dissabte, 23 de desembre del 2023

Las Marías: el franquismo reprimió a estas hermanas en Santiago y ellas respondieron con vestidos chillones

 https://www.publico.es/politica/marias-franquismo-reprimio-hermanas-santiago-respondieron-vestidos-chillones.html

Maruxa y Coralia Fandiño sufrieron la represión franquista debido a que sus hermanos militaban en la CNT cuando estalló la Guerra Civil.


Dos estudiantes con Maruxa y Coralia
Maruxa y Coralia, conocidas como Las Marías, posan con dos estudiantes Cedida por uno de ellos a Aurea Sánchez

En Santiago de Compostela hay un símbolo laico, republicano y feminista que cada vez acapara más visitas de los turistas. Miles de peregrinos recorren cada año el camino, pero la catedral no es el único atractivo turístico de la capital gallega. En el parque de la Alameda, en pleno centro, un grupo de visitantes se amontonan frente a dos coloridas estatuas que resaltan frente a la piedra y los símbolos religiosos que caracterizan a la ciudad. Se trata de la escultura de dos mujeres vestidas de amarillo y rosa que simulan caminar agarradas. Son las conocidas como las dos Marías.

Tras la imagen de las figuras se esconde una dura historia de represión política y exclusión social que gran parte de los turistas desconocen. Estas dos mujeres son Maruxa (1898-1980) y Coralia (1914-1983), hermanas pertenecientes a la familia Fandiño Ricart.

Rondaba el año 1932 y el clima de progreso y alegría envolvía la capital gallega. "La llegada de la República trajo una democratización de la vida cotidiana y un avance de libertades a las mujeres que se estaba empezando a conseguir", relata la historiadora Encarna Otero.

Las dos inseparables hermanas trabajaban en el taller de costura de su madre y tenían una costumbre que cumplían cada día: salir de su casa a las 12 de la mañana para recorrer, siempre juntas y cogidas del brazo, las calles de Santiago. Un paseo que terminaba a las dos del mediodía, hora en la que las señoras de la época se recogían, de ahí que también fueran apodadas como "As dúas en punto (las dos en punto)".

Todo cambiaría con la llegada de la Guerra Civil en 1936. En Galicia, aunque no llegó a estallar el conflicto bélico, se produjo un exterminio y persecución contra aquellas personas militantes de izquierdas y fieles a la República. En el período de guerra, fueron ejecutados unos 4.700 gallegos por motivos políticos y más de 28.000 sufrieron persecución policial.

La Policía franquista se presentaba en la casa familiar y amenazaba a las dos hermanas

Maruxa y Coralia vivieron de primera mano la represión franquista. Sus hermanos, Antonio, Alfonso y Manuel, eran sindicalistas de la CNT, por lo que ellos tuvieron que huir de Galicia o esconderse. Mientras tanto, la Policía franquista se presentaba en la casa familiar y amenazaba a las dos hermanas para que revelaran dónde se encontraban. Ante la negativa, comenzarían las vejaciones, torturas y abusos contra ellas. Fueron constantemente humilladas por la Polícia del régimen en público, convirtiendo su vida en un infierno. "En una ocasión, incluso se comenta que las metieron en un furgón policial y las pasearon para asustarlas y que así confesaran dónde estaban sus hermanos", explica Aurea Sánchez, autora del libro Las Marías de Santiago.

Las mujeres de la casa tuvieron que vivir las amenazas y controles de los falangistas a cualquier hora del día, siendo víctimas de una represión indirecta debido a la búsqueda de sus hermanos en el hogar familiar. "Las mujeres van a ser las primeras que estén sobre el control férreo de la Sagrada Cruzada; el control de la Iglesia fue terrorífico y en Santiago fue aún peor", explica Otero.

Ellas nunca revelaron dónde estaban sus hermanos, a pesar del constante acoso. La tortura no terminó incluso cuando años más tarde aparecieron todos ellos. Fueron señaladas como rojas, putas y locas. "Ya nadie acudía a su negocio, perdieron la clientela en el taller de costura, de forma que se quedaron sin empleo, su medio de sustento y supervivencia", narra Aurea Sánchez. Desde entonces, el hambre estaba presente en el día a día de sus vidas, sufriendo la férrea represión económica.

Maruxa y Coralia fueron completamente marginadas, víctimas de la exclusión social y la pobreza. "La sociedad las asumió como una normalidad anormal que ya formaba parte de la vida de la ciudad. Fueron calificadas como locas y aunque todo el mundo conocía su historia, nadie contaba qué era lo que realmente les había pasado", explica Encarna Otero, una de las primeras personas en difundir lo que habían vivido las Fandiño.

Eran señaladas de locas y aunque todo el mundo conocía su historia, nadie contaba qué era lo que les había pasado

Una red de pequeños comercios de Santiago sí les ayudaba, pero ellas se negaban a recibir caridad. Por lo que los comerciantes les fiaban y los vecinos les dejaban dinero en los locales donde solían comprar. De esta forma, las hermanas pudieron sobrevivir a los peores años de la dictadura.

Las hermanas Fandiño Ricart pasaron a hacer una vida recluida, encerradas en su casa en un Santiago gris donde el terror de la dictadura se hacía notar. "Durante esos años detuvieron a uno de sus hermanos, estuvo en la cárcel y cuando salió sufrió tuberculosis y murió, por lo que fueron unos años en los que ellas se recluyeron en el ámbito familiar, seguramente porque la situación de la familia era terrible", explica Otero.

Se refugiaron en su vida de jóvenes 

Habría que esperar hasta los años 50 para volver a ver a las dos hermanas paseando por la ciudad. Las Marías continuaron con sus paseos, como si no hubiese pasado más de una década. Manteniendo una actitud jovial, salían de casa a mostrar su disconformidad, una protesta silenciosa protagonizada por sus vestidos de colores chillones y sus maquillajes excéntricos que contrastaba con el ambiente frío y gris de la ciudad. Las dos se negaron a ser olvidadas y buscaban mostrar sus ganas de vivir tras lo sufrido los años anteriores.

Coralia y Maruxa Fandiño, 'Las Marías', pasean por Santiago de Compostela en 1961
Coralia y Maruxa Fandiño, Las Marías, pasean por el centro de Santiago  Máis Fotografía

Con mirada firme al frente y siempre agarradas del brazo, las Fandiño, ahora más mayores, más delgadas, casi desnutridas y sin dientes, emprendían su caminata hasta toparse con los estudiantes de Santiago con los que buscaban ligar como si fuesen una joven más, aunque muchas veces lo que recibían eran humillaciones, insultos o silbidos burlones de quienes las veían pasar. Maruxa respondía a todos los cumplidos, aunque también a los ataques de aquellos que se reían de ellas, mientras que Coralia se limitaba a sonreír a los saludos y cumplidos.

Para muchos eran unas "viejas locas". Sin embargo, detrás de su comportamiento se escondía el sufrimiento, la tortura y la exclusión que sufrieron durante años. Un trauma que provocó que se refugiasen en la época de su vida en la que fueron felices. "En su locura ellas se instalaron en su vida de jóvenes, seguían comportándose como las veinteañeras que eran antes de la llegada de Franco", afirma Otero.

Detrás de su comportamiento se escondía el sufrimiento, la tortura y la exclusión

Frente a la ignorancia en la que habían vivido durante dos décadas, preferían destacar, aunque fuese para ser objeto de burlas. "Ellas estaban tan aisladas que al recibir algún piropo, aunque fuese irónico, se convertían en personas. En el sentido de que se comunicaban con ellas, porque la otra opción era el silencio total y la ignorancia que sufrieron durante décadas. Por ello, preferían vestirse y arreglarse de manera que ya no les importara lo que dijeran de ellas", explica Aurea Sánchez.

Ambas murieron en la década de los 80. Maruxa falleció en 1980 en Santiago de Compostela a los 82 años. Tras su muerte, Coralia se fue a vivir con otra de sus hermanas a A Coruña. Sin embargo, nunca llegó a adaptarse a estar lejos de su hogar y de Maruxa, y falleció en enero de 1983 a los 68 años.

Las dos descansaban en tumbas separadas y alejadas en el cementerio compostelano de Bosaica hasta 2014, cuando el Ateneo de Santiago decidió poner en marcha una colecta popular para rehabilitar el sepulcro, instalar una placa en su homenaje y enterrarlas en una misma tumba. Desde entonces, sus restos se encuentran juntos, tal y como siempre habían estado en vida las inseparables hermanas.

