dissabte, 21 de desembre del 2024

Madrid aprueba una ley que busca evitar que la Real Casa de Correos sea Lugar de Memoria

 https://www.infolibre.es/politica/madrid-aprueba-ley-busca-evitar-real-casa-correos-sea-lugar-memoria_1_1919139.html

Fachada de la Real Casa de Correos.

La Asamblea de Madrid ha aprobado este viernes, merced a la mayoría absoluta del Partido Popular, una ley que incorpora unas enmiendas del PP que persiguen contrarrestar la declaración de la Real Casa de Correos, sede de la Presidencia regional, como Lugar de Memoria Democrática. Según informa EFE, la Ley para la mejora de la gestión pública en el ámbito local y autonómico de la Comunidad de Madrid, propuesta por el PP, modifica una docena de normas autonómicas, con medidas como suprimir el Consejo de la Juventud o crear un cuerpo propio de Inspectores de Servicios Sociales.

Pero el foco del debate ha estado en las enmiendas del PP sobre la Real Casa de Correos, que contaban con un informe adverso de una letrada de la Asamblea que advirtió de su posible irregularidad, pues cuestionaba su conexión con el texto originalmente presentado. Concretamente, disponen que la Comunidad de Madrid ordenará "el cese inmediato" de las actuaciones que "perjudiquen" la "neutralidad", el "respeto a la verdad", la "imagen institucional" y el "uso actual de la Real Casa de Correos", incluyendo "la instalación de ninguna placa o distintivo" y "la celebración de eventos" que resulten "incompatibles" en ese sentido o "puedan generar confusión" sobre la condición del edificio como sede de la Presidencia regional. El texto aprobado también habilita a los ayuntamientos a "acordar la protección" de su sede principal "en términos similares".

La Ley de Memoria Democrática, por su parte, indica que las administraciones titulares de Lugares de Memoria Democrática deben garantizar su "identificación, explicación y señalización adecuada", mientras el Gobierno "establecerá medios de difusión e interpretación de lo acaecido en el mismo" y promoverá "la instalación de placas, paneles o algún distintivo memorial".

El diputado del PP José Virgilio Menéndez ha argumentado que el expediente de la Real Casa de Correos (que albergó la Dirección General de Seguridad durante la dictadura franquista) responde al "ataque de Estado" del Gobierno de Pedro Sánchez contra la presidenta autonómica, Isabel Díaz Ayuso. "Desde el máximo respeto a todas las víctimas de la Guerra Civil, el PP de Madrid nunca va a permitir que conviertan Madrid en la 'disneylandia' del horror y del enfrentamiento", según Menéndez, quien ha acusado al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de intentar "tapar la corrupción con la declaración del año 2025 como el año del 'francobeo'".

Podemos quiere una placa en la Casa de Correos que recuerde a los torturados allí durante el franquismo

Podemos quiere una placa en la Casa de Correos que recuerde a los torturados allí durante el franquismo

La Comunidad de Madrid también ha requerido formalmente al Gobierno que cancele la declaración, trámite que constituye el paso previo al planteamiento de un conflicto de competencia ante el Tribunal Constitucional (TC). La diputada de Vox Ana María Velasco ha aplaudido la oposición del PP ante quienes, a su juicio, están "destruyendo el espíritu de la Transición" y "cantan 'La Internacional', puño en alto, en sus congresos".

Más Madrid irá al Constitucional

El contenido del texto ha recibido duras críticas de la izquierda, y el diputado de Más Madrid Juan Ignacio Varela-Portas ha avanzado que presentará un recurso de amparo al Tribunal Constitucional contra la "ilegítima autoenmienda" impulsada por el PP.

La diputada socialista Tatiana Jiménez ha recordado al PP que "no pueden negar" que la Real Casa de Correos fue "un símbolo de la represión de la dictadura franquista", y ha destacado la necesidad de recordar a quienes allí sufrieron "humillaciones, torturas y la muerte".

