divendres, 30 d’agost del 2019

CUANDO EN LAS FOSAS NO QUEDAN NI LOS HUESOS


https://aricomemoriaaragonesa.wordpress.com/2019/08/30/cuando-en-las-fosas-no-quedan-ni-los-huesos/



Posted by MEMORIA ARAGONESA en 30/08/2019
CUANDO EN LAS FOSAS NO QUEDAN NI LOS HUESOS
ESTE VIERNES SE CONMEMORA EL DÍA INTERNACIONAL DE LAS DESAPARICIONES FORZADAS. ESPAÑA MANTIENE EN CUNETAS A MÁS DE 114.000 REPRESALIADOS POR LA DICTADURA, DE LOS QUE MUCHOS CORRESPONDEN A DESAPARICIONES FORZADAS. MUCHAS FOSAS COMUNES DE LA DICTADURA HAN DESAPARECIDO POR EL PASO DEL TIEMPO, EL MOVIMIENTO DE TIERRAS O LA CONSTRUCCIÓN DE CARRETERAS. 
MADRID – 29/08/2019  – ALEJANDRO TORRÚS
Era el 29 de octubre de 1937. Ese mismo mes los franquistas conquistan Covadonga, un enclave de escasa importancia estratégica pero importante para la propaganda nacionalista. También las ciudades de Gijón y Avilés. En València, mientras tanto, tiene lugar el tercer pleno de las Cortes republicanas desde el golpe de Estado del 18 de julio. La Pasionaria exige que el Ejecutivo aúne a todas las fuerzas antifascistas y el presidente Negrín reconoce la necesidad de prepararse para la paz.
Pero lejos de los frentes de batalla, la paz no existe. Ni se la espera. María del Valle Lozano, de 49 años, ama de casa y afiliada al PCE permanece en la prisión de Celanova (Ourense). Junto a ella, Salud Torres Díaz, de 25 años, también ama de casa y delegada de la UGT. Las dos fueron sacadas de la cárcel. Las dos fueron conducidas a un paraje cercano conocido como Lomba de Lamas (en Xinzo de Limia). Las dos fueron asesinadas por fuerzas franquistas de un disparo en la cabeza. Era el 29 de octubre de 1937. Sus cuerpos fueron trasladados al cementerio de Mosteiro de Ribeira y fueron inscritas como “mujeres desconocidas” en el Registro Civil. Pero, en el pueblo, todos las conocían.
En ese pequeño rincón del cementerio permanecieron los dos cuerpos durante más de 80 años. O, al menos, eso se creía hasta este verano. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica comenzó el 22 de julio los trabajos para localizar los cuerpos de estos dos cuerpos. Una vecina de 96 años había señalado el lugar exacto del enterramiento. Estaban a la izquierda de la entrada de la iglesia. Pero allí ya no había nada. No quedaban restos. La propia ARMH informó en otro comunicado que “presumiblemente” la fosa común había sido “removida hace unos años durante la construcción de unos panteones“.
Los cuerpos de María del Valle Lozano, hija de Joaquín y Manuela y madre de 8 hijos, nunca se encontrarán. Salvo milagro. Tampoco los de Salud Torres Díaz. El paso del tiempo, casi 82 años desde su fusilamiento, lo ha impedido. Malena García, voluntaria de la ARMH, estuvo presente en los trabajos infructuosos para recuperar los cuerpos de las dos mujeres en Ourense. “Comprobamos que donde debían estar los cuerpos sólo había tierra de relleno. Ni siquiera podemos afirmar con certeza si las mujeres estuvieron ahí o no. Son terrenos que han cambiado mucho a lo largo de 80 años. Sólo la memoria popular guardaba un recuerdo sobre la ubicación de los cuerpos”, relata García a Público.
El caso refleja a la perfección las dificultades a las que se encuentran las asociaciones que buscan a los desaparecidos de la dictadura. Por un lado, una única testigo de 96 años que cuando sucedieron los hechos apenas era una adolescente. Por otro, un cementerio de una iglesia de reducido espacio que ha reutilizado su espacio en varias ocasiones a lo lago de más de 80 años. El tiempo pasa y las fosas del franquismo, si las autoridades no hacen nada, desaparecen inexorablemente.
“El paso del tiempo lo dificulta todo. Cada vez es más común encontrar fosas destruidas o de imposible localización. La ampliación de las carreteras, otras obras civiles, la reutilización de espacios reducidos en cementerios, la desidia de las administraciones… Son factores que influyen en la dificultad para encontrar a las víctimas de la dictadura”, narra a Público el arqueólogo René Pacheco, que ha participado en multitud de exhumaciones de víctimas de la dictadura con la ARMH.
La situación vivida en Ourense no es excepcional. Cada día que pasa es más y más complicado. Tampoco fue posible recuperar los cuerpos de represaliados en la fosa del cementerio de Rao (Lugo), en el barranco de la Bartolina (Catalayud) o en Sopuerta (Bizkaia). También terminó sin éxito la búsqueda del exalcalde republicano de Mancor de la Vall (Mallorca) y su hijo, Pau Crespí Villalonga y Nofre Crespí Rieraasesinados en verano del 1936.
