dissabte, 9 de setembre del 2023

Entrevista Daniel Palacios González, historiador del arte e investigador de las fosas del franquismo. «Las fosas nos dictan un deber hacer respecto al futuro»

 


Por Manuel Nogueras | 09/09/2023 | España 

Fuentes: El Salto [Foto: Puebla de Alcocer, Badajoz (Daniel Palacios González)]

Una visión del carácter emancipador del monumento y las fosas comunes, del rescate popular de la memoria y de la identidad política de las víctimas del fascismo.

Tras su paso por Extremadura sostenemos una conversación pausada con Daniel Palacios González, historiador del arte e investigador de las fosas del franquismo, recientemente premiado por su obra De fosas comunes a lugares de memoria. Es este un estudio desde el que se proyecta una mirada en clave de análisis sobre el papel de la memoria histórica, sobre el sujeto político de las víctimas, la institucionalización y domesticación de su recuerdo.

Daniel, en primer lugar nuestras felicitaciones por los premios que está recibiendo tu trabajo y por lo que significa de reconocimiento del mismo. Cuéntanos cuáles han sido estos reconocimientos, por favor.

Acabo de recibir un premio internacional, el MSA First Book Award 2023, a mi libro, De fosas comunes a lugares de memoria (CEPC, 2022). Lo otorga la Memory Studies Association (Asociación de Estudios de Memoria), y lo recibí en su conferencia anual en Newcastle en julio. El libro incluye más de un centenar de experiencias, no solo en Extremadura sino por todo el estado, de prácticas monumentales sobre fosas comunes y la MSA es la principal organización profesional dedicada a estudios de memoria a nivel mundial. Por ello para mí no ha sido un reconocimiento a mi trabajo personal, sino al de centenares de personas que, con su obstinada resistencia al pie de las fosas comunes, lo han hecho posible al compartir conmigo sus historias.

Cuenta qué buscabas en este trabajo sobre las fosas, porque he podido observar que el enfoque es distinto al de otros trabajos. Memoria histórica es un concepto amplísimo, pero lo que más llama la atención desde el principio es que haces un planteamiento diferente; creo que eres consciente de eso y quisiera que lo detallaras.

Mi enfoque corresponde a varias inquietudes y quizás por ello resulta diferente. Por una parte, dado mi contacto personal con personas de mi entorno que trabajaban en la exhumación de fosas comunes me preocupaba profundamente qué estaba ocurriendo con esos cuerpos y esos lugares tras las exhumaciones, viendo las orientaciones técnicas de esos procesos. Los medios de comunicación no estaban dando ningún tipo de visibilidad a la imagen de la fosa antes de ser exhumada y a la imagen de esa fosa después de ser exhumada. ¿Dónde iban esos cuerpos? ¿Cuál era el aspecto de esas fosas antes?

Me parecía muy raro que allí no hubiera nada y también qué sucedía con esos cuerpos… y mi interés era describir cómo la memoria se había organizado a través de las comunidades locales, en lugar de esa figura heroica del investigador universitario, del político, del forense que podían estar capitalizando todos estos procesos desde su posición privilegiada. Además, mi trabajo apuesta por una perspectiva materialista, al entender que el estudio de la memoria hasta ahora había estado muy centrado en el dolor, en las víctimas, como si la memoria fuese algo emocional, de la mente y no consecuencia de la realidad. Por ello muchas veces se han invisibilizado las lógicas económicas y la agencia política, las razones que habían llevado a que estas personas estuvieran en las fosas; porque a estas personas, a ninguno de ellos, se le asesino por ser el abuelo de nadie.

Daniel Palacios, historiador del arte e investigador de las fosas del franquismo.

¿Cómo se llega del arte a la memoria histórica?

Quizá siendo de Alcorcón (risas), porque la disciplina de la historia del arte es una disciplina tremendamente elitista, de la cual Nikos Hadjinikolaou, enunciaba que es una disciplina historiográfica que trata una ideología especifica, que es la del arte. Por lo tanto, normalmente la historia del arte está sesgada, atendiendo sólo a una parte concreta del conjunto de la cultura, que sería aquella producida y valorada por capas medias y altas de la sociedad. A mí, sin embargo, y por eso decía lo de Alcorcón, me interesa mucho más lo que ocurre abajo, lo que ocurre en las comunidades locales, con la gente trabajadora, y la capacidad que siguen teniendo los pueblos y la clase obrera de producir su propia cultura.

Se observa que reivindicas mucho lo que yo había apuntado previamente como popular, pero ahora observo que quizás sea más una reivindicación de la autonomía de lo popular, de ahí la atención que pones a esas exhumaciones, llamémosles, “previas”, ¿no es así?

Sí, claro, a mí lo que me interesa y de lo que de alguna manera trata mi trabajo principalmente es del trabajo que se ha hecho de manera popular sobre la memoria, en cómo la memoria parte no de un arqueólogo o forense que exhuma una fosa, o de un político que decide promulgar una ley o dar una subvención, sino de las mujeres que ya en la posguerra empezaron a llevar flores a las fosas, de las vecinas que colocaron una piedra sobre el lugar del enterramiento durante la dictadura, del grupo de militantes y familiares que desde los años setenta decide ajardinar una fosa, construir un monumento, o exhumar los cuerpos para re-inhumarlos en un panteón colectivo, como aquí ocurrió en Casas de Don Pedro. A mí lo que me interesa es cómo esas comunidades han concebido y han utilizado la fosa y cuáles han sido los instrumentos para vehicular la memoria desde entonces hasta el día de hoy, cuando se está viendo institucionalizada.

Sí, porque no pocas veces te refieres directamente a la “institucionalización de la memoria”, es decir, tratas de establecer una especie de marco específico de la memoria fuera de la institución, ¿es así?

