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El llanto de los nadies
La guerra civil, posguerra, franquismo y transición fueron los espacios en los que se llevó a cabo el negocio de los bebés robados en el Estado español. Actualmente, muchas de las personas afectadas han recurrido a la justicia argentina ante el masivo archivo de denuncias presentadas.
MIRIAM NAJIBI | 15 septiembre, 2017 07.09
Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)
Desde el primer día que tuvo constancia de ella, Josefina Musulén comenzó la búsqueda incansable de su tía paterna. No contaba con una descripción física, ni un paradero, ni siquiera con un nombre. Solo el conocimiento del sexo: una mujer. Su único resorte pendía del resarcimiento del “dolor infinito” de un niño que a la edad de cinco años asesinaron a sus padres y que, posteriormente, a los 48 se enteró de que también le habían arrebatado a su hermana. El 13 de agosto de 1936, su abuelo – perteneciente a la CNT- y su abuela, por entonces estaba embarazada de nueve meses, fueron detenidos por falangistas en Zaragoza. En el cuartel de falange comunicaron a los familiares que “con el tiro de gracia le habían reventado la tripa”. El matrimonio tenía un niño de cinco años de edad, padre de Josefina.
En 1978, Josefina decidió consultar los archivos de la sede de CNT. Fue allí, donde le informaron de que su tía fue ingresada en el Hospital Provincial Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza, donde permaneció en la misma habitación que una familia vinculada también a la CNT. “Dio a luz a una niña. Ahí hubo un rato en el que a mi abuela no la sacaron del paritorio, porque directamente se la llevaron al paredón y, a ella en seguida le quitaron el bebé”, cuenta Musulén.
Ese mismo año se presentó en el Hospital Provincial con motivo de consultar los libros de registro. Pero en estos faltaban diversas hojas pertenecientes al período de agosto y septiembre de 1936. “Te vas haciendo idea de que la familia que se ha quedado a la niña y seguramente la ha inscrito a su nombre. Seguramente ella no se quedó en esta ciudad y seguramente la criaría una familia del régimen y jamás pensó que no era hija de sus padres”, cuenta Josefina. Su búsqueda la llevó a testificar en el juicio a Baltasar Garzón el 2 de febrero de 2012 en la Audiencia Nacional.
Las aberraciones cometidas contra las presas y sus hijos e hijas durante el período de la Guerra Civil y posguerra tuvieron un carácter sistemático que pronto fue amparado legalmente. El auto instruido por el juez Baltasar Garzón en 2008, señala que la sustracción de hijos e hijas a las madres republicanas en el Franquismo podría haber afectado hasta a 30.000 niños– aunque según las asociaciones, las cifras podrían ser incalculables-. Este tipo de terrorismo de Estado, basado en la crueldad de los que se sintieron adalides de la verdad para discernir cuál iba a ser el lugar óptimo para la descendencia de los vencidos, tuvo continuidad hasta bien entrada la democracia. A partir de 1950, el entramado mafioso del robo de bebés implicó a monjas, sacerdotes, ginecólogos, comadronas, funcionarios…
“No hay casualidades, sino sincronías en el tiempo”
La mañana del 3 de junio de 1957, Francisca Coria ingresó en el Hospital General “Residencia Sanitaria General Sanjurjo” de Valencia –actualmente conocido Hospital Universitari Doctor Peset y por entonces regentado por las monjas de la congregación religiosa de las Hermanas de la Caridad – para dar a luz a su primer hijo. Pronto, le comunicaron que “el bebé había nacido con una vuelta y media y sin vida”. Francisca no pudo ver a su hijo, ni Antonio. Oír, callar y asumir. El equipo médico transmitió a estos padres primerizos que el Hospital se haría cargo de todo. Los siguientes tres hijos de la familia nacieron sanos en casa.
El psicólogo Carl Jung se refirió al término “sincronicidad” para referirse a la simultaneidad de sucesos vinculados por el sentido, pero no de manera casual. Iniesta y su padre acudieron al hospital en busca de documentación ante las diversas similitudes de su caso en 2011. Pero no existía ningún historial clínico, puesto que se destruyó en un incendio el 17 de enero de 1984 – según informó el diario Las Provincias, en el incendio ardieron 70.000 expedientes clínicos-. El único documento hallado es la ficha de ingreso y alta de Francisca Coria, en la cual el motivo de ingreso se atribuye a una enfermedad –en realidad, se trataba de un parto- . En cuanto al alta, figura “Distocia Social”. En ambas aparecen los apellidos de dos médicos: Oliver y Ruiz/Roig.
En el Registro Civil de València no se encuentran los legajos de aborto anteriores a 1973. En el caso de su madre, existe un registro de inhumación de un feto a su nombre, pero este consta en tres secciones diferentes del cementerio incluyendo la reutilización de la tumba en 1972.
En julio de 2013, la Fiscalía de València archiva las denuncias presentadas por las víctimas. Una de las alegaciones de la Fiscal de València sobre este caso concreto alude a que “habiendo desaparecido la historia clínica, no ha sido posible tomar declaración a ningún médico o comadrona al no haber podido ser identificados”.
Sobre verdades inconclusas
En la búsqueda llevada a cabo por Teresa de su hermana, lo único que tiene seguro es que su madre dio a luz el día 7 de junio de 1961 en el zaragozano hospital de San Juan de Dios. También cuenta como a los pocos minutos del parto le mostraron el bebé a su madre para decirle “despídete de la niña, porque se va a morir”. Según relata Teresa, su abuela permaneció a la espera en el Hospital. Fue a ella a quien le mostraron el cadáver del bebé quince minutos después del fallecimiento. Describieron el cuerpo como de gran tamaño, de aspecto morado y frío. Desde el hospital, no se les permitió hacerse cargo del entierro. Ocho años después, cuando la familia procedente de un pueblo de Zaragoza, regresó a la ciudad se percató de que la tumba del bebé ya había sido exhumada.
“A día de hoy no sabemos nada, solo sospechamos de una verdad inconclusa”, cuenta Teresa. En su caso, no dispone de documentación clínica ni fe de bautismo. Actualmente, Teresa forma parte de la Asociación Bebés Robados Aragón.
A diferencia de otros Estados como Argentina, el español no ha tipificado de forma efectiva todos los secuestros de menores dados en adopción como crímenes contra la humanidad- el número de niños y niñas desaparecidos en el Estado español podría haber sido hasta diez veces mayor que en Argentina, como apuntó José Luis Gordillo en “¿Por qué nadie busca a los bebés robados en España?”-.
“Mi hermano mellizo y yo nacimos el 25 de enero de 1965 en la maternidad de O’ Donnell. A Francisco lo llevaron a la incubadora porque había nacido con menos peso. A los 5 días, mi madre y yo nos fuimos para casa, pero Francisco se quedó en la incubadora entre 15 y 18 días”, cuenta Soledad Luque, melliza de Francisco Luque, 52 años después. “La monja siempre les decía que Francisco iba recuperando peso hasta que un día les comunicaron que ya estaba bien. Cuando fue mi padre al día siguiente, imaginando que se lo podría llevar a casa, la monja le dijo que esperase e inmediatamente el médico les dijo que había fallecido”- cuenta Soledad Luque-. “Mi padre y mi hermano mayor no daban crédito. Al día siguiente, cuando fueron a buscar el cuerpecito para enterrarlo, el médico dijo que lo habían incinerado y, posteriormente, les anunciaron que habían perdido las cenizas. Mis padres en ningún momento dieron permiso para incinerarlo. Ante su enfado, los médicos amenazaron con llamar a la Guardia Civil”.
En marzo de 2011, los hermanos presentan una denuncia en la Fiscalía de Madrid. Ese mismo mes, entró a participar en la querella argentina por lo que viajó a Buenos Aires para declarar ante la jueza María Servini de Cubría. ”Es tremendo que miles de personas víctimas de los crímenes del franquismo se tengan que marchar a kilómetros de su patria para que les escuche una jueza. Supone el coraje y el motor que te lleva a viajar 12 horas en una avión a kilómetros de tu país y luego la tristeza infinita”.
Se podría hablar de miles de ciudadanos del Estado español que fueron dados en adopción de forma completamente irregular. Hoy en día, la mayoría de estas personas desconocen su verdadera identidad e incluso no habrán sospechado nunca que podrían haber sido arrebatados de sus verdaderas madres y padres. Guerra, posguerra, franquismo y transición fueron los espacios temporales en los que se acometieron estos robos y, a la vez, negocios. El abogado Enrique Vila, presidente de SOS Bebés Robados España, especifica en “¿Por qué nadie busca a los bebés robados en España?” que estas adopciones fueron realizadas mediante un contrato privado, hasta que en 1987 la Ley de Adopciones exigió la intervención del Estado en las mismas. Francisco González de Tena en el artículo “Amnesia Injustificable” comenta que la proliferación de las adopciones internacionales en el Estado español impulsó la promulgación de la Ley 19620 del Ministerio de Justicia del 26 de julio de 1999 – publicada en el BOE el 5 de agosto de 1999-, la cual reconoció los derechos básicos del niño explícitamente.
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