La arqueóloga y doctora en Historia Antigua y Prehistoria Alicia Torija explica a Público que muchas de las fosas del franquismo se han “perdido irremediablemente” ante la falta de protección y desatención de las autoridades. Torija pone un ejemplo fácil de comprender. Muchos de los fusilados se enterraban en cunetas al borde de los caminos que salían de los pueblos. Con el paso de los años, esos caminos se convirtieron en carreteras e incluso en autovías. Las fosas quedaban así sepultadas para siempre.
“Durante muchos años no ha habido sensibilidad con este asunto. Conozco casos de obras donde se han encontrado huesos y cajas y los constructores han mirado para otro lado. Han preferido obviarlo porque sabía que le iba a dar problemas”, explica Torija.
Un caso paradigmático de una fosa sepultada bajo una carretera es el de la fallecida María Martín. Su caso se popularizó con el documental El silencio de otros. María pasó su vida luchando por sacar a su madre, Faustina González, fusilada por la dictadura. Junto a la fosa donde están los restos de su madre pasa hoy la carretera CL 501, que discurre junto a Arroyo de las Casas, a la altura de Pedro Bernando (Ávila). Su construcción provocó un movimiento de tierras que afectó a la fosa. Hoy, vecinos y viajeros circulan por la carretera donde apenas se ve un cartel que indica “fosa común”.
Prueba de lo difícil que es encontrar a las víctimas en cunetas es el caso de Srebrenika (Bosnia) y las palabras del antropólogo forense canadiense Derek Congram. Este hombre participó en las tareas de búsqueda de los 8.000 bosnios musulmanes que fueron asesinados en 1995. Las tareas de búsqueda comenzaron en 1999, sólo cuatro años después. “Cientos de millones de dólares y veintipico años después, han encontrado a 7.000. ¿Dónde están los otros?”, se pregunta Congram. La correlación con el caso español es clara. Si en una búsqueda cercana en el tiempo se han perdido mil cuerpos… ¿cuántos se pueden haber perdido en el caso español tras 80 años de olvido?
Además, en el caso de España hay que sumar nuevos factores como la acción de las autoridades franquistas y su desprecio por la dignidad de los republicanos. Sirve de ejemplo el caso de la fosa llamada ‘de los muertos’ en Aldeaseca, Ávila, que recoge el blog Crónicas a pie de fosa. Allí se encontraban siete personas (seis hombres y una mujer) represaliadas por el franquismo. Cuando se abrió sólo se encontraron los restos de un cráneo y algunas pertenencias en medio de una tierra revuelta. Los familiares descubrieron posteriormente que el 23 de marzo de 1959 entraron en el Valle de los Caídos los restos de cinco hombres y una mujer, que llegaban de Aldeaseca. Todo encajaba. En el Valle de los Caídos contaban cabeza. La persona que falta en las cuentas es el cráneo que olvidaron en la fosa de Aldeaseca. Nadie pidió permiso a los familiares para trasladar los restos al mausoleo del dictador. Fueron llevados allí por Decreto.
Estos son solo algunos casos de fosas desaparecidas. De cunetas que ya no son tal. De desaparecidos que nunca más encontraremos. Este viernes 30 de agosto se conmemora el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas. Y España tiene poco que celebrar. Según Amnistía Internacional, de los más de 114.000 crímenes de derecho internacional cometidos durante la Guerra Civil y el franquismo y denunciados ante la Justicia, la mayoría corresponden a desapariciones forzadas.
El tiempo apremia y cada minuto es una oportunidad perdida. Desde la ARMH han exigido esta misma semana al presidente del Gobierno, en su reunión con las asociaciones de memoria, un Plan de Búsqueda de Personas Desaparecidas por la Represión Franquista.
“Volvemos a conmemorar el Día Internacional contra la desaparición forzada sin que el Estado español se responsabiliza de la búsqueda de las miles de personas que permanecen ocultas en cunetas y fosas comunes y mientras el tiempo se agota para muchos familiares que llevan más de 40 años en democracia esperando a que un gobierno les garantice sus derechos”, zanza Emilio Silva.
FOTO: María Martín, en la carretera de Buenaventura (Toledo) bajo la que yace, en una fosa común, su madre.- ALMUDENA CARRACEDO