Claro, porque la fosa común es un espacio muy particular. En un primer momento la fosa común es el signo del terror. Resultado de un golpe, y de un aparato represivo de estado, con la idea de “crear una atmósfera de terror,” y de “dejar sensación de dominio” como ordenaba el Emilio Mola. Pero este, es un signo cuyo significado se encuentra en disputa, siguiendo las teorías de Valentín Volóshinov. Por ello, cuando ya en los años de la posguerra las personas empiezan a llevar flores pese al acoso militar y de la población fascista, o décadas más tarde se convierten estas fosas en lugares embellecidos, con flores, con monumentos, con jardines, en los que se realizan homenajes cantando himnos o leyendo poemas, se está disputando ese significado de terror de la fosa. La fosa deja de ser el signo del terror para adquirir ser lugar de honor y belleza con el que se comunica un mensaje radicalmente diferente y que subvierte el que deseaban los golpistas y el Estado Español.

Por ello hoy, cuando las instituciones intentan involucrarse en estos procesos están de alguna manera tratando de apropiarse del significado que tienen estas fosas, o cuando evitan que se construyan monumentos sobre las fosas o destruyen los monumentos existentes sobre las fosas para exhumarlas se está preservando el sentido original de terror sin subvertirlo. Existe por tanto un conflicto por el significado de las mismas entre las instituciones hoy y los agentes históricos, desde familiares a militantes o asociaciones de memoria. La institucionalización por tanto es un proceso por el cual agentes gubernamentales están disputando el sentido del pasado a quienes de manera autogestionada lo han subvertido durante décadas.

Fosas 2 Llerena
Llerena (Badajoz). Fotografía: ARMHEX.

Porque tú reivindicas, evidentemente,  la práctica monumental popular. Utilizas con frecuencia esa expresión, una práctica monumental popular que a veces es tan simple como esa talla de una encina, o unas cruces de piedras alineadas en el suelo. De hecho, esa foto es impresionante.

Con mi libro no reivindico, sino que evidencio su existencia, que ha sido sistemáticamente ignorada e invisibilizada desde la mayor parte de los medios y la academia. Y su existencia es la reivindicación en sí misma. De esto que hablas es de lugares como Villamayor de los Montes en Burgos, Castillejo de Martín Viejo en Salamanca, el Bercial de Zapardiel en Ávila, Morata de Jalón en Zaragoza, Cobertaleda en Soria, Tiedra en Valladolid o la Barranca en La Rioja. Donde al monumento lo antecedieron unas flores, una piedra, una marca en un árbol. Esto es importante, porque la noción de monumento ha sido muy denostada en los últimos años desde la historia y la crítica de arte. De una manera muy seguidista de teorías alemanas y anglosajonas sobre la idea del contra monumento y del memorial abstracto, que plantean como una superación eminentemente formal del monumento hacia una estética posminimalista y de connotaciones negativas bajo la influencia del Holocausto. Pero este es también el elitismo de la crítica y la historia del arte, que niega a las clases trabajadoras la posibilidad de elegir como producen su cultura.

Parece que solamente un artista profesional que maneja mucho dinero, subvenciones, y una trayectoria en el mercado, tiene legitimidad para relatar el pasado y memorializarlo. Y esto, no es una garantía de nada. Solo hay que recordar el fracaso estrepitoso del memorial del Cementerio del Este en Madrid. Lo interesante de estos monumentos populares que yo he estudiado, y que tenemos por todas partes sobre las fosas comunes no solo en Extremadura sino en la totalidad del Estado superando los 600, es que responden a una necesidad muy inmediata de producir un nuevo significado para las fosas en sociedad. Y ahí no importa que las estéticas del monumento estén obsoletas de acorde a los cánones del mercado del arte o de un crítico o historiador que escribe desde una universidad en Berlín o Nueva York.

Hablas de cómo en concreto la sepultura ―dicho así― escribe historia.

Exacto, esta es una idea de Michel de Certeau y Paul Ricoeur de la que me apropio a mi manera. Cuando miramos este tipo de monumentos, es la comunidad la que habla… O sea, la historia se escribe por una parte en las instituciones, en las universidades, museos y es gestionada por las administraciones con un capital económico, cultural, social y simbólico que no es el que tienen las vecinas de un pueblo o las clases trabajadoras proletarizadas. Sin embargo, la manera que se tiene de narrar el pasado para aquellos desposeídos de medios institucionales y dejar marca permanente de la historia y del pasado es a través de este tipo de prácticas monumentales, como es la sepultura: el monumento sobre la fosa común o el panteón colectivo tras la exhumación. Estos responden a una voluntad de escribir la historia, fijar el pasado en el espacio, y que la lectura de la sepultura dicte a los vivos una serie de mandatos desde los cuerpos de los muertos, generando un sentimiento de deuda y de deber hacer. Así con estas prácticas, los cuerpos de las fosas comunes ya no se pertenecen a sí mismos ni a las familias, sino a la comunidad.

Fosas 3 Benavente
Túmulo conmemorativo en Benavente. Fotografía: Daniel Palacios González.

Claro, y eso tiene que ver mucho con las fuentes que has utilizado.

Sí, para llegar a entender el fenómeno uno no puede realizar un trabajo de investigación de historia del arte tradicional de oficina o biblioteca, sino que tiene que ir a los lugares dónde se producen este tipo de iniciativas. Habré acumulado 25.000 kilómetros por toda la península entrevistando familiares, activistas, militantes, sindicalistas, arqueólogos, historiadores, forenses, concejales… todo tipo de personas que de alguna manera se han implicado en la práctica monumental. Es en su relato oral donde se guarda la experiencia de haber podido producir este tipo de monumentos, porque no hay casi documentos sobre ello. Se ha divulgado mucho como desde el 2000 los nietos “empezaron” a buscar a sus abuelos “en las cunetas”.

