrañó, pero era pequeña y no preguntaba”. En conversación con elDiario.es, Mari Carmen explica que se enteró de la cruda realidad cuando encontró sus nombres en la placa que el municipio de Peñaflor colocó en homenaje a sus vecinos víctimas del nazismo: “Me propuse descubrir lo que les había ocurrido y empecé a investigar. Cuando encontré el primer documento original de Mauthausen en el que se les citaba… se me heló la sangre”. 

El periplo de los hermanos Serrano Hidalgo fue similar al que sufrieron los más de 9.300 españoles y españolas que fueron deportados a los campos de la muerte de Hitler, de los cuales 5.500 fueron asesinados. Antonio y Julio eran unos humildes agricultores que vieron en la II República la ocasión de mejorar sus precarias condiciones laborales y sus durísimas vidas. Afiliados a la Federación Española de Trabajadores de la Tierra, no dudaron en tomar las armas para defender la democracia del golpe de Estado perpetrado en julio de 1936. Antonio solo llevaba dos años casado con Isabel. Tras luchar en diversos frentes, en febrero de 1939 tuvieron que huir a Francia junto a cerca de medio millón de republicanos. El gobierno galo les recibió como a delincuentes indeseables y les encerró en campos de concentración habilitados, mayoritariamente, en las frías playas del sureste francés. Los hermanos Serrano Hidalgo acabaron en el campo de Barcarès.

Ante la nueva guerra que se avecinaba contra el fascismo, esta vez en Europa, y también para escapar de las inhumanas condiciones de vida de los campos de la playa, Antonio y Julio se alistaron en una Compañía de Trabajadores Españoles (CTE) del ejército francés. Como el resto de compatriotas, en lugar de armas portaron picos y palas. Su unidad, la 29ª CTE, participó en diversas obras de construcción y fortificación cerca de la frontera con Alemania. Un año después, en mayo y junio de 1940, Hitler invadió Francia en una operación relámpago en la que capturó a centenares de miles de prisioneros franceses y a cerca de 15.000 españoles. Entre ellos estaban los hermanos de Peñaflor. Sus nombres aparecieron en un listado de prisioneros de guerra elaborado por la Francia colaboracionista. Antonio y Julio fueron enviados primero a un recinto de reclusión provisional, el Frontstalag de Belfort, y después a un campo estable de prisioneros de guerra: el Stalag XI-B, ubicado en la localidad alemana de Fallingbostel.

Unidos hasta la muerte

En ese lugar, junto a miles de militares franceses y de otras nacionalidades, cientos de españoles fueron tratados como prisioneros de guerra. Los soldados alemanes que les custodiaban respetaban, más o menos, los derechos establecidos en el Convenio de Ginebra. Así lo atestiguaron los republicanos supervivientes que relataron, años después, cómo recibían suficiente alimentación y un trato, en general, correcto por parte de sus guardianes. Todo cambió cuando Franco, a través de su cuñado y hombre fuerte del régimen, Ramón Serrano Suñer, pactó con Hitler la deportación de los prisioneros españoles a campos de concentración para ser exterminados. Agentes de la Gestapo se presentaron en Fallingbostel y en el resto de los stalags para identificar a los republicanos y separarlos de los prisioneros de otros países que permanecieron allí el resto de la guerra.  

El 25 de enero de 1941, Antonio y Julio fueron obligados a subir a un tren junto a otros 1.504 republicanos. Ninguno de ellos sabía que estaban formando parte del más numeroso de todos los convoyes de la historia de la deportación española. El viaje duró dos días completos que pasaron hacinados en vagones de ganado, sin apenas agua ni comida que llevarse a la boca. El día 27 el tren se detuvo en la estación de Mauthausen. Las puertas de los vagones se abrieron y, en lugar de soldados regulares alemanes, les recibió una unidad de las temibles SS. A golpes, culatazos de fusil y mordeduras de sus perros, los SS pastorearon a la asustada masa de prisioneros a lo largo de los cinco kilómetros que les separaban de la colina en la que se alzaba el campo de concentración. El gaditano Eduardo Escot formaba parte de su grupo y, años después, recordaba ese infernal trayecto que recorrió con su paisano Cristóbal Raya y lo que sintió al toparse con los primeros prisioneros esqueléticos que vestían el traje rayado: “Entonces fui consciente del sitio al que llegábamos y le dije a mi amigo: 'Raya, estamos jodidos'”.

Julio y Antonio lograron permanecer juntos durante esos interminables kilómetros. Prueba de ello es que al llegar a Mauthausen, los nazis les asignaron dos números correlativos: Antonio recibió el 6555 y Julio, el 6556. Los hermanos aún consiguieron permanecer cerca, el uno del otro, durante tres meses más. El 10 de abril de 1941 tuvieron que separarse para siempre. Antonio fue trasladado a Gusen, el subcampo situado a cinco kilómetros y que era conocido como El Matadero de Mauthausen.

Solo cuatro meses después, el 13 de agosto, muy probablemente porque ya no estaba en condiciones físicas para trabajar y, por tanto, había dejado de ser útil para los SS, fue enviado al Castillo de Hartheim. En ese lugar había funcionado durante años uno de los seis “Centros de Eutanasia” en los que el III Reich gaseó a decenas de miles de discapacitados, principalmente alemanes y austriacos. Desde comienzos del verano del 41 empezó a utilizarse para eliminar prisioneros de Mauthausen y, más tarde, también de Dachau. Aunque en el certificado de defunción que redactaron los médicos SS se afirmaba que Antonio murió el 10 de septiembre, todo apunta a que fue asesinado en la cámara de gas el mismo día de su llegada a Hartheim. Al menos 449 españoles fueron exterminados en ese monumental pero siniestro castillo.

Ajeno al fatal destino de su hermano, Julio siguió intentando sobrevivir en Mauthausen hasta que, el 9 de octubre, también fue enviado al Matadero de Gusen. Allí solo duró dos meses y medio. En el registro de muertes de ese subcampo se constató su defunción en las primeras horas del día de Navidad de 1941. La causa oficial fue una “miocarditis”. La causa real nunca la sabremos porque los nazis siempre registraban como muertes naturales lo que en realidad eran asesinatos violentos o fallecimientos provocados por el duro trabajo, la nula atención sanitaria y la insuficiente alimentación.

Unos años después de la derrota de Hitler, en 1950, el gobierno francés envió a Franco los partes de defunción de las víctimas españolas de Mauthausen para que se las hiciera llegar a sus familias. Entre esos documentos estaban los de Julio y Antonio. El dictador los guardó en un cajón. A miles de madres, hijas, hermanas o esposas como Isabel, Franco les negó incluso el derecho a saber que sus seres queridos estaban muertos.

“Siento que he puesto luz en su último recorrido, que los he sacado de un olvido que no merecían. Siento que los conozco un poco más —afirma Mari Carmen—. Me da rabia no haber podido hablar de ellos con mi abuelo, su hermano, por el maldito miedo represor de la dictadura”. En vísperas del 5 de mayo, 79º aniversario de la liberación de Mauthausen y Día de homenaje a los españoles deportados y fallecidos en campos de concentración nazis, la sobrina nieta de Antonio y de Julio cree que nuestra democracia sigue sin reconocerles como se merecen: “Se ha silenciado durante demasiado tiempo todo lo relativo a ese periodo de nuestra historia. Creo que nunca se saldará la deuda de tantas personas que perecieron por sus ideales, por pensar de manera diferente. Aun hoy en día muchos sectores de la población española no conocen estos hechos o los desvirtúan y banalizan”. 

Eduardo Ranz: "Las leyes de PP y Vox emiten el mensaje de que las víctimas del franquismo no importan"

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Eduardo Ranz cuenta las horas. Este lunes 6 de mayo acompañará a familiares de asesinados por el régimen franquista en una visita a las criptas del Valle de Cuelgamuros, lo hará en condición de abogado de la familia de los hermanos Lapeña, dos hermanos que fueron asesinados por falangistas en 1936. Estará, además, acompañado de Purificación Lapeña, nieta de uno de ellos. El objetivo es dar cumplimiento al primer y, de momento, único auto judicial en materia de memoria en España, que reconoce el derecho de los familiares a trasladar los restos de sus allegados. "Creemos que esta visita es importante porque vamos a conocer el laboratorio y vamos a estar delante de los que pueden ser los restos. No podemos asegurar que encontraremos a los hermanos Lapeña pero sí recibir una explicación diferente". En palabras del abogado esta visita es "en gran medida, reparación".

Hace justo un mes, el pasado 4 de abril, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, visitó el Valle de Cuelgamuros para, según Moncloa, "conocer in situ las tareas de recuperación de 160 víctimas reclamadas por sus familias". Esta visita, que para el abogado fue "positiva", provocó una avalancha de críticas ante Sánchez. Según Ranz, esto se puede deber a que "mucha gente vio por primera vez las imágenes de los que pueden ser los restos de sus antepasados por televisión y no a través de una explicación de carácter emotivo, reparatorio o simbólico".

Otro de los fallos del Gobierno, en la opinión del abogado, es la poca atención que le muestran a las asociaciones de víctimas. "El problema es que nosotros habíamos pedido en julio de 2023 acudir in situ y no tuvimos respuesta. En noviembre del mismo año lo elevamos a través de transparencia y tampoco tuvimos respuesta", destaca Ranz y añade que, tras una protesta, "el día que acudió Sánchez nos notificaron si queríamos acudir nosotros el 6 de mayo".

