SOR MARÍA
Pues te diré, Miguel: no
me lo creo.
¿Está muerta en verdad o
bien guardada
en celda que no es la
apropiada
para un asunto tan maligno
y feo?
¿Se habrá evitado así que
un buen baldeo
saque a la luz más caca
acumulada?
¿Sería sola en trincar en
la manada
del dulce y piadoso
gineceo?
¿Y no será...? A veces lo que toca
es poner con premura
punto en boca.
Hay que salvar los
muebles como sea...
Y la fe. No olvidemos que
flaquea.
Y la Iglesia, recuerda
que da asco,
¿no habrá querido huir de
otro chubasco?
Rapiña, pederastia,
hipocresía...
Ay, Miguel, hijo mío,
¿quién se fía?
Angelina Gatell
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