El pasado 3 de septiembre de 2021 se han dado por finalizadas las actuaciones que la ARMHEX ha ejecutado con base al PROYECTO “LOCALIZACIÓN DE ENTERRAMIENTOS CLANDESTINOS DE LA GUERRA CIVIL EN EL CEMENTERIO DE CABEZA LA VACA. Fruto de ese trabajo se han localizado los citados restos óseos.
Precisamente hace escasas fechas, se han cumplido exactamente 85 años del asesinato de las tres primeras víctimas de la represión franquista en Cabeza la Vaca: Manuela Baliñas Giles, Encarnación Moya Colorado y Margarita Pizarro Jiménez, (26 agosto de 1936), todas ellas mujeres.
Durante la ejecución del proyecto denominado "Localización de enterramientos clandestinos de la Guerra Civil en el cementerio de Cabeza La Vaca, del que se ha encargado la ARMHEX, se ha procedido realización de varios sondeos arqueológicos, por medios mecánicos y manuales, a continuación de la zona donde fue localizada una fosa común en una actuación previa en el año 2011. El equipo arqueológico y antropológico ha sido dirigido por la arqueóloga Silvia Herrero Calleja.
Este proyecto ha sido posible gracias a la implicación del Ayuntamiento de Cabeza la Vaca que obtuvo una ayuda económica dentro de las destinadas a las entidades locales para la realización de actuaciones relacionadas con la memoria democrática convocadas por la Federación de Municipios y Provincias (FEMP), mediante Circular 65/2020, de 6 de noviembre de 2020, dentro del “Plan de recuperación de Memoria Democrática” que, a propuesta de la FEMP, ha sido aprobado por la Dirección General de Memoria Democrática del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática el pasado 15 de febrero, con base en el Real Decreto 887/2020, de 6 de octubre.
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura (ARMHEX), es una entidad memorialista extremeña especializada en la apertura de fosas y atención a las víctimas de la dictadura franquista, constituida en el año 2002. Esta asociación cuenta con una dilatada experiencia en la apertura de fosas desde el año 2003 y cuenta con un equipo de investigadores, arqueólogos, antropólogos, historiadores, juristas y colaboradores para el desarrollo de actividades de este tipo.
Como es conocido, Cabeza la Vaca fue ocupada por las tropas sublevadas contra el legítimo gobierno de la II República el 26 de agosto de 1936 por fuerzas rebeldes al mando del capitán de la Guardia Civil, Ernesto Navarrete Alcal de infausto recuerdo. Durante el tiempo que Cabeza la Vaca estuvo bajo el legítimo control republicano no hubo víctimas de derechas, en cambio, la represión franquista desatada tras la toma de la localidad por los rebeldes, dejó un mínimo de 36 víctimas en la localidad, entre ellas, al menos, 4 mujeres.
Los golpistas ejercieron una represión “en caliente” a partir del verano de 1936 que se iría repitiendo por todo el territorio nacional una vez que fueron conquistando nuevas zonas. Este esquema represivo será el que dejara la mayor parte de las desapariciones forzadas cometidas por los militares rebeldes, cifradas por los Autos del Juez Baltasar Garzón de 2008 a nivel del todo el Estado, en unas 114.000 personas que todavía permanecen en esta condición.
La intervención arqueológica ha consistido en la realización de un sondeo en una zona contigua a aquella donde fueron halladas cuatro víctimas en una intervención previa realizada en 2011, en la parcela sureste del cementerio.
En esta ocasión, se ha localizado una fosa común que contiene tres cuerpos en conexión anatómica enterrados juntos, parcialmente superpuestos, por lo que todo parece indicar que se trata de otras tres víctimas de la represión irregular franquista en la localidad.
Además, se han hallado evidencias de la presencia de otros posibles enterramientos colectivos en esta zona, que podrían responder a la misma naturaleza, aunque su posible localización completa podría abordarse en el futuro o bien concluir con la construcción de un Memorial donde se depositen los restos recuperados hasta la fecha, con la inscripción de los nombres de todas las víctimas de la represión republicana en Cabeza la Vaca como homenaje y reconocimiento a las mismas.
Los enterramientos localizados se encuentran al interior de una gran zanja de unos 25 metros de longitud por 3 metros de anchura, practicada en el sustrato geológico de roca pizarra, donde se alternan las inhumaciones ordinarias en caja, pertenecientes a personas cuya muerte no está relacionada con los hechos investigados, junto con enterramientos clandestinos asociados a la represión a consecuencia del conflicto bélico.
En la misma zanja, se ubica una sepultura en tierra con lápida fechada el 5 de octubre de 1936, por lo que las evidencias halladas hasta el momento apuntan a que éste podría ser, precisamente, el lugar utilizado para enterrar a la mayoría de las personas asesinadas en la localidad, dentro del proceso represivo que dio comienzo el 26 de agosto de 1936, continuando en 1937 y hasta bien avanzado el año 1938. Dentro del mismo proyecto de localización de las víctimas de Cabeza La Vaca, se ha realizado un estudio de los documentos custodiados en el Archivo Municipal, en búsqueda de información sobre las obras de ejecución de la mencionada zanja.
A los tres cuerpos exhumados se les ha practicado un análisis antropológico forense completo, por parte de la antropóloga Lydia P. Sánchez-Barba, con el objetivo de establecer el perfil biológico básico de estas personas y las patologías ante mortem que presentan, e intentar un acercamiento a su identidad, además de determinar las causas y circunstancias de su muerte. No obstante, el estado de conservación de los restos óseos es muy precario, debido a las características del terreno donde fueron inhumados, por lo que habrá que esperar a los resultados del estudio final para conocer su potencial identificativo y obtener unas conclusiones definitivas. En el momento presente, los restos permanecen bajo custodia del Ayuntamiento de Cabeza La Vaca, en espera de su re-inhumación.
Este proyecto busca finalizar el proceso para recuperar los restos de estas víctimas con el objetivo de que puedan descansar en un lugar digno donde sus familiares puedan recordar a sus seres queridos, y no en aquel que fue elegido por sus verdugos.
Esta historia es una de las muchas similares que quedan por resolver en un país que, más de 85 años después del inicio de aquel golpe de estado, sigue sin asumir y afrontar ese pasado para cerrar sus heridas y en el que las cunetas albergan a decenas de miles de asesinados no identificados.
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