dijous, 29 d’agost del 2019

Curas implicados en los crímenes franquistas.

https://www.tercerainformacion.es/articulo/memoria-historica/2019/08/26/curas-implicados-en-los-crimenes-franquistas


La Iglesia prestó con entusiasmo todo su apoyo moral, ideológico, material y humano a los golpistas del 36, participando en muchos de los crímenes franquistas durante las operaciones de represión y exterminio de los Republicanos. Dio cobertura y justificó las atrocidades en campos de concentración, prisiones y cárceles franquistas.

Parte 1, Arengas y Delaciones

Desde el 14 de abril de 1931 la Iglesia Católica se manifestó hostil a la II República Española. Cardenal Segura: “Que la ira de Dios caiga sobre España, si la República persevera”. El obispo de León pidió la unión de los católicos contra el «laicismo judío-masónico-soviético». El arzobispo de Zaragoza legitimaba la violencia franquista: “En beneficio del orden, la patria y la religión”. Obispo Múgica: “Para España la mejor de las Repúblicas siempre será peor que la peor monarquía”. Los obispos llamaban a los asesinos a intensificar la matanza. Muchos curas participaron en la ‘caza del rojo’, dando falso testimonio en consejos de guerra, alentando desde púlpitos y radio a cometer barbaridades, elaborando informes como una ‘policía político-social’.
Muchos curas emitieron informes sobre los maestros que se inclinaron hacia una educación laica y libre. “El párroco de Calamocha (Teruel), informó sobre un maestro de Badalona como «fusilable»”. El cura de Nierva (Segovia) escribió sobre el maestro Mariano Domínguez, asesinado en agosto de 1936: “Nunca cumplió con sus deberes cristianos, poseía ideas avanzadas en la escuela antirreligiosa y antipatriótica en grado supremo”. En Euskadi muchos religiosos delataron a sus propios compañeros que consideraban nacionalistas.
Antonio Añoveros, después obispo de Bilbao, estuvo presente en la matanza de las Bardenas, y un cura castrense, lejos de paralizar la matanza, bendijo la barbarie de Valdediós. El cura de Obanos, Santos Beguiristáin, participó activamente contra los vecinos Republicanos de los cuales elaboraba listas: Los fusilados eran “muertos por el peso de la justicia”. Tras la entrada en el pueblo de los franquistas, el cura de Rociana, Huelva, Eduardo Martínez clamaba desde el balcón del ayuntamiento: ¡Guerra contra ellos hasta que no quede ni la última raíz!, porque los 200 que ya habían asesinado le parecían pocos. Tras sus informes, 2 meses después se detuvo, juzgó y fusiló a otros 15 vecinos. Un capellán castrense entró en los barrios obreros sevillanos de La Macarena con la columna de legionarios y falangistas “a sangre y fuego”.
El cura de Pamplona Fermín Izurdiaga, fundador de “Arriba España” y de “Jerarquía, revista negra de la Falange” animaba así: “Tienes obligación de perseguir al judaísmo, a la masonería, al marxismo y al separatismo. Destruye y quema sus periódicos, sus libros, sus revistas, sus propagandas. ¡Por Dios y por la Patria!”. El sádico jesuita Vendrell, párroco de la cárcel de Alicante, que llevaba un crucifijo del nueve largo bajo la sotana, les decía a los que iban a ser fusilados “No tened miedo porque los moritos tienen buena puntería”. El coadjutor de la parroquia de La Concepción (Huelva), Luis Calderón Tejero realizó un fichero de “rojos” que, después de la guerra, se convirtió en «información cualificada» del Tribunal para la Represión de la Masonería y el Comunismo”.
El cura Isidro Lombas Méndez participó en la represión en Badajoz elaborando las listas de quienes había que llevar a la Plaza de Toros para ejecutar, bajo la presencia de respetables y ‘piadosas’ damas, jovencitos de San Luis, eclesiásticos, virtuosos frailes y monjas de alba-toca. Con las listas del cura Juan Tusquets fueron detenidos más de 300 masones, la mayoría de ellos posteriormente asesinados. El obispo de Lugo Rafael Balanza y Navarro animaba a sus párrocos a delatar a sus vecinos. El párroco de Seixalbo (Orense), dio informes negativos de 19 personas. Elías Rodríguez Martín, párroco de Salvochea en la cuenca minera de Huelva, nombraba a los que debían ser detenidos y eliminados.
En Alsasua los capuchinos «estaban como fuera de sí, poseídos de la exaltación de la hora mesiánica». «Hemos hablado con los requetés», declaraba el jesuíta Huidobro, capellán de la Legión, «que lo llenan todo de religioso idealismo, patria ¡Cómo hablan de la muerte!». Un fraile cordobés le dijo al cura del cementerio de San Rafael que 76 asesinatos en una noche eran pocos: «700 deberían ser». Por muchos «culpables e impíos» que mataran, decía un cura de Rota, aún quedarían más: «A todos los descubriremos; todos llevarán su merecido; no se escapará nadie; entendedlo bien ¡NADIE!». Manuel Vaquero, párroco de Tocina (Sevilla), presidente de una junta de caciques del pueblo acordaban a quienes había que fusilar, mataron mucha gente.
El predicador de la iglesia de la Merced de Burgos pedía un castigo implacable: «Que su semilla sea borrada, la semilla del mal, la semilla del diablo, los hijos de Belcebú son los enemigos de Dios». Cardenal Isidro Gomá: “La guerra es como un plebiscito armado. Paz, sí. Pero cuando no quede un adversario vivo”. Miguel de los Santos Díaz y Gómara, obispo de Cartagena: “Benditos sean los cañones si en las brechas que abren florece el Evangelio”. Enrique Pla y Deniel, obispo de Salamanca: La guerra es “necesaria” y “una gran escuela forjadora de hombres”. En 1939, exterminada la II República Gomá recibió de Franco, en la iglesia madrileña de Santa Bárbara, el espadón de caudillo victorioso y paseó al dictador bajo palio con varios obispos saludando brazo en alto, al modo fascista.