Pero la historia de estas personas que en sus pueblos no abandonaron las fosas y que a su manera construyeron monumentos jugándose muchas veces la vida, o que decidieron ir más allá de buscar un familiar y subvertir el significado de las fosas comunes a través de monumentos, homenajes… Ellas han sido las grandes ausentes del relato. Desde el periodismo al cine, de la literatura a la universidad, siempre han estado más interesados en victimismo, el dolor y la imagen casi pornografía de la violencia, que en ningún caso anula el significado de terror de la fosa común que generaron los perpetradores, como, por el contrario, si hicieron todas estas personas que a pie de fosa convierten un lugar de terror en uno bello a través de prácticas monumentales.

Has hecho un recorrido en lo popular hacia la oralidad. Entonces, partiendo de estas fuentes cuéntanos alguno de esos rituales de duelo y resistencia, que los hay muy interesantes.

Pues el gesto inicial es algo tan sencillo aparentemente como señalizar la fosa. Pero no es tan fácil. Estamos hablando de los primeros momentos años de la dictadura, momentos en los que quizás era arriesgado acudir a ese lugar, porque estaban vigilados por el ejército, la guardia civil, falangistas y población afín local. Por eso, el simple hecho de volver a la fosa en los primeros años de la dictadura para llevar flores o poner una piedra es ya un ritual de resistencia, en el cual estas primeras mujeres ―porque eran principalmente mujeres― estaban desafiando el orden de la dictadura. Lo interesante es como los rituales evolucionan con una progresiva implicación no sólo de familiares sino también de militantes que se ven de alguna manera herederos de estas personas asesinadas por sus proyectos políticos, y así es cuando en torno a los años 70-80 cuando estas fosas empiezan a ser monumentalizadas, son lugares a los que de nuevo se va acudir de una manera masiva a llevar flores, a realizar homenajes, a cantar himnos, desde Els Segadors a La Internacional, convirtiendo este espacio en un lugar de lectura de una necesidad de modificar el presente mirando al pasado. Son muchos homenajes que de hecho continúan regularmente hasta hoy, más allá de si la fosa se ha exhumado o no se ha exhumado.

Lo tremendo es que esta memoria histórica autónoma, por decirlo de alguna manera, arranca casi a continuación de los asesinatos; hay acciones de las viudas y de las mujeres casi siempre en vanguardia del asunto, hay prácticas tremendas: desde vestirse de negro y pasar siempre por el mismo sitio, depositar flores… Pero esto arranca con la guerra prácticamente sin terminar.

Así es. De hecho, hay iniciativas como la que tuvo lugar en la Barranca, cerca de Logroño, que es quizás una de las más famosas… Uno se escandaliza por tanto cuando escucha que en España nunca se ha hecho nada en temas de memoria, o que la memoria histórica comenzó cuando el fundador de la ARMH exhumó una fosa común en el Bierzo en el año 2000. Hay fosas no localizadas, por supuesto, pero también centenares de ellas que se sabe dónde están e incluso tienen un monumento encima desde hace décadas. Esto demuestra un desconocimiento total de la realidad para el que se podrían buscar muchos responsables. Pero es indiscutible el hecho de que, de manera masiva, la memoria se ha ido perpetuando y comunicando bien a través de la oralidad o bien a través de este tipo de prácticas de resignificación de las fosas comunes que comienzan de una manera muy valiente desde el mismo momento posterior a los asesinatos.

Fosas 4 Paterna
Paterna (Valencia). Fotografía: Daniel Palacios González.

¿Cuáles eran algunas de estas prácticas?

Ofrendas florales, colocación de piedras, perimetración de las fosas, progresiva instalación de jardines, de monolitos, de esculturas, como en Ocaña, Oviedo, Alcolea de Río, o la Sima de Otsoportillo; en algunos casos se produce la exhumación de las fosas para la creación, posteriormente, de un panteón colectivo dónde todos los cuerpos se alojan, he mencionado Casas de Don Pedro, pero tienes decenas en La Rioja y Navarra, o en La Carolina, Jaen. No se trataba de individualizarlos. Y lo interesante es que, a partir del año 2000, encontramos que de nuevo se empiezan a exhumar fosas, ahora con la implicación de equipos de arqueólogos y forenses encontramos que, de nuevo, se vuelven a señalar fosas después de la exhumación, o que con los cuerpos ya exhumados se vuelven construir nuevos panteones colectivos como los que aquí hay en Castuera, Mérida o Puebla de Alcocer, porque el hecho es que pese a la voluntad de individualizarlos y entregar los cuerpos a los familiares, un porcentaje muy grande de ellos no son identificados o no tienen familiares que vayan a recibir esos cuerpos.

¿Cuándo tuvo lugar, cronológicamente, la mayor explosión de esta memoria histórica autónoma?

Al contrario de lo que podríamos tener en la cabeza por el relato de los medios, fue en los años 70 y 80. Durante mi investigación, en la que visité más de un centenar de estos lugares, ―de los más de 600 que están por todo el territorio― era muy interesante observar que, donde habían logrado construir un monumento en las fosas comunes en el año 75, 76 o 78, todos ellos te decían que era la primera fosa monumentalizada del país. Y esto es así porque existió una desconexión entre estas personas pese a lo masivo del fenómeno, lo que no quiere decir que para estas personas fuera real que todas esas fosas eran las primeras (para ellos), porque no había una visibilidad mediática pese a que estos años fueron los de mayor desarrollo de este tipo de iniciativas.

¿En qué zonas hubo más desarrollo de estas iniciativas de las que hablas?

Pues por todas partes, y quizás esto sea lo más interesante de este fenómeno, eso sí, con las particularidades que tiene cada entorno geográfico. No es lo mismo la represión en lugares en los que se realizaron asesinatos masivos con la llegada del ejército sublevado, que tienden a ser fosas comunes en el interior de los cementerios, como ocurre en partes de Andalucía o Valencia, o donde las fosas están fuera de los cementerios por ser violencia producto de los primeros días después del golpe de estado como Galicia o el norte de Castilla, así como nada tienen que ver aquellas que tenían lugar cerca del frente como en Cataluña. Sin embargo, en todos los territorios tenemos este tipo de iniciativas desde los primeros años de la transición de manera masiva.

