Carta a Sor María
29 enero 2013
Por Paloma Alcorlo Pagés
No existe justificación alguna para quitarle un bebé sano recién parido a una madre que lo quiere tener. Me pongo en el lugar de estas madres robadas, en cómo se debieron sentir cuando Sor María les decía que su niño se había muerto y es que se siente un dolor tan intenso que cuesta hasta respirar.
Lo digo porque yo perdí a mi primer hijo en un parto vaginal normal donde el bebé estaba muerto por una vuelta de cordón, y lo sabía porque en uno de los chequeos realizados por la matrona durante el trabajo del parto no se sentía el latido cardíaco de mi niño. Hace seis años de esto y a menudo revivo esa situación, aunque he aprendido a vivir con ello y a reinventarme como persona, que no reconstruirme porque ya nunca he vuelto a ser como era antes. Se toca fondo, se acaba todo, no se tienen ganas de nada, vivir es un suplicio y hay que aprender a aceptar la situación para comenzar de nuevo. Han sido nueve meses generando hormonas, acondicionando el cuerpo para albergar una nueva vida querida y deseada, familia y amigos esperando ansiosos el momento decelebrar la llegada de la nueva personita. Reseteo de una vida. Cuesta mucho recuperar la ilusión y poco a poco vas comenzando un nuevo capítulo de tu vida, nuevo, sin guión ni orientación. Afortunadamente mi compañero y yo hemos tenido dos hijos que son la alegría de nuestras vidas.
Y me pregunto ¿qué tipo de mujer puede arrancar a un recién nacido de los brazos de su madre para dárselo a otra? Un monstruo. ¿Cómo pueden los “provida” defender y justificar la actuación de la monja? Quiero desde estas líneas mandar todo mi apoyo a estas madres robadas y solicitar a las autoridades competentes que se haga justicia, que se siga investigando la trama donde estaba involucrada la monja y se depuren responsabilidades. Un enorme abrazo compañeras. Sor María, vete al infierno.
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