Parte 2, Pistoleros

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La Iglesia prestó con entusiasmo todo su apoyo moral, ideológico, material y humano a los golpistas del 36, participando en muchos de los crímenes franquistas durante las operaciones de represión y exterminio de los Republicanos. Dio cobertura y justificó las atrocidades en campos de concentración, prisiones y cárceles franquistas. Los obispos movilizaron en armas a sus fieles contra la República, cientos de curas fueron agentes directos en saqueos y asesinatos, fusil al hombro, pistola y cartuchera sobre la negra sotana, participaban en ataques, disparaban ametralladoras desde tejados, mataban y daban tiros de gracia.
En Navarra los curas se alistaron con los requetés, a quienes arengaban, bendecían, confesaban y comulgaban bajo el lema “Dios, Patria y Rey” para seguir cometiendo las mismas faltas, atrocidades y delitos 5 minutos después. El cura calagurritano Higinio Arpón vestía el uniforme de Falange, con pistola al cinto. La Rioja Baja y la Ribera Navarra, se poblaron de curas pistoleros, boina colorada y actitudes extremadamente criminales. El navarro sanguinario capellán castrense de la Legión, Vicente, apremiaba a disparar contra los republicanos: ‘¡No le dejes que se escape! ¡Dispara, hombre, dispara! ¡Le cazaste!’. El cura de Valderas (León), pistola en cartuchera, marcaba los objetivos a eliminar por las escuadras de la muerte de los sublevados, señalando los que debían ser ejecutados: En los 3 primeros días del golpe asesinaron a unas 120 personas.
El cura Antonio Oña lucía pistola y uniforme de campaña en el frente navarro. Después fue nombrado obispo de Mondoñedo. Elaboraba listas de los que debían ser ejecutados. La madre de Julio Pérez, un concejal de UGT condenado a muerte, intercedió por su hijo, y Oña le dijo: “Mira hija, si lo matan ahora irá al cielo. Si no lo matan, volverá a la andadas y se condenará. ¿Qué mejor momento para morir que ahora que está confesado?”. Por la sastrería eclesiástica de Benito Santesteban en Navarra, pasó el obispo de Zamora Manuel Arce Ochotorena, quien al despedirse de Santesteban le dijo: “Bueno, si en lugar de sotanas me envías fusiles ¡mejor que mejor!”.
Rodríguez se llamaba el cura verdugo del penal de Ocaña, encargado de dar los tiros de gracia con su pistola star a los fusilados, otras veces los golpeaba con un martillo en la cabeza. También participaba activamente en las palizas que les propinaban a los reclusos. Victorino F. (Villacañas, Toledo) contaba que: “A mi padre lo mataron por ser de las juventudes comunistas. A mí tío lo mató un cura en el patio de la cárcel del penal de Ocaña”. En la cárcel franquista de la isla de San Simón, Galicia, un cura con su pistola al cinto se encargaba de administrar justicia y no era divina precisamente.
El cura de Zafra, Juan Galán Bermejo era espeluznante, se le atribuyen 750 asesinatos. Entró en Badajoz con los legionarios participando directamente en la masacre que se realizó sobre los refugiados en el sótano de la catedral, se jactaba de que “con esta pistolita llevo quitados de en medio a más de 100 marxistas”. En Zafra señaló a toda “la canalla marxista que debía ser fusilada, todos los procedimientos de exterminio de esas ratas son buenos, y Dios, en inmenso poder y sabiduría, los aplaudirá”.
El odio de estos curas asesinos hacia las mujeres era patológico. Hermenegildo de Fustiñana, capuchino y capellán carlista, el 6 de agosto de 1936, junto a otros carlistas, sacó de la cárcel de Jaca a Desideria Giménez de 16 años, y a Pilar Vizcarra, embarazada, que una semana antes había visto como era asesinado su esposo. Las mataron vilmente en campo abierto. El médico de Sábada (Zaragoza) pidió que se demorara la ejecución de la joven de 19 años Basilia Casaus, embarazada de gemelos, se esperaba que diera a luz en apenas 2 semanas. Guardia civil y falangistas estuvieron de acuerdo en el aplazamiento, pero el cura del pueblo, primo de la víctima, se negó en rotundo diciendo: “Hay que fusilarla, muerto el animal, muerta la rabia”. Los deseos de este psicópata fueron atendidos y fue fusilada frente al castillo de Sádaba.
El coadjutor de la parroquia de Murchante (Navarra) Luis Fernández Magaña, era requeté y daba los tiros de gracia a los fusilados que habían sido sacados de la cárcel de Tafalla por un grupo de requetés el 21 de octubre de 1936, antes de arrastrarlos a la fosa común. También en Quintanar (Toledo) el tiro de gracia a los que fusilaban lo daba un cura llamado “El curilla”. Vicente Rojo cuenta en los libros ”¡Alerta los pueblos!” y “España heroica” que si los condenados a muerte se negaban a confesar, les esperaba una sutil venganza por parte del cura y del oficial del pelotón de ejecución: Ordenaban a los fusileros no matarle de primera: “dejármelo a mí para el tiro de gracia”. Cuando el oficial se acercaba al reo herido no mortalmente le decía estas últimas palabras: “Ahora te voy a dar el tiro de gracia, pero viviendo, para que así te des cuenta de que te vas al otro mundo”.

