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Escrito por Ibán Gorriti |
Viernes, 18 de Enero de 2013 06:24 |
En la Guerra Civil participaron barcos que han pasado ya a la historia. El salvavidas Habana, el terrorífico fascista Canarias, el épico Nabarra,… Pero fueron muchos más. La necesidad de verdad y reparación ha hecho esta semana protagonista al Udondo, vapor matriculado en Bilbao y que el bando franquista apresó en 1936. Conducido a El Ferrol, sus 40 tripulantes y dos pasajeros fueron fusilados. Todos.
Una familiar de uno de los doce vizcainos que ocupaba ese barco -de Teófilo Zorroza- ha testificado en estos días por videoconferencia ante una jueza argentina que instruye la querella contra los crímenes fascistas de la Guerra Civil y franquismo. Su pariente y compañeros fueron pasados por las armas en grupos de catorce personas el 25, 26 y 27 de septiembre de 1936. En Ferrol también acabó -nunca mejor dicho- la tripulación del buque Mar Cantábrico, de 128 metros de eslora. Este mercante transportaba armas para la República. La mitad de los ocupantes acabó fusilada por el Estado Mayor en el Arsenal y enterrada en San Mateo.
La ciudad coruñesa de nacimiento del dictador totalitarista Francisco Franco (4 de diciembre de 1892) fue lugar de muerte para estos republicanos y nacionalistas vascos de los barcos Udondo y Mar del Cantábrico. En el primero, viajaban y fueron ejecutados sin juicio previo los vizcainos Fidel Sarriugarte Goicoechea, fogonero de 27 años de Errigoiti; Francisco Arruabarrena lbonigamenor, bermeano de 43 años, mayordomo del barco, casado y padre de cuatro hijos; José Otero Pérez, carpintero del barco, soltero de 25 años y procedente de Erandio; Carmelo Zorrilla Zabala, bilbaino, soltero de 20 años con cargo de segundo camarero; Ignacio Anasagasti Arruabarrena, cocinero soltero de 22 años de Bermeo, Juan Ibinarraga Lopategi, fogonero soltero de 30 años de Mungia; Santiago Gondra Zigorraga, marmitón soltero de 22 años natural de Busturia; Manuel Izagirre Lijarregi, engrasador soltero de 32 años residente en Larrabetzu; Teófilo Zorroza Gezurraga, palero de Morga de 21 años; Santiago Celaya Aguirre, fogonero de 25 años de Meñaka; Leandro Uriarte Echandía, también fogonero, de 24 años de Mungia y también ocupando ese cargo Máximo Madariaga Macuadra, de Morga, de 21 años.
Apresados el 12 de septiembre Los fusilamientos se ejecutaron en el cementerio de Serantes. Los pasados por armas transportaban carbón de Gijón a Barcelona. Fueron capturados días antes por el bou artillado Tritonia el 12 de septiembre a diez millas del norte de Gijón. En un principio se les trasladó a Ribadeo y las autoridades coruñesas ordenaron que se les fusilara sin acusación documentada, sin juicio ni sentencia previa, dato que consta en un expediente de 1936.
Según lo conocido estos días, el bando fascista asesinó a todos los ocupantes del Udondo "por traidores a la patria" y se apropió de su dinero y joyas que portaban: 9.421 pesetas, veinte libras esterlinas, un aro y un anillo de oro, un monedero de plata y dos cadenas de oro, con medallas de oro y plata respectivamente. A los condenados les enterraron en una fosa común. Además de este navío fueron apresados cuatro más: Genoveva Fierro, Abando, Ulia y Juan Mary. Portaban carbón, fosfatos, víveres y pasajeros.
Según el expediente de la detención, el Udondo se trataba de un barco de 7.000 toneladas de carga total y de 2.500 de registro neto. Los dos pasajeros del barco eran dos afiliados a la CNT: Santiago Cela López y José Fernández Santiago. La detención y su registro abordo se realizó "por fuerzas de marinería y carabineros, sin consecuencias", como así se detalla en el expediente de la jornada que concluyó con un final trágico.
Precisamente de Ferrol es el historiador Xosé Manuel Suárez, quien en su libro Armas para a República. De Nova York a Ferrol a bordo do Mar Cantábrico (en la versión castellana titulado, Armas para la República) evoca la epopeya de quienes viajaban en ese navío.
El mercante Mar Cantábrico pertenecía a una armadora vizcaina y viajó a Estados Unidos en busca de armamento e, incluso, aviones desmontados con los que reforzar al bando antifascista leal a la Segunda República. A pesar de cambiar de bandera, nombre e, incluso, de rumbo, los fascistas lo capturaron el 10 de marzo de 1937 en las cercanías de Santander debido a que consiguieron descifrar un mensaje que envió el ministro Indalecio Prieto al lehendakari Aguirre. Tres semanas después sucedió el sanguinario bombardeo fascista sobre Durango y Elorrio; y 36 jornadas más tarde el de Gernika y Munitibar.
Alrededor de la mitad de sus 60 tripulantes del Mar Cantábrico -exactamente 26- fue fusilada en la Punta del Martillo, del Arsenal. Los cadáveres se taparon en una fosa común en San Mateo. A día de hoy una pequeña placa lo recuerda. Los otros 34 hombres apresados por el Canarias fueron condenados a cadena perpetua.
El otro Nabarra En un caso similar al del bou Nabarra, en el que sus dirigentes prefirieron hundirse con el barco y morir antes de entregarse a los fascistas españoles, en el Mar Cantábrico, el gallego José Otero Pesado se suicidó en su camarote al conocer el apresamiento. Enterraron su cuerpo en un cementerio que hoy ya no existe, en Canido, Ferrol. Pero del mismo modo que el Udondo o el Mar Cantábrico corrieron mala suerte, el mercante prorepublicano Sil, zarpó de Veracruz y llegó a buen puerto en Santander con ocho millones de balas, 24 cañones, 15.000 casquillos de proyectil, tres aviones Lockheed y dos mil fusiles Mauser.
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Fuente: Deia
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