‘Donde no habita el olvido’ es la serie fotográfica sobre la Guerra Civil y la posguerra en España que le ha valido el premio Luis Valtueña a María Clauss
Huelva tiene más de 120 fosas comunes en las que puede haber más de 10.000 personas. La represión franquista en esa provincia estuvo dirigida por el teniente Gonzalo Queipo de Llano. Tras la guerra, se produjeron unas 1.400 ejecuciones solo entre los años 36 y 44, en una zona de mucha actividad minera con un fuerte movimiento sindical.
Los datos que ofrece Emilio Silva, presidente de la Asociación para la recuperación de la memoria histórica, dan cuenta de lo especialmente represaliada que fue esa provincia para reprimir todo su movimiento. De hecho, se habla de que en Huelva no hubo guerra, sino represión.
Un trabajo dedicado a la memoria histórica de los represaliados y sus familiares directos en Huelva le ha valido a la fotógrafa María Clauss el 26º Premio Internacional de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña. Es la primera mujer en conseguirlo.
En una serie titulada ‘Donde no habita el olvido’, ha retratado a los supervivientes de la Guerra Civil y la posguerra española en imágenes intercaladas con escenarios de su memoria, la mayoría espacios abandonados. La autora cree que la memoria histórica sigue siendo “una asignatura pendiente”. Ella misma cuenta que tenía muy poco conocimiento sobre sobre este tema hasta que empezó a trabajar.
Con su búsqueda fue descubriendo y recogiendo testimonios en primera persona de protagonistas de aquellos años. Uno de ellos es Antonio Villanueva. La fotógrafa cuenta de él que cuando era pequeño fusilaron a su padre una noche y su madre empezó a dedicarse al estraperlo para sacar adelante a su familia, razón por la que estuvo en la cárcel, a donde Antonio la acompañó. A esa prisión ha vuelto ahora acompañado de María Clauss, compartiendo su memoria de ese tiempo.
La autora explica que para ella “fue fundamental” acompañar las fotografías del testimonio de sus protagonistas. “Incluso tuve la necesidad de grabarles y les grabé en vídeo, porque es un testimonio que se va. Por desgracia, de muchos de los que le hice fotografía ya hay tres que ya han fallecido. Son gente mayor que necesita hablar”. Todos, dice, tenían ganas de hablar y un gran sentimiento de pena.
Hace poco más de un mes que ha entrado en vigor la nueva Ley de Memoria Democrática, el último intento que se aprueba en España para cerrar heridas. Para Emilio Silva es una medida que “avanza en cuestiones que tienen que ver, por un lado, con lo simbólico, con la retirada de los títulos nobiliarios concedidos por el franquismo y la retirada de espacios que conservan a líderes de ese golpe militar, como ha sido el caso de Queipo de Llano. Y ahonda en temas que tienen que ver con la educación”.
Sin embargo, presenta también limitaciones, critica, que “tienen que ver con aspectos relacionados con los verdugos”, ya que no va a censar a los verdugos ni prevé enseñar la historia de la destrucción de la democracia. Tampoco abre la puerta a la justicia por las desapariciones forzadas, que no prescriben hasta no dar con los cuerpos, y tampoco crea una oficina de atención a las víctimas.
La Asociación para la recuperación de la memoria histórica reclama una política de memoria no solo en las aulas sino también en los juzgados. De su ausencia culpa al fuerte poder que aún mantienen las élites que se beneficiaron de la dictadura y su corrupción política y económica. Justicia y reparación es lo que piden también las víctimas protagonistas de las fotografías de Clauss.
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