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Ediciones Universidad de Salamanca publica ‘El infierno penal de los homosexuales durante el franquismo’
La Ley de Vagos y Maleantes de 4 de agosto de 1933 fue modificada por la Ley franquista de 15 de julio de 1954 para tipificar la homosexualidad como delito y evitar: “La producción de hechos que ofenden la sana moral de nuestro país por el agravio que causan al tradicional acervo de buenas costumbres, fielmente mantenido en la sociedad española”.
Ediciones Universidad de Salamanca publica ‘El infierno penal de los homosexuales durante el franquismo’. El Derecho penal fue la herramienta de la que se sirvió el Régimen, que recurrió a prisiones comunes, campos de concentración y diversas colonias agrícolas para encerrar a los homosexuales. Las colonias agrícolas penitenciarias eran un campo de concentración más, ubicadas en una zona desértica; y la finalidad de su creación era “la conversión de una zona desértica en terreno apto para el cultivo”.
Sancionaba al homosexual por el hecho de serlo, es lo que se llama en penal, Derecho Penal de Autor. En realidad, el Franquismo lo que hizo en el año 1954, cuando reformaron la Ley de Vagos y Maleantes, es junto al proxenetismo y la prostitución, una medida de seguridad para los homosexuales. «En esto fue bastante coincidente con el nacional socialismo. Ellos entendían que la imposibilidad de reproducir familias cristianas debía de ser un estado peligroso. Atentaba la tranquilidad pública del resto de la colectividad», explica el catedrático de Derecho Penal, Guillermo Portilla, uno de los autores del libro.
Por ello, los homosexuales tenían que estar sometidos a distintas medidas de seguridad, de dos a tres años de privación de libertad en colonias agrícolas, en campos de concentración, en España estuvieron en Miranda de Ebro y en Nanclares de Oca, al margen de las prisiones comunes, donde convivían con el resto de presos. «Cuando cumplían la sanción privativa de libertad, como medida de seguridad, se les desterraba de la ciudad donde vivían durante dos años. Tenemos cartas de las madres de los homosexuales pidiendo al Tribuna por favor que no los desterraran, que cuando cumplieran los años por el hecho de ser homosexuales, que los dejaran en su casa. Nunca fue atendida esta súplica de la familia», puntualiza Portilla.
Una vez que cumplían el destierro, volvían a la ciudad, «se inventaron una medida, que desgraciadamente el Derecho Penal también utiliza hoy, que es la libertad vigilada. Delegados del Gobierno perseguían al homosexual por las calles y cuando entraban en un local para conseguir trabajo, ellos llegaban y avisaban al empresario de que el señor era un pederasta pasivo. Este es un libro en el que por primera vez se recogen todos los expedientes de la Colonia Agricóla de Tefía, donde no había una terapia aversiva. Simplemente se torturaba, maltrataba, humillaba,… a los homosexuales. Se dedicaban a picar piedra y a sembrar en lugares baldíos», apunta Guillermo Portilla.
La represión fue brutal, puede que haya personas que digan que en Alemania los mataban y también experimentaron con ellos. En España, tuvimos algo similar con los ideólogos, algún jurisca, Federico Castejón, fue redactor del anteproyecto del código penal falangista. Castejón sí los persiguió a través del escándalo público, antes de la Ley del 54, diciendo que era un vicio repugnante y que era un problema endocrino. «No fue el único, porque lo progresista era entender que era una enfermedad que se podía curar. En Alemania, los castraban, aquí, el Nacional Catolicismo, representado por Vallejo Nájera, no era partidario de castrar o esterilizar, porque Vallejo Nájera entendía que lo que había que hacer es crear una súper casta hispana basada en el matrimonio afines al glorioso movimiento nacional. Solo había que seleccionar la futura casta hispana a través de los mejores», matiza Portilla.
Es la primera vez que en un libro se recogen todos los expedientes. La represión de los homosexuales fue en toda España, pero la Colonia Agrícola de Tefía fue novedosa porque se crea para concentrar a los homosexuales y tratarlos. «La siguiente experiencia, que todavía no hemos podido analizar los archivos, tuvo lugar en Huelva, donde se crea un centro de reeducación de los homosexuales en 1971. Inauguró este centro Fraga y todavía los investigadores no podemos acceder a cuáles fueron las terapias que se siguieron en el centro de Huelva, porque tienen que pasar 50 años entre la firma del documento y la posible investigación. Ya han transcurrido, pero siguen sin dejarnos investigar qué ocurrió en ese centro de reeducación», señala Portilla.