En Sol no cabe una placa por las víctimas del franquismo.

 https://www.infolibre.es/politica/madrid-aprueba-ley-busca-evitar-real-casa-correos-sea-lugar-memoria_1_1919139.html

Escena de ua concentración en la Puerta del Sol para pedir que la antigua Direccion General de Seguridad (DGS) se convierta en un lugar de memoria.
19 de diciembre de 2024 22:12 h

34


Entiendo perfectamente que el gobierno madrileño no quiera colocar una placa en la Puerta del Sol en recuerdo de las víctimas del franquismo detenidas, torturadas o asesinadas en la antigua Dirección General de Seguridad. Lo entiendo, y no hace falta buscar razones políticas, históricas, legales o de competencias, pues la explicación es más simple: ¡es que no cabe un chisme más en la plaza!

Pensamos que el PP de Ayuso tontea con el franquismo, o que busca confrontar otra vez con el gobierno central, cuando en realidad es una cuestión de pura física: no hay sitio, no cabe. Date una vuelta por Sol y me cuentas dónde pones una placa. Entre mobiliario urbano, fuentes, kioscos, farolas, marquesinas, bancos antimendigos, Carlos III a caballo, el oso y el madroño, la Mariblanca, el Kilómetro Cero, la estación de Cercanías, la Patrulla Canina repartiendo globos, estatuas vivientes, espectáculos callejeros, colas de cualquier cosa, fachadas cubiertas por lonas publicitarias, el escenario que siempre hay para celebrar lo que sea, la carpa para cualquier evento, grupos musicales actuando, predicadores religiosos … ¡Que no hay más sitio! No caben ni árboles, por eso no pusieron en la última reforma.

Y lo mismo pasa con la fachada de la Casa de Correos, donde supuestamente iría la placa. No cabe, se pongan como se pongan las víctimas. Aparte de las tres placas que ya ocupan pared (en recuerdo de los héroes del 2 de mayo de 1808, las víctimas del 11M y los fallecidos en la pandemia), la fachada siempre está llena de trapos colgados, no hay día del año en que la veas despejada: las 22 banderas de países americanos cuando la Hispanidad, la de Europa en el día de Europa, las de los clubes de fútbol locales cuando ganan algo (camisetas gigantes incluidas, que tapan más), pancartas para recordar a víctimas del terrorismo, lonas para celebrar al rey Felipe o en apoyo de un opositor venezolano, carteles por la Copa Davis, y cualquier colgajo que recuerde un aniversario y tape un rato los balcones, además del mapping y el espectáculo navideño de luces. De verdad, ¿dónde van a poner una placa, si esa fachada parece la puerta de mi nevera con dibujos de mis hijas, imanes de viajes y folletos de comida a domicilio? Es muy creíble que el gobierno madrileño quiera proteger el edificio y recurra a cualquier treta para impedir la placa.

Así es: la plaza más trastero de España, mil veces reformada, agobiada siempre de publicidad y de chismes; y la Casa de Correos, con esa fachada-tablón de facultad donde cualquiera puede colgar lo que le plazca, pero cuidado no vayamos a poner un azulejito que recuerde que durante cuatro décadas allí se detuvo a mujeres y hombres por motivos políticos, se les interrogó con dureza, se les maltrató y torturó, y algunos acabaron “saltando” por la ventana o sufriendo una “parada cardiorrespiratoria” tras una sesión con los muchos Billy el Niño que allí tuvieron plaza.

Ahora en serio: no cabe. Por grande que sea el edificio de la Casa de Correos, no habría pared suficiente para una placa que incluyese los nombres de todos los que pasaron por allí: miles de mujeres y hombres antifranquistas, trabajadores, estudiantes, militantes, líderes políticos y sindicales, pero también delincuentes comunes, quinquis, “vagos y maleantes”, todos los que acabaron un día en sus dependencias y calabozos, y conocieron en carne propia los métodos represivos de la dictadura, y todavía en los primeros años de democracia en que los mismos policías franquistas seguían actuando. Honor y memoria para todos ellos.

