La diputación saca a la luz un listado de 5.422 valencianos presos del franquismo que fueron sometidos a batallones de trabajos forzados tras la guerra - La abultada base de datos extraída del Archivo Militar evidencia la dimensión de la represión.
A Guillermo Berlanga le apodaban «Barbero» y era de Camporrobles. En 1945 desertó de l batallón de Trabajadores Disciplinario de Marruecos para alistarse en la guerrilla antifranquista. En Simat fue herido de gravedad, pero consiguió huir y exiliarse en Francia. El zapatero ontinyentí José Calabuig también huyó de su cautiverio como trabajador forzado en Irrutia después de haber sido apresado por su participación como voluntario en el bando republicano, pero no tuvo tanta suerte: dos días más tarde fue interceptado y acabó falleciendo de una colitis.
Guillermo y José son solo dos nombres en un listado formado por 5.422 valencianos que fueron esclavizados en los batallones de trabajos forzados instaurados por el bando nacional para castigar a «los enemigos de España» desde el inicio de la Guerra Civil. Las identidades de todos y cada uno de ellos, extraídas de entre más de 3.000 cajas de expedientes personales almacenados en el Archivo General Militar de Guadalajara, han sido recopiladas y sacadas a la luz pública por el área de Memoria Histórica de la Diputación de València a través de una base de datos consultable desde el portal web de la corporación provincial.
Lugar de procedencia, batallón asignado, quinta y destino. Esa es toda la fría y burocrática información que -con suerte- recogen los archivos. Detrás de cada número de expediente hay una historia de desesperación y sufrimiento, la mayoría de ellas caídas en el olvido. La documentación sobre los prisioneros de guerra nacidos en los 266 municipios de la provincia de Valencia que el franquismo usó como mano de obra es fruto del trabajo desplegado por un equipo especializado contratado por la diputación bajo la dirección de Josep Màrius Climent.
El historiador de Benicolet, uno de los mayores estudiosos de los batallones de trabajos forzados, documentó los casos de varios represaliados de la Vall d’Albaida como el del zapatero José Calabuig en su libro «El trabajo esclavo durante el franquismo».
Los investigadores no se ponen de acuerdo sobre el número total de esclavos porque no todos aparecen en las estadísticas, aunque las cifras los sitúan en más de 90.000.
Los datos de los valencianos fueron recogidos de los fondos generados por la Inspección de Campos de Concentración y la Jefatura de Campos de Concentración y Batallones Disciplinarios, que se encargaban de supervisar a los prisioneros republicanos desafectos al nuevo régimen.
Es la primera vez que una institución pública los pone a disposición de la ciudadanía. La iniciativa, según el diputado de Memoria Histórica, Ramiro Rivera, pretende acercar una información tan cruda como valiosa sobre todo a historiadores, estudiosos y familiares de represaliados.
No todas las personas sometidas a trabajos forzados eran soldados. También fueron castigadas las esposas de hombres encarcelados o fusilados, obligadas a limpiar calles, a recoger cosechas o a desplegar tares domésticas «en beneficio particular de las élites políticas y económicas», como incide Rivera.
Carreteras y vías férreas
En abril de 1939, la cifra oficial de presos de guerra en España era de 270.000. Franco no solo quiso aislarlos para vigilarlos y controlarlos, sino que los convirtió en un rentable negocio como mano de obra esclava. Cautivos y desarmados, aquellos que en los campos de concentración eran clasificados como «desafectos» al régimen formaron los Batallones de Trabajadores, que se pusieron a construir carreteras y vías férreas, a extraer carbón de las minas o a edificar fortificaciones.
Dormían en barracones, casas abandonadas y cuadras y compartían -según ahonda el diputado- unas lamentables condiciones higiénicas, una escasa alimentación y un deficiente alojamiento. Su memoria está hoy un poco más a salvo.
Colaboración con Fisabio y la UV para la identificación de las víctimas
El Consell aprobó ayer un convenio de colaboración con la Fundación Fisabio y la Universitat de València para desarrollar proyectos de investigación e innovación en la identificación de las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo. La iniciativa contempla la puesta en marcha de nuevas técnicas y metodología en genética, para mejorar los procesos de reconocimiento de los represaliados, aportando desde cada uno de estos ámbitos de conocimiento soluciones a los obstáculos que dificultan la identificación.
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