Comentas que se trata tanto de construir como de exhumar, y eso es muy interesante.

Claro, de alguna manera hemos centrado el relato de los últimos 20 años en el hecho de las exhumaciones, invisibilizando e ignorando que las fosas tenían una historia anterior y tienen una historia posterior, y a eso han contribuido algunas tergiversaciones cinematográficas como la que vivimos con El Silencio de Otros o Madres Paralelas. También a que las personas allí enterradas no son abuelos, y que la categoría de víctima se las está atribuyendo de manera reciente. En contraste, esas personas fueron asesinadas por su agencia política y por el riesgo que suponían para el estado, la iglesia, los propietarios de la tierra, las minas, las industrias… y muchos fueron referentes de la resistencia antifascista, el sindicalismo o la radicalidad política en cuestiones de género del momento.

También comentas de una manera muy argumentada el papel del honor a la hora dotar de sentido al pasado, incluso sin muertos, sin sepultura física…

Si, porque no podemos condicionar, como hemos tratado de vincular al paradigma de las exhumaciones, que se devuelve la dignidad a una persona con la exhumación de sus cuerpos. Esta es, de alguna manera, la trampa en la que caemos en el campo de la memoria. Sería un tanto absurdo pensar que Federico García Lorca no tiene ningún tipo de dignidad porque no tiene una sepultura en un cementerio… Y esto es un punto fundamental, porque aquí se ha confundido derechos humanos con el derecho canónico cristiano. Y deslumbrados por el victimismo en el marco de los derechos humanos nos hemos olvidado de la dimensión política de las personas en vida, en el anhelo de un mínimo reconocimiento al menos como víctimas pues todo lo demás ha sido negado.

Y es en este sentido que hay que pensar cómo existe toda una estrategia de deshonor cuando se asesina a estas personas, pero también de sometimiento y de borrado, de muerte social, a quienes sobreviven, y aquí yo utilizo a Orlando Paterson, un historiador de la esclavitud que habla de cómo, en las sociedades esclavistas, cuando se asesina a algunos para generar un entorno disciplinador, se explota a los esclavos pero también a las personas ciudadanas libres. Y cuando los esclavos puede que estén en algún punto en que pueden rebelarse contra el amo, el amo lo que crea es un marco ideológico que los siga sometiendo, que es el de la dignidad. Hace que los esclavos en vez de rebelarse para cambiar el sistema lo que hagan es aspirar a ser como las otras personas que son ciudadanas libres, a tener una dignidad como iguales jurídicamente en esa sociedad en la que sin embargo los únicos que siguen detentando el honor son los amos, que son los que precisamente poseen los medios de producción y explotan a libres y esclavos.

Esto lo pudimos ver cuando se exhumó a Franco portando los mayores honores militares que existen en España: la Orden de San Fernando. El ejército se cuadró cuando su féretro salió y nunca vimos su cuerpo, lo que contrasta radicalmente con la exhibición constante de los cuerpos de las fosas comunes, con la ausencia de ningún tipo de presencia de alguna autoridad del Estado y con la deshonra que sigue siendo que estas personas sigan considerándose culpables a ojos de la ley. A contracorriente de esta política de estado, su honor precisamente trata de recuperarse (a veces subconscientemente) a través de las iniciativas que he venido estudiando: la monumentalización, las ofrendas florales, los rituales, en los que se canten himnos y se recuperen sus ideales políticos y sus hazañas en vida, no las causas de muerte.

Fosas 6 Talavera
Monolito conmemorativo en Talavera. Fotografía: Daniel Palacios González.

Hablas de nuevos paradigmas en la memoria histórica, ¿cuáles serían esos nuevos paradigmas?

Los nuevos paradigmas son esta llegada del conocimiento forense, de los arqueólogos que desplazan el saber popular del cuerpo por el científico. Y esto viene de la mano de un nuevo marco interpretativo de la realidad que tiene que ver con la asunción de los presupuestos neoliberales por parte del PSOE y la socialdemocracia en general. La nueva vía de Tony Blair, que vino acompañado de Anthony Giddens como el gran filósofo del individualismo y la fragmentación de la sociedad tras la desaparición de la Unión Soviética y el declive de las interpretaciones materialistas de la realidad desde los movimientos sociales. Si ponemos todo esto en la misma mesa, lo que vamos a ver es que el relato de la memoria histórica desde que “surge” el año 2000 es un relato posmoderno y de tinte liberal, de un individuo a la búsqueda de su abuelo, convertido en víctima a ojos de la sociedad a la que se imposibilita cuestionar el sistema.

La búsqueda de una dignidad tal y como deseaba el amo; este es un nuevo paradigma, un paradigma por el cual empresas privadas recuperan cuerpos para ser entregados a individuos de manera privada. Un paradigma que rompe por tanto con esa lógica de la colectividad, del honor popular y obrero, de la resistencia antifascista, del sentido de lo común sobre el cuerpo frente a lo individual que veíamos en los años de la posguerra, en los años 70 y 80 y que, aun así, todavía sobrevive cuando las exhumaciones fallan, porque este sistema, este marco de la memoria histórica es insatisfactorio. No quiere decir que los forenses no hagan una gran labor al identificar los cuerpos o los arqueólogos al recuperarlos. De hecho, su interés en las fosas ha abierto muchos debates que estaban tan invisibilizados como las acciones de las comunidades locales sobre las fosas desde la posguerra. Y ello hay que agradecérselo a pioneros como Francisco Etxeberria. Pero los exhumados siguen siendo culpables sin honor, y sigue correspondiendo a las familias, a las comunidades locales, a activistas y asociaciones, seguir recuperando su sentido histórico y reivindicar a estas personas desde otro lugar.

