dimarts, 17 de setembre del 2019

Ascensión Mendieta: esa gigante civil que dio a todos los gobiernos lecciones de dignidad. Emilio Silva.


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Ascensión Mendieta (1925-2019) aguardaba sentada junto al nicho del Cementerio Civil de Madrid, en el que estaba a punto de ser enterrado su padre, Timoteo, un sindicalista asesinado por la represión franquista, el 15 de noviembre de 1939, identificado casi ochenta años después. Aunque no se publicitó la hora del entierro, cientos de personas aparecieron para acompañarla en ese momento. Había pasado muchos años luchando, muchos gobiernos democráticos para los que ella fue insignificante, muchos menosprecios parlamentarios, como el de Rafael Hernando, y toda clase de obstáculos que consiguió sortear gracias a un amor y una dignidad que la hicieron invencible ante todos los impedimentos que se interponían a su deseo de dar una sepultura digna a su padre.
Cuando el ataúd con los restos genéticamente idenficados de Timoteo fue depositado en el nicho, estalló en la garganta de Ascensión un grito terrible, un profundo lamento que llevaba setenta y seis años incrustado bajo uno de sus pulmones, enquistado por un duelo nunca elaborado, por el transcurso de lustros repletos de abandono institucional, en los que la familia fue muriendo y depositando en ella la responsabilidad de dar nombre y digna sepultura a los restos de su padre.
Timoteo Mendieta le fueron a buscar a casa después de comer. Su participación sindical le había puesto en el punto de mira de los fascistas de Sacedón. Llamaron a la puerta y una niña de trece años, Ascensión, la abrió y cuando preguntaron por él señaló la habitación en la que estaba durmiendo la siesta. Se llevaron a Timoteo por la fuerza y lo encerraron en la cárcel de Guadalajara hasta el día en que lo sacaron para asesinarlo y lo enterraron en una fosa común.
Su viuda tuvo que empezar de cero, señalada, vigilada y castigada, viajaba a Madrid para vender, hacer trueques y conseguir algo que sus hijos se llevaran a la boca. Averiguaron dónde podía estar enterrado Timoteo, pero durante años tuvieron que tirar flores por encima de una tapia, porque los salvadores de España les impedían acceder a ese lugar.
Llegó la democracia y la ausencia del padre siguió presente, sin que el final de la dictadura hubiera supuesto la atención debida por parte del Estado democrática y oficialmente 'reconciliado'. Ascensión y su hermana Paz iniciaron la búsqueda de ayuda en las instituciones, querían saber, querían terminar con la incertidumbre de ese padre que, como dijo Ascensión, "había pasado toda la vida bajo tierra", toda la que le quitaron.
Falleció Paz y Ascensión no cejó en su empeño, acosada por un reloj biológico que no entendía de leyes de memoria, que no le sirvieron para nada, ni de vagas promesas políticas. Pasaron los años y fue capaz de cumplir los 88 subida en un avión, camino de Buenos Aires, para sumarse a la causa argentina abierta contra el franquismo el 14 de abril de 2010, interpuesta por Darío Rivas –recientemente fallecido– y por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). Allí pidió ayuda a una jueza argentina que en aplicación del principio de jurisdicción universal había abierto una causa penal contra los crímenes de la dictadura.
Meses después, la justicia argentina ordenó la exhumación de Timoteo. Tras esquivar retrasos de la justicia española y del Ayuntamiento de Guadalajara, gobernado entonces por el Partido Popular, los voluntarios de la ARMH iniciaron la búsqueda, pero descubrieron que los restos de Timoteo no estaban donde el registro del cementerio aseguraba. Así que se llevó a cabo una segunda exhumación y entonces las pruebas genéticas, hechas con urgencia, dijeron quién era y dónde estaba Timoteo.
La exhumación fue financiada por la ARMH, por el sindicato ELOGIT de electricistas noruegos y la ayuda del Equipo Argentino de Antropología Forense. Colaboraron en ella forenses españoles, británicos y portugueses y entre el resto de personas voluntarias las había de varias nacionalidades. Faltaba, como había faltado en toda una vida de búsqueda, el Estado.
La lucha de Ascensión simbolizó el desamparo de las víctimas de la dictadura y la fortaleza de quienes vivieron vidas arrasadas por el fascismo. Su imagen frágil y su dulzura al hablar de su lucha empujaron a muchas otras familias a iniciar la búsqueda de un ser querido.
En el funeral de Timoteo, se oyó a Ascensión dar las gracias "por venir a un acto tan triste". Su lucha permitió además identificar a otras treinta personas asesinadas en condiciones similares a las de su padre. Cuando el 19 de mayo de 2018 se entregaron en Guadalajara 25 cuerpos identificados, todos los familiares, al recibir los restos, agradecieron a esa frágil y enorme defensora de los Derechos Humanos de Sacedón la oportunidad que había creado con su lucha.
Durante muchos años, Ascensión vivió pensando en cómo habría muerto su padre; si fue al instante, si lo dejaron herido y ocurrió lentamente, incluso si pasó frío. Cuando no podemos despedir y cerrar el duelo tras la muerte de un ser querido, hay piezas que no encajan y que pueden ser arrastradas toda la vida. España es un país en el que cientos de miles de 'Ascensiones Mendieta' han muerto ignoradas por el Estado, escuchando discursos políticos que hablaban de reconciliaciones y de transiciones ejemplares mientras nadie les garantizaba verdad, justicia y reparación.
Cuando en el Cementerio Civil de Madrid, Ascensión sea enterrada junto a su padre, Timoteo, el eje del mundo se habrá desplazado una diminuta distancia para acercarse a la justicia. Pero seguiremos viviendo en un país en el que ninguno de los asesinos, que arrancaron de su siesta a personas que defendían el bien común para asesinarlos, se habrá sentado en un banquillo como acusado. Y esa realidad, esa terrible e insoportable injusticia, seguirá siendo una causa fundamental de muchas de las debilidades de nuestra democracia.



