Blog d'en Jordi Grau i Gatell d'informació sobre les atrocitats del Franquisme.....
"Las voces y las imágenes del pasado se unen con las del presente para impedir el olvido. Pero estas voces e imágenes también sirven para recordar la cobardía de los que nada hicieron cuando se cometieron crímenes atroces, los que permitieron la impunidad de los culpables y los que, ahora, continúan indiferentes ante el desamparo de las víctimas" (Baltasar Garzón).
Los perros de la BPS que Franco tenía para salvaguardar el orden y la ley de su feudo, no solo no perdieron sus puestos con la muerte del dictador, sino que muchos de ellos lo conservaron o fueron ascendidos y condecorados con medallas al mérito policial. Como si torturar a hombres y mujeres indefensos, en muchos casos hasta la muerte tuviese algún mérito. Cuanto mayor era el grado de agresividad, de crueldad, de sadismo a la hora de inflingir torturas a los detenidos, mayor era la recompensa posterior.
Todos estos expolicias fueron requeridos por la justicia argentina en la única causa que se ha abierto en todo el mundo para juzgar los crímenes franquistas. La jueza Servini, instructora de la Querella Argentina solicitó su extradición para poder juzgar sus crímenes y ante la negativa del estado español, solicitó realizar los interrogatorios aquí, a lo que también se negó la justicia española amparándose en la ley de amnistía de 1977, que por un intencionado defecto de forma contempla del mismo modo a las víctimas y a sus verdugos.
No están aquí todos los que son, pero si son todos los que están. Perros asesinos defensores de la tiranía franquista que a día de hoy, 49 años después de muerto el dictador, el Estado sigue negando que la justicia internacional actúe para reparar esta anomalía democrática.
Asturias: PASCUAL HONRADO DE LA FUENTE, Cruz al mérito policial distintivo blanco, cuenta entre sus hazañas las torturas infligidas al dirigente comunista Gerardo Iglesias, ex secretario del PCE y ex presidente de IU
Valencia: BENJAMIN SOLSONA, apodado “El galleta”, destacado miembro de la BPS en Valencia, especialmente cruel con los detenidos a los que mantenía incomunicados muchos más días de lo estipulado en la ley de detenciones. El premio a su labor le vino ya en democracia, siendo nombrado jefe superior de policía en Bilbao.
Barcelona: ATILANO DEL VALLE, a principios de los años 70 es nombrado inspector de la BPS en Barcelona y como ocurrió con la mayoría de los miembros de la policia secreta franquista, tras la muerte del dictador en vez de depurar el cuerpo. Se les reubicó en distintos puestos más o menos importantes, pero siempre reconociendo con un premio su labor, en este caso la cruz al mérito policial distintivo rojo.
ANTONIO JUAN y VICENTE CREIX sádicos como pocos, gustaban de torturar a sus víctimas con objetos punzantes, fueron reclutados por el régimen tras ejercer de espías para el ejército franquista en Barcelona durante la Guerra Civil.
Madrid: ANTONIO GONZALEZ PACHECO “Billy el Niño” un juzgado lo condena por torturas y malos tratos contra el periodista Francisco Lobatón en 1974, desde 1977 formó parte de la BCI. En Julio de ese año Martín Villa le concedió la medalla de plata al mérito policial. La Querella Argentina lo reclama por torturar a 13 personas en la DGS de Madrid entre 1971 y 1975.
ROBERTO CONESA ESCUDERO, a este le viene de antiguo la vocación de torturador, ya en 1939 participó en la detención del grupo de “las 13 rosas”. Obcecado en perseguir toda disidencia al régimen franquista, fué también premiado por Martín Villa con la medalla de oro al mérito policial.
JESUS GONZALEZ REGLERO, miembro del “Grupo Antigrapo” liderado por Pacheco, la prensa lo califica como uno de los más duros y crueles torturadores de la DGS. Tras diversos traslados a San Sebastián, Coruña y Bilbao donde dejó huella de su crueldad, en los 80 el ex ministro Barrionuevo lo nombra director del Gabinete de Información del Ministerio del Interior.
RICARDO ALGAR BARRON y CELDO GALVÁN ABASCAL, incluidos ambos en el proceso abierto por la jueza argentina María Servini, denunciados por José María Galante por malos tratos, torturas y amenazas.
