dijous, 15 de febrer del 2024

14 DE FEBRERO DE 1937, VALENCIA ES BOMBARDEADA.

 RÉFUGIÉS ESPAGNOLS en France - EXILIO REPUBLICANO ESPAÑOL.

Paco Barreira 10 h 
14




Ese día el crucero, Duca d'Aosta, procedente de Italia, cañoneó la costa de la ciudad.
Aquel primer ataque desde un barco fue casi una excepción. Así lo constataba en su día el estudioso Eladi Mainar Cabanes en su artículo ‘Ataques franquistas sobre Valencia durante la Guerra Civil. 1936 -1939’. “Estos bombardeos de poblaciones civiles se efectuaban en su mayoría a través de la aviación, siendo en menor cuantía los realizados por barco. (…) Estos raids lo que trataban era de atemorizar a la población y menoscabar su moral, destruyendo los puertos por donde entraba el material de guerra y los alimentos, así como hundiendo sus barcos”, escribía en su artículo.
El objetivo prioritario era pues el puerto de Valencia, pero también las vías de comunicaciones como la Estación del Norte, y espacios emblemáticos de la ciudad, además de infundir pavor, incertidumbre, angustia. Los bombardeos se sucedieron durante los años siguientes pero los nombres de los muertos fueron soslayados por la prensa del momento. La censura decidió ocultarlos, como si obviándoles se mitigaran las consecuencias de los ataques, el impacto emocional, y sólo la paciencia de los investigadores ha conseguido que no se olviden.
Sí que tenemos constancia accesible de los primeros muertos, de sus nombres, que aparecieron publicados en la prensa del momento por primera y última vez: José Bartual Tarín, de 20 años; Bautista Comeig Andrés, de 63; Miguel Sanz Biosca, de 12; Josefina Guillem Lorca, de siete; Luis Zanón Soriano; Emilio Martí Gómez, de 37; Francisco Alcantara Díaz, de 45; Asunción Rios Seguí, de 26; Carmen Marcos Valls, de 60; Luis Salom Colomer, de 20… Con casos tan terribles como el de un limpiabotas que, cuando llegó a su casa, se encontró a toda su familia muerta: su mujer, Rosa Manso Pelegrín, de 25 años; sus tres hijos de cinco, tres y un año; su suegra, Encarnación Pelegrín, de 60; y otro niño de la familia, Vicente Frechina Manso, de siete años. Los funerales fueron multitudinarios.
Aquel domingo 14 de febrero de 1937 Valencia se convirtió en otro conejillo de indias para una forma de terror hasta entonces inédita: el bombardeo de poblaciones abiertas que no eran objetivo militar. Desde esa fecha, Valencia, la Comunitat Valenciana, todo el litoral fue víctima de una agresión continuada sin declaración de guerra que ya no acabaría hasta el final del conflicto y que luego se reprodujo durante la II Guerra Mundial, con el bombardeo de ciudades y poblaciones por toda Europa. Centenares de poblaciones valencianas fueron objeto de unos ataques cuyas víctimas parecen haber sido olvidadas, como comentaba Alonso. “No fueron soldados caídos en combate ni fusilados en represiones posteriores sino víctimas por estar en territorio leal al régimen legítimo”; víctimas, pues, sólo por vivir.