dimecres, 23 de març del 2016

Cazarabet conversa con Gil Toll, autor de El Diluvio.

http://heraldodemadrid.net/2016/03/22/cazarabet-conversa-con-gil-toll-autor-de-el-diluvio/



-La historia de “El Diluvio” es la historia, bueno en parte, de la prensa de Barcelona de Barcelona desde mediados del XIX al 38, ¿no?
Es la historia de uno de los principales protagonistas de la prensa de Barcelona, por su circulación (llegó a 150.000 ejemplares en los años de la República) y por su papel de diario disidente del sistema político y social de la ciudad y del país. Era la voz de las clases medias y populares que querían cambios en el orden de cosas. Por eso es doblemente significativo
-Aunque es mucho más porque era un periódico muy particular en cuanto a los que conformaban sus columnas, artículos, reportajes y hasta, con el tiempo, el suplemento…
El periódico tuvo tres formatos distintos en sus 80 años de historia. A medida que progresaba el primitivo diseño gráfico se hacía más legible. En 1904 se introdujo un suplemento ilustrado para frenar la competencia de las revistas satíricas, que eran muy potentes en la ciudad. También se publicó un almanaque, con bellas portadas a todo color que, durante algunos años, ilustró el gran artista Ricard Opisso.
-El Diluvio es parte, sin duda alguna, de la historia social y reivindicativa de un tiempo, de sus gentes y de sus luchas y reivindicaciones…..-El Diluvio es, en Barcelona, y más allá historia pura del periodismo….cuando este oficio era, si cabe, aún más vocacional que ahora…más periodismo a pie de calle…
Sí, hubo mucha empatía con las luchas populares, por ejemplo con el movimiento que se enfrentó al embarque de tropas para las guerras de Cuba y Filipinas. También con los represaliados de Montjuïc de 1894. El Diluvio publicó las cartas de Federico Urales denunciando la situación de los presos. Era el pseudónimo de Joan Montseny, líder anarquista y padre de Federica Montseny, ministra con la República. Se hacían campañas en favor de causas populares, como el caso de los encarcelados de Benagalbón, en Murcia. O también campañas contra los abusos oficiales, como la que lideró el periódico contra una tasa municipal sobre el suministro de gas doméstico en 1879, campaña que acabó con el triunfo popular.
-Háblanos de la competencia con el periódico, también de Barcelona  ”El Progreso”, un periódico “lerrouxista”
El Progreso fue un rival de El Diluvio en el terreno político más que en el industrial, pues El Diluvio fue siempre mucho más popular. Ambos periódicos se dirigían al público de ideas republicanas, pero con acentos distintos. Los lerrouxistas acabaron alineándose con las derechas y tenían una mentalidad centralista y bastante autoritaria. Muestra de esta rivalidad son los epítetos que se dedicaban. El Progreso decía que El Diluvio era “el eco de las cloacas” mientras que El Diluvio calificaba a El Progreso como “la gaceta de los chinos”, porque como a tales engañaba a sus lectores…
-Dentro de El Diluvio habían y convivían, desde la base, varias miradas, varias plumas diferentes…pero convergentes y con denominadores comunes en muchas cosas. ¿no?
Por supuesto, como en todas las redacciones, la de El Diluvio era plural, se podían encontrar gentes que simpatizaban con el republicanismo, otros con los socialistas y algunos con los sindicatos anarquistas. Está claro que había un común denominador de interés por la cuestión social. Una de las redactoras, Regina Lamo, abuela por cierto de Lidia Falcón, fue una estrecha colaboradora de Lluís Companys en la organización de la Unió de Rabassaires, el sindicato agrícola que jugó un importante papel en los años 30. Ángel Samblancat, natural de Graus y seguidor de Joaquín Costa, fue diputado durante la República, líder de los llamados jabalíes, que intervenían de forma muy contundente en los debates.