"Las derogaciones emiten un mensaje: las víctimas del franquismo no importan para nada"

Respecto al reciente informe de la ONU que insta al Gobierno de España a que "tome las medidas necesarias" para preservar la memoria histórica frente a las leyes tramitadas por PP y Vox, el abogado expresa que estas normas de concordia "suprimen la palabra dictadura" porque saltan desde 1939 a 1977 "sin mencionar la peor fase de nuestra historia contemporánea". "También suprimen el mapa de fosas, la colaboración entre comunidades autónomas y gobiernos autonómicos, para determinar el lugar de los cuerpos y hacen peligrar las subvenciones. Es en estas subvenciones donde se abre una vía para acudir al Tribunal Constitucional".

"Concordia en términos jurídicos es un convenio entre dos partes. La ley de Memoria Histórica o Memoria Democrática tiene dos partes, una el Gobierno y otra las víctimas. En el caso de la derogación de estas leyes tenemos una parte que es la ultraderecha, pero no tenemos la segunda parte. También hay que destacar que las leyes de memoria histórica generan derechos, no restan derechos a nadie. La supresión de las leyes autonómicas eliminan derechos a las víctimas, que no se pueden defender", destaca. "Mucho me temo que con el juego de las mayorías, esta derogación emite un mensaje: las víctimas del franquismo no importan para nada".

Eduardo Ranz expone que el caso "más extremo" es el de Castilla y León y critica que el presidente aragonés, Jorge Azcón, expuso que el informe del organismo internacional era "lisa y llanamente mentira" porque, según el dirigente popular, "no se está tramitando ninguna ley". El abogado aclara que "algunas derogaciones de normas ya están publicadas en los boletines oficiales", como es el caso de Aragón. También ha criticado al ejecutivo gallego por eliminar "sin efecto de facto la partida presupuestaria para las víctimas del franquismo". "Esto nos recuerda es que en una guerra la primera víctima es la verdad y, en el caso de la guerra civil española y sus consecuencias, pues la segunda víctima es la cultura. La asignatura de derechos humanos en España todavía nos sigue pendiente".

Por otra parte, Ranz aprueba la gestión del Gobierno español por "partir de oficio" y dirigir a Naciones Unidas este informe, en contraposición del Ejecutivo de Mariano Rajoy que, en 2014, recibió por primera vez la llamada al orden de la ONU. Además, destaca que "lo importante es que tenemos una ley central democrática que asume el deber del Estado ante las exhumaciones y, lo más importante, lo financia".

La historia familiar de Ranz y su pasado como asesor de Justicia

Ranz lleva años luchando por la memoria de las víctimas de la dictadura franquista. Asesora legalmente a familias con antepasados ejecutados y es por esto que, tras investigar sobre nuevos casos, descubrió que en su familia también hubo asesinados por el régimen de Franco. Su bisabuelo, un Guardia Civil leal a la República, fue fusilado en la guerra, mientras que el hermano de éste acabó en México, exiliado tras pasar por un campo de concentración en Francia.

Las víctimas del franquismo llevan a Bruselas la batalla contra los retrocesos en memoria de PP y Vox

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"Cuando empecé había muy pocos abogados dedicados a resolver estos casos. A raíz de colaborar, conocí mi historia familiar" destaca Ranz a infoLibre para continuar relatando que el franquismo "tenía la idea de eliminar la nacionalidad a los republicanos. Esto se hacía o mediante el fusilamiento o con el exilio. Estos dos hermanos [sus familiares] son la idea que tenía el franquismo de que la única forma de ser español era la suya".

Ranz lucha desde hace 12 años por recuperar los cuerpos de los dos hermanos. "La primera denuncia se registró en el 2012, el auto que ordena la exhumación en el 2016. En estos 12 años hemos acudido a una veintena de instancias judiciales, administrativas, al Tribunal Constitucional, hemos ido al Vaticano, a Naciones Unidas", relata el abogado. A pesar de conseguir este auto, Ranz destaca que la familia y él tienen "una sensación agridulce" por no lograr que estos dos hermanos vuelvan a su lugar natural, Aragón. "El siguiente paso en la recuperación de los cuerpos de estos hermanos es el análisis genético. Un médico forense debe decretar la identidad de las personas buscadas a través del ADN entre nietos y abuelos. Pero esto no acaba con este análisis. Para Ranz, "esto no termina con un acto judicial o una resolución administrativa. Esto terminará el día en que la familia pueda enterrar a su familiar conforme a su religión y sus creencias. El día que se celebre el entierro será el día que esto tenga su punto y final".

Eduardo Ranz también ejerció como asesor de la ministra de Justicia "durante varios meses" en 2018. Dolores Delgado García, la ministra propuesta por el PSOE en aquel momento, tenía como uno de sus objetivos sacar a Franco del todavía denominado Valle de los Caídos, ahora Valle de Cuelgamuros. Lo consiguieron, aproximadamente, un año después, el 24 de octubre de 2019. Para el abogado, esta experiencia fue diferente, pues nunca había sido funcionario: "Fue un trabajo desde una óptica que nunca había vivido, desde la administración".