Las mujeres más fotografiadas de Santiago

"Se ha hecho justicia democrática. Maruxa y Coralia Fandiño Ricart se han convertido en el símbolo laico, republicano y anarquista de Santiago", reivindica Sánchez. Gracias a su escultura erguida en 1994 en el parque de la Alameda, se han convertido en las mujeres más fotografiadas de Santiago y cada vez se realizan más campañas municipales con su imagen. Todo un sueño para ellas, que siempre buscaban levantar miradas con sus vestidos confeccionados por ellas mismas.

Foto de archivo de la estatua de Las Marías, Maruxa y Coralia Fandiño, en Santiago de Compostela
Foto de archivo de la estatua de Las Marías, Maruxa y Coralia Fandiño, en Santiago de Compostela.  Turismo de Santiago

Ahora el Ayuntamiento de Santiago sigue cambiando el color de sus ropas cada cierto tiempo, tal y como hacían las hermanas que raramente repetían conjunto. "Si ellas lo están viendo desde algún lugar, estarán felices de que por fin la historia les haga justicia y que recuperen el espacio democrático que merecen en Compostela como símbolo de otras muchas familias trabajadoras, humildes y republicanas", sentencia Encarna Otero.

El reto que queda por delante es que sean conocidas por su propio nombre y apellidos. "Hablar de ellas como las dos Marías o las Marías es quitarles la identidad propia. Tal y como ocurría durante la dictadura, las mujeres eran invisibilizadas. Ellas eran Maruxa y Coralia Fandiño y deben ser recordadas así, con nombre y apellidos, como ejemplo de resistencia frente al franquismo", denuncia Aúrea Sánchez.

divendres, 22 de desembre del 2023

Las víctimas del bombardeo del Barrio Obrero de Santander serán homenajeadas el próximo miércoles 27

 https://www.elfaradio.com/2023/12/22/las-victimas-del-bombardeo-del-barrio-obrero-seran-homenajeadas-el-proximo-miercoles-27/



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El miércoles 27 de diciembre, a las 12h, homenaje a las víctimas del bombardeo del Barrio Obrero

La memoria se mantiene a fuerza de compromiso colectivo. Por eso,

La Plataforma Memoria y Democracia de Cantabria, formada por decenas de organizaciones a raíz del anuncio de PP y voz de derogar la Ley de Memoria Histórica y Democracia de Cantabria, ha organizado para el próximo miércoles 27 de diciembre a las 12.00 horas un homenaje-performance en homenaje a las 69 víctimas mortales del salvaje bombardeo por parte de la aviación nazi sobre el Barrio Obrero de Santander en 1936.

Después de que el Ayuntamiento de Santander se negara a instalar una placa en homenaje a las y los civiles asesinados ese día, desde la plataforma recalcan que «nosotras no olvidamos y vamos a dejar una huella en la memoria colectiva con un acto-performance en el Parque de Mendicouagüe».

Este será el último acto del año convocado por la Plataforma Memoria y Democracia de Cantabria, nacida a principios de noviembre para luchar en contra de la intención del Partido Popular y de Vox de derogar la Ley de Memoria Histórica y Democrática de Cantabria.

La Plataforma, que aglutina a casi 90 organizaciones cántabras y que cuenta con el apoyo de otro medio centenar de colectivos de otros territorios, ha logrado en este mes y medio convocar a unas 380 personas en las 4 rutas guiadas por la memoria que ha convocado y reunir a cerca de 2.000 en la manifestación que celebramos el pasado 2 de diciembre.

Se invita a acudir a todo el que quiera o le interesa, el miércoles a las doce, vestido todo de negro o todo de blanco para participar en el homenaje.

LOS BOMBARDEOS DEL BARRIO OBRERO

Pese al impacto que los bombardeos provocan en la memoria colectiva local, –con el Gernika como principal referencia del horror gracias al dolor que captó Pablo Picasso en su histórico cuadro, pero con más casos en otras ciudades como el del mercado de Castellón–, en Santander el bombardeo del Barrio Obrero, el 27 de diciembre del 36, no pasó al recuerdo general por otro hecho que se produjo a continuación, la matanza en el barco Alfonso Pérez, que sí ha tenido recuerdo, desde placas conmemorativas de las víctimas en la Catedral, un nombre de calle en el Barrio Pesquero y referencias constantes durante décadas de mensaje único bajo el Régimen que prendieron hasta ser todavía citadas en la actualidad mientras lo del Barrio Obrero había quedado en el olvido.