-Háblanos de algunas de aquellas muy influyentes firmas como Luis Bonafoux , Andreu Nin…
Luis Bonafoux fue un monstruo de la pluma, un periodista autor de un estilo implacable, siempre crítico y muchas veces vapuleado. Pasó largo tiempo en París como corresponsal de Heraldo de Madrid y desde allí colaboró también con El Diluvio. Claramunt cuenta como él mismo le fichó, en lo que fue sin duda una gran apuesta periodística. Los libros de artículos de Bonafoux todavía se reeditan y vale la pena leerlos porque se descubre un talento de los que nacen una vez en décadas.
Andreu Nin es el caso del político que se inicia como periodista, pero tiene claro que va a pasar al otro lado. Claramunt no le deja nada bien en sus memorias, le acusa de cobrar la “sopa” del gobernador civil, un dinero que se daba a los periodistas para tenerlos calmados…
-¿Es en este periódico donde la ilustración y la fotografía, además con la incorporación de su suplemento especial, cobran como “más cuerpo”?
Bueno, realmente no fue uno de los periódicos que apostaron más por la imagen, pero sí, hicieron sus intentos. El suplemento ilustrado fue uno de los más exitosos. En relación a la fotografía, hay que destacar el trabajo de Joaquín Brangulí, miembro de una saga de fotógrafos que trabajó para los principales periódicos. Las fotos de Joaquín se encuentran en el Archivo nacional de Cataluña y son magníficas. Lástima que para reproducir cada una de ellas hay que pagar 90 euros, lo que hace inviable cualquier proyecto editorial.
-Barcelona era o me lo parece a mí el centro neurálgico de cierta agitación….así en 1923 matan a Salvador Seguí ,”El Noi del Sucre”, compañero de gabinete de abogados de Lluís Companys, afín a las ideas libertarias , aunque no hombre de “acción directa”….¿cómo se vivió este acontecimiento, por poner uno, desde este periódico?.- También fue testigo de “La Semana Trágica”, de “los años del pistolerismo” y de la huelga de la general….acontecimientos muy, muy importantes y de los que estoy segura El Diluvio marcó como “sentencia”
Claro, Barcelona era la capital económica de España, de una España autoritaria en la que los patronos obtenían grandes beneficios y los trabajadores muy pocos. El sindicalismo creció a gran velocidad a principios de siglo por injusticias como la del crecimiento que generó la I Guerra Mundial y que la patronal se negó a compartir ni con los trabajadores ni con el gobierno, que no consiguió imponer una tasa sobre los beneficios extraordinarios. Eso llevó a un gran descontento, espoleado también por el triunfo de la revolución bolchevique en 1917, que resultó muy inspiradora. Salvador Seguí y Francesc Layret fueron los líderes del movimiento sindical en Barcelona, ambos acabaron asesinados. Lluís Companys estaba en el mismo círculo, aunque a una altura menor. Todos ellos tenían una fluida relación con la redacción de El Diluvio. El día que mataron a Seguí en la redacción corrieron lágrimas, según nos llega de un testimonio de la época. Companys escribió artículos frecuentemente durante los años 20, se hizo muy amigo de la familia propietaria y también del director, Jaime Claramunt.
En cuanto a la semana trágica, tengo que confesar que tengo pendiente el estudio de la cobertura que hizo el periódico a lo largo de los meses que duraron sus consecuencias, con el trágico fin del fusilamiento de Ferrer y Guardia. Sí puedo apuntar que Claramunt da su versión resumida de los hechos en las memorias recuperadas en el libro, donde lo relaciona directamente con la resistencia de los jóvenes a un nuevo embarque forzoso de tropas para la guerra de Marruecos.
-El Diluvio era un periódico “de familia” más que “de partido”¿qué podía significar esto por aquellos tiempos; qué comportaba?. – De todas formas, estaba como más hemanado con el anarquismo y las ideas libertarias…
El Diluvio era un periódico de empresa familiar, es decir, que primaba el ánimo empresarial a diferencia de los periódicos de partido. Tuvo su evolución a lo largo de los 80 años en que se publicó. En la primera fase sí fue un diario más ideológico, ligado al republicanismo barcelonés de fines del XIX. Con el nuevo siglo y el relevo del editor fundador, Manuel de Lasarte, por su hijo, Manuel de Lasarte Arán, se adopta una línea más empresarial. A ello contribuyó en gran medida un cuñado del editor, Manuel Busquets George, que trabajó como administrador del periódico durante unos años. Busquets sería más tarde, junto a su hermano, el propietario de la Sociedad Editora Universal, un fuerte grupo de prensa que editaba Heraldo de Madrid y otros periódicos de varias ciudades españolas.
Respecto al anarquismo, no se puede decir que la empresa estuviera afiliada a esa ideología ni mucho menos. Lo que ocurre es que el sindicalismo estaba liderado por los anarquistas en Barcelona y el periódico trataba los temas sociales desde un punto de vista muy cercano a los trabajadores. Algunos redactores, efectivamente, simpatizaban con el anarquismo y la causa social, pero ahí debemos dejarlo.
-El 1929 vienen buenos tiempos, en cuanto a la expansión y al establecimiento económico de El Diluvio…pueden invertir, creo recordar, hasta en máquinas y una nueva rotativa….antes de la II República. ¿Qué supuso esto?
Supuso un salto cualitativo y cuantitativo. En 1933 se cumplieron los 75 años de la fundación del periódico y fue su mejor momento: se había establecido una República en España y un estatuto de autonomía en Cataluña, sus ideales declarados. Empresarialmente el periódico crecía en circulación con la rotativa que les permitía tirar 60.000 ejemplares a la hora. La tirada estaba alrededor de 150.000 copias según explica el folleto conmemorativo de los 75 años. Además, compraron un edificio en la calle Consell de Cent, junto al paseo de Gracia. Allí estaba la imprenta, la redacción y, en los pisos superiores, la vivienda de la familia propietaria.
-Claramente ya era más que un periódico…creaba opinión a su alrededor y “se atrevía” a tomar posturas, posiciones y demás…lo hizo, por ejemplo cuando “apostaron” por poner como sucesor de Macià a Lluís Companys….analizaban, sabían leer la realidad socio política y hasta acertaban…
El Diluvio representaba genuinamente la voz de una amplia capa de la sociedad barcelonesa, la de los humildes tenderos y trabajadores, la de los que luchaban por una parte mayor del pastel. Por eso nos da la sensación que acertaban con sus apuestas, como la de Companys. Es interesante leer la conferencia que dedica Claramunt a Companys porque se percibe su cercanía al personaje y al mismo tiempo la distancia crítica del periodista que señala las debilidades del personaje.
-Estalla la GC y El Diluvio se posiciona claramente al lado de la II República. Lo hace con una convicción que le costó cara porque, además defendiendo la República lo hacía estando muy vinculado al “ideal anarquista”…
Esa identificación se hace a posteriori sobre todo por la actuación de algunos miembros de la redacción durante la guerra. Ángel Samblancat, que era abogado, lideró la ocupación del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña al estallar la revolución social tras el 18 de julio. Junto a Eduardo Sanjuan ocuparon importantes cargos de la justicia revolucionaria, la que pretendía encauzar jurídicamente la represión de los opositores a la República que se estaba produciendo en la calle con los paseos de los presuntos enemigos. Ambos tuvieron una columna cada uno en la portada del periódico durante los años de guerra y por ahí vinieron las acusaciones, por ejemplo, del mismo Queipo de Llano desde la radio de Sevilla.
-¿Eso y algunos hechos más son los que hacen que cuando Juan Negrín llega al poder se les incaute el periódico, edificio y máquinas incluidas y todo pase a ser de la UGT del País Vasco? –Pero, ¿cómo “se sostiene” lo de la incautación; cómo lo justifican?
No he visto documentación que pueda haber sobre la incautación y por tanto desconozco los argumentos que se utilizaron formalmente. Lo que nos ha llegado de forma oral es más chusco y se relaciona con la necesidad de conseguir parcelas de poder por parte de los partidarios de Negrín. Poder y también alojamiento. La familia de Frederic Pujulà explica que tuvieron que alojar en su casa a algunos de los ugetistas que ocuparon el periódico.
-Con la llegada de Franco, algunos como Claramunt marchan a Francia al exilio, pero otros se quedan alegando que “como no tenían delitos de sangre.”; el caso es que Manuel Lasarte, el que fuese propietario hasta la incautación (si no recuerdo mal) fue apresado y muere de una afección renal en la cárcel… pero ni eso le “salva” de ser enjuiciado , aún después de su muerte…y “el franquismo” se queda con todo. …Así la familia Lasarte sufre de esas represalias que no erán el paredón, los campos de trabajo, la prisión, pero sí otro tipo de represalias…?
Claro, sufrieron esa represión económica y también penal. Los dos hijos de Lasarte pasaron años en prisión y cuando salieron no pudieron trabajar en la prensa. Fueron vigilados por la policía toda su vida, con registros domiciliarios incluidos. A pesar de ello, no renunciaron a recuperar sus bienes y demandaron al estado. Consiguieron recuperar el edificio del periódico con el argumento que también era vivienda familiar. La maquinaria había sido incautada y llevada a la prisión de Alcalá de Henares, donde se editaba el semanario Redención que se daba a leer a los presos. Ya en 1976 hubo un pronunciamiento judicial que permitía la recuperación de esa maquinaria, pero cuando los Lasarte y su abogado fueron a la prisión para reclamar el cumplimiento de la sentencia, la guardia civil les encañonó en la misma puerta de entrada y tuvieron que desistir.
-Gil, ¿has podido hablar, trabajar, entrevistar, conversa y documentarte con ellos? ¿Cómo ha sido, me refiero al proceso de documentación, pero también a ése acercamiento a la gente que , más o menos directamente, “es heredera” de El Diluvio?- Una vez reunida toda la información, documentación y demás, ¿cómo lo haces con la metodología de trabajo?
Sí, he podido establecer una buena relación con los herederos de los editores, que son familiares míos, y de algunos de los periodistas. Ha sido muy bonito recuperar fragmento a fragmento la historia colectiva. Tenían fotos, papeles, documentos de la época. Hay que decir que en algunos casos me he encontrado escasa memoria oral, pues hubo muchos silencios familiares. La represión dejó mucho miedo y hasta sentimiento de culpabilidad que impidió una normal transmisión de la historia de padres a hijos.
Tengo mucha más información sobre El Diluvio y me gustaría hacer más cosas en el futuro. De momento me ha parecido que publicar las memorias de Claramunt era un primer paso y un homenaje también a estos periodistas que tienen derecho a que su versión de los hechos llegue directamente a los lectores tras 80 años de silencio obligatorio.
-Manuel de Lasarte optó, como decíamos por quedarse en Barcelona, pero Jaime Claramunt marcha. Háblanos un poco de él como periodista y cómo vivió el exilio….- En el libro se añaden textos de Frederic Pujulà. ¿Cómo era esta otra pluma?
Claramunt pasó toda su vida profesional en El Diluvio, es muy interesante la primer parte de sus memorias en las que explica cómo inició sus pasos en el periodismo y describe el ambiente de la redacción con mucho humor.
Al ser cubano de nacimiento, el exilio de Claramunt en Cuba fue una vuelta a casa. Al poco de llegar entró como redactor en la radio del ministerio de educación, CMZ, junto a otros exiliados republicanos, como Juan Chabás. Estuvo en ese entorno hasta que murió, en 1950.
Frederic Pujulà es un gran personaje, necesitaría mucho tiempo para hablar de él. Resumidamente diré que fue el introductor del esperanto en Cataluña, trajo de la mano al doctor Zamenhof al congreso esperantista. En realidad Pujulà era una persona interesada por casi todo, las letras, el arte, la ciencia. Formó parte de la redacción de la revista Joventut y estuvo en la tertulia de Els Quatre gats junto a Santiago Rusiñol, Ramón Casas y Pablo Picasso. Picasso le retrató en cuatro ocasiones y esas pinturas se conservan en el MOMA de Nueva York. Pujulà escribió obras dramáticas, novelas, libros sobre sus experiencias en la I Guerra Mundial, en la que combatió con el ejército francés. En fin, un gran personaje que fue corresponsal de El Diluvio en París en los años 20 y que fue jefe de redacción en los 30, mano derecha de Claramunt. Tenía una pluma facilísima y un estilo irónico y mordaz que hace sus textos una delicia.
El Diluvio portada

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