Rafael Altamira regresa a su Alicante natal

 https://columnadigital.com/rafael-altamira-regresa-a-su-alicante-natal/



Hace más de siete décadas, el legado de Rafael Altamira, uno de los juristas más destacados de la generación de Unamuno, es objeto de renovada atención al conmemorarse 75 años de su muerte. Altamira, cuya vida estuvo marcada por su compromiso con la justicia y su firme oposición a las injusticias de su tiempo, vuelve a su pueblo natal en Alicante tras haber estado en el exilio durante años. Su retorno simboliza no solo un homenaje a su figura, sino también una reflexión sobre los valores democráticos y los derechos humanos que defendió a lo largo de su carrera.

Nacido en un contexto social y político turbulento, Altamira se convirtió en un intelectual influyente, abogando por la defensa de los derechos de los ciudadanos y la promoción de una sociedad más justa. Su formación y trayectoria académica le permitieron convertirse en un referente en el ámbito del derecho, destacándose especialmente en los campos del derecho internacional y la educación. A lo largo de su vida, escribió numerosos ensayos y obras que han inspirado a generaciones de juristas y pensadores.

La instalación de una placa en su honor en su pueblo natal es un acontecimiento significativo que invita a la comunidad a recordar no solo su figura, sino también los ideales por los cuales luchó. Este tributo busca resaltar la relevancia de su pensamiento en la actualidad, donde los principios de justicia y equidad son más necesarios que nunca.

Además del homenaje a Altamira, la cercanía de este evento provoca una mirada introspectiva sobre el papel de los juristas en tiempos de crisis. Llama la atención la conexión entre su vida y las actuales luchas en defensa de la legalidad y los derechos fundamentales, en un mundo donde muchos siguen enfrentándose a violaciones de estos derechos.

Este regreso ha suscitado un renovado interés en su obra, con conferencias y actividades que buscan explorar su influencia y legado. Expertos en derecho y académicos se han unido a la iniciativa, promocionando debates y análisis en torno a su trabajo, recordando su visión progresista que se adelantó a su tiempo.

El regreso de Rafael Altamira a su pueblo no es solo un acto simbólico. Es una invitación a reflexionar sobre la historia y las luchas que forman parte de la construcción del estado de derecho. La figura de Altamira resuena, no solo en Alicante, sino en todo el panorama jurídico contemporáneo, y su legado continúa inspirando a quienes creen en la construcción de sociedades más justas y equitativas. En tiempos de cambio, su memoria se erige como un faro de esperanza y un recordatorio de la responsabilidad que todos comparten en la defensa de la justicia.

Una querella revive el caso de Letamendi, gudari al que mató la tortura franquista

https://www.naiz.eus/eu/hemeroteca/gara/editions/2024-12-21/hemeroteca_articles/una-querella-revive-el-caso-de-letamendi-gudari-al-que-mato-la-tortura-franquista

 Había sido comandante de gudaris y tras la guerra siguió en el servicio de información del Gobierno del lehendakari Agirre, incluso tras un primer encarcelamiento. El segundo lo llevó ya a la muerte sin remedio a causa de las brutales torturas franquistas. Una querella presentada por Behatokia insta a investigar el caso de Txomin Letamendi Murua.


Imagen de Txomin Letamendi. (Jesús ELOSEGI IRAZUSTA)


Falleció un día como ayer, 20 de diciembre, del año 1950, hace ahora 74 años. Txomin Letamendi había salido de prisión ya moribundo, víctima de torturas brutales en dos arrestos diferentes. Tras el segundo de ellos, en su encarcelamiento ni siquiera era capaz de ingerir alimentos: «Los muertos no comen», le oyeron decir.

Como hizo en julio pasado con Josu Múgica Ayestaran (1975) al amparo de la Ley de Memoria Democrática, Euskal Herriko Giza Eskubideen Behatokia ha impulsado una querella para promover la verdad y la justicia en su caso. La familia la presentó el pasado jueves en el Juzgado de Donostia. Se ha interpuesto por delitos de lesa humanidad y, por tanto, imprescriptibles aunque hayan pasado casi tres cuartos de siglo.