La travesía que Ascensión inició en 2013 para recuperar los restos de su padre, Timoteo Mendieta, la llevó a convertirse en un rostro y una voz habitual de los medios de comunicación. Fue una de las impulsoras de la querella argentina que volvió a poner sobre la mesa la posibilidad de juzgar los crímenes del franquismo. Con 88 años viajó a Buenos Aires para pedir a la justicia internacional lo que la española llevaba años negándole. Y finalmente, con más de 90, consiguió la exhumación de su padre fusilado en 1939 por el régimen de Franco.
Este lunes ha muerto, a los 94 años, con la tranquilidad de haber conseguido ese objetivo al que dedicó tantas energías. En julio de 2017 ella y sus hijos enterraron los restos de Timoteo Mendieta, un sindicalista asesinado en la alcarreña localidad de Sacedón, en el cementerio de la Almudena, en Madrid. Su familia envió este lunes un mensaje a los periodistas que han seguido las informaciones sobre la identificación y recuperación de este desaparecido un mensaje en el que agradecen el apoyo a la causa de su madre. 
Lograr encontrar el cuerpo de Timoteo Mendieta fue un duro proceso que requirió varias exhumaciones en cementerios de Guadalajara. Fue el primer cuerpo exhumado, gracias a la intervención de la llamada querella argentina, el 19 de enero de 2016. La jueza María Romilda Servini de Cubría exhortó al juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Guadalajara a autorizar el proceso, en el que finalmente se concluyó que Mendieta no estaba enterrado en la fosa, donde se encontraba una veintena de cuerpos.
Cuando en junio de 2017 finalmente se conseguía identificar los huesos del miembro de UGT, asesinado el 16 de noviembre de 1939, durante el régimen franquista, la incansable Ascensión explicaba en una entrevista a eldiario.es su alegría: "Me acuerdo de mi hermana. Hemos ido juntas muchas veces al cementerio; se murió hace cinco años con las ganas de ver a mi padre". Y finalizaba aquella conversación resumiendo su idea del futuro que se abría para ella a partir de entonces: "Ahora a vivir con alegría, si vivo. Y después, que me entierren con él".



Ascensión Mendieta descansará este martes con su padre, primera víctima del franquismo exhumada, en La Almudena

  • Tras años de lucha, logró enterrar a su padre, un sindicalista de UGT fusilado en 1939 cuyo cuerpo llevaba décadas en una fosa común sin identificar
  • "El espíritu de mi abuela Ascensión Mendieta se ha sumado hoy al de su padre. Pronto descansarán juntos en el final de una travesía que prendió la llama de esperanza en otros españoles que buscan a sus seres queridos", ha dicho su nieta

Publicada el 16/09/2019 a las 15:47Actualizada el 16/09/2019 a las 21:10
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Ascensión Mendieta, en el entierro de los restos de su padre.
Ascensión Mendieta, en el entierro de los restos de su padre. 
ARMH
Los restos de Ascensión Mendieta, de 93 años e hija del sindicalista Timoteo Mendieta, la primera víctima del franquismo que fue exhumada hace algo más de tres años, serán enterrados este martes junto a los de su padre, que yacen ya en el cementerio de La Almudena de Madrid.