Otra de las grandes aportaciones del libro es el estudio de los informes forenses. «En esto, estaba de la mano la religión, para la que era un pecado la homosexualidad. Recuerden que Santo Tomás de Aquino decía que los tres grandes delitos eran: la masturbación, el bestialismo y la homosexualidad, porque no se reproducen, por eso el lesbianismo lo aceptaban porque la mujer puede reproducirse. En Alemania, las utilizaban como prostitutas en los campos de concentración».
En este libro recogen todos los informes forenses, los de Tefía son los más elaborados de toda España. Era una medicina influida por Pérez catedrático de Medicina de Zaragoza que entendía que la homosexualidad era una perversión del olfato por el olor a la mujer. Entendía que si le cortábamos las antenas a los insectos, estos mantenían relaciones pasivas homosexuales. Este fue el maestro de Vallejo Nájera que desarrollo toda la psiquiatría Franquista. «En estos informes forenses que recogemos en el libro, pese a todas las amenazas de la protección de datos que pueden atentar contra el honor de los verdugos», informa Portilla.
Afortunadamente, la Ley de Memoria Democrática incide en lo primario de la investigación y no en el presumible honor que pueden tener las familias de aquellos verdugos fallecidos, que no eran otros que los jueces Franquistas. En este libro, se recogen todos los informes que hablan de pederastas activos y pasivos. A los activos, generalmente no los condenaban, sí a los pasivos, a los que ellos entendían que eran receptores de la relación sexual.
A los activos intentaban eximirlos de responsabilidad por la embriaguez, porque vivían con los padres, tenían novias o contraían matrimonio. «Se producían esas grandes estafas sentimentales de aquellas épocas. Así eludían la sanción», aclara.
Hay un juez, de la represión jurídica, Vivas Marzal, que pertenecía a la División Azul y entendía, lo decía en las sentencia, él condenaba a los homosexuales por el delito de escándalo público. «La homosexualidad era un delito contra el Espíritu Santo. Era pecado. Eso lo decía en la sentencia que eran terribles», explica Portilla.
El gran ideólogo de la represión contra los homosexuales fue un juez catalán, Sabater Tomás. Tuvo una enseñanza del médico Pérez, también estuvo en Alemania, tuvo contacto con Vallejo Nájera y tiene dos libros sobre este tema. Habla de la necesidad de que en el quinto mes del embarazo se aplicara una inyección del cerebro medio del embrión y se alterara la homosexualidad.
Fue el introductor de las descargas eléctricas y el electroshock. «No he podido demostrar la existencia de terapias aversivas dentro de las prisiones, campos de concentración o colonias agrícolas en ningún expediente. Lo que sí puedo demostrar, sobre todo en Cataluña, es que se imponían medidas de seguridad que se sustituían por internamientos en el Instituto Frenopático de Barcelona. Eso lo pagaban los padres de los homosexuales, porque no olvidemos que hasta la ONU pensó que la homosexualidad era una enfermedad. Convencían a los padres de que ellos financiaran el tratamiento. Se sometían al electroshock, un poco como en la Naranja Mecánica. Se le proyectaban imágenes de hombres desnudos hasta que vomitaban y a continuación, mujeres. Esto ha ocurrido en España. Sabater Tomás sí era partidario de la castración, pero se encontró con los católicos últras, que era Vallejo Nájera que se negaba«, concluye.
Terapias de reconversión, persecuciones y destierros entre las barbaridades que recoge la obra 'El infierno penal de los homosexuales durante el franquismo'
La nueva obra de Ediciones Universidad de Salamanca se ha presentado este viernes en un acto que ha reunido a todos los autores y participantes del libro
La ley franquista del 15 de julio de 1954 tildó a la homosexualidad de 'estado peligroso' y construyó colonias agrícolas y campos de concentración para corregir y curar esta condición sexual. Con este motivo, diferentes autores que han querido indagar en esta línea de investigación para poner de manifiesto las barbaridades a las que eran sometidos los miembros del colectivo LGBT, se han reunido este viernes para presentar la obra 'El infierno penal de los homosexuales durante el franquismo: La colonia agrícola penitenciaria de Tefía'.
En esta publicación han participado: Guillermo Portilla, que es el coordinador de la obra; Gloria S. de Castro, criminóloga y filológa; Julio Fernández, experto en Derecho penal; Juan M. Terradillos, catedrático de Derecho Penal y Cristina Ventura, que es abogada. Además, han contribuido Lorenzo M. Bujosa que es catedrático de Derecho Procesal y Presidente del Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal y Nieves Martínez, profesora titular de Derecho Civil de la USAL.
"Para la Universidad es motivo de satisfacción, de alegría y de cumplimiento de un propósito", ha expresado Lorenzo M. Bujosa. El libro muestra la realidad de los homosexuales durante el franquismo mediante dos líneas de investigación: La ley de Vagos y Maleantes y las denuncias por escándalo público. También, el catedrático Bujosa ha querido recordar a los adultos mayores que pertenecen al colectivo LGBT alegando que sus problemas están "poco estudiados y poco reconocidos".
Para la investigación se han consultado 83 expendientes de los internos conservados en el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas que contiene información relativa al lenguaje utilizado para humillarles, así como relatos, informes médicos y psiquiátricos, terapias que les aplicaban o condenas a los que les sometían. Ha explicado Guillermo Portilla, el coordinador del libro, que "todavía hay expendientes que no encontramos", concretamente de la Comunidad de Valencia y Aragón. Y asegura que "se han destruido parte de los expedientes de la Guerra Civil, no solo de los homosexuales". En Salamanca se goza de un privilegio gracias al Centro Documental de la Memoria, reconocido por la Ley de Memoria Democrática.
Las persecuciones y posteriores "rehabilitaciones" se producían porque el franquismo consideraba que los hombres homosexuales atentaban contra el orden público por la imposibilidad de reproducir familias cristianas. Sin embargo, a las lesbianas las encerraban en los campos de concentración para prostituirlas porque ellas sí podían procrear. En España no se estirilizaban a los homosexuales si no que aplicaban fuertes terapias para "reconvertirles" porque su objetivo era "crear una casta hispana". Actualmente, se desconocen muchas de esas terapias pese a que ya han pasado los 50 años de rigor que deben esperar los investigadores.
"Algunos médicos consideraban que esta orientación sexual se producía por una perversión del olfato a la mujer", cuenta Portilla. No obstante, aún no se han podido demostrar apenas ninguna de las terapias de conversión realizadas en prisiones, colonias agrícolas y campos de concentración, pero entre ellas, Guillermo Portilla ha hablado de una terapia aversiva que se realizaba en el Instituto Frenapático de Barcelona, en concreto una en la que encerraban a los homosexuales y les hacían ver imágenes de hombres desnudos dándoles descargas hasta que les hacían vomitar y luego mostraban fotos de mujeres desnudas sin recibir ningún tipo de castigo.
Este estudio que compara dos realidades en el mismo país demuestra "los avances que estamos logrando", como ha explicado el catedrático de Derecho Procesal. "Lo primario es la investigación histórica y no el honor de las familias de los jueces franquistas", ha sentenciado el coordinador del libro y ha querido destacar Ignacio Berdugo, prologuista del libro, que el objetivo de la publicación es "analizar la utilización de la colonia agrícola penitenciaria de Tefía para recuperar la historia, algo que un país debe asumir y no olvidar, pues ignorar o negar los hechos no supone que no se hayan reproducido".
Cabe destacar que la obra se integra en la colección Estudios Jurídicos, colección que en 2022 se ha acreditado con el sello de calidad en edición CEA-APQ. En la publicación no se ha contado con testimonios porque "ya hay estudios sociológicos que se centran en ello" y asegura Portilla que "algunos no quieren recordar", ya que no hay que olvidar que esta ley de represión se alargó hasta los años 80 y muchos de los que la sufrieron aún están vivos.
También, en la presentación del libro se ha hablado de la Ley de Memoria Democrática, la cual no se plantea indemnizar a los homosexuales perseguidos durante el franquismo.
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