El listado de las víctimas refleja la transversalidad de aquellos bombardeos, ya que además de vecinos del Barrio Obrero murieron militantes activos de sindicatos, niños, jóvenes y mayores, vecinos de bloques enteros, vecinos de otros barrios de la ciudad o figuras conocidas en el falangismo local como el exalcalde de Puente Viesgo o el carpintero ‘Vasio’, y no fue el único bombardeo de la aviación nazi o italiana en esos años.

FAMILIAS ENTERAS MURIERON EN EL BOMBARDEO

Familias enteras cayeron bajo las bombas, como Manuel Toca y Manuela Echevarrieta Camus (30 años ella), y sus hijos José y Ramón Toca Echevarrieta.

O los Fernández González-Quijano: murieron el padre, Manuel (65 años), y sus dos hijos Jesús (‘Chuchi’ o ‘Chus’, 16 años) y Federico, de 10. Esta familia es un ejemplo de lo ‘transversal’ que es un bombardeo: el padre había sido alcalde de Puente Viesgo durante la dictadura de Primo de Rivera. Murió cuando corrió a refugiarse en la fábrica de Mendicouagüe, como muchos de sus vecinos.

Dolores Gómez Chaves, vecina del Barrio Obrero, murió a los 37 años, junto a su marido Lucio Gómez y su hija Lucila (18 años), esta después de que le amputaran una pierna para intentar salvarla. Su marido Lucio era administrador del periódico La Voz de Cantabria y presidente de la cooperativa del Barrio Obrero del Rey.

Los hermanos José y Ramón Toca, vecinos del Barrio Obrero, tenían 4 y 6 años, cuando murieron el mismo día, al igual que su padre, Manuel, que enfilaba la cuarenta y era linotipista también en la La Voz de Cantabria, y su mujer, Manuela Echevarrieta.

OTRAS QUEDARON TRUNCADAS

Fabiana Merino, de unos 46 años, vecina del Barrio, era panadera y en el mismo bombardeo murieron ella y sus hijos Luisa y Severino.

Bombardeo Barrio Obrero

Ambrosio Varela Cagigas, de 34 años, que vivía en Porrúa, murió junto a su hija María del Carmen, que no había llegado a cumplir los dos años.

Murieron mujeres como Luisa Abia, de 25 años, que falleció junto a su madre, quedando herido su hermano Severino, que ingresó en Valdecilla y murió dos años después.

También perdimos a los hermanos Carmen y Ángel Saiz Cabezón, vecinos del Barrio Obrero, de 20 y 18 años de edad.

Junto a ellos, madres de familia como María Alcalde Sangrones, que enfilaba la treintena,  tenía dos hijos y murió en Valdecilla, por las heridas que le dejó la metralla, sin llegar a acabar el año 1936; padres como Andrés Chimeno, 48 años y tres hijos.

Antonio Manso, de 35 años, vecino del Barrio Obrero aunque natural de un pueblo de Burgos, estaba casado y tenía una hija.

LAS VIDAS QUE ACABARON ANTES DE EMPEZAR

Hay niños como Manuel Alonso, de 13 años de edad, vecino de la calle San Sebastián (encima del Río de la Pila); Francisco Cagigas (hijo de Marcos y María), de 10 años, vecino de Entrehuertas; 14 tenía Manuel García Alonso y 10 Benito González Macho, de la calle República Argentina. Menos de una década tenía Joaquín Iraegui, de la calle Alonso Gullón.

Domingo San Martín murió a los diez años; 16 tenía César Vinagrero, del Río de la Pila.
y un año le quedaba para ser mayor de edad a Vicente Ruiz López (pese al nombre, consta como mujer, vecina de Maliaño), a la que le amputaron la pierna sin que eso impidiera su muerte.

Tres años y medio tenía Teresita Odriozola, vecina de Sarón, donde también cayeron bombas, en agosto del 37. Perdimos a los hermanos Ángeles y José Arce, de cuatro y siete años de edad. Con 2 años murió Concepción Galán del Corte, vecina de la calle Alta. Ignacio Loyola Palomares apenas tenía nueve meses.

HOMBRES Y MUJERES, JÓVENES O MAYORES, IGUALADOS ANTE LAS BOMBAS

De algunas víctimas sabemos detalles, como la militancia en CNT de Teófilo Calvo, casado, vecino de Porrúa y de 30 años de edad; o profesiones que nos hablan de otra época, como Miguel Obregón, conductor de tranvía, nacido en Molledo y vecino de Campogiro, que ingresó ya cadáver en la Casa de Salud Valdecilla a los 43 años; o Fermina, que vivía en la calle La Unión y era partera.

Tenemos a vecinas del Barrio Obrero, como Rita Campos (18 años). En el bombardeo de abril del 37 murió Cayo Herrero, con 24 años; en otro, en mayo, Gloria López (22 años, vecina de la calle San Fernando.

Había mayores, como José Albor, obrero, viudo, de 80 años, nacido en Pontevedra. El carpintero falangista Gervasio Torre, ‘Vasio’, murió a los 61 años, había nacido en San Román de la Llanilla, en Santander, y era vecino de Astillero.

Murieron hombres cuya vida había empezado el siglo antes, como Francisco Ascaso Collado, que murió con 48 años, o que casi nacieron con él, como Ambrosio Bordas.

Estaban personas en la flor de la vida, como Félix Diego, de 35; o David Gutiérrez, asturiano, casado, con 30 años; mujeres de 27 años como Concepción Ayala, hombres de 28 como Pablo Balza, mujeres de mediana edad como Manuela Cabezón (52 años):, jóvenes de 19 como Pedro Durán.

Con 52 años murió Enriqueta del Corte; con 59 Pascuala González, con 50 Manuela Macías, con 47 César Vitorero, de El Caleruco; con 18 Ramón García, con 28 Fidel Herreros, vecino de Torrelavega.

Y hay víctimas de las que ni siquiera sabemos la edad, como José Benito Torres, Enrique García Torre o Enrique García Zamanillo, Casimiro López Bañuelos, Enrique Moro, Cesare Mosquera, Casiano de Paz Fernández, Benigno Prendes, Francisco Salas, Pablo Sebastián Fernández, Luis Somacarera, Eugenio Clerk, Eugenio Herrero, Felipe Salvador Campo, Hermenegildo José Torres o Apollinaire Cordero, vecino de Castelar.

MÁS ALLÁ DEL BARRIO OBRERO

No sólo murieron vecinos del Barrio Obrero, que se llevó la peor parte: Quintín Algorri (38 años) vivía en la calle Cisneros; Carmen González (22 años), en la calle San José; 21 años tenía Arcadio Escobedo, vecino de la calle Carlos III; Jesús García, de la calle Cádiz (19 años), Luis Gómez, 23 años y vecino de La Albericia; en la Travesía de África (transversal a San Celedonio, cerca del Río de la Pila) vivía ángel Palacios, de 28 años; y en la calle Ruamenor, Luis Puerto Portilla (64 años). En Lope de Vega, Eduardo Quintana, 27 años, y en el Barrio San Martín, en el bombardeo de agosto, Francisco Ruiz, con 28 años; y en Peña Herbosa vivía Rufino Sierra, 41 años.

LEJOS DE CASA

A otros como Antonio Camus, de 36 años, casado y sin hijos, el bombardeo les pilló lejos del Barrio Obrero: trabajaba en la Electra de Viesgo y era miembro de Acción Popular. Había sido movilizado forzosamente meses antes, destinado al Batallón de Zapadores Minadores número 5; y cuando estaban haciendo trincheras en La Abadilla se produjo el ataque que le causó una herida en la cintura y después la muerte.

Melitón Fernández, palentino, de unos 50 años de edad, era afiliado al Sindicato Minero Palentino, y cuando su tierra quedó bajo control de los sublevados (como se denominaba el bando que se encuadró en las filas de quienes dieron el golpe de Estado militar), se pasó a Cantabria cruzando el monte, donde fue alojado en el Seminario de Corbán, para acabar muriendo en un bombardeo en abril del 37.

Refugiado trasladado desde Vizcaya fue el niño Secundino Villegas, de 12 años, que murió en un bombardeo en las proximidades de La Albericia en mayo del 37.

Ramón Solís había nacido en Trasona (Corvera de Asturias), pero vivía en Cuba y se encontraba accidentalmente en Santander, donde fue víctima, a los 34 años, del bombardeo de agosto del 36. De Cuba, residente en Santander, era la veinteañera Esperanza Tamayo Lasa, de quien tenemos hasta el mote, ‘La Cubichi’.

