El barcelonés Llorenç Vitrià Barrera fue un boxeador que formó parte del equipo olímpico español en los JJOO de París celebrado en 1924. Como tantos otros españoles se vio obligado a exiliarse a Francia por sus claras convicciones republicanas. Y también como muchos españoles que cruzaron la frontera huyendo del franquismo, terminó con sus huesos en campos de concentración o de internamiento nazis.

Llorenç fue deportado a Mauthausen en 1940 en el convoy de los 927. Este siniestro convoy salió de la estación de Angulema cuando las tropas alemanas de Hitler acababan de partir Francia en dos. Los cerca de mil refugiados trasladados creían que los llevaban a zona no ocupada. Pronto vieron que se dirigían hacia el norte. Cuatro días más tarde llegaron al pueblo de Mauthausen. Posteriormente fue trasladado a Gusen en enero de 1941. Gusen era un campo de concentración de los tres centros del Alta Austria al este de Linz. Los tres centros de este complejo (Gusen I, Gusen II y Gusen II), tenían unos mismos responsables de las SS. Dependían del campo de campo de concentración de Mauthausen.

"La maravilla del Ring"

Llorenç había sido campeón amateur de Cataluña de boxeo y por su elegancia y precisión se le conocía con el apodo de "La maravilla del Ring". Fue seleccionado para representar a España en la categoría de peso mosca en los juegos olímpicos de verano en París en 1.924. Su participación en dichos juegos fue controvertida pues sufrió una injusta derrota por una mala decisión arbitral ante el boxeador canadiense Jock MacGregor. Esta decisión, muy protestada por el público, le cortó el paso para acceder a cuartos de final.

Tras su participación olímpica con solo 16 años, Vitriá combatió en 1.932 por el título español de peso gallo, aunque fue derrotado. Con 20 años de edad ya era un experimentado púgil. Eran tres los boxeadores líderes del peso gallo en España; Teodoro Murall, Manuel González, Carlos Flix y Llorenç Vitrià.

Exilio y deportación

Propietario de una tienda en Barcelona, Vitrià se exilió a Francia junto a su esposa cuando la Ciudad Condal fue ocupada por las tropas franquistas en 1.939 por miedo a las represalias. En el campo de Angulema fue detenido por los alemanes el 24 de agosto de 1.940. De allí fue deportado al campo de concentración de Mauthausen-Gusen.

Gusen, el “cementerio de los españoles”

El campo de Gusen, dependiente y cercano al de Mauthausen, era un centro de exterminio extremadamente penoso y cruel con los presos. Allí llegaban los prisioneros que ya no eran “útiles” para el duro trabajo en las canteras, de ahí que la supervivencia fuera muy corta. Gusen era aún peor que el campo de concentración de Mauthausen. La demostración terrorífica de ello es que apenas hubo supervivientes. Una de las más tétricas denominaciones que recibió Gusen fue el de “cementerio de los españoles”.

Peleas en el ring contra los nazis, la venganza

Durante los días de “descanso” de los domingos en Gusen, Llorenc jugaba al fútbol y competía en veladas de boxeo. Los púgiles eran boxeadores amateurs, prisioneros entrenados, y  en ocasiones “kapos” que presentaban sus habilidades físicas y destreza en el ring. El público asistente a la competición eran miembros de las SS y los dirigentes del campo que apostaban entre ellos (que hacían apuestas). Tenían cierto morbo los combates entre polacos o españoles contra alemanes. Era una especie de venganza para los presos y la única forma de pegar e intentar dejar KO a un nazi.

No pudo más y“tiró la toalla”

Pero la penosa y dura situación en Gusen y el horror que debió experimentar en un campo de concentración en absoluto rendimiento como aquel, llegó a ser tan terrible que el 18 de junio de 1941, Llorenc, totalmente deprimido y agotado, se quitó la vida en Gusen. Contaba tan solo con 33 años pero prefirió perder la vida arrojándose a la valla electrificada a seguir “viviendo” los momentos horribles del campo de concentración. Lo hizo además junto a otros boxeadores presos que optaron por el mismo destino. Cuentan las crónicas que Llorenç desde su reclusión en Angulema ya no fue la misma persona. Un alma libre a la que se la sometió a la pérdida de la libertad y a enormes sacrificios y penalidades, no aguantó y se abandonó a sí mismo cambiando su poca y mala comida por cigarrillos. "La Meravella del Ring", el boxeador olímpico y republicano, “tiró la toalla” en su último combate de su vida.

Así destacó ABC su fallecimiento: “En 1924, este boxeador español «que esquivaba como una ardilla y era rápido en los ataques» participaba en los Juegos Olímpicos de París con solo 16 años. A los 33, cansado de sufrir, se arrojaba contra la valla electrificada del campo de concentración nazi” (ABC)