La iniciativa judicial incide en que el nuevo marco jurídico existente permite investigar todo esto antes cerrado a cal y canto por las normas posfranquistas de amnistía. La acusación se declara consciente de que «a pesar de las obligaciones internacionales del Estado, los diferentes órganos judiciales españoles están desestimando querellas y sus recursos argumentando en contra de la imprescriptibilidad e inamnistiabilidad introducidas por la Ley 20/2022», para así «denegar la investigación y en su caso sometimiento a juicio de los crímenes». Pero argumenta que los diferentes tribunales «no pueden hacer oídos sordos a esta voluntad del legislativo y, por lo tanto, de la soberanía popular».

GEBehatokia insiste en que perseverará en esta línea y está dispuesto a llegar incluso a los órganos europeos y universales si en el Estado español no se atiende

EN EL SERVICIO DE INFORMACIÓN

De momento, la querella da pie a recuperar la historia de este miembro del PNV con un compromiso de primer nivel, sostenido en el tiempo. Así, durante la guerra había sido comandante de gudaris, pero acabó exiliado en París y después en Venezuela. Se implicó en los servicios de información a las órdenes del lehendakari José Antonio Agirre.

Posteriormente, se integró en la resistencia antifranquista y fue apresado en Donostia en 1946, con documentación que llevó a condenarlo por «rebelión». Sufrió graves torturas y fue encarcelado. Puesto en libertad condicional, volvió al servicio de información y lo detuvieron por segunda vez en Barcelona en 1947. Se le impusieron cinco años de cárcel en consejo de guerra.

A partir de ahí pasaría por cárceles de Barcelona, Madrid y Guadalajara, donde su deterioro físico y psíquico por los tormentos resultó tal que se le llegó a indultar. Estaba ya en situación irreversible y murió bajo los cuidados de un hermano dos meses después.


Lobotomía democrática. Antonio Muñoz Molina.

 

https://elpais.com/opinion/2024-12-21/lobotomia-democratica.html


A la derecha ya no le basta con el olvido y la indiferencia hacia el sufrimiento de las víctimas de Franco. Ahora ha descubierto el sarcasmo 

En una fachada de Madrid, en la esquina de Juan Bravo y Conde de Peñalver, hay una de esas placas modestas en las que no se fija casi nadie a no ser que vaya a propósito. Son placas más apropiadas para el olvido que para el recuerdo. Están muy altas, de modo que uno puede pasar al lado sin verlas, y como la letra es pequeña no todo el mundo tendrá la vista suficiente para descifrarlaLa que yo miro siempre que paso por ahí nunca deja de conmoverme y de indignarme. No la puso el Ayuntamiento, como yo creía recordar, sino la Sociedad General de Autores, he comprobado esta misma mañana. Y dice, literalmente: “Miguel Hernández (...) compuso en este lugar las famosas ‘Nanas de la cebolla’ en septiembre de 1939″. Como en el edificio hubo una clínica, y ahora una residencia de ancianos, alguien poco informado podrá imaginar que Miguel Hernández estuvo internado allí a causa de alguna dolencia, que no debía de ser muy grave si le dio tiempo y sosiego para escribir un poema célebre. En 1985, la SGAE, no el Ayuntamiento, entonces socialista, tuvo el arranque de conmemorar la escritura de uno de los poemas de verdad esenciales de la literatura española del siglo, pero por algún motivo consideró inoportuno, o innecesario, recordar que el poeta estaba condenado a muerte y muriéndose de tuberculosis, de frío y de hambre, y que esa clínica de muros de ladrillo y jardines amables había sido una de las prisiones que se multiplicaban por Madrid y por toda España para encerrar a los centenares de miles de vencidos de la guerra que no pudieron escapar o esconderse. En medio de esa innumerable multitud, el poeta Miguel Hernández, espíritu libre y soldado del ejército de la República, escribía unas nanas para su hijo hambriento y escuchaba cada noche la lista de los que iban a ser ejecutados, temiendo a cada momento que su nombre estuviera en ella.