JESUS MARTÍNEZ TORRES, acusado de torturas y trato vejatorio a sus víctimas, con el triunfo del PSOE en 1982 fué ascendido a Comisario General de Información y responsable de “lucha antiterrorista”. Imputado en la causa de los asesinatos cometidos por los GAL.
País Vasco: JESÚS QUINTANA SARACIBAR, en 1976 era capitán de la policia armada al mando de las fuerzas que participaron en el asalto a la iglesia de San Francisco en Vitoria, responsable directo por tanto de los sucesos del 3 de Marzo, que se saldaron con la muerte de 5 obreros.
MANUEL BALLESTEROS, especialmente sádico comenzó su carrera policial al frente de la BPS en Valencia donde en Noviembre de 1968 participó en la detención y tortura de 36 militantes antifranquista.
Casi invisibles comparados con otros destinos de huida de la represión franquista, unos 15.000 españoles marcharon al norte de África tras la Guerra Civil donde afrontaron campos de trabajo y condiciones extremas en Marruecos, Argelia y Túnez
“Vi Túnez como un espejo de sol”. Con estas palabras, Bonifacio Caparrós resume sus primeras impresiones al llegar a Túnez en 1950. Este cartagenero, ahora de 85 años, tenía solo 11 cuando puso los pies en ese rincón del norte de África. No iba solo. Junto a él viajaba su madre, en un periplo cargado de esperanza y emoción: el reencuentro con su padre, un hombre al que Caparrós no había llegado siquiera a conocer. Su progenitor, un teniente de navío republicano de Cartagena, había huido de España una década antes, al término de la Guerra Civil. La represión franquista que siguió a la victoria del bando nacional convirtió su partida en una cuestión de supervivencia.
La historia de la familia Caparrós es solo una entre miles. Se calcula que unas 15.000 personas buscaron refugio en el Magreb, la región del norte de África que incluye países como Marruecos, Argelia y Túnez. Estas cifras reflejan un éxodo menos conocido, protagonizado por gente común de las clases populares. Al carecer de figuras intelectuales o artísticas que documentaran su experiencia, su destierro quedó en gran parte invisibilizado. Ahora, más de 80 años después, la Casa Árabe de Madrid rescata estas memorias con la exposición ‘Del éxodo y del viento: el exilio español en el Magreb (1939-1962)’, que estará abierta al público hasta el 23 de marzo de 2025.
Para Bonifacio, la llegada a La Goulette, un puerto cercano a la ciudad de Túnez, fue un alivio. “Tenía amigos árabes, judíos, y había muchos europeos. No había distinción de razas ni desprecios”, recuerda. En este entorno multicultural y diverso, por primera vez en su vida disfrutó de cosas que en España habían sido impensables durante su infancia marcada por la guerra y la escasez. “Tuve mi primer juguete, una bicicleta preciosa”, cuenta con nostalgia. También descubrió el olor del café, un lujo que hasta entonces le había sido ajeno. “Estaba acostumbrado a alimentarme de cáscaras de habas”, confiesa.
Sin embargo, el camino de su padre fue muy distinto. Como muchos republicanos, huyó a África en 1939, en una de las primeras grandes oleadas de exilio tras el final de la guerra. En este primer éxodo se calcula que unas 4.000 personas partieron desde Cartagena.
El Stanbrook y la travesía hacia el exilio
La vía marítima fue la más utilizada por quienes huían hacia África. Se emplearon todo tipo de embarcaciones, desde pequeños barcos pesqueros hasta submarinos. Una de las más emblemáticas fue el Stanbrook, un buque que logró rescatar a más de 3.000 personas en un solo viaje. Zarpó de la costa levantina y desembarcó en Orán (Argelia) el 30 de marzo de 1939. Este fue un momento de salvación para miles, pero también el inicio de un largo camino plagado de desafíos.
“Muchos esperaban ser bien recibidos por el gobierno francés, que controlaba las colonias del norte de África”, señala Juan Valbuena, comisario de la exposición en la Casa Árabe. Pero la realidad fue mucho más cruel. A los exiliados se les privó de la libre circulación y se les confinó en campos donde se les obligaba a realizar trabajos forzosos. “Al principio los llamaban campos de acogida, pero pronto se convirtieron en campos de concentración”, explica Valbuena. Pese a las duras condiciones, los exiliados lograron organizarse para mantener algo de normalidad: fundaron escuelas, publicaron pequeños periódicos e incluso aprendieron nuevos idiomas.