Y EN EL MISMO EDIFICIO: LA MASACRE DE LA UNIÓN

Además del bombardeo de diciembre hubo otro en agosto del 37: en él murieron Silveria y Quintina Castillo, de 49 y 41 años de edad, que vivían en la calle La Unión,13, bajo,; o Pío Castillo, de 77 años y misma dirección, como Francisca García del Río (69 años), y pariente suyo podría ser Avelina Fernández del Castillo, de 16 años, misma dirección de La Unión pero un par de pisos más arriba, como Isabel Gregorio Fernández, de 9 años, o Fermina Saiz Gándara, 43 años de edad, viuda,sin hijos y partera.. En La Unión 13 vivía también Pedro Viaña, 48 años.

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La Audiencia Nacional levanta la paralización de las exhumaciones de Cuelgamuros


https://cadenaser.com/nacional/2023/12/22/la-audiencia-nacional-levanta-la-paralizacion-de-las-exhumaciones-de-cuelgamuros-cadena-ser/

Tras siete días de paralización, los trabajos se retoman

Vista del acceso a la basílica del Valle de Cuelgamuros (antiguo Valle de los Caídos). / FERNANDO VILLAR EFE

Madrid

Se veía venir que esa paralización iba ser mínima como así ha sido. La Audiencia Nacional ha acordado levantar la suspensión cautelar de las exhumaciones que se llevan a cabo por parte de Patrimonio Nacional en el Valle de Cuelgamuros .después de que

La Abogacía del Estado en sus alegaciones explica que la abuela de la persona que solicitó parar los trabajos por protección del derecho fundamental a la libertad religiosa no fue inhumada en la capilla donde están ahora operando los forenses.

Esa cripta es la cripta del Sepulcro y en ella se encuentran inhumados los restos de los hermanos Lapeña y de otro centenar de víctimas del Franquismo, enterrados allí sin ningún tipo de autorización y sin el permiso de sus familiares. Las alegaciones y la documentación ponen de manifiesto que "las exhumaciones se están realizando en un lugar diferente de aquél donde reposan los restos que se intentan proteger, "por lo que no existiría en principio una urgencia cautelar tan inmediata".

Además, explica el magistrado Francisco Javier González Gragera que de los argumentos expuestos por la Abogacía del Estado "se deduce, prima facie, que la actuación material administrativa no afecta materialmente a los derechos" que con el recurso pretendían defenderse respecto de los restos la abuela de la recurrente, "ni tampoco está previsto que suceda en el futuro, en los términos indicados".

En segundo lugar, indica la resolución, se ha aportado información de que ya ha existido sobre el tema una interlocución escrita de la recurrente con Patrimonio Nacional, donde esta entidad ha respondido a su requerimiento de anulación de las exhumaciones con un escrito de la gerente del Consejo de Administración del Patrimonio Nacional.

La resolución de la Audiencia Nacional también aclara que "el contenido del escrito pone de manifiesto que la actuación de exhumación no puede considerarse efectuada en vía de hecho, sino que existe un conjunto de actuaciones judiciales y administrativas previos, que constituyen su soporte".

Así, concluye, "si las actuaciones administrativas combatidas no afectan materialmente a los derechos invocados y además no se realizan en vía de hecho, debe levantarse la medida cautelar cuya base jurídica se fundaba exclusivamente en esta premisa que se ha revelado infundada".

El gobierno a través del ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, ha calificado de "magnífica noticia" que la Audiencia Nacional haya revocado la paralización cautelar de las exhumaciones en el Valle de Cuelgamuros, lo que permitirá continuar con los trabajos.

Por su parte, el letrado de las familias que solicitan los restos de los suyos, el abogado Eduardo Ranz ha señalado a la Ser que no tenía ningún sentido paralizar esas exhumaciones porque se podía interpretar como un fraude procesal.

La organización ultracatolica Abogados Cristianos ha anunciado que va a recurrir esta resolución judicial porque considera que los trabajos de exhumación autorizados por el Ministerio de la Presidencia suponen "una vulneración del derecho fundamental a la libertad religiosa". La organización de juristas argumentaba que, "el derecho constitucional a la libertad religiosa ampara el derecho a una digna sepultura".

Patrimonio Nacional deslegitima a la demandante y solicita retomar las exhumaciones en el Valle de Cuelgamuros

 https://elpais.com/espana/2023-12-20/patrimonio-nacional-deslegitima-a-la-demandante-y-solicita-retomar-las-exhumaciones-en-el-valle-de-cuelgamuros.html

La Audiencia Nacional suspendió cautelarmente los trabajos tras aceptar el recurso de la nieta de una víctima enterrada en el mausoleo. Los forenses trabajan en una cripta diferente


Manuel Lapeña, primero por la izquierda, muestra una fotografía de su padre fusilado, acompañado de su familia en su casa de Zaragoza en 2018.


