Imagen: Wikimedia Commons

En 1944, Marcel Nadjari -un judío griego forzado a retirar los cuerpos de las cámaras de gas de Auschwitz- enterró una carta en un bosque cerca del campo de concentración. El texto fue redescubierto en 1980, aunque era prácticamente ilegible. A través de una nueva técnica de imágenes, los científicos han reconstruido finalmente la carta, y está proporcionando nuevos y desgarradores detalles del Holocausto, y lo que era ser forzado a trabajar en un campo de exterminio nazi.

Tal y como reportan los medios Deutsche Welle y Spiegel, el esfuerzo de restauración ha estado encabezado por el historiador ruso Pavel Polian, quién ha vuelto a dar vida al texto manuscrito de un documento enterrado por el prisionero de Auschwitz-Birkenau, Marcel Nadjari. La carta, encerrada en un termo y envuelta en una encuadernación de cuero, fue enterrada por Nadjari en noviembre de 1944, justo al otro lado del campo de exterminio, lugar donde permaneció sepultada durante 36 años.
La carta fue desenterrada accidentalmente por un estudiante en 1980, pero la mayor parte del texto no se podía leer. Utilizando una técnica denominada como análisis multiespectral, Polian, con la ayuda del experto informático ruso, Aleksandr Nikitjaev, logró descifrar más del 90% del documento. Los detalles del trabajo se publicarán en el Instituto de Historia Contemporánea de Munich (IfZ) en noviembre.



Nadjari, judío de Tesalónica (Grecia), tuvo la desgracia de trabajar como miembro del Sonderkommando en Auschwitz-Birkenau. Estos trabajadores forzados tenían que llevar a cabo lo impensable, quitar los cuerpos de las cámaras de gas, extraer los dientes, afeitar el cabello (que luego se transformaba en hilo), entregar los cuerpos al crematorio y depositar las cenizas en los ríos. Los miembros del Sonderkommando solían ser asesinados y reemplazados por otros recién llegados; de los estimados 2.200 judíos asignados para esta tarea, sólo unos pocos cientos lograron sobrevivir a la guerra.

La nota secreta de Nadjari representa uno de los nueve registros similares escritos por cinco miembros de Sonderkommando, aunque el suyo es el único escrito en griego (los otros están en yidis). Únicamente entre el 10 y el 15 % del documento era originalmente legible. Nikitjaev pudo leer el texto a través de grabaciones multi-espectrales del documento en varias longitudes de onda ópticas. Esta técnica no invasiva permite a los investigadores identificar y registrar los pigmentos (en este caso la tinta) sobre los documentos desgastados y visualizar las reflexiones que caracterizan a una carta. Trabajando durante un año entero, Nikitjaev avanzó a través del documento, convirtiendo la maltrecha carta en una legible.



Nadjari la había escrito con la esperanza de que quien la encontrara entregara el documento a un representante diplomático de Grecia, que a su vez luego lo entregaría a amigos o familiares. Leyendo el texto recuperado, está claro que Nikitjaev estaba angustiado por la naturaleza de su trabajo e incluso contemplaba el suicidio. Pero eran sus pensamientos de venganza lo que lo mantenían con vida.
Cuando leas el trabajo que hice, dirás, ¿cómo podría yo ... o cualquier otra persona hacer este trabajo y quemar a sus compañeros... muchas veces pensé en irme con ellos (a las cámaras de gas) para terminar con todo, pero siempre mantuve mi idea de venganza: quería vivir para vengar la muerte de papá y mamá, y la de mi amada hermanita Nelli“, escribió Nadjari en el documento restaurado.



Imagen: Pavel Polian

Sus relatos sobre la vida como miembro del Sonderkommando son particularmente desgarradores.
Nuestro trabajo consistía primero en recibirlos, la mayoría de ellos no sabían la razón ... la gente que vi cuando su destino estaba sellado, les dije la verdad, y después de que estuvieran todos desnudos, acudían a la cámara de la muerte, donde los alemanes habían dispuesto tuberías en el techo para hacerles creer que estaban preparando el baño, con los látigos en sus manos, los alemanes los obligaron a acercarse cada vez más para que pudieran caber lo más posible, y entonces las puertas se sellaban herméticamente”, escribió Nadjari.
Después de media hora, abrimos las puertas (de la cámara de gas), y nuestro trabajo comenzaba. Llevamos los cadáveres de estas mujeres y niños inocentes al ascensor hasta la habitación con los hornos, donde eran quemados sin el uso de combustible, debido a la grasa que tenían”.



El hombre también participó esparciendo las cenizas que los nazis hacían para cubrir sus huellas. Nadjari calculó que sus días estaban contados y que sería asesinado en las cámaras de gas en poco tiempo. “Tenemos que abandonar la tierra porque sabemos demasiado”, escribió.
Nadjari logró sobrevivir a su experiencia en Auschwitz-Birkenau, donde alrededor de 1,1 millones de personas, la gran mayoría de ellos judíos, murieron durante la Segunda Guerra Mundial. Regresó a Grecia después de la guerra, y finalmente se trasladó a Estados Unidos. Nadjari murió a la edad de 54 años en Nueva York, antes de que su documento fuera encontrado. [Institute of Contemporary History—Munich, Berlin (IfZ) via Deutsche Welle y Spiegel]