Alberto Pla, voz y guitarra de Boikot, dirige un cortometraje y un videoclip sobre la batalla del Jarama, trabajo producido por la propia banda madrileña y que 'Público' estrena en exclusiva.
En febrero de 2016, un año antes del 80 aniversario de la batalla del Jarama, Alberto Pla, voz y guitarra del grupo madrileño de punk Boikot, visitaba las trincheras cavadas para refugio y ataque en este episodio de la Guerra Civil española. Desde lo alto de uno de los cerros rocosos que despuntan sobre el valle al este de Madrid, el músico divisó el auditorio donde tocaría con su banda tres meses después, durante las fiestas de la localidad de Rivas Vaciamadrid. En su cabeza aún tintineaba el recuerdo del homenaje al que acababa de asistir, días antes, en Morata de Tajuña a las Brigadas Internacionales, voluntarios llegados de más de 50 países para defender la República. Y allí, en mitad de esa tierra regada casi ocho décadas atrás por la sangre de los más de 20.000 combatientes muertos, heridos y desaparecidos, el guitarrista comenzó a rumiar la idea de narrar una historia bélica desde un lenguaje que trascendiera lo musical.
Así se gestó el corto Jarama, diez minutos que retratan a Juanan, trompetista ficticio de una banda de jazz que lucha con los ejércitos republicanos en segunda línea del frente, en la zona de la carretera de Valencia. Allí, pese al hambre y al frío encuentra espacio para la charla amistosa, como la que mantiene una noche con dos brigadistas irlandeses, personajes históricos, Charles Donnelly y Peter O`Connor. El primero, poeta, murió en el combate. El segundo regresó a la zona días después de la batalla para recuperar el cuerpo de su amigo. Esto en la historia real. En la ficción, Juanan conversa con ambos activistas justo antes de sentirse invadido por unas extrañas visiones que le llevan del pasado al presente en una alegoría mecida entre reflexiones y reivindicaciones, y sellada con un multitudinario concierto.
La banda sonora que acompaña al corto, la canción de mismo nombre cuyo videoclip estrena hoy en exclusiva Público, responde al resultado de una inquietud del grupo: la fusión de estilos. Así, Boikot ha querido seguir la senda que marcó con su gira en Latinoamérica en 1999, La ruta del Ché, en la que introdujo a su punk ritmos latinos, y que continuó en 2008 con el disco Amaneció, grabado en Bosnia con sonidos de la fanfarria balcánica. Ahora, el mestizaje musical les ha llevado por la senda del folk de Irlanda, tierra de brigadistas. “En el homenaje por el 79 aniversario de la batalla del Jarama escuché una canción a viva voz cantada por irlandeses que me puso los pelos de punta”, revela Pla sobre el momento catalizador de este último proyecto.
Con las ideas sobre el papel, comenzó el pasado diciembre la grabación del cortometraje, pospuesto dos días por la intensa lluvia, el mismo obstáculo que retrasó, 80 años atrás, la ofensiva sobre el Jarama. En esas mismas trincheras discurre la ficción producida por Boikot en la que han participado 40 personas, entre intérpretes y personal técnico. Un videoclip, rodado en Irlanda, completa este último trabajo de la banda madrileña que continúa así su compromiso con la recuperación de la memoria histórica, una reivindicación recogida en su anterior trabajo, Lágrimas de rabia (2012), videoclip y documental que narraron historias de poetas, maestros y escritores represaliados por el franquismo.
Jarama (Boikot, 2017), fue estrenado en Rivas el pasado 17 de febrero. Durante los próximos meses podrá verse en festivales cinematográficos. Después, Públicoacogerá en exclusiva el estreno online de la cinta.
¿Siempre han concebido el rock como una herramienta de lucha social?
Como grupo hemos estados muy comprometidos desde el principio. Siempre hemos sentido un compromiso hacia la sociedad y ante las injusticias y engaños. Por ahí van nuestras canciones. El rock es protesta, y todo lo que hacemos es para reivindicar y para que quede constancia de lo que ocurre en el mundo. Somos como un noticiario pero contando las cosas desde nuestra música, y cuidándola mucho, mezclándola con otros estilos.
¿Por qué, esta vez, la elección del formato cortometraje para narrar la historia?
En nuestros viajes siempre hemos llevado una videocámara encima que nadie quería coger porque eso significaba que no ibas a salir. Hasta que un día decidí cogerla y, aunque no tenía ni idea, empecé a grabar al grupo. En Japón hice una especie de documental del viaje, que gustó a los compañeros y empecé a meterme en este mundillo. Siempre digo que me he licenciado en la universidad de Tele-K, donde hice unos cursillos y allí me dediqué a editar y montar. Desde entonces he hecho unos 45 videoclips y unos diez documentales. Pero tenía muchas ganas de hacer un corto.
Al igual que en ‘Lágrimas de rabia’, en ‘Jarama’ contraponen imágenes que van del pasado al presente. ¿Qué tratan de decir con este recurso?