La dureza de los campos
Algunas fotografías tomadas en los campos muestran escenas aparentemente alegres. Exiliados sonrientes posan frente a la cámara, pero estas imágenes no reflejan la realidad completa. “Es el conocido 'sesgo de domingo'”, aclara Valbuena. Los domingos eran días de descanso, el único momento en que no trabajaban, y las fotografías tienden a capturar estos instantes de respiro.
No todos los campos eran iguales. Uno de los más temidos fue el de Djelfa, ubicado en el interior de Argelia. Allí se enviaba a los considerados “díscolos”, aquellos que cuestionaban las órdenes o intentaban rebelarse. Según el exiliólogo José María Santacreu, de la Universidad de Alicante, las condiciones en Djelfa eran extremas. “El calor durante el día era insoportable y por la noche las temperaturas caían en picado”, describe. Entre los retenidos en Djelfa estuvo el poeta de la Generación del 27 Max Aub. “En Djelfa se dedicó a fabricar alpargatas”, revela María José Calpe, archivera de la Fundación Max Aub. El autor permaneció en este campo entre 1941 y 1942, antes de conseguir partir a México. “En ese tiempo escribió su poemario ‘Diario de Djelfa”, afirma Calpe.
Entre los trabajos forzosos más recordados está la construcción del ferrocarril transahariano, un ambicioso proyecto que buscaba conectar el Mediterráneo con el Atlántico a través del desierto del Sahara. Alrededor de 2.000 hombres trabajaron en diferentes tramos de esta monumental obra, que nunca llegó a completarse. La dureza del trabajo quedó registrada gracias a Segundo Costa, un fotógrafo exiliado que documentó las jornadas de los trabajadores. “Estas fotos son la joya de la corona de la exposición”, asegura Valbuena, destacando su valor histórico y humano.
Una nueva oportunidad
En 1943, la liberación de los campos por parte del ejército estadounidense trajo algo de esperanza. Pero las opciones para los exiliados seguían siendo limitadas: buscarse la vida en las ciudades del Magreb, emigrar a América o alistarse en los ejércitos aliados. Unos 1.000 exiliados optaron por esta última alternativa, luchando en la Segunda Guerra Mundial junto a Francia. Pero ni siquiera esta victoria les permitió regresar a España, donde la dictadura franquista seguía vigente.
Para aquellos que no pudieron regresar ni emigrar, la vida en África continuó. Muchos formaron familias y se trasladaron a ciudades del Marruecos francés, como Casablanca. En estas urbes, los exiliados intentaron reconstruir sus vidas y preservar su cultura. Un ejemplo de esto fue la fundación de la Asociación Cultural Armonía, un espacio que se convirtió en un refugio para los españoles en el exilio. Allí se organizaban actividades, comidas comunitarias y reuniones sociales. En la entrada del centro se podía leer una frase que resumía el sentimiento de aquellos que lo frecuentaban: “Esta es la casa de los españoles del éxodo y del viento”. Unas palabras que inspiraron el título de esta exposición que hoy busca restaurar su memoria.
Las labores, que coordinará la Universidad de Oviedo, se centrarán en el cementerio de A Caridá, en El Franco; en la fosa del Prau Molín de Xilu, en Las Regueras, y en la de Santianes de Molenes, en Grado; se espera comenzar el próximo martes
Motivo de alegría para algunos, razón de descontento para otros… Sea como sea, y mientras se intentan cerrar las heridas de la Guerra Civil y del franquismo que aún supuran en la sociedad española, Asturias está a punto de reencontrarse con aquellas páginas oscuras de su pasado… Y, con suerte y ciencia, de ponerle nombre y rostro. El consejero de Ordenación de Territorio, Urbanismo, Vivienda y Derechos Ciudadanos, Ovidio Zapico, anunciaba este jueves que el comité técnico para la recuperación e identificación de personas desaparecidas durante el conflicto bélico y la posterior dictadura ha aprobado la exhumación de las tres primeras fosas comunes, localizadas en el cementerio de A Caridá (El Franco), en Prau Molín de Xilu (Las Regueras) y en el camposanto de Santianes de Molenes (Grado). En todos los casos las labores serán financiadas por el Gobierno autonómico, si bien la coordinación y ejecución de las mismas correrá a cargo del Grupo ‘Arqueos’ de la Universidad de Oviedo.
«Va a ser la primera vez en la que el Principado haga frente íntegramente a los gastos que comportan este tipo de actuaciones», afirmó Zapico, acompañado de la directora general de Memoria Democrática, Begoña Collado Villa. Lo hizo antes de detallar que la primera fosa en la que se espera realizar exhumaciones es la de A Caridá, cuyos trabajos está previsto que comiencen el próximo martes, 10 de diciembre, aunque la fecha definitiva dependerá de las condiciones climatológicas y de aspectos logístico. En cualquier caso, la previsión actual es encontrar en la fosa de El Franco los restos de «tres mujeres de Valdés, hermanas, que podrían estar allí localizadas». En ese sentido, Collado Villa matizó que, en el momento en que aparezcan restos de la primera víctima, el siguiente paso será «ponerlo en conocimiento del juez del concejo en cuestión, antes de iniciar las exhumaciones».
Se estima que, fruto de estas labores, en estas tres fosas se puedan llegar a exhumar hasta veinticuatro víctimas de la guerra y la dictadura, aunque no existe documentación publicada que así lo confirme. Por el momento, la fosa en la que se espera encontrar a más personas es la del Prau Molín de Xilu, en Las Regueras. Al frente de las cuadrillas de trabajo estará el director del Grupo ‘Arqueos’, el veterano y reconocido catedrático de Arqueología José Avelino Gutiérrez, quien ha asumido dicho rol a través de un convenio suscrito con la Consejería de Ordenación.
Un proyecto a largo plazo
El comité técnico de Memoria Democrática, que celebró su reunión constitutiva el pasado 18 de octubre, es el órgano encargado de establecer el orden de prioridades para exhumar las fosas comunes de nuestra comunidad. Lo preside la directora general de Memoria Democrática y está formado por una decena de personas entre las que figuran representantes del Instituto de Medicina Legal de Asturias, la Fiscalía Superior del Principado, las entidades memorialistas de la región, expertas en arqueología e historia contemporánea, y miembros del Instituto de Memoria Democrática.
La creación de este órgano forma parte del desarrollo de la Ley 1/2019 para la recuperación de la memoria democrática del Principado y de su posterior Decreto 14/2023. La citada normativa establece que el primer paso para poder desarrollar la normativa autonómica de Memoria es la creación del Instituto de la Memoria, constituido el pasado verano, seguido del comité técnico y, próximamente, el Consejo de la Memoria Democrática del Principado.
La Dirección General de Memoria prevé contar en 2025 con un presupuesto que, por primera vez, superará el millón. En concreto, se destinarán 1.058.120 euros frente a los 586.000 euros del pasado ejercicio, lo que supone un aumento del 80,56%. Este incremento incidirá especialmente en las exhumaciones arriba citadas, en el análisis del banco de ADN, o las líneas de investigación y digitalización de expedientes de víctimas del franquismo, que pasan de los 280.000 euros de 2024 a 350.000 euros.
Los casos que voy a relatar en esta crónica son una pequeña parte de la realidad. Iba a utilizar la imagen del Iceberg, pero creo que se queda corta, ya que lo que todavía queda oculto, sumergido, de aquellos años de asesinatos y depuraciones es mucho más del 89% de lo que conocemos.
Vocal de la Asociación Contra el Silencio y el Olvido y por la Recuperación de la Memoria Histórica de Málaga —
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Es difícil conocer a ciencia cierta cuántos maestros y maestras, cuántos profesores de bachillerato y universidad fueron depurados por el régimen franquista. Ni siquiera está claro cuántos fueron asesinados en los primeros años del régimen. No existe un trabajo completo que ofrezca una visión de conjunto. Existen estudios parciales de algunos territorios y datos más o menos generales, pero nadie ha afrontado un estudio sistemático y detallado de la represión a este cuerpo, al que la República confío buena parte de su éxito y que los golpistas eliminaron, primero con una cacería sin piedad y posteriormente con una depuración y un control ideológico asfixiante.
Los casos que voy a relatar en esta crónica son una pequeña parte de la realidad. Iba a utilizar la imagen del Iceberg, pero creo que se queda corta, ya que lo que todavía queda oculto, sumergido, de aquellos años de asesinatos y depuraciones es mucho más del 89% de lo que conocemos. Apenas 27 asesinatos y un par de casos de depuración son sólo unas gotas en la negra laguna de la iniquidad. Desde 2020 están disponibles en internet los datos de 564.269 expedientes de depuración abiertos a profesionales vinculados a la enseñanza que fueron apartados de su cargo de forma fulminante por los golpistas.
Mas de medio millón de expedientes de depuración entre los que no se incluyen las decenas o cientos de asesinatos de maestros y maestras que se produjeron desde julio de 1936 y que fueron salpicando el territorio nacional a medida que los militares coloniales avanzaban. Cabe recordar que la República no depuró ni a un solo maestro de la etapa monárquica y por supuesto no les persiguió como si fueran alimañas.
Cacerías humanas
A finales de julio de 1936 es detenido en Sevilla José Sánchez Rosa. Tenía 72 años y se encontraba encamado y enfermo. Una partida de requetés accedió a su domicilio y se lo llevó atado en una cama. En la madrugada del 1 de agosto fue asesinado y enterrado en una fosa del cementerio de la capital. Sánchez Rosa dirigía una escuela libre basada en el modelo de Ferrer i Guardia y era autor de una serie de publicaciones, como “La aritmética del obrero”, dirigidas a mejorar la formación de los trabajadores y ayudarles en su vida cotidiana. Ni su avanzada edad, ni la enfermedad impidieron su asesinato. No hubo ni concordia ni piedad para él.
Más o menos por las mismas fechas un grupo de falangistas secuestró, torturó y asesinó en Bañuelos de Bureba a Antoni Benaiges, el protagonista de “El maestro que prometió el mar”. Su historia se recuperó gracias a uno de sus alumnos que alertó de que podría ser uno de los enterrados en la fosa de La Pedraja. Se recuperaron 135 esqueletos en aquel enterramiento del norte de Burgos, pero ninguno correspondía al maestro. Como se sugiere en la película, posiblemente fue asesinado y enterrado en lugar aislado, o su cuerpo fue abandonado a las alimañas y no hubo ningún testigo que le diera sepultura y, si lo hubo, no dejó testimonio de los hechos.
El 31 de octubre una joven maestra de la Escuela Normal de Pamplona, cuyo recuerdo se conserva en el memorial en honor de los asesinados en La Tejería de Monreal (Navarra), fue salvajemente asesinada. No he logrado encontrar ningún documento en el que conste su nombre. El relato de sus últimos momentos lo trasmitieron vecinos del pueblo, obligados a presenciar la matanza y a enterrar a las víctimas.
Hace poco más de diez años, en 2012, en un paseo por la sierra de Urbasa, nos encontramos con un haya con los colores republicanos, que abrazaba una chapa de metal en la que, en esa fecha, se leía: “Mauricio Rodríguez, Bernardo Domingo, Miguel Gil, maestros nacionales de los pueblos alaveses de Gordoa, Galarreta y Zalduendo muertos en la noche del día 9 de agosto de 1936 en este luctuoso y triste lugar. En este homenaje incluimos a todos los asesinados por la misma causa. A vosotros el recuerdo presente de quien no os puede olvidar. 26-IX-1982”. Habían pasado 30 años desde que se colocó y el “haya republicana” había comenzado a hacer suya la placa de metal. Diez años después, la placa ya casi no puede leerse. Alguien previsor la ha reproducido y la ha colocado junto a la boca de la sima de Otsportillo, distante un par de kilómetros del lugar del crimen. La sima es un lugar de memoria de Navarra donde yacen una decena de víctimas de la represión.
El 18 de agosto fue asesinado el maestro de Pulianas, Dióscoro Galindo González. Un grupo de falangistas le tiroteó en el camino de Viznar a Alfacar, junto a dos banderilleros -Juan Arcollas Cabezas y Francisco Baladí Melgar- y al poeta universal Federico García Lorca. Dióscoro, natural de Ciguñuela (Valladolid), tenía 58 años. Le abrieron un expediente de depuración en el que lo acusaron de haber negado en sus clases la existencia de Dios. El cura del pueblo fue el peor testigo de cargo. Días después de su asesinato, la familia recibió el expediente que le suspendía de empleo y sueldo, le desalojaba de su casa y le daba 10 días para alegar.
De Francisco Romero Carrasco tuve conocimiento una mañana de sábado mientras escuchaba el podcast de la Cadena Ser “Vidas enterradas”. Me impactó la historia de este catedrático de la Escuela Normal de Guadalajara. Natural de Santa Marta (Badajoz) fue amigo muy querido de Antonio Machado que, con motivo de su casamiento, le regaló el poema “Bodas de Francisco Romero”. Fue un reputado matemático fundador de la Universidad Popular de Segovia y director de las colonias de la Institución Libre de Enseñanza. El 24 de agosto fue asesinado, junto a otros cuatro maestros, en un campo de Cobertelada (Soria). Sus cuerpos fueron abandonados en el monte. Unos vecinos que fueron testigos, los enterraron y señalaron el lugar donde reposaban. Junto al catedrático fueron asesinados Eloy Serrano Forcén, de 22 años, maestro en Cobertelada; Hipólito Olmo Fernández, de 43 años, que ejercía en Ajamil (La Rioja); Elicio Gómez Borque, de 23 años, maestro de La Seca y Victoriano Tarancón Paredes, de 26 años, de Perdiguera. En marzo de 2021, el Supremo cerró la posibilidad de abrir juicio sobre estos asesinatos.
El 31 de octubre una joven maestra de la Escuela Normal de Pamplona, cuyo recuerdo se conserva en el memorial en honor de los asesinados en La Tejería de Monreal (Navarra), fue salvajemente asesinada. No he logrado encontrar ningún documento en el que conste su nombre. El relato de sus últimos momentos lo trasmitieron vecinos del pueblo, obligados a presenciar la matanza y a enterrar a las víctimas. Es demasiado duro para reproducirlo. Se puede conocer en este enlace. Un final parecido tuvieron Carmen Hombre y su marido Juan Máximo, asesinados en enero de 1937 en Jerez de la Frontera. Carmen tenía 33 años, estaba embarazada y era de religión protestante y de militancia socialista, motivos más que suficientes para acabar con sus vidas.
En las fosas de San Rafael, en Málaga, hemos podido ubicar los restos de 11 maestros. Puede que sea un número mayor –no conocemos la profesión de todos los asesinados- y es seguro que hay muchos más maestros en las fosas de otros municipios malagueños.
Arximiro Rico, maestro en Baleira (Lugo), y Bernardo Mato Castro, en el municipio de Teo (Coruña), también tuvieron una muerte horrenda. Ambos eran bastante moderados, Bernardo, incluso, católico declarado. Nada pudo evitar su muerte en septiembre de 1937. Arximiro fue cazado y tratado como una alimaña por una partida de falangistas el 1 de septiembre y Bernardo murió el día 4, después de que no pudiera superar una paliza bestial que le propinaron fascistas de la zona a principios de agosto. Ambos creían firmemente en la educación pública como herramienta para que los humildes pudieran mejorar y esa creencia les costó la vida.
Finalmente, en las fosas de San Rafael, en Málaga, hemos podido ubicar los restos de 11 maestros. Puede que sea un número mayor –no conocemos la profesión de todos los asesinados- y es seguro que hay muchos más maestros en las fosas de otros municipios malagueños. Rindo homenaje a todos ellos, nombrando a los que se han identificado en el cementerio de la capital: Francisco, Arnáez Perez, de 43 años, maestro en Torremolinos asesinado el 15 de febrero; Manuel Campos Morilla, de 34 años, en Coín, el 17 de febrero; Emilio Castro Robledo, de 35 años, en Alhaurín de la Torre, 4 de marzo; Francisco Rodríguez Lucena, en Olías, el 6 de marzo; Juan Meneses, en Alozaina, de 20 años, el 9 de marzo; Antonio Romero López, de 52 años, en Macharavialla, el 16 de marzo; Miguel Jiménez Luna, en Fuengirola, el 17 de junio; José Padilla Buzo, de 31 años, en Álora, el 1 de julio; José Alonso Batlle, de 44 años, en Periana, el 10 de octubre; Juan Fajardo Valladares, en Coín el 26 de marzo de 1938 y Blas Infante López, de 45 años, maestro en Casares, asesinado el 31 de julio de 1941. Este último era primo segundo del padre de la patria andaluza con quien compartía nombre y primer apellido.
