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Estudioso sobre la Guerra Civil que reside en El Piñero
«Las autoridades lo largaron de Zamora debido a sus excesos y su crueldad»
«Se movió por muchos pueblos y hay centenares de muertos a sus espaldas» l «El certificado de defunción desmiente ese final novelesco»
26.05.2013 | 00:52
I. GÓMEZ Manuel González Hernández, jubilado, reparte su tiempo entre el buceo en las fuentes documentales -hasta 16 archivos históricos, ayuntamientos y registros civiles- y la recuperación del edificio histórico del siglo XI en el que vive (Molino y Abadía de Trambasaguas). La investigación sobre Martín Mariscal ha rozado la obsesión y también ha dado sus frutos con un detallado recorrido a lo largo de su vida, desde sus orígenes aragoneses pasando por la actividad política, que transitó del republicanismo a la Falange, hasta el fin de sus días, solo y enfermo.
-¿Qué le mueve a indagar en ciertos episodios de la historia y en particular la Guerra Civil?
-Saber la verdad de capítulos de la historia que nos han llegado manipulados. La Guerra Civil me inquieta porque quiero conocer lo que verdaderamente hicieron los dos bandos durante el conflicto; no era normal que solo saliera a la luz lo que hicieron unos pero se ocultaba lo que hicieron otros.
-¿Y...?
-Pues ha habido momentos en los que he necesitado parar porque por las noches tenía pesadillas; a veces se te revolvían las tripas de lo violentos y sanguinarios que fueron ciertos episodios. He consultado archivos de catedrales y obispados cuando no era fácil, gracias a Antonio Meléndez, comisario de Las Edades del Hombre, que fue compañero mío en la Cope. Cuando se abrieron los archivos definitivamente para consultar empezó la investigación sobre Mariscal, la Guerra Civil y la historia de El Piñero desde la Edad de Bronce. Es mi hobby.
-¿Por qué se centró en la figura de Martín Mariscal?
-Me encontré con varias noticias en LA OPINIÓN-EL CORREO y yo quería profundizar más en ese personaje, Gregorio-Martín Mariscal Hernando. Ha sido una investigación difícil, que lleva mucho tiempo. No se sabía ni dónde nació ni dónde terminó. Estuvo en Zamora desde enero del 35 hasta noviembre del 36, y desapareció de aquí porque las autoridades lo largaron por los excesos que cometía. En aquella época Toledo ya estaba en el lado nacional, sin embargo Madrid no. Era casi lógico que él estuviera en el cerco de Madrid (zona de Guadarrama) o en Toledo. Y para ejercer la profesión de funcionario de Correos necesitaba estar cerca de una capital de provincia o un pueblo importante que estuviera en poder del bando nacional.
-¿Cómo recaló en Zamora?
-Llega destinado como administrador de Correos. Viendo toda la documentación que ha ido apareciendo estoy de acuerdo en cierto modo con una opinión de Miguel Ángel Mateos, que era un psicópata, que le daba igual matar a unos y a otros. Este hombre vino de Ricla y de Ateca, dejó el cargo de presidente del Partido Republicano Radical y sus excesos en la zona hicieron que cogiera miedo.
-¿Pero por qué pidió Zamora como destino?
-Posiblemente buscaba una ciudad tranquila y apartada de Zaragoza, menos poblada. Él residía en pueblos importantes de Zaragoza, Ateca, Ricla o Calatayud. Allí la gente conocía su actividad política y profesional. En los años 1933, 34 y 35 es muy significativa la corrupción del Partido Republicano Radical (PRR) a nivel nacional, que presidía Alejandro Lerroux, y pierde muchos votantes. Martín Mariscal se queda desprotegido al darse de baja bastantes afiliados y, como se había significado mucho con el partido, se ve que siente miedo. Y pensaría «me largo porque no es un lugar seguro».
-Pero llegó a Zamora posicionado en la ideología contraria, ¿cómo es posible?
-Sorprende mucho que de allí salga siendo presidente del PRR y aparece en Zamora pocos meses después uniformado de Falange y con la graduación de sargento de milicias. ¿Cómo se produjo esa metamorfosis política? En los últimos meses de 1935 preside el PRR y los primeros meses de la Guerra aparece en Zamora dando discursos con contenido violento. Y lleva a efecto el contenido de los mismos.
-Pero ese cambio de ideología no es normal ¿no?
-Pienso que si llega a una Zamora en zona republicana en lugar de nacional, Martín Mariscal en lugar de liquidar a gente de izquierdas hubiera liquidado falangistas, eso seguro. Digamos que no le movía la ideología sino su carácter sanguinario. Era un psicópata.
-¿De los más violentos?
-Sin duda. Martín Mariscal fue de los más sanguinarios de la represión en Zamora, durante el tiempo que estuvo aquí. Hay centenares de muertos a sus espaldas, entre ellos Amparo Barayón, sus dos hermanos, toda la cúpula del Partido Socialista, gente acusada de izquierdas sin serlo.
-¿Se movió por la provincia?
-Se movió por muchos pueblos, entre ellos El Piñero, pero no tengo datos muy concretos porque muchos asesinatos se hicieron a espaldas de las autoridades. Raimundo Hernández Comes, que habitualmente firmaba los traslados de los presos de unas cárceles a otras, no se enteraba ni él ni la cúpula que gobernaba, de cosas que Martín Mariscal hacía por la provincia. Los primeros meses de la guerra fueron de intensa actividad para Mariscal.
-Menos mal que estuvo pocos meses...
-Las autoridades lo sacan de Zamora precisamente por sus excesos, su crueldad y sus abusos. Y por llevar a cabo fusilamientos sin autorización de los altos cargos. Claro, tener un elemento cometiendo esas atrocidades... comprometía demasiado.
-Y marchó a Toledo...
- Aparece en Toledo a finales de 1936, también como funcionario de Correos. En ese año todavía Madrid estaba en poder del gobierno republicano, así que allí se mantuvo.
-Hasta el fin de sus días...
-El certificado de defunción desmiente ese final novelesco que se le atribuía.
-¿Pudo ser uno de los grandes represores durante la Guerra Civil en Zamora?
-Sin lugar a dudas. Se marchó a últimos del 36 pero de haber continuado si las autoridades hubieran hecho la vista gorda, las muertes hubieran sido muchas más.
El destino de uno de los mayores represores de la Guerra Civil en Zamora
Ni un tiro ni una venganza
El acta de defunción demuestra que Martín Mariscal, asesino de Amparo Barayón, no falleció de muerte violenta, como se creía, sino de un cáncer en 1951 y en su casa
26.05.2013 | 00:52
El sargento de Milicias, Martín Mariscal. Aragonés de origen, donde fue líder del Partido Republicano Radical, en enero de 1935 llegó a Zamora transformado en un destacado falangista que durante la Guerra Civil exhibió abusos, excesos y violencia. La fotografía pertenece a la colección de Caja España, hoy depositada en la Filmoteca Regional de Castilla y León. Su autor es Pedro Gutiérrez Somoza (Foto Duero).
IRENE GÓMEZ Ni una venganza ni el acatamiento de la orden de un superior militar para liquidarlo. Fue un cáncer de estómago lo que acabó con la vida del falangista Martín Mariscal, autor material de la muerte de Amparo Barayón, la mujer del escritor Ramón J. Sender, y de otros muchos notables de izquierdas zamoranos en los primeros meses de la Guerra Civil española. A las 16.00 horas del 31 de julio de 1951, en su casa del número 8 de la calle Eloy Gonzalo de Madrid, acompañado de su mujer, Encarnación, quien le asistió en los últimos momentos de su vida pese a estar separados desde años atrás y a la edad de 65 años, terminaba la vida del funcionario de Correos que tan macabra huella dejó en Zamora.
La partida de defunción desvelada por Manuel González Hernández, un estudioso de El Piñero apasionado por la historia e investigador de la represión en Zamora durante la Guerra Civil, descarta ese final de leyenda de quien fuera uno de los más violentos protagonistas de la represión.
El documento, rescatado del Registro Civil de Madrid (en el distrito de Chamberí) desmiente la teoría sostenida por el historiador Miguel Ángel Mateos, según la cual Martín Mariscal habría muerto después de que José Palacios, hijo de Ramón Palacios, de Morales del Vino y una de las víctimas del conocido como «sargento veneno», coincidiera con él en Toledo. Orgulloso de sus crímenes no habría tenido empacho en jactarse de la muerte de Ramón Palacios, así que el hijo habría hablado con el teniente de la Legión, «quien le garantizó que arreglaría el asunto». Según Mateos cabían dos opciones, o que el propio hijo se deshiciera de él; o que unos legionarios lo mataran por orden de su jefe.
Ninguna de las dos teorías se llevaría a término. Martín Mariscal acabó sus días postrado en una cama, «después de una larga y dolorosa enfermedad», precisa Manuel González, doce años después del final de la Guerra Civil.
¿De donde había llegado semejante personaje tan bronco y sanguinario? Manuel González quería saber quién era ese falangista, protagonista en primer término de los asesinatos de El Piñero, y a quien el historiador Miguel Ángel Mateos adjudicó en 2006 la autoría material del asesinato de Amparo Barayón.
Gregorio Martín Mariscal Hernando había nacido el 12 de marzo de 1886 en la localidad de Bijuesca (Zaragoza) «en el seno de una familia acomodada, religiosa y conservadora». Hijo de Clemente, médico, y Encarnación, ese mismo día es bautizado en la iglesia de San Miguel Arcángel, para trasladarse después con su familia a El Frasno, donde su padre ejercería su profesión médica; allí nace Federico, el segundo hijo, en el año 1887. Dos años después la familia se instala en Morata de Jalón, siempre en la provincia zaragozana, donde la residencia se prolongaría durante 21 años. Mientras Gregorio Martín va creciendo, la familia aumenta con la llegada de Graciano (1889), José Vicente (1891), Laureano (1893), Domingo Jesús (1895) y María del Carmen (1897).
De acuerdo con la investigación de Manuel González, «los Mariscal Hernando intentan dar a sus hijos una extraordinaria formación en el campo de la medicina». Pero Gregorio Martín opta por sacar una plaza como funcionario de Correos, ejerciendo en Calatayud, Ateca y Ricla, «a la vez que hace política local integrado en el ala dura del Partido Republicano Radical, donde ya apunta maneras» y se le relaciona con «las masonerías locales y provinciales».
A la edad de 29 años contrae matrimonio con Pascuala Manuela Lajusticia, de 26, en Calatayud, fijando después su residencia en Ricla, «hasta bien entrados los 30 años». Martín Mariscal prosigue su carrera política alcanzando la presidencia del Partido Republicano Radical en Ateca; «sus excesos son bien conocidos en la zona», precisa Manuel González. Pero de 1933 a 1935 el partido presidido por Alejandro Lerroux «sufre la pérdida de muchos afiliados por la corrupción que tienen en sus filas a nivel nacional». Y este declive se deja notar en los dominios del político local que, «sabedor de sus excesos, se siente desprotegido y tiene miedo».
Es entonces cuando, «para sentirse seguro, consigue su traslado a Zamora», donde aparece a principios de 1936 «vistiendo ya uniforme de la Falange con el grado de sargento de milicias». Una metamorfosis a priori inexplicable. Lo cierto es que el transformado funcionario aparece empadronado a principios de 1936 como vecino de Zamora en la calle de la Estación y después en Víctor Gallego, junto a su mujer y dos sobrinos de esta.
El mayor, Ángel, que tenía 14 años cuando estuvo en Zamora, en la actualidad es casi centenario y vive en Estados Unidos. Y José María, que también era funcionario de Correos, falleció a los 28 años en Madrid, unos meses antes que su tío, en el año 1950, según ha podido documentar el estudioso de El Piñero.
Al poco tiempo de instalarse en Zamora el falangista «protagoniza discursos por los barrios, cargados de violencia». Está dispuesto, según sus palabras que han sido rescatadas por Manuel González, «a ser el cirujano que arranca la carroña para purificar y dar vida al cuerpo social». Porque «para poder vivir es necesario pasar por el dolor de la amputación del miembro corrompido? Angustiosamente terrible pero absolutamente necesario», proclama en un discurso pronunciado en el barrio de San Lázaro durante la segunda semana de agosto, según recoge el Heraldo de Zamora.
El verano, otoño e invierno del 36 Martín Mariscal desarrolla una etapa especialmente cruenta. «Junto con otros falangistas de renombre en Zamora es el responsable material de numerosos asesinatos a lo largo y ancho de la provincia, muchos de ellos sin que las autoridades del momento se enteraran», puntualiza Manuel González. «Uno de los más conocidos es el de la esposa del escritor Ramón J. Sender, aunque uno de los más sangrientos lo protagonizó en El Piñero en la madrugada del 20 de septiembre de 1936», cuando liquidó a nueve vecinos. El décimo sería torturado hasta su muerte.
Como constata Manuel González, Martín Mariscal vivió en Zamora entre el 4 de enero de 1935 y el 16 de noviembre de 1936, cuando salió con destino a Toledo y desde allí se dirigiría a Madrid el 23 de julio de 1939. «No llegó a vivir ni dos años en Zamora porque cuando sus numerosas atrocidades y excesos, cometidos a espaldas de las autoridades, llegaron a oídos de estas, fue expulsado de la provincia yendo a parar al frente de Toledo, donde esperó a que las tropas de Franco conquistaran Madrid».
Se incorporaría a la oficina de Correos de Chamberí al finalizar la guerra, fijando su residencia en la calle Eloy Gonzalo. Martín Mariscal terminaría abandonado por su mujer y en 1945 deja de pertenecer al Cuerpo de Correos, dado de baja por enfermedad. Al día siguiente de su fallecimiento fue enterrado en el cementerio de La Almudena en una tumba provisional. «Diez años después nadie se ocupó de sus restos, siendo exhumados e incinerados junto a otros muchos».
http://www.foroporlamemoria.info/2013/05/ni-un-tiro-ni-una-venganza-el-destino-de-uno-de-los-mayores-represores-de-la-guerra-civil-en-zamora/
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