Es una forma de traer la historia al presente, y de dar el punto de vista de cómo sería si sucediera ahora. También es una forma de contárselo al público joven sin que le aburra y que no digan ‘ya está el abuelito con la historia de siempre’. Aún quedan muchos muertos en las cunetas, esas heridas no están cerradas del todo. Y está todo contado según los ganadores.
¿Qué devolución del público reciben con este tipo de trabajos comprometidos?
A la gente le llega porque se trata de acerca la historia desde la música y para la juventud. ‘Lágrimas’ lo llevamos a centros culturales, a algún colegio, teatros, centros sociales y librerías. La gente se acerca por nuestra música y ya de paso le mostramos un proyecto más extenso, no solo la canción que hemos sacado. Hay personas que, con ‘Jarama’, nos decían que no conocían todo lo que había pasado. Ni yo lo sabía; desconocía que había sido una batalla tan cruda, con aviación, morteros, granadas de racimo y el laboratorio de pruebas de la Segunda Guerra Mundial, con países probando sus bombas con nosotros. Creo que es interesante que la gente joven sepa la historia. No creo que en los colegios e institutos se la cuenten de esta manera.
En otros países las Brigadas Internacionales están reconocidas y se les han rendido homenajes. En España, monumentos como el que tienen en Madrid amanecen ultrajados cada cierto tiempo. ¿Qué le evoca esta comparación?
Es una injustica. Nosotros grabamos el videoclip en Irlanda, donde buscamos supervivientes y nos encontramos multitud de placas y monumentos por todo el país. Creo que solo en Belfast hay más homenajes que en toda España. Cada brigadista tiene una placa en el portal de su casa diciendo que fue un héroe nacional y mundial. Hay placas en bares, monumentos con sus nombres y con el eslogan de ‘No pasarán’. Y están limpias y nuevas o como recién puestas. Las cuidan cada día. En Madrid, ¿cuántas hay? Allí les rinden homenajes cada cierto tiempo. Su recuerdo está vivo.
Contaba Enrique Villarreal, ‘El Drogas’, en un concierto con Barricada en Madrid en 2010, que conoció a sus casi 50 años historias de la represión que le habían sucedido a sus vecinos. ¿En qué momento se percata de que la historia no era como se la habían contado?
Hace tiempo que me lo planteo. En México recuerdo que nos decían por la calle, ‘y a vosotros, ¿cómo os contaron lo del descubrimiento, como algo glorioso, no?’, cuando en realidad fue una masacre terrible y un saqueo bestial. Y con la Guerra Civil creo que desde siempre sabes que esto está amañado por los ganadores que te han contado su verdad. Y no sabes qué pasó con quienes perdieron. Por ejemplo, a la hora de grabar el corto quisimos ser muy leales a la historia, a las armas y a la vestimenta. Y nos dijeron que la ropa de los republicanos era muy difícil de recrear porque cuando perdieron la guerra, si les pillaban con cualquier traje, insignia, gorra o bota les mataban, así que destruyeron todo. La gente de Frente de Madrid, que son quienes hacen recreaciones y nos alquilaron los trajes y armas, nos contó lo complicado que era vestir al soldado republicano. Y de estas cosas te enteras ahora porque en el colegio no te enseñaban eso, sino que Franco vino bien a este país porque los demás lo querían saquear.
El brigadista irlandés Bob Doyle solía acudir al Jarama a recordar a sus compañeros muertos en combate. Lo hacía en silencio y entre lágrimas, rodeado de un minúsculo grupo de familiares y amigos. ¿Qué le sugieren estos olvidos?
Aún estamos bajo esa sombra del franquismo. Hay gente que se pregunta, ‘¿todavía con eso?’, pero es que no está contada la historia. Y no se trata de malmeter, sino de contar las cosas como fueron y con la perspectiva del tiempo. Nosotros tratamos de dejar un granito de arena en el homenaje a aquella gente que luchó por la Republica. Alguien lo verá, el corto y el videoclip, y alguien se moverá por verlo.
Desde la óptica de la narración de los relatos, ¿el mundo de la cultura debería sentir la obligación de asumir ese compromiso con el pasado reciente?
Nosotros nos sentimos obligados. Creo que escritores, músicos, poetas, periodistas, realizadores y cualquier tipo de arte tiene la responsabilidad de contarlo, como quieran, en formato de humor o de drama. Hay una historia que es como una comedia sobre los tanques rusos, que eran muy buenos y en algunos pueblos se vendían durante la guerra por 500 pesetas. Esa es una idea que estoy mascando para contar como una comedia ácida.
¿Van a continuar abordando historias desde formatos audiovisuales?
Sí, queremos seguir con cortos o documentales sobre la recuperación de la memoria u otros problemas sociales como el maltrato a la mujer o los desahucios. La imagen tiene fuerza, y hoy hacer un videoclip o un corto está más democratizado. Antes era prohibitivo, ahora también es caro pero menos; con un teléfono móvil puedes contar una historia. Ya hace tiempo que estamos metidos tanto en la música como en lo audiovisual, mostrando un trabajo más completo, con testimonios de gente.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada