"Queríamos comunicarte que nuestro equipo ha revisado tu contenido, y consideramos que no cumple nuestras normas de la comunidad. En consecuencia, hemos aplicado una restricción de edad a tu vídeo (…) Aplicamos estas restricciones al contenido que no consideramos apropiado para audiencias jóvenes. Esto quiere decir que dejará de estar disponible para los usuarios que no hayan iniciado sesión, que sean menores de 18 años o que tengan habilitado el modo restringido". Este es el mensaje que profesores, historiadores y periodistas que tenían publicados en YouTube vídeos sobre el Holocausto empezaron a recibir a comienzos del mes de agosto.
Entre las obras vetadas se encontraban varias de las entrevistas que yo mismo realicé a los últimos supervivientes españoles de los campos de concentración nazis. No se trataba de una restricción menor, ya que impedía la difusión de esos vídeos a través de páginas web y vetaba el visionado a quienes no tuvieran una cuenta activa en YouTube. Sin embargo, la consecuencia más grave era que los jóvenes no podrían acceder ya a estos vídeos en los que, precisamente, se les mostraban los efectos letales que provocaron los fascismos durante los años 30 y 40 del siglo pasado.
Todo apuntaba a que algún programa diseñado por la plataforma de vídeos para detectar contenido violento o pornográfico había censurado automáticamente los reportajes en los que se mostraba la crueldad del nazismo. Parecía que la culpa era de los tristemente famosos algoritmos que en esta y otras redes sociales incluso habían eliminado vídeos e imágenes de esculturas o de pinturas realizadas por los artistas más prestigiosos de la historia por el simple hecho de que mostraran un culo o el pecho de una mujer. Con ese convencimiento fuimos muchos los que aprovechamos la posibilidad que ofrece YouTube de "presentar una apelación". En ella recordamos la importancia de enseñar a los jóvenes la realidad del Holocausto, informamos de que esos mismos vídeos se exhibían en colegios e institutos españoles ante estudiantes de menos de 18 años e insistimos en que eliminando las imágenes más duras de los crímenes del III Reich lo único que estaríamos haciendo es blanquear el nazismo.
Precisamente en esos mismos días se libraba una batalla similar sobre el cartel de la última película de Pedro Almodóvar. En este caso fue Instagram la red social que censuró la ya famosa imagen del pezón del que manaba una gota de leche. La indignación que provocó esa decisión obligó a Instagram a rectificar y levantar el veto.
No hizo lo mismo YouTube que, en apenas un par de días, rechazó todas las apelaciones: "Hemos revisado tu contenido detenidamente, y hemos confirmado que infringe nuestras normas de la comunidad". Mantener la censura para jóvenes de estos vídeos sobre el Holocausto provocó sorpresa y malestar en las redes sociales y atrajo la atención de numerosos medios de comunicación. Ello obligó a la plataforma a dar un paso más. Un portavoz de YouTube, que se presentó como "miembro del equipo de Alcance de la Comunidad", contactó personalmente conmigo. En varias ocasiones insistió en que "la restricción de edad se relaciona únicamente a las imágenes explícitas que sus vídeos contienen, y de ninguna manera se refiere al contenido de los vídeos o a lo que cuentan los supervivientes entrevistados".
Además, insistió en que YouTube valoraba muy positivamente este tipo de contenidos: "Creemos que es muy importante tener en nuestra plataforma vídeos como los suyos, en los que se hablan de temas de absoluta relevancia para la historia mundial, como el Holocausto. Sus vídeos son mensajes poderosos para educar sobre el tema y, sobre todo, para que el mundo nunca se olvide de estos acontecimientos".
La clave estaba, por tanto, en saber qué considera Youtube como "imágenes explícitas" del Holocausto "inapropiadas" para los jóvenes. La primera respuesta fue genérica: "cadáveres visibles, acciones violentas y desnudez". Ante mi insistencia, el "equipo de Alcance" accedió a concretarme, una a una, cuáles eran esas escenas. Recibí un detallado minutado de cada uno de los vídeos en el que se me indicaba las imágenes que debía eliminar o desenfocar si quería que se levantaran las restricciones. Tomando como ejemplo el reportaje titulado "Vivir y morir en los campos de concentración nazis" podemos hacernos una idea perfecta del criterio que utiliza la plataforma. No son algoritmos ni respuestas de manual; es el resultado del análisis de su "equipo de expertos".
Tras analizar cada imagen, estos fueron algunas de los argumentos con los que intenté que reconsideraran su decisión: "No hay imágenes gratuitas de violencia ni de desnudos. Se trata siempre de imágenes históricas que se exhiben en los colegios de todo el mundo para enseñar a los jóvenes la realidad de los campos de concentración nazis y del Holocausto". "No puedo entender cómo una imagen de unos prisioneros desnutridos, la consideran inapropiada porque estén desnudos. ¿Alguien que no sea un desequilibrado mental puede ver algún tipo de connotación sexual en esa imagen? Lo mismo ocurre con las imágenes de prisioneros fallecidos. Son imágenes históricas que reflejan la realidad. Si las difuminamos, estaremos suavizando los terribles efectos del nazismo". Simultáneamente aporté numerosos ejemplos de vídeos que YouTube considera "apropiados" para menores en los que, sin embargo, se muestra violencia gratuita, se denigra a las mujeres o se trasladan mensajes neofascistas, machistas y racistas.
De nada sirvieron todas estas alegaciones. YouTube mantiene su censura sobre numerosas imágenes históricas del Holocausto e insta a sus creadores a eliminarlas o pixelarlas si quieren que el contenido esté accesible para menores de 18 años. Este es solo uno de los múltiples casos que alimentan el debate sobre el poder que las grandes empresas tecnológicas tienen sobre la información que reciben o dejan de recibir los ciudadanos. Desde el Congreso de los Estados Unidos a la Unión Europea, numerosos gobiernos e instituciones han expresado repetidas veces su preocupación por el control informativo y cultural, además del económico, que acaparan los gigantes tecnológicos. En las próximas semanas, a instancias del eurodiputado socialista Ibán García, la Comisión Europea tendrá que pronunciarse concretamente sobre la actitud que mantiene YouTube respecto a los contenidos relacionados con el Holocausto.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada