El documental 'L'últim tren de Bouarfa' narra la recuperación de los restos de Vicente Mataix, pasajero 416 del último barco que zarpó de Alicante atestado de refugiados republicanos que huían hacia un destino incierto
Construcción del ferrocarril transahariano, donde miles de exiliados republicanos como Vicente Mataix fueron obligados a trabajar.
El 23 de diciembre de 1940, Nieves Gisbert recibió en su casa de Banyeres de Mariola, el pueblo más alto de la sierra alicantina, una escueta carta en la que el cónsul francés en Alicante le informaba de que su esposo, Vicente Mataix Ferre, había fallecido el 11 de noviembre en el campo de trabajadores de Bouarfa, en Marruecos, de una enfermedad que el comunicante no precisaba.
Tuvieron que pasar 73 años para que los restos mortales de aquel hombre, el pasajero número 416 del Stanbrook que transportó a los últimos 3.000 exiliados que zarparon de Alicante huyendo del asedio franquista, retornaran a casa, a reposar junto a los de Nieves. Fue el empeño de sus nietos, herederos de lo que consideraban un "mandato" de sus mayores, que investigaron y llegaron hasta lo profundo del desierto marroquí, lo que permitió el reencuentro.
El 23 de diciembre de 1940, Nieves Gisbert recibió en su casa de Banyeres de Mariola una escueta carta en la que el cónsul francés en Alicante le informaba de que su esposo, Vicente Mataix Ferre, había fallecido
La directora Rosa Briones lo ha plasmado en un documental cuyo estreno tuvo lugar la semana pasada en la Casa del Mediterráneo de Alicante. Es un emocionante documento que relata en 30 minutos -a través de los testimonios de su hija María y sus nietos Toni, Josep Lluis y Gloria, completados por los de estudiosos del exilio republicano en el norte de África como Eliane Ortega y Juan Martínez Leal- el empeño de la familia Mataix y la odisea vivida para lograr el objetivo que tantos otros aún tienen pendiente: recuperar los restos de su antepasado.
Como explica Toni Vañó Mataix, "el tiempo nos dejará a todos en el olvido, pero la memoria de nuestro iaio, del padre de mi madre, está viva". Tuvieron que contratar a una detective y, tras innumerables gestiones, realizar en diciembre de 2013, "en las entrañas del desierto de Marruecos", la primera exhumación de carácter privado que se realiza en una de las innumerables tumbas de exiliados republicanos -no solo españoles, también hay muchos brigadistas polacos, cubanos, uruguayos, argentinos...- que existen en el Magreb.
Vicente Mataix falleció a los 31 años en el campo de trabajo de Bouarfa, uno de los levantados en pleno desierto para la mano de obra forzosa que el gobierno colonial francés utilizó para llevar a cabo el ambicioso proyecto de unir por vía férrea la costa mediterránea con la atlántica a través del desierto del Sahara. Nunca se sabrá el motivo de la muerte de un hombre tan joven que en alguna de las fotos que se conservan aparece en buen estado físico.
Pero fueron muchos los que no resistieron las privaciones, los castigos, las penosas condiciones de un trabajo realizado en un abrasador desierto inhóspito, la enfermedad... y nunca regresaron. Otros se incorporaron en el 43, cuando el avance aliado provocó el cierre de los campos, al ejército francés que pronto liberaría París, con algunos de ellos en la famosa '9', la novena compañía de la División Lecrerc que avanzó en la vanguardia. Otros sufrieron un largo exilio, o cayeron presos de los nazis y murieron en sus campos de exterminio.
El impecable trabajo de Rosa Brines sitúa los hechos en el contexto histórico -gracias a la impagable colaboración de Eliane Ortega y el profesor Martínez Leal-, pero desde la primera hasta la última imagen logra transmitir el drama tanto tiempo silenciado
El impecable trabajo de Rosa Brines sitúa los hechos en el contexto histórico -gracias a la impagable colaboración de Eliane Ortega y el profesor Martínez Leal-, pero desde la primera hasta la última imagen logra transmitir el drama tanto tiempo silenciado "por el olvido, la incomprensión y el rencor", como dice María Mataix, de familias comprometidas en un empeño personal, la pervivencia de una memoria íntima que es parte inseparable de la memoria de todos. Como recomendaba la crítica clásica, L'últim tren de Bouarfa es cine "de visión imprescindible".
Documental
Produce la Coordinadora d’Associacions per la Memòria Democràtica
‘L’últim tren de Bouarfa’, con guion y dirección de Rosa Brines y producido por la Coordinadora d’Associacions per la Memòria Democràtica del País Valencià, con el patrocinio de la Conselleria de Participació, Transparència, Cooperació i Qualitat Democràtica (GVA), se presentó el 20 de enero en Casa Mediterráneo. La proyección contó con la intervención de Rosa Brines, Àngel González, presidente de la Coordinadora y con la asistencia de la familia Mataix al completo. Andrés Perelló, director de Casa Mediterráneo, abrió el acto afirmando que la odisea de los Mataix "es un ejemplo que nos refresca la memoria y nos recuerda lo que nunca más debe pasar. Y para que nunca más pase no podemos ser sujetos pasivos como ciudadanos; tenemos que tener opinión, tenemos que recordar, sin violentarnos con nadie, pero no ceder, porque cuando un demócrata cede en su derecho a opinar, a defender lo suyo, otro que no es demócrata lo gana".
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada