divendres, 1 de juliol del 2016

Guerrilleros anarquistas de la UNE en la Liberación de Francia (1940 – 1944).


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01
JUL
2016
13:46

Por Imanol

  Saludos a tod@s, hoy tenemos como colaborador a un invitado especial, hijo y nieto de guerrilleros anarquistas en Francia, historiador y sobre todo, amigo, al que tuve el placer de conocer en casa del guerrillero libertario Martín Arnal. Hace ya tiempo le pedí un artículo para el blog, sobre el tema que él estudia, los anarquistas españoles que se integraron en la UNE durante los tiempos de la resistencia contra los nazis en Francia. Es un tema del que generalmente no se habla y que a mí me interesa mucho, esto que sigue a continuación es lo que ha mandado, espero que os guste...y muchas gracias Miguel!!!
 

    Documento acreditativo de miembro de la ACUN.
 Cuando llegaron a Francia refugiados  los miles de españoles,  entre febrero y marzo del 1939, se encontraron sometidos por las autoridades francesas, todos juntos,  a una misma condición de maleantes o sospechosos. Todos eran « rojos », y allí no hubo distinción cualquiera, por parte de esas autoridades, entre comunistas, anarquistas, socialistas o meros republicanos. Y menos aún entre catalanes, castellanos, gallegos o vascos. Todos igualmente considerados como peligrosos, poco menos que asesinos, que había que encerrar y vigilar estrechamente. Cosa bien sabida.
  Quiero decir con esto que, con el paso a Francia, cambiaron las condiciones que determinaban las relaciones políticas entre los sindicatos y partidos españoles. Los odios pudieron enconarse, agravados por la derrota.  Pero la desesperación en que se quedaron sumidos hombres y mujeres, entre las alambradas de los campos de concentración, o en los tajos donde fueron casi esclavizadas las “Compañías de Trabajadores Extranjeros”,  también favoreció el establecer  lazos de solidaridad, entre afines de partido o sindicato, como es lógico, pero también entre españoles, sencillamente, pues como tales eran represaliados por las autoridades francesas “republicanas”, cualquiera que fuese su arraigo peninsular o su abanderamiento ideológico.
  A partir del momento en que comenzó la persecución ya más dirigida por los nazis que ocuparon la mitad norte de Francia, y a la que se sometieron las autoridades francesas “colaboradoras” con sede gubernamental en Vichy, los españoles se solidarizaron para escapar de la cárcel o de la deportación.  Crearon grupos, que muy pronto estuvieron en relación con los primeros grupos de resistentes franceses. Pero también optaron por organizarse de manera autónoma, y es en eso en que se adelantaron los comunistas españoles : su partido fue el único, a decir verdad, que, como tal, se organizó para esa lucha, y no solamente se organizó sino que contactó a los demás españoles para que entrasen  en esos grupos de resistencia, a partir del 41, y sobre todo del 42. Eso sí, un poco antes y sobre todo después de la ruptura del pacto germano-soviético... Pero hay que precisar que muchos de los comunistas españoles que se quedaron en Francia no apreciaron dicho pacto, y hubo polémicas violentas en los campos sobre este tema.
  A esas primeras agrupaciones de resistencia más arriba aludidas se adhirieron anarcosindicalistas, localmente, y se puede decir que individualmente, o por grupos de afines que se encontraban en una misma localidad.  Y seguramente siguiendo la misma lógica de solidaridad entre españoles, un buen número de ellos adhirieron a la primera Unión Nacional de todos los españoles, en agosto del 41, y luego a la Unión Nacional Española (UNE) en el 42. ¿ Porqué ?  ¿ No se acordaban acaso de los sucesos de mayo del 37, de la liquidación manu militari de las colectividades de Aragón, y de tantos y más conflictos durante la guerra en España ? Lo que pasó fue que se encontraban apremiados juntos en tierra extranjera, y por el mismo enemigo común. Y que, si enfrentamientos hubo durante la contienda en España, también se acordó más de un anarquista de la fraternidad en la lucha entre combatientes de primera línea, que la hubo a pesar de muchos pesares, y ya no sólo entre el 36 y el 39, sino también en Asturias cuando la epopeya de UHP. (Siglas que por cierto volvieron a relucir en Madrid el 22M en las Marchas de la Dignidad en algún que otro cartel.)


Solidaridad Obrera Nº 15 de los cenetistas en UNE (agosto 1944).
  Pero desgraciadamente para toda la militancia libertaria, la razón principal de que fueran por su cuenta muchos anarquistas a abanderarse en lo que se formó bajo esas siglas de Unión Nacional Española (UNE), fue el desconcierto provocado entre los confederales por  la casi desaparición de facto de las cúpulas de la CNT y de la FAI. Desaparición provocada ella  por la represión que sufrieron por cierto en Francia las personalidades destacadas de la militancia confederal, por el haberse ido también bastante militantes a México o a Inglaterra, por estar muchos, también, presos en los campos de Argelia. Por haberse también simplemente inhibido muchos de los que hubieran podido tomar las iniciativas que se podía esperar de ellos, ya que sus cargos les daban esa responsabilidad moral ante la militancia. Lo que provocó no pocas polémicas durante la Ocupación alemana y cuando la Liberación.
  Con todo ello, esa historia – la de los cenetistas de UNE - no se sabe. Porque se rechazó a los que fueron actores de esa historia. Porque fue a lo menos silenciada, a lo más rechazada como una especie de traición o de colaboracionismo criminal con los totalitarios comunistas. Y de hecho, hubo efectivamente asuntos criminales que se pueden imputar a los comunistas de UNE.   El folleto francés Les Dossiers noirs d’une certaine Résistance  hizo una primera síntesis de esos asuntos en su tiempo. Otras investigaciones más recientes van deshilvanando el hilo trágico de vidas libertarias sesgadas a lo muy seguro por manos que quedaron impunes muchas, demasiado, sin que se haya llegado a concluir definitivamente desde un punto de vista histórico verdaderamente imparcial sobre tan vergonzosos asuntos.
  Existen unos archivos, no publicados hasta ahora, que dan a conocer lo que hicieron y pensaron los libertarios que se volcaron a la resistencia civil y armada contra el ocupante nazi y el gobierno colaboracionista de Vichy (capital de la zona llamada libre hasta el 11 de noviembre de 1942, cuando los alemanes ocuparon a Francia entera tras el desembarco de los Aliados en Argelia). Esa resistencia, hubo libertarios que la empezaron muy pronto, ya en el 1940 y antes de la UNE, junto con sus compañeros de infortunio españoles, y en contacto con los primeros resistentes franceses. No esperaron a los comunistas. Los archivos mencionados son constituidos por los documentos dejados por Miguel Pascual, cenetista madrileño, que fue uno de los organizadores de esa temprana resistencia, y luego de los cenetistas en la UNE.
 