Su hija, Chon Vargas, en declaraciones a Europa Press, ha manifestado el orgullo de haber tenido una madre "tan luchadora", que "nunca cesó" en ir detrás de lo que creía y que ahora descansará, "como era su deseo", con su abuelo Timoteo, del que nunca ha dejado de hablarles por muchos años que hayan pasado.

Desde esta tarde quedará abierto el tanatorio de la M-30 de Madrid y este martes los restos de Ascensión serán traslados, a partir de la 16.30 horas, para recibir sepultura junto a los Timoteo, tal y como quería la anciana. "Mi madre ha sido una luchadora hasta el final y hasta en sus últimos minutos ha recordado a su padre", ha apuntado.

Los restos de Timoteo Mendieta, fusilado la Guerra Civil, descansan en La Almudena tras una larga lucha de su hija y el resto de la familia que concluyó con su recuperación de la fosa común en la que se encontraban, en el cementerio de Guadalajara.

En ese proceso estuvo presente días enteros, con temperaturas bajo cero, Ascensión, esperando; fueron jornadas intensas en las que el equipo de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) participó activamente para lograr este desenlace; meses después, los restos del sindicalista eran enterrados en el cementerio civil de La Almudena de Madrid.

Pero fue un camino largo y una dura y contenida lucha que llevó a Ascensión a interponer una querella que la llevaría hasta Buenos Aires (Argentina) a declarar con el único propósito de recuperar los restos de su progenitor, lo que la llevaría finalmente tras varias exhumaciones. Su padre fue hallado en una fosa común de Guadalajara junto a los restos de otra veintena de represaliados.

Su nieta, Aitana Vargas, también ha dado muestras del amor y el respeto y admiración que sentía por esa abuela luchadora con un mensaje en Twitter en el que se leía "el espíritu de mi abuela Ascensión Mendieta se ha sumado hoy al de su padre @timoteomendieta. Pronto descansarán juntos en el final de una travesía que prendió la llama de esperanza en otros españoles que buscan a sus seres queridos. Gracias por acompañarla en este viaje".
Por su parte, la letrada que la ha representado este tiempo, Ana Messuti, ha señalado que no ha hecho otra cosa mejor en su vida que apoyar a Ascensión en esta búsqueda. "La mitad del proceso lo ganó ella", ha precisado la letrada, quien ha aseverado que para Ascensión, en todos estos años de lucha, siempre ha estado detrás la esperanza y "siempre decía: pobrecito, pasarse toda vida bajo tierra", ha concluido.

Ascensión Mendieta tenía 88 años cuando viajó en un avión a Argentina para pedir ayuda a la jueza que ordenaría a través del principio de justicia universal la exhumación de la fosa, dentro del proceso penal abierto en Argentina para investigar los crímenes de la dictadura franquista.

El cuerpo de Timoteo Mendieta fue enterrado el 16 de noviembre de 1939, un día después de su asesinato, y aunque los libros del cementerio lo ubicaban en la Fosa 2, finalmente ha sido encontrado en la Fosa número 1, exhumada recientemente, señalan desde la ARMH.

Pésame de Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, ha lamentado el fallecimiento de Ascensión Mendieta, una mujer que "luchó durante demasiado tiempo para recuperar los restos de su padre, fusilado por el franquismo". "Lo logró, y en su camino inspiró a muchas familias que buscaban a sus seres queridos. Ahora podrá ser enterrada junto a él. Justicia, memoria, dignidad", ha subrayado en un mensaje en Twitter.
 
En una línea muy similar se ha pronunciado el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, quien también ha puesto en valor la lucha que llevó a cabo para recuperar los restos de su padre. "Luchó toda su vida contra los crímenes del franquismo. Logró dar sepultura a su padre, asesinado por la dictadura. Debemos nuestra democracia a personas inmensas como Ascensión. Por ellas, seguiremos exigiendo Memoria, Verdad y Justicia", ha destacado en Twitter.


También el coordinador general de Izquierda Unida, Alberto Garzón, ha destacado el "ejemplo de lucha, constancia y dignidad" de Mendieta.


El líder de Más Madrid se ha sumado a las condolencias, destacando su lucha por la memoria historica ante la pasividad del Gobierno.
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