dimarts, 2 d’octubre del 2018

La Iglesia brinda a Franco un panteón perpetuo en una cripta de pago en La Almudena sorteando el derecho canónico

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  • El plan de los Franco si hay exhumación es aprovechar un "derecho de enterramiento" comprado por la familia junto a los marqueses de Cubas y de Urquijo
  • El arzobispado de Madrid alega que la cripta no se rige por la norma que impide enterrar cadáveres en las iglesias
  • El deán de la catedral afirma que no habrá peregrinaciones franquistas y garantiza "respeto, orden y silencio"

Publicada el 02/10/2018 a las 06:00Actualizada el 01/10/2018 a las 19:57
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El dictador Francisco Franco, en una de sus asistencias bajo palio a una celebración de la Iglesia católica.
El dictador Francisco Franco, en una de sus asistencias bajo palio a una celebración de la Iglesia católica. 
"¿Lugar de peregrinación? ¡No, hombre, no, qué va, qué va!". Quien habla es Joaquín Iniesta, deán de la Catedral de la Almudena, que atiende por teléfono a infoLibre tras hacerse público que la familia Franco pretende que el dictador, en caso de ser exhumado de la Basílica del Valle de los Caídos, sea enterrado en el templo madrileño. A la pregunta de si teme que La Almudena se convierta en destino de nostálgicos del franquismo, Iniesta responde taxativamente con su "¡qué va!". "Vendrían al principio, como pasa en los cementerios. Pero no hay miedo. Murió hace tantos años ya [1975] que la gente ve las cosas con normalidad. Aquí habrá un respeto, un orden, un silencio. Esto es un templo", afirma. Si la familia lo solicita formalmente, Franco será inhumado en la cripta de la Catedral de la Almudena, donde descansan también los restos de su hija Carmen Franco Polo y su yerno Cristóbal Martínez-Bordiú, marqués de Villaverde, ya que los Franco son acreedores de un "derecho de enterramiento", explica Iniesta. Así lo confirma el propio Arzobispado de Madrid. Ni la parroquia ni la archidiócesis creen que este enterramiento contravenga el Código de Derecho Canónico, a pesar de que en su canon 1.242 establece: "No deben enterrarse cadáveres en las iglesias, a no ser que se trate del Romano Pontífice o de sepultar en su propia iglesia a los cardenales o a los obispos diocesanos, incluso eméritos".

Absoluta normalidad. Ningún privilegio ni trato de favor. Ese es el mensaje que emana desde todos los altavoces de la Iglesia: no hay nada extraño ni cuestionable en que Franco, el dictador con el que la jerarquía católica trabó una relación de íntima complicidad desde su alzamiento en 1936 hasta su muerte en 1975, hasta tal punto que el régimen autoritario franquista y la Iglesia alcanzaron una consustancialidad conocida como "nacionalcatolicismo", reciba enterramiento en una catedral, una distinción lejos del alcance de la inmensa mayoría del rebaño católico. "La Iglesia acoge a todas las personas", declaró este lunes Carlos Osoro, arzobispo de Madrid.

El cardenal Osoro, tenido por uno de los puntales de la corriente más abierta y reformista de la jerarquía en España, en sintonía con el papa Francisco y en contraste con la línea dura que hasta su retiro encarnó Antonio María Rouco Varela, viene adoptando una posición suave en relación con la exhumación de Franco. Frente a las resistencias de la comunidad benedictina y los sectores ultra, Osoro ha dejado claro desde el principio que no va a oponerse a la exhumación ni a ser un obstáculo para la misma, lo cual le ha valido críticas desde los sectores más duros de la Iglesia, que se hacen oír a través de medios como Infovaticana. En otras ocasiones Osoro ha decepcionado a quienes esperaban de él una sensibilidad aperturista, como cuando expresó su "dolor" tras conocer que en la iglesia de San Antón se había realizado una oración por el alma del socialista homosexual Pedro Zerolo, por considerar que tuvo cariz "político".

Un enterramiento VIP

Osoro aplica ahora un discurso similar al enterramiento de Franco, pero con resultado opuesto: del "no me opondré" a su exhumación del Valle de los Caídos, al "no me opondré" a su enterramiento en La Almudena. No obstante, dicha inhumación no estará exenta de controversia. De hecho, es controvertido que los restos del militar golpista Queipo de Llano descansen en la Basílica de la Macarena, en Sevilla. Además el de Franco sería un enterramiento VIP. La familia Franco posee una sepultura en la catedral en razón de una aportación económica, que Iniesta no cuantifica. Aunque no puede precisar la fecha, Iniesta sitúa la "compra" de ese derecho en la fecha de la muerte del yerno de Franco, el que fue marido de su hija, en 1998. Entonces la familia Franco realizó el donativo, que le dio el derecho a que Martínez-Bordiú fuera enterrado en la catedral. Desde diciembre del año pasado descansan también allí los restos de Carmen Franco Polo, única hija del dictador. "Están las cenizas de ambos en una copa", explica Iniesta.

Hoy día si un bautizado quiere ser enterrado en la cripta de la Catedral de la Almudena, no puede. "Ya no hay sepulturas disponibles", afirma el párroco Iniesta. Sólo pueden reposar allí los restos de quienes ya tienen derecho de enterramiento. Entre estos están los marqueses de Cubas y los marqueses de Urquijo, según consta en la propia web de La Almudena y publicó en enero El Confidencial, que añadía que las familias Areces, Koplowitz y Abelló tienen nicho reservado en la cripta de San Ginés. En la cripta de La Almudena-catedral hay también enterramientos de la familia Pallarés González y de los condes de San Esteban de Cañongo y un monumento funerario de la familia Soto y Alba. Iniesta prefiere no dar detalles sobre las cantidades aportadas para hacerse acreedor del derecho de enterramiento, pero asegura que fueron abonadas "hace ya tiempo" y niega que existan privilegios. Y subraya que, aunque ya no es posible comprar el derecho de ser enterrado en la cripta, sí hay espacio libre en el columbario. "Ahí queda bastante espacio, y queremos hacer más", asegura el deán. Pero no es ahí donde descansará Franco, sino "en un pasillo de una nave, en el suelo, en la piedra", explica Iniesta. Ahí ya no se pueden hacer adjudicaciones.

La ley de la Iglesia

¿Pero no choca esto con el Código de Derecho Canónico? El deán conoce a la perfección el canon 1.242, pero señala que "el obispo de Madrid y Alfonso XII determinaron en 1911 construir la cripta precisamente para que [los allí enterrados, como los Franco] aportaran para construir la catedral". "Se autorizó entonces el enterramiento en la cripta. Una cosa es que la norma general dice que no se entierre nadie en las iglesias, y otra que el obispo no lo pueda autorizar. Lo único prohibido es enterrar debajo del altar, salvo que sea un santo", señala el religioso. Además Iniesta distingue entre la catedral propiamente dicha y la cripta, que aunque es parte de la misma le merece distinta consideración a la ahora de aplicar la normativa de derecho canónico. Asegura que "el único enterrado dentro de la catedral es Ángel Suquía", que fue arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal, fallecido en 2006.

"No deben enterrarse cadáveres en las iglesias, a no ser que se trate del Romano Pontífice o de sepultar en su propia iglesia a los cardenales o a los obispos diocesanos, incluso eméritos", dice el canon del Código de Derecho Canónico en cuestión. El Arzobispado de Madrid también niega que enterrar a Franco –o a cualquier otro– en la cripta de la Catedral de la Almudena contravenga este principio. Un portavoz de la archidiócesis asegura que el lugar donde está la sepultura de los Franco es una "cripta sepulcral", destinada al enterramiento de fieles que hubieran colaborado en la construcción del templo, que atravesó innumerables vicisitudes. "A pesar del canon, no hay mayor problema porque [el lugar del enterramiento] es una cripta sepulcral", afirma este portavoz.

Tanto el Arzobispado como la Fundación Nacional Francisco Franco aseguran que aún no ha habido contactos entre la familia y las autoridades eclesiásticas. Un abogado de los Franco visitó recientemente la catedral y estuvo comprobando el certificado de propiedad de la sepultura, señalan desde el arzobispado. La fundación admite que, si no logran frenar la exhumación, el lugar elegido para el enterramiento sería "la Catedral de la Almudena", como expone en sus alegaciones al decreto del Gobierno. "Por supuesto que encaja con el derecho canónico. La familia tiene panteón allí y carácter perpetuo", responde por escrito la fundación a preguntas de infoLibre.

Fidelidad mutua

Otra posible opción para el enterramiento de los restos de Franco sería el panteón familiar en El Pardo, donde se encuentran los restos de la que fue esposa del dictador, Carmen Polo. Sin duda sería una opción menos comprometedora para la Iglesia, que arrastra el problema de haber colaborado estrechamente con la dictadura y no haber pedido nunca perdón por ello. Darle a Franco un tratamiento exclusivo más de 40 años después de su muerte es pisar terreno delicado, porque ya se lo dio durante su vida.

Es una historia larga y antigua. El mismo golpe de Estado contra la República tenía una inspiración religiosa. José María Gil Robles, el líder de la derecha católica de la CEDA que en 1936 había contado con el apoyo de la jerarquía, aportó medio millón de pesetas al general Emilio Mola unas semanas antes del alzamiento. Los prebostes de la Iglesia se pusieron de parte de Franco. "España será católica o no será", proclamó el cardenal Isidro Gomá durante la guerra, a la que la cúpula eclesial dio la categoría de "cruzada". La Carta Pastoral Dirigida a los Obispos del Mundo Entero, publicada un año después de iniciada la guerra, decía: "Hoy por hoy, no hay en España más esperanza para reconquistar la justicia y la paz y los bienes que de ellas derivan, que el triunfo del movimiento nacional". El mismísimo papa Pío XII telegrafió un mensaje al Caudillo victorioso: "Levantamos nuestro corazón al señor y agradecemos la deseada victoria católica en España".

"Se fue sin hacer ruido. Pasó por la vida de puntillas, sin una mala cara, con la sonrisa en los labios. Aprendió a ser fiel en un mundo hostil", se despedía monseñor Antonio Cañizares en un funeral por la memoria de Carmen Franco, a principios de este año. En efecto, los Franco fueron fieles hasta el final a la Iglesia. Y la Iglesia lo fue hasta el final al franquismo. Además de colaborar con la represión, aportó al régimen legitimidad internacional. Si hasta el Concordato de 1953 había logrado escasos avances diplomáticos, desde entonces todo se aceleró. La firma precedió a los acuerdos geoestratégicos con Estados Unidos –Pactos de Madrid, también del 53– y a la entrada de España en la ONU. Pío XII nombró protocanónigo a Franco, que había establecido en su acuerdo con el Vaticano que "los sacerdotes diariamente elevarán preces por España y por el jefe del Estado". A cambio la Iglesia logró un espacio de privilegio en los campos económico, simbólico, educativo y patrimonial, que logró proteger en lo esencial con los acuerdos de 1976-1979, que reformó sin derogar el Concordato.

Ni arrepentimiento, ni perdón

La Iglesia española no ha pedido perdón. Sí lo ha hecho en otros lugares del mundo. En 1998 el Vaticano hizo un público "acto de arrepentimiento" por su insensibilidad ante el nazismo. El papa Francisco ha pedido perdón a los evangelistas pentecostales por su persecución durante el fascismo en Italia. En Argentina la Iglesia ha reconocido sus "pecados" en la dictadura de Videla. Aquí en cambio la Iglesia fue durante la Guerra Civil "sujeto paciente y víctima", como dijo monseñor Juan José Asenjo en 2000 siendo portavoz de la Conferencia Episcopal. Bajo el mandato de Rouco Varela se aprobó la tesis episcopal sobre la guerra, titulada La fidelidad de Dios dura siempre. Mirada de fe al siglo XXla más elaborada introspección de la Iglesia sobre aquella época. No hubo un ápice de autocrítica.

Ricardo Blázquez, en la primera de sus etapas al frente de la CEE, llegó a afirmar que "en el decenio de los 30" hubo "actuaciones concretas" de miembros de la Iglesia que fueron contrarias al evangelio. "Los que nos han precedido pueden haber sido testigos luminosos del Evangelio, y en otras ocasiones pueden haber realizado lo que el Evangelio desaprueba". No obstante, no es una línea que haya adquirido oficialidad. Se impuso la línea Rouco. Cuando en 2000 Juan Pablo II aludió a las culpas de los "hijos de la Iglesia" y entonó un "nunca más", tampoco hizo explícita referencia a nuestro país. Referentes de la Iglesia crítica de base atribuyen la incapacidad de la Iglesia de formular un arrepentimiento al hecho de que su actual estatus de privilegio en en democracia tiene su antecedente directo en el acuerdo alcanzado durante el franquismo, cuya deslegitimación supondría a su vez un debilitamiento de la posición de la institución católica.
 
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