dilluns, 20 de setembre del 2021

Destierros que quedan en la memoria.

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Hoy se cumplen 85 años desde que las tropas franquistas entraran en Azpeitia. El Ayuntamiento y Aranzadi han recordado a ocho vecinas que fueron obligadas a abandonar el pueblo en plena guerra

ELI AIZPURUAzpeitia.

Un día como hoy, hace 85 años, en plena guerra, entraron las tropas franquistas del General Mola en Azpeitia. Las mujeres fueron las víctimas ocultas de aquella represión. La historia ha sido contada por hombres y ellas han quedado en un segundo plano. Detrás del telón han quedado muchas historias personales y familiares que las matriarcas sacaron adelante con orgullo y tesón. Muchas de ellas, con hijos pequeños tuvieron que ser desterradas y fugarse a otras localidades donde tenían amigos o familiares que les pudieran albergar incluso durante años, en algunos casos. Pero no fueron las únicas. Si bien la represalia más común era la del destierro, fueron muchas las que optaron por quedarse y permanecer en sus hogares mientras sus maridos, hermanos o hijos pasaban a engrosar los batallones que lucharon contra los golpistas.y que sufrieron en sus propias carnes las represalias franquistas tales como cortes de pelo, obligadas a realizar trabajos forzados o encerradas, sin más.

El Ayuntamiento de Azpeitia junto a la Sociedad de Ciencias Aranzadi lleva años investigando la vulneración de derechos padecida por cientos y cientos de azpeitiarras, entre ellos las de muchas mujeres de la villa.

Según se recoge en el libro 'Conculcación de los derechos humanos y represión durante la Guerra Civil y el Primer Franquismo' elaborado por la Sociedad de Ciencias Aranzadi y publicado por el Consistorio local, al menos ocho mujeres del municipio fueron obligadas a exiliarse por formar parte de familias que se enfrentaron a los sublevados o, simplemente, por tener una ideología contraria a la de los golpistas.

Esas ocho mujeres han sido reconocidas esta misma semana en un acto conmemorativo llevado a cabo e n el Palacio Basazabal y que si bien no se ha podido hacer de forma pública debido a la pandemia, ha contado con la presencia de numerosos familiares. «Queremos sacar a la luz parte de la historia de nuestro pueblo que ha traído mucho sufrimiento y dolor a numerosas familias y queremos poner nombre y apellidos a las vulneraciones de derechos que han ocurrido a lo largo de la historia reciente. En esta ocasión, se trata además de mujeres», señaló la alcaldesa Nagore Alkorta.

Es un reconocimiento a todas aquellas madres, hermanas e hijas que sufrieron en silencio. Todas aquellas mujeres recibieron la orden de la Comandancia Militar y en un tiempo récord de 48 horas se vieron obligadas a dejar sus casas, en muchos casos, con niños pequeños a su cargo. «Poco a poco, fueron regresando pero el estigma social duró décadas», puntualiza el historiador de Aranzadi Javier Buces.

Las mujeres deportadas de Azpeitia en 1937 fueron Juana Aguirre Oyarzabal, Catalina Bereciartua Altuna, María Eceiza, Casiana Echaniz Arrizabalaga, Joxepa Echeverria Aizpuru, María Echeverria Larrañaga, Isabel Gómez Azcune y María Orbegozo Arzuaga.

El acto llevado a cabo en Basazabal sirvió para que los familiares de todas ellas pudieran recibir de manos de Nagore Alkorta y del historiador Javier Buces una placa donde podía leerse «Con afecto para todas aquellas mujeres que no perdieron la dignidad». Cada allegado recibió además la documentación con la orden de destierro recibida por sus abuelas, tias, etc., además de otras reseñas históricas.

Nombres y apellidos

Azpeitia ha rescatado así, después de 85 años, ocho relatos de mujeres con nombres propios y apellidos. Ocho mujeres y familias cuya existencia ha salido del anonimato.

Estos son sus historias: Juana Aguirre Oyarzabal fue deportada el 4 de febrero de 1937 tras una orden de la Comandancia Militar. El motivo: desconocimiento del paradero de su marido, Francisco Errasti 'Trukuman'. Se dirigió en un principio hacia Pamplona pero consiguió hospedarse finalmente en Lazkao, en casa de una hermana. Estaba embarazada.

Catalina Bereciartua Altuna era nacionalista y había estado sindicadadurante la República. Cuando las tropas franquistas entraron en Azpeitia se escondió durante un tiempo en el caserío Atxubiaga.Más tarde, se marchó a Navarra donde permaneció cerca de un mes.

Maria Eceiza era natural de Beizama pero vivía en Azpeitia. Era madre de Juan, Alejandro y del miliciano muerto en la guerra, Moisés Campos Eceiza. Fue deportada por ese motivo.

Casiana Echaniz Arrizabalaga y sus hijos Luis, Carmelo, Carmen e Imanol Loinaz Echaniz, todos ellos menores de edad, fueron expulsados de Azpeitia en febrero de 1937 por orden del comandante militar Emilio Gómez del Villar. Se marcharon al pueblo navarro de Ollakarizketa, donde residía un familiar.

Joxepa Echeverria Aizpuru natural de Urrestilla pero residente en Nuarbe (Beizama) y sus hijos María, Angeles, Mercedes y Felipe Otaegui Echeverria se vieron obligados a abandonar su casa por la única razón de que el padre de familia se encontraba luchando en el frente. Estuvieron en Betelu durante varios meses antes de regresar a Nuarbe tras el indulto.

Maria Echeverria Larrañaga tuvo que esconderse junto a sus hijos Francisco y María en el caserío Odriozolaundi, donde permaneció dos años. Su delito era el de ser esposa del miliciano Maximiano Eguibar Arregui.

Isabel Gómez Azcune junto a sus hijas Carmen y Kontxi se marchó de Azpeitia antes de que las tropas entraran en el pueblo. Se refugió en Aizarnazabal durante quince días. Regresó a casa pero recibió la orden de destierro debido a que su marido y sus hijos varones se encontraban en paradero desconocido. Gracias a un familiar pudo quedarse en la localidad pero en consecuencia fue obligada a coser los uniformes de los militares franquistas.

Maria Orbegozo Arzuaga recibió la orden de dejar su pueblo y marcharse a Etxalar porque su marido, Rufino Larrañaga Iriarte 'Kinttela' se encontraba en el frente luchando contra los sublevados. En vez de ir a Etxalar, Maria se escondió en Orio, junto a su hija Jone, en casa de un hermano de su marido. Mientras su otros tres hijos tuvieron que ser acogidos en el domicilio de un familiar en Azpeitia.

Todas estas mujeres han sido conmemoradas en aras a la verdad, justicia y reparación. Quién les iba a decir que sus vidas, sus historias, serían recordadas no sólo por sus allegados y familiares más cercanos sino en las casas de todo un pueblo.