Un libro reúne la genial serie de 41 dibujos inéditos ‘Mentira y sueño de Franco’, realizada por Antonio Saura entre 1958 y 1962, con textos del artista, Eduardo Arroyo y Bartolomé Bennassar
Madrid
Son tan solo dibujos, Mentira y sueño de Franco. Pero vistos en perspectiva cristalizan en un ajuste de cuentas.
Tan cruel como cursi en aquel admirable ejercicio de travestismo político —en suma: el militarcillo gallego, mediocre y meapilas convertido en dictador nacional, calculador y sanguinario a largo plazo después de la carnicería nacional que todos sabemos— Francisco Franco Bahamonde dio para mucho a la hora de la sátira y el sarcasmo.
Sobre todo después de muerto, porque el caso es que antes no dejó mucho margen. De ahí probablemente que el pintor Antonio Saura decidiera, una vez pergeñado su genial garabato del franquismo triunfante, meterlo en unas carpetas y meter las carpetas en lo más profundo de anónimos cajones. Mentira y sueño de Franco, pero bajo siete cerrojos.
Y como la venganza es un plato que se sirve frío —aunque gran parte de la historia de este país diga a las claras lo contrario— sale ahora a la luz la suitede 41 dibujos que Saura (Huesca, 1930-Cuenca, 1998) ejecutó entre 1958 y 1962. Era un pequeño tesoro oculto que nunca había sido ni editado ni expuesto en público en su conjunto.
Es un panfleto político en la estela de Goya y Picasso (Desastres, Sueño y mentira de Franco, Guernica…) con el que el cofundador del grupo El Paso, que aún no se había ido a vivir definitivamente a París, quiso posicionarse con respecto a Franco y sus consecuencias. Primordialmente, la Guerra Civil.
Un libro de inminente publicación, Mentira y sueño de Franco (Georg Editor/Archives Antonio Saura) y, sobre todo, una exposición el año próximo en el Museo Reina Sofía de Madrid, cuyos detalles se están ultimando, darán cuenta de este grito antifranquista realizado en lápiz y tinta china justo cuando se cumplan 20 años de la muerte del artista.
Víctimas de la Guerra Civil
“La suite que mi padre dedica al franquismo y a la Guerra Civil española es, efectivamente, una denuncia de los terribles hechos históricos que tanto le marcaron, así como un tributo combativo, con las modestas armas del pintor, a sus víctimas”, explica desde Ginebra Marina Saura, hija del artista y responsable de los textos del libro junto con el historiador francés Bartolomé Bennassar y el pintor español Eduardo Arroyo.
Recuerda la hija y heredera del artista y responsable de los Archivos Antonio Saura de Ginebra: “Encontramos los dibujos en unos cajones de su estudio de París, cuando estábamos haciendo el inventario de su obra. Estaban guardados en una carpeta junto con una lista mecanografiada de títulos. Esa lista nos ha sido muy útil, porque muchos de los títulos que él escribía sobre los dibujos eran un enigma, mensajes bastante crípticos, algunos eran puras asociaciones poéticas; otros, cantos de guerra, eslóganes… y además mi padre tenía una letra muy difícil de descifrar. Desentrañar todo eso ha sido precisamente la tarea que hemos sacado adelante Bartolomé Bennassar y yo”.
El volumen a punto de publicación es puro salfumán. A lo largo de un centenar de páginas y detrás de la descacharrante portada firmada por Eduardo Arroyo —Franco, Franco, Franco, un collage con una foto del joven militar rematada por unos ojos alucinados pintados por Saura— desfilan todas las interpretaciones posibles del dictador y de la Guerra Civil. Franco crucificado, Franco conduciendo un tanque, Franco con el pene flácido, Franco pescando atunes (que son muertos), Franco aclamado en Burgos por las fuerzas nacionales… pero sobre todo las estremecedoras visiones de las fosas comunes donde descansan los muertos del bando perdedor. Y la burla irrisoria y sin piedad de la Legión, con Millán Astray al frente, y de Carmen Polo de Franco, La Collares, con toquilla, y de los curas, y del Cara al sol y de la Falange.
Hasta el celebérrimo miliciano de Robert Capa acribillado en Cerro Espejo es objeto de una peculiar interpretación por parte de Antonio Saura, quien dedica otra de sus ilustraciones a esa Bella Durmiente (España) a la que la bruja (Franco) mantuvo dormida 40 años… El texto que sirve de preámbulo al libro es el mismo que el artista publicó en el libro de 2009 Antonio Saura por sí mismo.
En él, Saura muestra su hastío ante la versión “aberrante y masoquista” de algunos según la cual el arte es mejor cuando se da una situación represiva que cuando hay libertad. “Siempre he pensado”, escribe, “que si en España hubiéramos disfrutado de mayor libertad y comunicación, el arte habría sido mucho más fértil, veraz y universal”.
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