Escudo franquista instalado en la calle Barcas de València en 1939 | Foto de Luis Vidal Corella
Un compendio divulgativo editado por la Universitat de València recopila fotografías, documentos y archivos inéditos de una investigación realizada por 19 especialistas sobre los principales aspectos de la vida en la ciudad y cómo cambiaron al inicio de la dictadura.
Cuando entraron las tropas franquistas a la ciudad de València, en marzo de 1939, el franquismo dominó todos los espacios, tanto la vía pública como la vida privada. Como es común en las dictaduras, este hecho histórico está envuelto con el paño del silencio y de la desmemoria. Por este motivo, 19 especialistas han elaborado la Guía de la València del primer franquismo, 1939-1948 (PUV, 2021), una obra, coordinada por Lucila Aragó, José Maria Azkárraga y Juan Salazar, que sirve de continuación a la Guía Urbana de la Valencia Republicana (PUV, 2007).
Aragó explica que “en aquel momento era muy novedoso mostrar el lado espacial de la República”, por lo que “fruto de este trabajo, nos planteamos seguir con la guía, también al observar que todo lo que había supuesto la República para la ciudad se hacía pedazos en el primer franquismo”, puntualiza. Con un prólogo elaborado por la historiadora Dolores Sánchez Durà, la obra, de próxima publicación, intenta recopilar los principales cambios que experimentó la capital del Turia después de ser ocupada por las tropas franquistas.
La Guía de la València franquista está elaborada con contenido inédito, tanto de fuentes privadas como públicas. En ella se incluyen fotografías, documentos, archivos y testimonios. El material gráfico, recopilado por los coordinadores, apoya al trabajo de escritura realizado por casi una veintena de especialistas. Antropólogos, historiadores, economistas, arquitectos, urbanistas y periodistas explican en cada apartado el “cambio brusco”, como afirma Azkárraga, que sufrió la capital. Todo esto se complementa en la página web, a la que pronto se podrá acceder, donde se encontrarán desde publicaciones y prensa de la época, hasta artículos de investigación actuales y futuros. La intención es que continuamente se vaya actualizando y aloje archivos relacionados con el franquismo en la ciudad de València.
La obra arranca con el capítulo titulado 'El Año de la Victoria', escrito por los coordinadores, en el que se relata, a modo de introducción sumaria, la entrada a la ciudad de las tropas del dictador y las primeras medidas. Se abordan cuestiones como la entrada a la cárcel de muchos republicanos, la concentración de los valencianos en la Plaza de toros a la espera de su destino o el cambio que sufre el Ayuntamiento, la educación y la Iglesia. “En la vida cotidiana cambia hasta el vestir, empieza la censura en los espectáculos, los falangistas toman las calles, se hace obligatorio saludar y cantar el 'cara al sol' al terminar las sesiones de cine; el hambre y la carestía se establecen, el mercado negro, el racionamiento…”, resume Azkárraga.
“En la vida cotidiana cambia hasta el vestir, empieza la censura en los espectáculos, los falangistas toman las calles, se hace obligatorio saludar y cantar el 'cara al sol' al terminar las sesiones de cine; el hambre y la carestía se establecen, el mercado negro, el racionamiento…”, resume Azkárraga.
En la obra se van desgranando temas como la Iglesia, el mundo laboral, la jerarquía y distribución del poder, la sanidad, el cambio de arquitectura, la transformación de la educación y de la sanidad o la vida cotidiana. De manera transversal, la represión está presente en todos los capítulos. Así, se muestra la realidad del momento para “recuperar nuestra memoria, la memoria democrática de nuestra ciudad que se ha ocultado desde el propio poder”, como apunta Aragó.
Un nuevo paso para recuperar la memoria histórica
La coordinadora explica que “ahora estamos en la fase de recuperación de la memoria histórica”, y que “la memoria que ha prevalecido hasta hace poco ha sido la creada por el franquismo”. Los que vivieron en la época, según expone, han experimentado una fase de silencio impulsada por el miedo. “Cuando hay desmemoria de un lado, hay exceso de memoria por el otro lado”, reflexiona. A esto se le añade el escaso impulso para visibilizar la crudeza de esta época en los años donde todavía existía una generación entera viva que había sufrido los palos del franquismo. Como consecuencia, el testimonio oral ha sido una fuente minoritaria en la investigación. Sin embargo, han sido claves las entrevistas, como la que realizaron a Dionisio Vacas, cabecilla de la primera huelga en Valencia en 1958, y libros como El carrer de Rubiols de Frederic Martí o El Tramvia Groc de Joan Francesc Mira Castera, que relatan sus vivencias.
Esta guía sale al mercado en un momento en el que todavía se encuentran en las calles símbolos y nombres franquistas; símbolos que fueron claves durante el franquismo para crear un único pensamiento colectivo. “Lo primero que se hace es destruir todo símbolo relacionado con la República, imponiendo multas y sanciones a todo aquel que tuviera cualquier rótulo o cartel relacionado con el periodo republicano”, apunta Azkárraga. Ellos opinan que este material se podría conservar con un sentido histórico, “siempre que no sea homenaje”, puntualiza.
“Nos parecía que era importante hacerlo porque observar sus orígenes y su carácter hace difícil blanquear un régimen que era amigo de los fascismos europeos e hizo todo lo que hizo”, apunta Aragón.
La obra aporta imágenes y mapas con ubicaciones claras con la idea de que se puedan ver los signos del pasado en la actualidad. Con un fin divulgativo, no académico, buscan llegar a todos para que aprendan de la historia. “Tratamos de que cuando te pasees por algún espacio de la ciudad, seas capaz de identificarlo con retazos de nuestra historia reciente”, explica Aragón. Este concepto ayuda a entender el presente de la ciudad y a construir el futuro. La repercusión del franquismo va más allá de lo psicológico y del poder; se pasea por las calles y recorre todos los espacios urbanos. “Al ser un periodo ofuscado y diluido, nos ha costado reunir material e investigar", afirma Aragón, “pero nos parecía que era importante hacerlo porque observar sus orígenes y su carácter hace difícil blanquear un régimen que era amigo de los fascismos europeos e hizo todo lo que hizo”.
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