Documentos: Público (Alejandro Torrús). Todos los Rostros, (Paco de Jerez: 12 y 3). Asamblea Digital (José Luis Garrot). Y las obras de Julián Casanova, “La Iglesia de Franco”. Francisco Espinosa, “Por la religión y por la patria. La iglesia y el golpe militar de julio de 1936”. Bullón de Mendoza, A. y de Diego, A., “Historias orales de la guerra civil”. Isidro Cruz Villegas y Mª Dolores Cruz Villegas, “Las condiciones de vida en la comarca de La Mancha toledana durante la Guerra Civil y Postguerra

Viva la República Española. Por el reconocimiento de los Soldados Republicanos Españoles, que sufrieron ejecuciones y exterminio tras su heroico combate contra el franquismo. En Europa se les honra por su lucha contra el nazismo, pero en España siguen olvidados, FIRMA Y COMPARTE AQUÍ 
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Los leoneses fusilados en el cementerio de la Almudena de Madrid desde 1939.

https://www.ileon.com/historia/guerra_civil/100406/los-leoneses-fusilados-en-el-cementerio-de-la-almudena-de-madrid-desde-1939


El verano de hace 80 años en la capital de España fue el de la victoria del bando sublevado, que se saldó con miles de fusilamientos en la tapia de la 'necrópolis del Este' de la ciudad. Recordamos a los leoneses que fueron condenados a muerte en la implacable represión de Franco tras la Guerra Civil, que se encuentran en las listas dadas a conocer por el Ayuntamiento de Madrid en 2018.

Cementerio de la Almundena de Madrid - Tapias de fusilamiento de republicanos tras la Guerra Civil
Cementerio del Este, o de la Almudena, de Madrid. Imagen: Google Street Wiew.
Jesús María López de Uribe | 25/08/2019 - 14:00h.
En mayo de 1939 las tropas sublevadas contra la Segunda República, comandadas por Francisco Franco, entraron finalmente en la capital de España tras casi dos años y medio de asedio de Madrid. Y no tardaron ni un día en empezar a ejecutar republicanos en los llamados 'juicios sumarísimos', fusilamientos, la mayoría concentrados en las tapias del cementerio de la Almudena, hasta el año 1945.
Una durísima represión que se llevó a todo tipo de personas por delante, por haber sido destacados miembros del bando republicano o por estar vinculados a él de alguna manera. Y entre ellos también había leoneses. En concreto 17, 16 hombres y una mujer, según el listado que hizo público el Ayuntamiento de Madrid de los represaliados tras la entrada de las tropas franquistas a Madrid desde 1939 a 1945.
La mayoría fueron fusilados entre el sangriento verano tras finalizar la guerra (6) y el año siguiente (4). Pero también fueron ajusticiados dos en 1941, otros dos en 1942 y los últimos tres en 1943. La gran mayoría vecinos de Madrid y alrededores, pero nacidos en la provincia leonesa.
Sus nombres se han podido localizar gracias a un estudio encargado por la Oficina de Derechos Humanos y Memoria del Ayuntamiento de Madrid que se hizo público en febrero de 2018. Calculan que casi tres mil personas (2.934 apunta en concreto) fueron ejecutadas desde inmediatamente después de que las tropas franquistas entrasen en la capital hasta 1945.
"De las casi 3.000 ejecuciones que se han documentado, el estudio revela que la inmensa mayoría se hicieron mediante fusilamiento en las inmediaciones del cementerio de la Almudena. Cada nombre que figura en el listado ha sido certificado mediante el asiento documental de la orden de inhumación correspondiente" en el archivo de la necrópolis, según se explica en esta noticia de Fátima Caballero en 'ElDiario.es'.

La mujer leonesa, fusilada cinco días antes que las Trece Rosas

De este grupo de leoneses destaca el ajusticiamiento el 31 de julio de 1939 de la única mujer: Visitación Blanco González. Una sirvienta de 39 años. El 14 de mayo de 1939 ingresó en la cárcel madrileña de Ventas, siendo fusilada el 31 de julio de 1939 junto a treinta y cuatro personas más en las tapias del camposanto del Este.
Era una de las 18 mujeres fusiladas antes de las 13 Rosas. Pero precisamente aquel último día de julio en que fue llevada al pelotón de ejecución en las tapias de la necrópolis de la Almundena había sido en el que más habían matado hasta el más conocido fusilamiento del 5 de agosto. Fueron seis condenadas a muerte contando a la leonesa.

Cinco hombres en 1939

Durante el año 1939 fueron ajusticiados sumarísimamente cinco hombres más nacidos en León. El primero, el bañezano Laureano Martínez Castro el 14 de junio. Trabajaba como chofer. Casado con tres hijos, ingresó en prisión el 16 de abril. Pasó por las cárceles de Yeserias, Torrijos y Porlier antes de ser llevado a la Almudena. Tenía 32 años.
Diez días después, el 24 de junio, lo fue uno con un cargo más evidente de causa de muerte para los falangistas. Ticiano García Echeverría, natural de León. Pintor. Policía. Jefe de la checa Marqués de Riscal. Posteriormente estuvo en el DECIDE (Departamento Especial de Información del Estado). Miembro de las Milicias de Vigilancia de Retaguardia, destinado en el Comité Provincial de Investigación Pública (Bellas Artes y Fomento). Fue condenado a muerte en consejo de guerra, siendo fusilado el  24 de junio de 1939 junto a ciento una personas más en las tapias del camposanto de la Almudena, entre ellos el Fiscal Jefe de la Audiencia de Madrid.
"Prisioneros 'rojos' capturados en Geras", se titula esta foto del 13 de septiembre de 1937 recién desclasificada por la Biblioteca Nacional.
"Prisioneros 'rojos' capturados en Geras". Foto de 1937 desclasificada por la Biblioteca Nacional.
Hay que irse a octubre para encontrar otro leonés, también con un cargo que le garantizaba la muerte durante las represalias de la Guerra Civil. Era Segismundo Nicolás Santos, matural de San Miguel de la Vieja (León) De el se sabe que era vecino de Madrid, con domicilio en la calle de Antonio Grilo. Sastre. 35 años. Casado. Sindicalista de la Unión General de Trabajadores (UGT) y miembro del Partido Comunista de España (PCE). Miembro de las Milicias de Vigilancia de Retaguardia destinado en el Comité Provincial de Investigación Pública (Bellas Artes y Fomento). Condenado a muerte en consejo de guerra junto a veinticinco personas más, en las tapias del cementerio de la Almudena.
El 23 de noviembre fue ejecutado José Fernández Sánchez, de 58 años. El único dato que se tiene sobre él es que era "guardia de seguridad".
Y el último del año 1939 fue Juan Sancho Rodríguez. Natural de Mata de la Riba. Comerciante de cuarenta y cuatro años. Fusilado el 4 de diciembre de 1939 junto a veintidós más.

Cuatro víctimas más en 1940

En 1940 continuaron las ejecuciones franquistas, pero hasta el 4 de mayo no cayó otro leonés en la injusticia de las represalias. Le tocó esta vez al joven astorgano Tomás Durán González, de 23 años. Estudiante de veintitrés años, que vivía en la calle Embajadores. Durante la guerra fue agente doble del Decide (Departamento Especial de Información del Estado) y fue policía en el destacamento de Florelia y miembro de la Brigada Especial del SIM (Servicio de Investigación Militar). Otro que por su trabajo era prácticamente imposible que librara, porque prácticamente los sublevados lo consideraban un comisario político.
El 28 de mayo fue fusilado el alcalde republicano de Leganés, Pedro González González (con 47 años), también de origen en la provincia de León ya que era nacido en Vegamán. Y hasta el mes de septiembre no 'cae' otro: Mariano Lagos González, Casado. Mecánico de 56 años. Conductor al servicio del Comité Provincial de Investigación Pública. Acusado de pertenecer a una brigadilla de Fomento, fue fusilado el día 13 junto a diecinueve personas más.

Diez años a sus familias para recoger los cadáveres, nadie los reclamó

Hasta el año pasado existían trabajos parciales sobre la etapa de represión franquista entre el fin de la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial que inició el historiador Alberto Reig Tapia. Sin embargo "la dispersión de los documentos y las dificultades de acceso a los archivos —especialmente a los de la Empresa Municipal de Servicios Funerarios— impidieron a los historiadores realizar un listado completo, así como detectar errores en la transcripción de los nombres de los represaliados", según se explica en este artículo de 'El Plural' de Carlos Hidalgo.
La apertura de los archivos de la empresa funeraria de Madrid posibilitó acceder a las órdenes de enterramiento y a los registros necesarios para conocer los nombres de los fusilados, todos ellos firmados por el 'Auditor' o 'Auditor de Guerra'.
Lista de 'entradas' en el cementerio de la Almudena el 7 de agosto de 1939.
Lista de 'entradas' en el cementerio de la Almudena el 7 de agosto de 1939.
El encargado de dilucidar cuáles fueron los fusilados fue el equipo dirigido por Fernando Hernández Holgado que cotejó los archivos funerarios municipales con los registros estatales. La conclusión es que "todas las personas ajusticiadas fueron juzgadas sin garantías legales de ningún tipo, en consejos de guerra realizados al amparo del Estado de Guerra proclamado por el régimen franquista y que estuvo vigente hasta 1948".
Los familiares de las víctimas podían recoger los cadáveres en un plazo máximo de 10 años para reclamar los cadáveres y estaban obligados a celebrarles una misa y a enterrarlos "sin ningún tipo de boato". Al final "sólo se reclamaron 300 cadáveres, el resto serían trasladados al camposanto de Carabanchel e incinerados en los años cincuenta". No consta en esta investigación periodística que entre los leoneses se recuperaran los cuerpos.

Dos más en 1941

Hasta julio de 1941 hubo otro parón, pero el día 3 de ese mes era pasado por el pelotón de la muerte Godofredo Labarga Casado. Comunista. Natural de León. Guardia de asalto del cuartel de Pontejos (Madrid). Jefe de brigada. Detenido por la Junta de Casado, fue entregado a los franquistas. Otro imposible que pudiera ser perdonado por los franquistas, ya que estaba acusado de participar en la muerte de Calvo Sotelo. Lo fusilaron, con 33 años, junto a Domingo Girón, Guillermo Ascanio, Eugenio Mesón y diez comunistas más.
En ese mismo año, pero el 16 de diciembre, se sabe que también fue ajusticiado Isidro García Sierra, de 35 años, del que no se sabe más que era de la Mata del Curueño.

Otros dos en 1942

En 1942 le tocó el desgraciado turno a dos leoneses más. El 21 de marzo a Mateo Gallego Prieto. Sólo se sabe de él que tenía 30 años y que era de Tejados (en la Sequeda).
El 23 de abril, junto a siete más, fue fusilado el bañezano Miguel Pérez Fernández. Casado con 23 años. Organizador del partido socialista (PSOE) y de la UGT en Aravaca. Chófer de Ángel Pedrero, jefe del SIM. Estuvo destinado en el Batallón Alpino como agente del SIM. Detenido por los franquistas, fue recluido en el campo de concentración de Albatera, en el municipio actual de San Isidro (Alicante). Trasladado a Madrid, fue condenado a muerte en consejo de guerra, "acusado de participar en las muertes habidas en el lugar".

Los tres últimos, en 1943

En el listado sólo faltan tres nacidos en la provincia de León, que serían Felipe Sánchez Sierra, de 37 años y de Olleros de Sabero, también fusilado el 17 de febrero de 1943. Éste emigró de niño con sus padres a los Estados Unidos de América. De tal manera que su hermano pequeño nació en Arizona, pero vinieron a luchar y fue disparado en las tapias de la Almudena, mientras que el 'americano' murió en las cárceles franquistas.
El 26 de junio Aureliano González González, de Tolibia de Arriba, fue puesto delante del pelotón de ejecución. Sólo se conoce de él que era dependiente de comercio y tenía 25 años.
Y por último, al menos en ese listado, Domingo Guitián Sastre. Comunista. 58 años. Se afilió al PCE en 1937, alcanzando el grado de teniente durante la guerra. Estuvo destinado en la checa de San Lorenzo. Detenido por los franquistas, fue fusilado el 10 de diciembre de 1943, junto a Carlos Bayo, en las tapias de la necrópolis del Este de Madrid.
Estos son los leoneses (al menos de nacimiento) que constan como ajusticiados sin un juicio que pudiera considerarse dentro de la legalidad democrática de hoy en día. Pero los historiadores tampoco descartan que hubiera otras ejecuciones en ese periodo. En este informe histórico de Fernando Holgado se puede conocer más sobre ese terrible momento que vivió España y de los miles y miles de muertos que causó la represión de los vencedores.