Certificado del presidente del comité de liberación del Tarn.
  Antes de ir más lejos, recordemos en particular a un anarquista resistente muy célebre, Francisco Ponzán, que ya tenía experiencia de la lucha clandestina en España, con los servicios especiales, detrás de las líneas de los nacionales. Sus relaciones con los servicios británicos le sirvieron para volver en seguida a la acción clandestina en Francia, haciendo pasar la frontera española a muchos perseguidos, y más tarde a pilotos o paracaidistas aliados, para ponerlos a salvo en embajadas amigas. Tampoco él esperó a los comunistas para montar su organización. Su acción está bien documentada, y por eso en este artículo preferimos focalizarnos sobre los que se alistaron en los grupos que empezó a formar la UNE a partir del 1942, sin esperar a que el Movimiento Libertario (MLE), en muy difícil proceso de reorganización como ya apuntamos,  acabara de optar por una postura o por otra, por participar a la resistencia en Francia o no.
 Sobre esos anarquistas, los investigadores no han publicado ningún estudio detallado,  aunque sí se dispone de los ejemplares de la Solidaridad Obrera que se publicó en Toulouse del agosto de 1944 al mayo del 45, a partir del número 15. Estos ejemplares están en el Instituto Internacional de Historia Social (IIHS) de Ámsterdam, y también en el archivo universitario del Pabellón de la República de Barcelona. Los precedentes números de este órgano de libertarios de la UNE  fueron editados seguramente en los Pirineos Orientales, durante el período de clandestinidad. Desgraciadamente no obran en nuestro poder, ni sabemos si están en algún archivo personal.  De todos modos, los números depositados en los archivos públicos mencionados no parecen haber sido leídos como es debido, pues no se menciona en ninguna parte, que sepamos, que en el número 17 y en el 18, por ejemplo, se publican las actas del pleno que celebró la Agrupación Cenetista de Unión Nacional (ACUN), ni se analizan. La ACUN se constituyó entonces, en septiembre de 1944, para dar personalidad colectiva a esos libertarios, de los que muchos bregaban desde el principio, en aquellos momentos en que los españoles resistentes podían salir a la luz a valerse de su aportación a la Liberación de Francia para reclamar a su vez la ayuda de los aliados para liberar a España. 
 Nº 17 de la Soli que publicaba la Agrupación Cenetista en UNE.
  De manera general, faltan muchos datos sobre esos confederales. Fueron una minoría de los libertarios exiliados, pero no fueron tan pocos como siempre se ha dicho. Disponemos de una cifra que da uno de los enemigos de la UNE, Juan Manuel Molina (Juanel) :  dice éste en una carta a Juan Ferrer, con fecha del diciembre del 1970, que cuando reorganizaron el MLE con unos compañeros, a comienzos del  1943, salieron “oportunamente al paso de Unión Nacional que ya había logrado arrastrar a 5.000 de nuestros compañeros y amenazaba arrastrar a la mayoría.” Esa carta se encuentra en el fondo Gómez Peláez del IIHS de Ámsterdam. (Este documento es indicado en el libro de Herrerín Lopez : La CNT en la clandestinidad y en el exilio.) Esto confirma lo que uno de los confederales organizadores con los comunistas de dicha  Unión Nacional, Miguel Pascual, ya mencionado, dejó escrito en sus apuntes y borradores de folletos y testimonios que no llegó a publicar, y que constituyen los archivos de los que hablamos más arriba. Repetidas veces, y también en sus tramitaciones con las asociaciones de Combatientes Voluntarios después de la Liberación de Francia, afirma que fueron hasta 6.000 los confederales y libertarios que estuvieron en filas de la UNE.
  Estas cifras son prácticamente incontrolables. Parecen inverosímiles a la mayoría de los que estudian este tema, cuando se las compara con los efectivos que componían las unidades de guerrilleros y de combatientes españoles.  Pero tampoco hay porqué considerar estas cifras como voluntariamente falseadas, ni como inverosímiles a priori. Y si las tomamos como hipótesis, o a todo lo menos como un índice de que ese grupo tuvo una importancia superior a la que se considera generalmente que tuvo, lo que hay que hacer es contrastar cifras, aceptadas por los historiadores, de los efectivos censados de cada grupo político que haya participado de un modo o de otro a las organizaciones de Resistencia, y poder apreciar así lo verosímil que pueda tener ese número  de 5.000 o de 6.000 que dan del mismo conjunto en cuestión dos adversarios asaz enconados. Pero claro está que lo mejor de lo mejor sería dar con los documentos auténticos que le darían una probabilidad más seria, y esos documentos serian por ejemplo, las cuentas presentadas al MLE en junio del 45 por la comisión liquidadora de la UNE, compuesta por Benigno Leal, Herminio Pascual, D. García y F. García. Estos documentos, si no han desaparecido por completo, deberán estar en los archivos del MLE-CNT de Toulouse, todavía por clasificar, y hasta por localizar exactamente.   
Actas de disolución de la Agrupación cenetista en UNE.