Manuel Lapeña, primero por la izquierda, muestra una fotografía de su padre fusilado, acompañado de su familia en su casa de Zaragoza en 2018 BERNARDO PÉREZ TOVAR

Patrimonio Nacional ha presentado este miércoles en la Audiencia Nacional las alegaciones a la medida cautelarísima adoptada por el Juzgado Central de lo Contencioso-Administrativo número 11 para suspender las exhumaciones en el Valle de Cuelgamuros (antes conocido como Valle de los Caídos) tras aceptar el recurso presentado por la nieta de una mujer enterrada en el mausoleo. El escrito de la abogada del Estado, de 42 páginas, recuerda que los restos de la abuela de la demandante, asesinada en 1936 en Madrid, según la asociación Abogados Cristianos, que la asesora jurídicamente, “están plenamente identificados y localizados y no son objeto de las actuaciones de exhumación que está llevando a cabo el equipo forense”, ya que se hallan en una capilla diferente y no hay ninguna actuación allí prevista. Dichos restos corresponden al número de registro 26.291 de los más de 33.800 enterramientos en el valle. El osario donde reposan dichos restos contiene 16 cuerpos identificados con nombre y apellidos y, según atestiguan los documentos entregados a la familia por Patrimonio Nacional, “debido a la inundación que se produjo en ese nivel de enterramientos en 1990, fueron trasladados a la Capilla del Pilar”.

El escrito añade que, “en la ponderación adecuada de los intereses en juego prevalece el interés general, a la vista del gravísimo perjuicio que para el interés público se derivaría de la demora en la ejecución de los trabajos de exhumación”. Hasta 160 familiares, algunos de ellos de edad muy avanzada, han solicitado al Gobierno la entrega de los restos, enterrados en el mausoleo sin su consentimiento, tras haber sido exhumados de fosas comunes durante la dictadura. El auto del juzgado que acordó la suspensión cautelar de las exhumaciones también confunde los términos, ya que paraliza las “inhumaciones” (acto de enterramiento), es decir, lo contrario a lo que se está haciendo.

El escrito recuerda, asimismo, que las exhumaciones se están realizando en ejecución de una “resolución judicial firme”, la del auto del Juzgado de Primera Instancia número 2 de San Lorenzo de El Escorial (Madrid) de marzo de 2016, en cumplimiento de la ley de memoria democrática, vigente desde octubre de 2022, y de los acuerdos adoptados por el Consejo de Administración de Patrimonio Nacional. Asimismo, explica que la intervención forense se desarrolla conforme a “protocolos reconocidos internacionalmente”. Se buscan y se inspeccionan únicamente las cajas donde fueron inhumadas las víctimas reclamadas por sus familiares, rotuladas según su lugar o fosa de procedencia. El resto se deja en el mismo sitio que ocupaban, y los trabajos forenses aprovecharán, además, para adecentar aquellas que estén deterioradas por el paso del tiempo. Una vez localizadas las cajas donde yacen los restos de los familiares buscados, se extraen muestras para su identificación genética, de forma que el traslado de los fallecidos fuera del complejo únicamente se produce una vez que se hayan identificado genéticamente los restos y siempre que esa labor resulte viable con carácter previo a la extracción.

De hecho, el equipo forense que trabaja desde el pasado junio en las criptas para tratar de satisfacer la voluntad de esas 160 familias ha extraído ya para su identificación 270 muestras óseas correspondientes a víctimas de ocho municipios de Aragón y Cataluña. Entre ellos se cree que están los restos del padre de Manuel Lapeña, que falleció en septiembre de 2021, a los 97 años, sin haber visto comenzar los trabajos, pese a que desde 2016 contaba con una sentencia favorable a las exhumaciones en el Valle de Cuelgamuros. Su hija Purificación ha continuado su lucha.

En total, desde el inicio de los trabajos, el equipo técnico, dirigido por el forense Francisco Etxebarria y asistido por agentes de la Policía Científica, han localizado 24 cajas de nueve pueblos diferentes. Las 12 víctimas correspondientes a Aldeaseca (Ávila) ya han sido entregadas a sus familiares. Entre ellos, el padre de Fausto Canales, que dedicó 20 años de lucha ante todas las instancias (acudió a la Audiencia Nacional, a Estrasburgo y a la justicia argentina) hasta lograr recuperar los restos.