La democracia española quiso poner sensatamente todo su acento en la reconciliación, pero desde el principio fue mezquina y olvidadiza con las víctimas de la posguerra y de toda la dictadura, con los represaliados, los exiliados, los militantes antifascistas, los luchadores del sindicalismo clandestino, hombres y mujeres de un coraje y una integridad más firmes todavía porque en lugar de extraviarse en los desvaríos teóricos universitarios se concentraban en la lucha por los derechos de los trabajadores. Ahora la derecha asegura que por delante de la memoria pone la concordia, y que si se niega a honrar a las víctimas del franquismo es para no abrir heridas, para no fomentar el odio. Pero quienes desde muy pronto hablaron de reconciliación no fueron los vencedores ni sus herederos, sino los derrotados y los perseguidos. El presidente Manuel Azaña pidió “paz, piedad, perdón”, en su discurso estremecedor en Barcelona en julio de 1938. Y fue el Partido Comunista, en 1956, con miles de militantes en las cárceles, el que promovió una política de reconciliación nacional entre los vencedores y los vencidos.

La triste verdad es que, durante muchos años, de las víctimas y de los luchadores no quería acordarse casi nadie, y no por culpa de ese cobarde “pacto de silencio” del que se ha hablado y escrito tanto. No hubo ningún pacto de silencio por la triste razón de que no hacía falta. Con unas cuantas excepciones, todo el mundo, y no solo en la política, sino también en el ámbito confuso en el que se cruzan la actualidad y la cultura, prefería no acordarse de los que más habían sufrido, ni mostrar gratitud hacia los que más habían luchado, ni reconocimiento a los que habían escrito en la clandestinidad o el destierro. Y fue una cuestión de moda. Había que desprenderse cuanto antes de un pasado inmediato que de la noche a la mañana se había quedado arcaico. Había que ser moderno sin interrupción, como el dandi de Baudelaire, y todo lo que sonara a antiguo, a rancio, a provinciano, a sombrío, era un estorbo en la afiebrada modernidad de los años ochenta. Había que dejar cuanto antes atrás no solo el franquismo, sino también el antifranquismo, y del mismo modo que se descartaron las chaquetas de pana, las barbas espesas y el tabaco negro —todo lo cual era de agradecer— se despreció el legado formidable de la cultura liberal, republicana y emancipadora que se extinguió con la guerra, con sus severas exigencias éticas y su insistencia en el laicismo y la instrucción pública.

La persistencia de la corrupción, el desdén hacia el conocimiento y el secuestro de una parte creciente de la educación por intereses especulativos y clericales tienen que ver con la pérdida de esos principios que la izquierda dejó de hacer suyos justo cuando más oportunidad tuvo de recuperarlos, en los largos años de mayorías socialistas. Se desdeñaron los principios, con la disculpa de la urgencia de las tareas prácticas, pero también se desdeñó y se olvidó a quienes los habían hecho suyos, los exiliados que volvieron para ser recibidos por la indiferencia, los veteranos cuyas historias nadie quería ya escuchar, los dañados por la prisión y la tortura que no recibieron compensación moral alguna, y todavía menos recompensa material que no fuera tardía o miserable, o inexistente.

Ahora llega el medio siglo de la muerte de Franco y la buena voluntad, por fin oficial, de la memoria democrática choca con el inconveniente de la brevedad de la vida humana, porque una gran parte de los que sufrieron y merecían reparación han muerto. Y choca más todavía con la dureza de corazón de una derecha a la que no le basta con un empeño activo de lobotomía histórica y política, con una indiferencia inhumana hacia el sufrimiento y el heroísmo de quienes se atrevieron a jugarse la vida para enfrentarse a un régimen que no dejó nunca de celebrar vengativamente su victoria en la Guerra Civil, ni dejó de torturar y matar hasta más allá de la muerte del tirano. Ahora, además, ha descubierto el sarcasmo. Núñez Feijóo, el hombre de la blanda máscara de goma, fuerza un conato de sonrisa para explicar que el pasado le da mucha pereza, porque lo suyo es el mañana, y que la izquierda es tan retrógrada que se muere de nostalgia por los años cuarenta, los cincuenta, los sesenta, los setenta. Se ve que la izquierda añora las cárceles, los juicios sumarísimos, las condenas sin misericordia, la persecución, el despojo de los bienes y de los puestos de trabajo, las torturas, las cabezas rapadas, la pérdida de todos los derechos, incluyendo el derecho a la vida.

No hay en Europa partidos conservadores que sean hostiles al recuerdo de los horrores de las dictaduras y que se nieguen a honrar a sus víctimas. Sería inaudito que alguien en la derecha portuguesa dejara de condenar la dictadura de Salazar, o que en Francia o Alemania no participara en la conmemoración de las víctimas y los luchadores de la resistencia. Ese negacionismo está reservado estrictamente a la extrema derecha. En Alemania, la antigua sede de la Stasi es un museo, y también lo es en Lisboa la sede de la PIDE, la policía política de Salazar, donde están las fotos y los testimonios de quienes sufrieron cautiverio y tortura en sus celdas. En Madrid, en lo que fue la Dirección General de Seguridad, hay una placa que celebra el levantamiento del 2 de Mayo de 1808, pero ni una sola huella, ni un recuerdo, a toda la gente que pasó por esas celdas y esos siniestros despachos en los que se torturaba y en ocasiones se asesinaba. El portavoz del Gobierno regional, que tiene su lujosa sede en el edificio, acaba de anunciar que no permitirán que sea designado como “lugar de la memoria democrática”, ni que sea usado el próximo año para ningún acto conmemorativo. Pero cuanto más niegan, borran, ignoran, desprecian, más revelan sin darse cuenta la fealdad de lo que son.

Un ensayo recoge la historia de los presos franquistas obligados a construir el ferrocarril Madrid-Burgos

 https://cadenaser.com/cmadrid/2024/12/20/un-ensayo-recoge-la-historia-de-los-presos-franquistas-obligados-a-construir-el-ferrocarril-madrid-burgos-ser-madrid-norte/

‘Cuando las Piedras Hablan: Los Rostros y Las Sombras’ recoge biografías y testimonios de uno de los capítulos más duros de la represión de postguerra 


Entrevista a Silvia García, coautora del libro ‘Cuando las Piedras Hablan: Los Rostros y Las Sombras’

Entrevista a Silvia García, coautora del libro ‘Cuando las Piedras Hablan: Los Rostros y Las Sombras’

08:19

Compartir

Soto del Real

Este sábado 21 de diciembre a la 17h. el Centro de Arte y Turismo de Soto del Real acogerá la presentación del libro ‘Cuando las Piedras Hablan: Los Rostros y Las Sombras’. El acto servirá también de homenaje a las familias de los presos trabajadores de los destacamentos penales de Chozas de la Sierra en Soto del Real y las Jarillas en Colmenar Viejo.

La iniciativa surge desde la Asociación Cultural Chozas de la Sierra ante la necesidad de conocer la historia de aquellos presos que construyeron entre 1941 y 1950 el tramo del ferrocarril entre Burgos y Madrid, en concreto el tramo de 70 kilómetros entre Chamartín y Garganta de los Montes. La asociación ha recuperado archivos y fuentes de aquella época de represión franquista de postguerra.

Silvia García, coordinadora de la Comisión de Patrimonio y Memoria de la Asociación Cultural Chozas de la Sierra ha explicado en Hoy por Hoy Madrid Norte, que la reconstrucción de España tras la guerra constituyó uno de los capítulos más penosos de la represión franquista después de la Guerra Civil. García recuerda que se utilizaba mano de obra de la población reclusa, en condiciones de semiesclavitud, con condenados por adhesión y auxilio a la rebelión, que habían sorteado la pena de muerte, y a los que se obligaba a expiar su culpa por medio del trabajo forzado.

Este ensayo aporta como novedad a otras publicaciones sobre este episodio histórico, los planos y las biografías de los ingenieros que participaron directamente, testimonios de familias de presos sobre las vidas rotas de sus abuelos y padres, o cómo un pueblo de tan solo 400 habitantes, Chozas de la Sierra hoy Soto del Real, se relacionó y convivió con una de estas ‘cárceles sin rejas’ en la inmediata postguerra.

El libro ‘Cuando las Piedras Hablan: Los Rostros y Las Sombras’ también habla del Patronato de Redención de Pena por el Trabajo Nuestra Señora de la Merced, que se encargaba de la organización del trabajo de los presos y la reconquista espiritual y moral de los vencidos.