  Lo seguro es que esos libertarios, llamémosles “unitarios”, los hubo. Con roces con los comunistas, que no podía ser de otro modo, a lo largo de ese combate. Pero también fraternizando con sus hermanos de lucha, fuesen comunistas, socialistas, republicanos - o anarquistas, claro. Y si, por eso y por las decepciones provocadas por las polémicas con sus compañeros del MLE, bastantes fueron los que al fin y al cabo efectivamente dejaron la CNT, y se pasaron al PCE o al PSUC, la mayoría tenia puestos los ojos en “la madre CNT”. No la olvidaron en esos años de rabia y de miseria, porque esa afiliación les daba la fuerza y la dignidad de seguir en la lucha empezada en España, les había enseñado a no esperar órdenes de nadie para cumplir con su deber de luchador antifascista: o sea, aplicaban con sentido pleno de su responsabilidad la acción directa. Agreguemos que lo hacían también con sentido agudo de fraternidad de clase, y más sencillamente aún, para liberar del yugo falangista a todos los familiares, parientes, compañeros, vecinos, que no habían podido escapar. Fraternidad ésta de sangre, y  patriotismo de entrañas, ese patriotismo que animaba a la mayoría de los resistentes de todas nacionalidades que luchaban contra la ocupación nazi. En resumidas cuentas, acabar con el fascismo era prioridad, y para eso, liberar a la patria de dónde el fascismo los expulsó, pero sin perder de vista la lucha contra el capitalismo.
  Este afán de volver en liberadores a  España, de volver a su patria explica sin duda en buena parte el haber adoptado el programa de Reconquista que propugnaron los comunistas cuando montaron la UNE. Y el que consideraran que la CNT estaba en España, y no en Francia o México, como acabaron de considerarlo los que se reservaron la autoridad de un secretariado “intercontinental” en el exilio. La condición de exiliados no gustaba a nadie, y recordaba dolorosamente a todos los españoles “republicanos” que quedaban excluidos de la liberación de Europa. Pero además, para los de la ACUN, por lo menos para sus promotores, quedaba claro que no se podía hacer “cenetismo” en Francia. Ya en plan de quedarse en Francia, hacer sindicalismo era hacerlo dentro del sindicalismo existente en el país galo, lo que también significaba, dicho sea de paso, quedarse implantados en Francia, y dejar a su suerte a sus hermanos de  España.
  Para ser exacto y tener todo lo complejo de la situación en cuenta, cabe recordar a ese otro sector confederal, representado entre otros por Juan Manuel Molina (Juanel) -ya mencionado-, que obró en la Resistencia como unidad española independiente, tanto de los franceses, aunque estuviera en estrecho contacto evidentemente, como de los comunistas y de la UNE que éstos propiciaban. Fue un núcleo importante, y único de su género en Francia, por su importancia numérica, y por el hecho de que fue todo un grupo que decidió rechazar el entrar en la UNE. Me estoy refiriendo al maquis del “barrage de l’Aigle”, una presa de agua en construcción en el departamento de la Corrèze. Tampoco fue seguida la posición de ese grupo (la de participar a la resistencia) por la mayoría confederal que iba tratando de reagruparse y organizar plenos clandestinos.
Uno de los grupos libertarios del "Barrage de l´Aigle".
  Recordemos ahora que el MLE en Francia sufrió desde un principio una división irremediable entre los que optaron por seguir con la colaboración gubernamental y los que la rechazaron, entre ellos los que cambiaron radicalmente de parecer sobre este tema, como fue el caso de Federica Montseny. Da el caso que los “colaboracionistas” fueron principalmente los que también eran partidarios de la resistencia en Francia, y ese núcleo fue el del “barrage de l'Aigle”, animado entre otros por Juan Manuel Molina, ya mentado.
También hay que mencionar a los que formaron el batallón LIBERTAD y el llamado Bidón 5.
  Coincidiendo con los “colaboracionistas”, el sector minoritario de este MLE, los de la ACUN pensaban que la prioridad era la liberación de España. Pero también pensaban que esa liberación, objetivo que consideraban común, sólo se podía conseguir estando los españoles antifranquistas unidos por ese propósito. También esperaban que los aliados los ayudaran, en reconocimiento por los servicios prestados en la  liberación de Francia. Pero no esperaban una decisión de cancillerías que echara a Franco, como tantos responsables políticos socialistas, republicanos, y otros tantos mandatarios confederales igualmente lo pensaban, como cosa segura, o muy asegurada. Pensaban los de la ACUN, que era su responsabilidad ante los presos, y todos los que sufrían el yugo franquista, seguir en ese frente, ya que la guerra contra el nazismo y el fascismo no estaba acabada mientras estuviese en pie el Estado falangista en su patria. Dicho de otro modo, con referencia a valores libertarios, la acción directa se imponía en ese momento más que nunca, cuando tenían aún las armas en la mano, como las tenían en ese período que va desde los combates por la liberación de Francia en el agosto del 44 a fines de marzo del 45, mes en el que fueron disueltos por el gobierno provisional francés los batallones de seguridad, en los cuales estaban alistados los españoles dispuestos a seguir el combate cara a España.
  Con la autodisolución de la ACUN, el 5 de mayo del 1945, y la problemática reunificación de todos los sectores de la CNT, teóricamente proclamada cuando el congreso confederal de junio del 45, y pronto desmentida, empieza otro capítulo, del que se hablará en próximo artículo.
                                                                                              Miguel Sans
 
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