La depuración
Después de la primera ola de matanzas, Franco publica en el BOE número 27 de 11 de noviembre de 1936 el decreto 66 que regula la depuración del personal docente y que supondrá el paso a la “caza de brujas”. No se detienen los asesinatos, sino que se abre un nuevo camino a la represión y depuración de los enseñantes a los que se hacía responsables de la «caótica» situación de España. El proceso fue complejo. Todo el personal relacionado con la enseñanza fue suspendido de oficio y se les obligó a pedir su propia depuración. En la solicitud, estaban obligados a explicar sus actividades y afiliación política y sindical, aspectos relativos a su vida privada y una demostración de cual iba a ser su grado de vinculación en la construcción del nuevo Estado.
Esta solicitud se contrastaba con, al menos, cuatro informes diferentes elaborados por el alcalde, el párroco, el jefe de la Guardia Civil y un padre de familia bien considerado. Estos informes fueron la base fundamental sobre la que se asentaron las sanciones: la separación definitiva del cargo, el traslado forzoso del municipio o de la provincia, la suspensión temporal de empleo y sueldo y la inhabilitación para ejercer la enseñanza. El procedimiento general de depuración está bien explicado en la Wikipedia.
Doña Emilia, además de contagiar a mi madre el amor por aprender, ayudó a mi abuela Escolástica a firmar y a superar la vergüenza que le causaba tener que identificarse con una X
Se calcula que entre un cuarto y un tercio de los sometidos a depuración fueron castigados con alguna sanción. Muchos no solicitaron su depuración forzosa, bien porque habían sido asesinados, bien porque se habían exiliado o bien porque no querían ejercer su función al servicio del nuevo Estado. Este es el caso de Miguel Ambrosio Zaragoza, que renunció a ser maestro y se dedicó al dibujo de historietas. Su seudónimo fue Ambrós y fue autor de los dibujos de El Capitán Trueno.
El pasado mes de agosto falleció mi madre, con 91 años. Poco antes de morir le pregunté si se acordaba del nombre de su maestra. Mi madre sólo pudo asistir a la escuela entre los 10 y los 13 años. Con esa edad se tuvo que poner a trabajar. Ochenta años después se acordaba perfectamente de Doña Emilia Erice Condearena, su querida maestra, la que le había enseñado las cuentas y las letras que le habían ayudado a sortear una vida llena de dificultades. Cada vez que hablaba de ella, le brillaban los ojos y la emoción le embargaba. Doña Emilia, además de contagiar a mi madre el amor por aprender, ayudó a mi abuela Escolástica a firmar y a superar la vergüenza que le causaba tener que identificarse con una X.
Doña Emilia fue una invitada especial de la boda de mis padres y su memoria siempre acompañó a mi madre en su vida y en las decisiones que tuvo que tomar cuando muy joven se quedó viuda y con un hijo adolescente a su cargo. En una rápida búsqueda en internet descubrí que había sido maestra en Canfranc durante la República. Militante de UGT y representante del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936. El castigo fue el destierro de su provincia y el traslado a Guipúzcoa, a Beasain, en agosto de 1943. Aquí desarrolló su trabajo con toda la dignidad y vivió con su madre en la casa de los maestros, con un terrible control social por parte de algunos de sus compañeros, muy fieles al régimen y dispuestos a delatar cualquiera conducta inapropiada.
Las cosas que tiene la vida. Este artículo lo he escrito en mi pueblo, en la sala de estudios de la Biblioteca Municipal que se levanta en la antigua casa de maestros, donde doña Emilia Erice, tuvo que vivir su castigo y el consuelo que le daban niños y niñas con tantas ganas de aprender como mi madre. Es posible que algún día esta sala de estudio reivindique la memoria de doña Emilia y de todos sus compañeros que empeñaron sus vidas en lograr una sociedad más justa. ¿Quién sabe? Sería una bonita manera de cerrar el círculo y un acto de justicia
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