¿De ahí que se perciba en tu trabajo esa insatisfacción hacia lo que llamas el “giro forense”?

Sí, y de alguna manera el que los cuerpos no identificados vuelvan a ser enterrados en un gran monumento que reproduce formas de honor y dé lugar a rituales que, de nuevo, están honrando a los cuerpos de lo que nos está hablando es de un plano del lenguaje en el que esto está sucediendo, aunque en otros como los medios de comunicación y políticos sigan hablándonos de la dignidad, el individuo identificado y aplaudan el compromiso de ciertas instituciones a llevar a cabo planes de exhumación sin que la mayor parte de la sociedad tenga ni idea de que hay una historia muy diferente en cada fosa y exhumar de manera privada sin más acciones tanto simbólicas como políticas, económicas y sociales, que lo acompañen no representa ningún tipo de justicia histórica.

¿Qué futuro ves a la memoria histórica?

Quizás el reto de la memoria histórica hoy sea seguir batallando por esos lugares, porque esos lugares ―como mencionaba― son lugares en disputa antes de abandonarlos al olvido o a la desactivación política. Que haya monumentos que son grafiteados o violentados por grupos fascistas quiere decir que estos monumentos no están tan obsoletos como nos quiere contar la historia del arte. De alguna manera tienen una función que es incómoda para ciertos sectores de la sociedad, de la misma manera que es incómoda para otros sectores que se construyan monumentos en vez de exhumar para entregar de manera despolitizada cuerpos a familiares. En ambos casos no quieren que haya referentes políticos repartidos por todo el país. Seguir batallando por esos lugares, que en algunos de esos espacios hay instituciones que pueden querer apropiárselos, quizá sea el reto a un nivel más práctico e inmediato de lo que sean estas fosas comunes en riesgo de desaparecer por los planes de exhumación que no implican la construcción de monumentos, panteones o señalizaciones que resignifiquen.

Pero también existe en este sentido malestar porque en algunos lugares que, durante 80 años, desde las primera mujeres hasta los militantes de hoy, se llevan realizando homenajes y cuidando las fosas como lugares de referencia hoy el gobierno central pudiera querer apropiárselos como “Lugares de memoria democrática”. Acto en que muchos ven un uso oportunista. Pero a un medio plazo, el reto a un nivel más amplio sería abandonar el relato nostálgico sobre el pasado y dejar de mirar a las personas asesinadas como víctimas y empezar a pensarlas históricamente como referentes políticos, y este quizá sea el reto, el abandonar esa nostalgia que lleva invadiendo a la izquierda ―plantea el filósofo Enzo Traverso― desde la caída de la URSS y recuperar los imaginarios políticos que han sido los grandes ausentes en la configuración de los relatos del pasado desde ciertos movimientos sociales que creerían haber inventado la pólvora en el siglo XXI.

Las fosas están más vivas que nunca

Efectivamente, por ello no deberíamos mirarlas como contenedores de huesos mezclados a individualizar, de abuelos inocentes sin agencia política, sino como lugares de cuerpos que suponían un riesgo para el régimen y que hoy ya no se pertenecen a sí mismos sino a la sociedad, y que desde sus fosas nos dictan a los vivos un deber hacer respecto al futuro.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/memoria-historica/daniel-palacios-gonzalez-fosas-dictan-deber-hacer-respecto-futuro

La primera vez que un juzgado español escucha a una víctima de torturas durante el franquismo

 https://cadenaser.com/nacional/2023/09/09/la-primera-vez-que-un-juzgado-espanol-escucha-a-una-victima-de-torturas-durante-el-franquismo-cadena-ser/

La Ley de Amnistía del 77 también hizo borrón y cuenta nueva para los represores y torturadores de la dictadura

Madrid

Julio Pacheco es la primera víctima de torturas del franquismo que va a ser escuchada por la justicia española. Será el viernes 15 a las 10 de la mañana. Es un momento histórico porque estos crímenes de tortura han prescrito, y las querellas anteriores no fueron admitidas. La Ley de Amnistía del 77 ha sido uno de los obstáculos que han impedido la justicia y reparación de la represión durante la dictadura. Como dice el Catedrático emérito de derecho constitucional, Marc Carrillo, la Ley de Amnistía supuso un "acuerdo de olvido en ambos sentidos". En borrar y perdonar los delitos que perseguía el franquismo, como por ejemplo defender la democracia, los derechos fundamentales y las libertades. Y también borrar las actividades represoras de jueces, policías y funcionarios públicos que en muchas ocasiones se traducían en torturas y otras acciones, que podrían considerarse crímenes de lesa humanidad. Marc Carrillo acaba de publicar un libro, "El derecho represivo de Franco (1936-1975)" Ed. Trotta, donde cuenta detalladamente cómo la dictadura construyó un cuerpo normativo institucional del que resultó un Estado con derecho propio, pero que nunca fue un Estado de Derecho. Y algo de eso queda en algunos sectores. Julio tendría que haber declarado el pasado 14 de julio pero, el entonces juez suplente, canceló la declaración porque quería estudiar mejor el caso. Esto, Pacheco lo ha calificado como una treta, y se congratula que la jueza titular, Ana María Iguacel Pérez, haya retomado su declaración.

Una noche de agosto cambió su vida

24 de agosto de 1975. Once de la noche. Julio Pacheco es estudiante de biológicas en la Universidad Complutense. Llaman a su puerta y cuando abre ve una pistola apuntándole a la cara. Miembros de la Brigada Político Social de la Policía franquista se lo llevan detenido a la tristemente famosa Dirección General de Seguridad en el edificio de la Puerta del Sol. Allí durante 7 días lo torturan e interrogan. Tenía 19 años. Era militante comunista y ese día junto a él cayeron 36 camaradas. En el auto de admisión de la querella, la jueza cita a declarar a varios miembros de la Político Social entre los que destaca José Manuel Villarejo, entonces un joven policía. "Le llamábamos el alemán por su aspecto" nos dice Julio. Una de las dificultades - nos cuenta- es identificar a los torturadores porque no sabían sus nombres. Han ido poniéndoselos a medida que van siendo señalados por la prensa, como Billy el Niño o Roberto Conesa y el mismo Villarejo. "Les pagaron 25 mil pesetas por nuestras detenciones, porque nos lo decían mientras nos torturaban" y muchos de ellos han sido condecorados incluso durante los años de la democracia. Tras su detención, Julio Pacheco perdió la beca que le permitía estudiar en la universidad y no pudo seguir estudiando. Claramente su vida hubiera sido otra. Quiere que siga adelante la vía judicial por justicia y reparación de las víctimas de la representación franquista.

La Ley de Memoria Democrática es un patrimonio democrático para todos

El catedrático en derecho constucional, Marc Carrillo, destaca que la Ley de Memoria Democrática es buena para todos y especialmente para cerrar este capítulo tan injusto y la herida todavía abierta con quienes se oponían a la dictadura. Y está hecha con la mejor de las intenciones, pero tiene limitaciones. El riesgo es la prescripción de los delitos. El prestigioso jurista apunta que "la Ley dice, razonablemente, que para juzgar estos delitos se interpretará según el Derecho Internacional". En su artículo 2 dice que "de acuerdo con el artículo 10.2 de la Constitución Española, los poderes públicos interpretarán la presente ley de conformidad con los tratados internacionales de derechos humanos en la materia ratificados por España, sin perjuicio de su aplicación directa cuando correspondiera". El problema es que el derecho internacional aplicable, en casos de tortura, en primer lugar se refiere a la Convención para la persecución de la tortura de 1984. "Que no establece la imprescriptibilidad de los delitos de tortura" por lo que la mayoría de estos crímenes comentidos durante la dictadura han prescrito. Qué crímenes no prescriben nunca: los crímenes de guerra y de lesa humanidad como la persecución y exterminio de grupos, colectivos etc... "que podrían imputarse a agentes, funcionarios y autoridades franquistas. El problema es que España no ha firmado todavía la Convención sobre imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad. Sería preciso que el legislador español, para perseguir esos delitos, se adhiriese y firmase esa convención" apunta Marc Carrillo.

Grupos memorialistas de Castelló denuncian la falta del apoyo económico de la Diputación

 https://www.elsaltodiario.com/memoria-historica/grupos-memorialistas-castello-denuncian-falta-del-apoyo-economico-diputacion

El Grupo por la Investigación de la Memoria Histórica de Castelló (GRMHC) se ha visto obligado a iniciar una campaña de aportaciones económicas solidarias con las que poder realizar las tareas de exhumación de la Fosa de represaliados por el franquismo de Nules.

En un terreno agrícola limítrofe entre los municipios castellonenses de Nules y Moncofa se encuentra una fosa común. En ella se hallan los restos de cuatro víctimas que permanecían en el campo de concentración de la playa de Moncofa, cuando el 29 de marzo de 1939 y sin juicio previo, fueron llevados a este punto —ahora en excavación— obligados a cavar su propia fosa y luego fusilados por falangistas. Amadeo Martin Vila, Esteban Alavés Millán, José Bellotui Palmer y Manuel Arnau Canós son los nombres de los cuatro jóvenes que llevan 84 años en una fosa perdida en un antiguo campo de naranjas.

Ante la negativa de la Diputación de Castellón de firmar el convenio que ya estaba aprobado para la exhumación de la fosa de Nules y la imposibilidad de continuar con los trabajos de excavación y exhumación de víctimas de la represión franquista y el “perjuicio humano que esto supone para familias que llevan muchos años esperando este momento”, el Grupo por la Investigación de la Memoria Histórica de Castelló (GRMHC) se ha visto obligada a impulsar los trabajos “con nuestro esfuerzo propio” y hace un llamamiento a la ciudadanía, iniciando una campaña de aportaciones solidarias para poder hacer frente al pago de todos los trabajos.

“Nosotras teníamos aprobado con la Diputació de Castellón desde hace dos años el proyecto”, asegura Juan Luis Porcar, presidente de GRMHC

“Nosotras teníamos aprobado con la Diputació de Castellón desde hace dos años el proyecto”, cuenta en entrevista telefónica Juan Luis Porcar, presidente de GRMHC. “Hace dos años se realizó una prospección con georradar y este año se elaboró el convenio de 50.000 euros para esta campaña en Nules junto con la exhumación de los restos de soldados en les Coves de Vinromà y la obra de teatro La Miliciana. Toda la documentación se presentó en tiempo y en regla y fue aprobado”, sostiene Porcar.

“Al convocar las elecciones municipales, la interventora nos dijo que teníamos que esperar para poder firmar el convenio, pero al cambiar el gobierno el tema no se puso en marcha. Hicimos muchas llamadas de teléfono y finalmente un escrito para que nos formalizaran el convenio, obteniendo sólo silencio administrativo. El 1 de septiembre finalizaba el permiso de actuación por parte del dueño del terreno agrícola, y después de esa fecha no íbamos a poder excavar”, continua el presidente del colectivo. “Por eso decidimos empezar con nuestros medios, ahora ya los fondos del grupo se han agotado y hemos tenido que pasar a una fase de donaciones solidarias”.

La nueva presidenta de la Diputación de Castellón, la popular Marta Barrachina, manifestó en el pleno del 5 de septiembre su negativa a continuar con los trabajos de Memoria Histórica y compromisos iniciados por el anterior gobierno

La nueva presidenta de la Diputación de Castellón, la popular Marta Barrachina, manifestó en el pleno del 5 de septiembre su negativa a continuar con los trabajos de Memoria Histórica y compromisos iniciados por el anterior gobierno. “Primero va lo urgente, la atención a las personas y después el resto de políticas que no dejan de ser y son importantes. Pero la Diputación de Castellón no tiene ninguna competencia en Memoria Histórica y no es una prioridad de ese equipo de gobierno”. Ante estas declaraciones, Porcar lamenta de que “hay familias que llevan décadas esperando recuperar los restos de sus familiares, y creemos que esta labor es trabajar por las personas y los derechos humanos”. A lo que afirma: “No entendemos esta postura, cuando sabemos que la Generalitat de Valenciana sí que va a continuar y que el presidente Mazón ha dicho que proseguirá con los procesos de memoria iniciados antes de las elecciones”.

Paco Canós es uno de los familiares que ha visto su anhelo de reparación truncado con esta medida. En esa fosa se encuentra su tío materno Manuel Arnau Canós. Su historia familiar está llena de miedo y represión. “A mi abuela se le murieron tres hijos con la represión franquista”. Canós narra que otro hermano de su madre también se encuentra en una fosa común, la del cementerio de Castellón, aún por exhumar y que el tercero —el benjamín— al acabar la guerra “como tenía dos hermanos en campos de concentración, de puro miedo se escondió en una noria para no ser también apresado. Vivió siempre enfermo y asustado hasta que murió, dos décadas después a los 42 años. Mi madre no era mucho de contar, ella era muy miedica”, se sincera Paco Canós, quien comenzó en el año 2000 a investigar en Internet y buscar la causa general para saber qué ocurrió con sus tíos.

“Todo era muy confuso”, lamenta el familiar, “me fui a gobierno civil de Castellón, donde me dejaron hacer fotos de toda la documentación de mis tíos, y los dos aparecían como fusilados. Poco después fui al cementerio de Castellón donde estaba mi tío Andrés, que esa fosa aún no está exhumada tampoco. Por poco nos quedamos sin poder exhumarlos. Ha sido in extremis que se pudo firmar con la Generalitat antes de acabar la legislatura”, continúa. “Esta fosa de Nules depende la Diputación y como aquí ha entrado Vox y PP, nos dicen que no van a seguir, que el dinero va para las personas. Lo que dijo esta señora [en referencia a la respuesta de la presidenta de la Diputación en el Pleno] es demencial, a mí estas declaraciones me ponen nervioso. Como si nosotros fuéramos animales, no hay derecho que nos digan eso. Ellos deberían de estar en esta parte para comprenderlo, porque en la posguerra sí que tuvieron dinero para hacer sus mausoleos cuando toda la población pasaba hambre”, concluye.

Mezquida insiste en que “no es un presupuesto nuevo, es algo que ya estaba aprobado y no quieren implementar”

Miguel Mezquida es el director técnico de la Asociación Científica Arqueoantro y responsable de esta campaña. Para este experto arqueólogo este varapalo administrativo “es una cuestión de derechos humanos que refleja una gran insensibilidad, inhumanidad y falta de empatía”. Mezquida insiste en que “no es un presupuesto nuevo, es algo que ya estaba aprobado y no quieren implementar”, a lo que añade que “los funcionarios han estado prevaricando, mareando desde enero para que no se firmara este convenio, nos han boicoteado desde el primer día”.

 Este cambio en las políticas de Memoria de la Diputación de Castellón, en opinión de Mezquida, “supone que los procesos de búsqueda de víctimas pasan de estar financiados por las entidades públicas a ser una cosa privativa”. La intención es, asegura, “dejarla morir sin financiación, como hizo Rajoy al dotarla con presupuesto cero. Esperemos que esta beligerancia en contra de los derechos humanos y la Ley de la Memoria Democrática en Castellón no se extienda a Alicante y Valencia”.

La Asociación Científica Arqueoantro es la responsable de muchas de las exhumaciones que han podido desarrollarse gracias a la Ley de Memoria Democrática. Ellos llevan desde 2012 realizando exhumaciones en la Comunidad Valenciana y Aragón. La otra exhumación que se ha quedado sin financiación es la de la fosa con soldados en Les Coves de Vinromà, donde parte de los restos están en superficie, de ahí la urgencia de la necesidad de intervención. Con el fin de poder seguir con estos trabajos, el colectivo ha puesto en marcha una iniciativa para colaborar solidariamente con estas exhumaciones a través de donaciones en la página web https://memoriacastello.cat o el mail memoriac@memoriacastello.cat

Archivado en: Exhumación de fosas comunes  País Valenciano  Castellón  Memoria histórica

Preocupación por la eliminación del área de Memoria Histórica en Castellón

 https://castellondiario.com/preocupacion-por-la-eliminacion-del-area-de-memoria-historica-en-castellon/


Barrachina: "No se considera una política urgente ni una prioridad para el Gobierno del PP".

 

Compromís condena enérgicamente la «falta de prioridad que el Gobierno del Partido Popular en la Diputación de Castelló otorga a la memoria histórica y su negativa a subvencionar proyectos de recuperación de fosas comunes». Durante la última sesión plenaria de esta institución, la diputada de Compromís, Maria Fajardo, planteó la preocupación expresada por el Grup de Recerca de la Memòria Històrica sobre la continuación de los trabajos de recuperación de una fosa común en Nules.

La diputada explicó,

Me vi obligada a dirigir esta pregunta a la presidencia debido a que el Gobierno de la Diputación ha eliminado el área de Memoria Democrática. Esta decisión es profundamente lamentable, ya que consideramos que es fundamental abordar esta cuestión y hacer justicia a todas las personas y sus familias afectadas.

Subrayó.

Además, Fajardo explicó que la respuesta de la presidenta, Marta Barrachina, fue,

La institución provincial no destinará fondos a este ámbito, ya que «no se considera una política urgente ni una prioridad para el Gobierno del PP.

Esta afirmación ha llevado al Grupo de Investigación de la Memoria Histórica a buscar otras fuentes de financiación para llevar a cabo el proyecto.

Por este motivo, el portavoz del Grupo, David Guardiola, afirmó: «Compromís reitera su respaldo a las asociaciones de memoria histórica y se compromete a colaborar con ellas para encontrar la forma o fórmulas que permitan garantizar la financiación pública de las campañas de exhumación de víctimas del franquismo que se están llevando a cabo en nuestras comarcas».

Nuestra dedicación a la memoria democrática es sólida y los hechos lo respaldan. Nuestra compañera Verònica Ruiz logró que el Ayuntamiento de Castelló fuera la primera administración local valenciana en asumir con fondos propios las exhumaciones de víctimas de la dictadura franquista, estableciendo un camino hacia la dignidad democrática que la Diputación de Castelló, con un gobierno progresista en la legislatura anterior, continuó y que el PP ahora pretende detener.

Concluyó Guardiola.

Palencia. La Carcavilla y la memoria de los represaliados.

 https://www.diariopalentino.es/noticia/z3385c0cd-f562-b80f-6ec5fdf4f3dd3554/202309/la-carcavilla-y-la-memoria-de-los-represaliados

Almudena Álvarez (EFE)
 - 

"En Palencia no hubo guerra civil, pero sí mucha represión y décadas de miedo y silencio", explicó el presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Palencia, José Luis Posadas

La Carcavilla y la memoria de los represaliados - Foto: SARA MUNIOSGUREN

La historia del parque de la Carcavilla de Palencia, que fue fosa de cientos de represaliados del franquismo, ha servido este miércoles para traer al presente la necesidad de "recursos y voluntad" para poner en primer plano la verdadera historia de España. Un grupo formado por 32 pensionistas del sindicato CCOO de Asturias ha viajado a la capital palentina para conocer la historia de ese parque, una zona de juegos infantiles, de pistas deportivas y aéreas recreativas que fue el antiguo cementerio de Palencia y llegó a albergar, en fosas comunes, los cuerpos de cerca de 500 represaliados del franquismo. "En Palencia no hubo guerra civil, pero sí mucha represión y décadas de miedo y silencio", ha explicado el presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Palencia, José Luis Posadas, al grupo procedente de la comunidad asturiana que, junto al monolito que recuerda aquella historia, ha depositado un ramo de flores y colocado banderas republicanas. Un acto sencillo que buscaba traer al presente la historia colectiva de un país, para que no se entierre en el olvido y que "la memoria histórica se incorpore como una realidad natural y normal a las actividades culturales, a la memoria y a la verdadera historia de este país", ha manifestado a EFE José García Fernández, responsable de Memoria Histórica del sindicato de pensionistas de CCOO de Asturias. Con este objetivo han llegado este miércoles a Palencia, pero su periplo, iniciado hace ya varios años, les ha llevado por distintos puntos de la geografía nacional, siguiendo las huellas de la memoria. En Zamora rindieron homenaje a Amparo Barayón, la primera esposa de Ramón José Sender, que estuvo en la cárcel y fue fusilada en esta ciudad y han visitado, entre otros, el campo de concentración de Camposancos, en la parroquia del municipio pontevedrés de La Guardia, en Galicia; el cementerio de Torrero en Zaragoza; la localidad navarra de Sartaguda, conocida como el pueblo de las viudas, y distintas fosas comunes y exhumaciones en La Rioja, León o Valladolid. En Palencia, tanto el portavoz asturiano como el presidente de la ARMH han pedido que se aplique la ley de Memoria Histórica y que autonomías como la de Castilla y León "dejen de boicotearla" con "una política cero recursos y negándose a aplicar la ley nacional". "Como mínimo tenemos que aplicar la ley nacional", han manifestado los dos. "Necesitamos recursos económicos y voluntad política", han continuado. Tanto en lo relativo a las exhumaciones y las ayudas a las asociaciones, como en su incorporación con normalidad a los programas educativos. "Esto no es ideologización, esto es historia y está universalmente admitida en todos los países democráticos", ha insistido García Fernández quien ha urgido a que España deje de ser "una excepción en estos temas". Por su parte, el presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Palencia, José Luis Posadas, ha expuesto los trabajos que se realizaron en la Carcavilla, que llegó a albergar a 486 personas que fueron fusiladas entre 1936 y 1937 y enterradas en fosas sin nombre en este parque que entonces era el cementerio municipal de Palencia. Campesinos, mineros, intelectuales, maestros, médicos, funcionarios, vecinos de hasta 25 municipios de la provincia de Palencia y la capital, de los que se recuperaron 110 cuerpos y se identificaron la mitad. Pero aún quedan, en la zona que hoy ocupa la pista de baloncesto, entre 60 o 70 cadáveres que, como ha explicado Posadas, podrían ser mineros del norte de Palencia. En este sentido el portavoz de los asturianos ha reconocido "la peculiaridad" de que un parque público esté edificado sobre un cementerio y ha considerado que, independientemente de su uso actual "deberían agotarse las posibilidades de exhumación". "Está muy bien que se juegue en el parque, pero también estaría bien que no hubiera huesos de represaliados debajo", ha afirmado. Al respecto, Posadas ha reconocido las dificultades de estas exhumaciones, al margen de que alguien tendría que reclamar los cuerpos, y ha señalado que a corto plazo lo único que se plantea la ARMH es poner en esa zona un hito con los nombres de todos los represaliados que hasta el momento tienen documentados. En cualquier caso para Posadas, lo importante es que actos como el celebrado este miércoles en Palencia, sirvan para que se conozca la Historia de este país y lo que fue la represión franquista en Palencia y en el resto de España. Algo a lo que han contribuido pequeñas historias como la del famoso sonajero de Martín, el juguete que fue hallado en el delantal de su madre, Catalina Muñoz, enterrada en la Carcavilla, y que fue entregado a su hijo Martín, cuando este ya tenía 83 años. O el tesón de Esperanza Pérez Zamora que, cuando no existían las asociaciones, recuperó con sus propios recursos los cuerpos de más de 150 de represaliados.