Machado, muy deteriorado físicamente a causa de su bronquitis crónica y sus problemas cardiacos, había partido de Barcelona el 22 de enero de 1939, a las 3 de la madrugada. Iba acompañado por su hermano José, la mujer de este, Matea Monedero; la madre del poeta, doña Ana Ruiz, de 84 años, y las familias de los hermanos Xirau Palau.
En la masía Cam Santamaria, en Raset, donde permanecen tres días (del 26 al 29) a causa de los bombardeos, se les unen otros refugiados, entre los que se cuentan el lingüista Tomás Navarro Tomás y el periodista Corpus Barga. Desde allí, unas ambulancias de Sanidad Militar los trasladan a Can Faixat, una masía a dos kilómetros de la anterior, en las afueras de Viladasens, donde pasan su última noche en territorio español y se les unen más refugiados. Uno de ellos es el poeta Carles Riba acompañado de su familia.
Al anochecer del día 27 llegan al puesto fronterizo de Cerbère. La carretera se encuentra colapsada por la caravana de refugiados, pero los gendarmes franceses, viendo el estado del poeta y de su madre, los trasladan en coche a la estación de ferrocarril, donde pasan la noche en un vagón estacionado en vía muerta, sin luz ni calefacción. Machado llegó a preguntarle a Riba si sabía dónde podía empeñar un reloj para conseguir moneda francesa.
A la mañana siguiente, el grupo de intelectuales del que formaba parte Machado, bajo la protección del gobierno de la República, toma el tren para dirigirse a Perpiñán o a París. Sin embargo, Machado, agotado por el esfuerzo, prefirió quedarse en Collioure. A las cinco y media de la tarde del 28 de enero, bajo la lluvia, se apea el poeta acompañado de su familia y de Corpus Barga. Este llevó en brazos a doña Ana, que no se tenía en pie y le preguntaba: “¿Cuándo llegamos a Sevilla?”. Fueron acogidos en el hotelito Bougnol-Quintana, donde Machado murió el 22 de febrero de 1939 y su madre, tres días después. Ambos fueron enterrados en el cementerio viejo de la localidad.
El entierro, civil, cuenta con representación de refugiados y autoridades republicanas y el féretro es llevado a hombros por seis soldados republicanos uniformados. Llegan tres coronas de flores: una del Gobierno, otra de la embajada en París y otra del Centre Español de Perpinyà. El elogio fúnebre corre a cargo de Zugazagoitia, compañero de Machado en La Vanguardia durante la guerra que será fusilado al año siguiente en otra tapia de cementerio, en Madrid.
Un día después del entierro llega a Colliure una carta a nombre de Antonio Machado ofreciéndole un lugar de lector en la universidad de Cambridge. Su hermano José les responde amablemente: "Lo enterramos ayer en este sencillo pueblecito de pescadores en un sencillo cementerio cerca del mar. Allí esperará hasta que una humanidad menos bárbara y cruel le permita volver a sus tierras castellanas que tanto amó".
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